
Con la bandera a cuestas

Nos hemos visto sorprendidos, semanas atrás, por la iniciativa consistorial de crear la «bandera» de Barakaldo. Por lo visto era (o es) una de las necesidades urgentes del municipio. Item más: se sometía a la voluntad popular su aprobación basada en varios diseños en el que los colores amarillo y negro eran exclusivos. La iniciativa no tuvo demasiada aceptación y, su resultado (con alguna mejora introducida por el propio Ayuntamiento), no pasó el trámite consistorial. ¿Pasará a dormir el sueño de los justos?
Dos hechos, por lo leído, avalan la propuesta municipal: el hecho de no disponer la anteiglesia de una bandera (sí tiene el tradicional pendón) a tenor de documentos y testimonio de algunos historiadores locales y la consulta realizada a la Sociedad Española de Vexilología. Esta última, supongo que en un informe escrito, dio con los citados colores basándose en los que exhibe el Barakaldo Fútbol Club.
Si sobre la bandera municipal no hay testimonios de su existencia, sí los hay acerca de los colores del Club Barakaldo. El mejor conocedor de todo ello es Jaime Cortázar que en su libro «Entre campas y entre hornos» (página 76) afirma: «La equipación elegida fue camiseta amarilla y negra listada a rayas verticales, pantalón negro y medias negras con dobladillo amarillo. Como ocurre con otros detalles, también en este de los colores o constan datos concretos si bien existen dos versiones que pueden ser perfectamente compatibles. Una dice que la combinación del negro y amarillo representan el humo de las fábricas y el oro de su riqueza. La otra es mucho más natural y menos metafórica: simplemente parece ser que cuando los fundadores fueron a Bilbao a comprar las camisolas las únicas que quedaban eran las gualdinegras, por lo que no quedó otro remedio que vestir con dichos colores«.
No es sencillo encontrar un sentido consensuado para muchas realidades. Esta es una de ellas. Por ello, en mi opinión, debe hilarse fino. Ya ocurrió con el propio escudo municipal cuando en diciembre de 1808 se «se propone y acepta que el Escudo Heráldico de la Anteiglesia de San Vicente de Baracaldo esté presidido por la cabeza de un ángel alado y que dos ramas de roble queden enlazadas en honor a nuestro querido y malogrado Angel Bitoritxa y Beurko». Hasta aquí, la historia. Sin embargo, desde hace unos años, tomando el rábano por las hojas, a la representación alada del niño se le añade, en las fiestas, una compañera de juegos, evidentemente con la figura contrapuesta de una «diablesa». Sencilla aunque no inocente confusión: el héroe no fue un ángel alado sino un niño llamado Ángel. En todo caso, añádese, en las fiestas, una guapa Angelita.
Comentarios recientes