De Anteiglesia a pueblo industrial
1.- DE LA ANTEIGLESIA A PUEBLO INDUSTRIAL
1.1. Los primeros pasos
Los orígenes del desarrollo urbano de Barakaldo, entendiendo el proceso de urbanización en sentido estricto, se remontan no más allá de las dos últimas décadas del ochocientos cuando el fenómeno industrial, y parejo a él, el enorme crecimiento demográfico experimentado por nuestro municipio modificaron profundamente un hábitat agrícola y rural, conformado hasta entonces por barrios y caseríos dispersos.
El primer entramado urbano de Barakaldo, sus primeras «calles», surgen como consecuencia del proceso de industrialización y como respuesta a la necesidad de dotar de una infraestructura «adecuada» a la gran masa de inmigrantes que se asientan en el municipio en busca de un puesto de trabajo. Se construirán las viviendas para obreros, con una tipología edificatoria que poco o nada tendrá que ver con la vivienda tradicional, pero también los mercados, las alhóndigas, las escuelas, y cómo no, nuevos templos parroquiales para cubrir, cuando no fomentar, la demanda de una feligresía en creciente aumento. Todo ello se complementará con la dotación de los, siempre escasos, lugares de esparcimiento público, plazas, jardincillos, … con la red de alcantarillados, la canalización de aguas potables, etc., etc. Sin olvidamos del tremendo impacto que supuso la instalación de los diferentes tendidos ferroviarios atravesando la jurisdicción municipal. «La mina, la fábrica, y las vías férreas, he ahí los tres elementos generadores de la ciudad moderna», escribe Lewis Mumford.
1.2. Los orígenes de un crecimiento urbano anárquico y desordenado
En 1857, tres después de fundada la empresa NI Sra del Carmen, contaba la anteiglesia con 2.569 habitantes repartidos en siete barriadas: Beurco, Burceña, lrauregui, Landaburu, Regato, Retuerto, y, finalmente, San Vicente, donde radicaba la capitalidad del municipio, con la iglesia Parroquial de su mismo nombre, y la Casa Consistorial en el punto de Rageta. Estos núcleos se cornpletaban con pequeñas organizaciones de caseríos como Alday, Tellitu, Santa Agueda, Castaños, Zamundi, Susunaga, Amézaga, Cariga, Gorostiza, Larrazabal, Llano y Ugarte, unidos entre sí por caminos vecinales. El Desierto, que pronto se convertiría en uno de los barrios más populosos, no era entonces sino una zona de arenales, juncales y marismas, y algunos terrenos agrícolas atravesados por el camino de Bilbao a Portugalete.
Constituía éste la principal arteria de comunicación -por vía terrestre- de nuestro municipio. Seguía el trazado del antiguo Camino Real, muy similar al que ocupa actualmente la carretera de Bilbao a Santander, atravesando la jurisdicción municipal desde Zubileta, en el Cadagua, hasta el barrio de Ugarte. En el punto de Cruces, de ahí el nombre que recibe este barrio, partían dos ramificaciones del mencionado camino conducentes hasta el puente de Burceña, y hasta la Iglesia Parroquial de San Vicente, respectivamente. Esta última se prolongaba hasta los barcos de pasaje de Beurco y Rotabarría, que ponían en contacto ambas orillas del Galindo entre Barakaldo y Sestao. La red de comunicaciones se completaba con otros dos caminos carretiles: uno desde San Vicente hasta el Regato, cruzando la barriada de Retuerto, y otro desde El Desierto a San Vicente que, partiendo de la dársena de Portu y bordeando en su primer tramo la fábrica del Carmen, llegaba hasta la propia iglesia parroquial atravesando Arrandi y Landaburu
Entre 1877, finalizada ya la segunda Guerra Carlista, y 1885 se crea la mayor parte de la infraestructura que habría de posibilitar el despegue industrial de la Ría. La fábrica del Carmen se transforma en Altos Hornos de Bilbao, y se fundan dos grandes empresas siderúrgicas en el vecino Sestao: «La Vizcaya» y San Francisco de Mudela». En este mismo período se asientan cerca de 3.500 inmigrantes en el municipio de Barakaldo, duplicándose en una década la población de la pequeña anteiglesia que pasaría de 4.360 habitantes en 1877 a 9.249 diez años después.
Es ahora cuando comienza a construirse traspasando los arenales. Surgen las primeras edificaciones que marcarán el destino urbanístico de la población, condenada ya desde entonces a una trama urbana anárquica que seguirá los destinos que le marquen, por un lado, los caminos carretiles existentes en el núcleo rural, sobre todo el de Bilbao a Portugalete, y por otro, la aleatoriedad de los propietarios que construyan viviendas en sus propias tierras (es el caso de Loizaga) o la iniciativa conjunta de algunos personajes como los hermanos Ybarra y Cosme de Zubiria, socios de A.H.V., que arriendan o enajenan sus terrenos con la condición expresa de que se erijan en ellos viviendas para obreros. De este modo las únicas líneas rectas que aparecerán sobre el territorio serán las definidas por los trazados ferroviarios.
En pocos años se irá creando un apretado conjunto a lo largo de la Ría en el que se entremezclarán las fábricas y las viviendas, el espacio industrial con el espacio residencial, característica que se ha mantenido hasta nuestros días. Algunas cifras nos mostrarán con elocuencia la magnitud de este desarrollo urbano, poblacional y edificatorio : en 1787 se contabilizaban 220 casas para un total de 1994 habitantes. El empadronamiento de 1884 arrojaba ya la cifra de 670 casas y 5452 habitantes. Con todo, el crecimiento más espectacular lo protagonizaría la barriada del Desierto que en menos de treinta años (1855-1884) se pasaría de 4 edificaciones , situadas en La Punta, a un total de 140. De ellas, más de 70 eran de nueva planta. El resto pertenecían a un sector del tradicional barrio de Beurco, ya para estas fechas englobado en el del Desierto.
A través del Noticiero Bilbaino hemos podido constatar cómo el descontento, en este caso dentro ya del municipio de Barakaldo, era capitalizado fundamentalmente por los vecinos del barrio del Desierto, como vimos, de reciente creación, el más populoso e industrial, y sin duda, el más carente también de una infraestructura que garantizase a sus moradores unas condiciones dignas de habitabilidad. El barrio, que empezó configurándose como un conjunto de viviendas obreras en torno a la fábrica de Nuestra Señora del Carmen, contaba ya en 1889 con 2.000 habitantes, de los cerca de 8.000 domiciliados en Barakaldo. Para entonces, muchas de aquellas primitivas edificaciones se habían derruido para ampliar ]as instalaciones de fábrica de la Sociedad Altos Hornos. En breve se derruiría igualmente la capilla del Carmen, el único santuario del que disponían los feligreses de la barriada. Como veremos, el arquitecto Casto de Zavala diseñó un nuevo templo advocado a San José que habría de situarse en el solar que hoy ocupa la alhóndiga municipal. No pasó de ser sino un ambicioso proyecto que nunca llegó a materializarse.,
Con todo, y previas al plano de población que formulara el mencionado arquitecto, algunas reformas se llevaron a cabo a lo largo de estos años: la apertura de una nueva calle desde los «chalets» al punto de Rageta en San Vicente, «una obra de gran necesidad para este barrio que no tiene más que caminos angostos y en bastante mal estado para comunicarse con la Parroquia, la casa Consistorial y el juzgado Municipal»; la construcción de una acera desde la calle del Carmen hasta las proximidades del paso a nivel del ferrocarril de Portugalete (con un coste aproximado de 1.500 pesetas), acera que se prolongaría, a expensas del erario público, y por iniciativa de los propietarios de la casa de «los tres hermanos», a lo largo de toda su finca… etc. En 1887 se inició también la instalación de una red de alcantarillado para la vega, con un primer tramo frente a las casas de Arana y Dos Hoteles, costeada por Arana Lupardo, la Sociedad Altos Hornos y el Ayuntamiento. Las transformaciones que se experimentaron en los otros barrios de la anteiglesia nos resultan, por el vacío documental, prácticamente desconocidas. Sabemos que en estas mismas fechas se abrió un camino desde el Retuerto hasta Luchana, cruzando Bituricha, reparándose al mismo tiempo el antiguo sendero que comunicaba Retuerto con San Vicente.
1.3. Primera Reqlamentacion del Ordenamiento urbano
En 1889 se inicia una nueva etapa en la historia del urbanismo de Barakaldo, es ahora cuando se concibe y se reglamenta el planeamiento urbano del municipio. Se aprueba en esta fecha el primer proyecto de Ordenanzas de construcción (viviendas en bloque de manzana cerrada, de planta baja y cuatro pisos, y altura máxima de 18 metros), y un año después Casto de Zavala elabora el primer plano urbano de la anteiglesia (mural sobre madera), que recogía únicamente el barrio del Desierto y otro pequeño núcleo en Landaburu, en el cruce del camino de Luchana y Retuerto excluyendo así a San Vicente, Retuerto, Luchana, El Regato, Burceña e lrauregui:
El plan deja fuera de ordenación muchos de los todavía poco numerosos edificios existentes, y así sucede con las casas de U ría, con la desaparecida casa frente a la estación o con la casa de Achaval en San Juan número 13, pero la sola superposición de un plano moderno sobre el de 1890 da una rápida idea de cuán poco de todo aquello se cumplió.
En las dos primeras décadas de nuestro siglo se efectuaron sendas reformas del plano de Zabala, documentos gráficos que lamentablemente van desaparecido de los fondos del Archivo Municipal de Barakaldo.
‘El segundo plano que mencionábamos (1917-1919) fue obra del arquitecto municipal Ismael de Gorostiza. Este partía también con el hándícap de las numerosas calles y casas ejecutadas desde 1907 -algunas alterando las líneas perfiladas por Zunzunegui- que dificultaban sobremanera un trazado lógico y armonioso. El plano de Gorostiza plasmaba el espectacular crecimiento experimentado por el municipio desde finales del XIX. A diferencia de los dos anteriores que comprendían 1 kilómetro cuadrado aproximadamente, éste abarcaba todo el término jurisdiccional de Barakaldo, con un total de 6.400.000 m.’. En él se señalaban : los edificios municipales; la distribución de aguas, procedentes de Yedal y Burzaco, de Azordoyaga, del Pantano y de Eguliz; las 63 fuentes de agua potable puestas en servicio, y las del Pantano desconocemos su número exacto- que no precisaban potabilidad por surtir a lavaderos y mataderos; los tres depósitos de agua: uno en la cumbre del Róntegui, otro en la ladera NO del mismo monte, y el tercero en San Vicente; la red de tuberias, en total 21.716 metros y el trazado de las cinco líneas férreas que cruzaban la jurisdicción.
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