El pastor de Ganekogorta (Leyenda barakaldarra)
Juan Mugarza recogió en 1949 una narración de tipo legendario, común a todo el ámbito de las estribaciones del Ganekogorta, e incluso hasta de Zalla, pueblo de donde procedía uno de sus informantes.
Hace referencia a un pastor que, desde la cumbre de este monte presuntamente hacía sonar su bocina para convocar a las Juntas de Gernika. Contaban los viejos romeros que acudían anualmente hasta la ermita de Santa Lucía que este joven pastor, cruel con los animales e incluso con sus perros murió “porque al querer dar una patada a una culebra que había cerca, falló y cayó al vació desde el alto de Ganekogorta, hasta el hoy llamado camino o sendero de Santa Lucía”.
Su cuerpo fue descubierto por los perros, pero no así el cuerno que tenía para llamar, asociado al castigo impuesto al pastor por el Señor de los bosques.
Romeros y pastores afirman que, cuando hace mal tiempo y sopla fuerte viento, “al pasar por donde se encontró al pastor despeñado, se oía como una llamada de cuerno muy lejana; otros dicen que es el alma del pastor que anda errante por todo el monte, buscando la paz de su alma”. Y es que, atribuido al paso del viento a través del cuerno perdido por el pastor al despeñarse, se escuchará mientras no sea encontrado. Hallazgo no deseado por los usuarios del monte puesto que atribuían al legendario pastor una función protectora del ganado que estaba en las faldas del Ganekogorta, puesto que “el día que se encontrase el cuerno que perdió el pastor, ese día, él desaparecería de dicho lugar”.
Este relato presenta ciertas similitudes formales con la leyenda Eiztari-beltza, Abade txakurra, Mateo Txistu o Martin Abade, versiones vascas del referente mitológico del Cazador Errante, común al patrimonio legendario de toda Europa. Como en él, ruidosos
vientos y silbidos denotan la presencia de un personaje errabundo por el monte, y en todas estas leyendas aparece la referencia a los perros que le acompañan. La nuestra difiere de aquéllas en el carácter del personaje -pastor o cura- y en la naturaleza del ritual transgredido por el mismo; sagrado por el Cazador Errante y cívico-foral por el pastor de referencia.
José Ignacio Homobono Martínez
KOBIE 1971
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