Horacio Echevarrieta (V)
5.- La II República, la decadencia empresarial y el rearme de Alemania.
El viejo anhelo de Echevarrieta como republicano irrumpe el 14 de abril de 1931. Entre gritos de democracia, igualdad y modernidad, se proclama la República en España, pero, ¿con qué ánimos iba a recibir Don Horacio el nuevo cambio político?. La llegada de la Repúblicafue, por una parte, muy buena noticia para él, que tan republicano se sentía, pero contradictoriamente ya que al Rey Alfonso XIII se le abría el camino del exilio. Poco a poco todos los vestigios del antiguo régimen iban desapareciendo, y cada día estaba menos claro el papel del empresario vasco en el nuevo régimen político. Mientras tanto tienen lugar las pruebas del E-1. Técnicos alemanes y españoles compartían jornadas de duro trabajo y los resultados resultaron excelentes. En cuanto a armamento, velocidad de navegación sumergido y en superficie, así como velocidad de inmersión y emersión, superaba a los estándares conocidos, hasta entonces inéditos. Llamaban la atención unos tubos que no soltaban burbujas al lanzar los torpedos. La Armada recibió un informe muy favorable. El E-1 era sin duda el mejor submarino del momento.
La nueva situación política de España cambia por completo. El nuevo régimen no aceptaba algunos compromisos del reinado de Alfonso XIII y de la dictadura de Primo de Rivera. El resultado fue que Echevarrieta, cuando llegó el año 1931, vio como se venía abajo todo su proyecto. Los nuevos gobernantes proclamaron la vocación pacífica de España. Al renunciar a la guerra, todo armamento quedaba fuera de la agenda. Echevarrieta además, era visto como un monárquico. De poco le sirvieron los compromisos del pasado. Sus viejos compañeros le dieron la espalda y uno tras otro sus logros fueron rechazados. El más espectacular, la Fábrica de Torpedos, por la que fue indemnizado sin haber llegado a entregar sus encargos. Pero el E-1, al carecer de contrato no tenía derecho a compensación. Los gastos se acumulaban en el Astillero. Cerradas las puestas de la Armada, Echevarrieta decide buscar compradores fuera de España. Había unos cuantos países y unos cuantos emisarios que deseaban ver el submarino. Entre ellos estaban Rusia, Polonia, Rumania y Portugal. Intentaba vender el submarino como fuera pero la situación se le volvía muy áspera pue sus socios no aceptaban venderlo a cualquier comprador ni a cualquier precio.
Las deudas no paraban de crecer, pero Echevarrieta se resistía a perder su astillero. Comenzó entonces a deshacerse de sus propiedades. Vendió su colección de arte, sus sociedades, las participaciones en grandes bancos, también El Liberal, que fue adquirido por su amigo socialista, Indalecio Prieto, y tuvo que vender las minas que tanto beneficio le habían proporcionado. Todo se lo tragaba el submarino por el que tanto había apostado. El fracaso de las relaciones con Alemania (el acuerdo con Canaris y los alemanes) fue el comienzo de la debacle, porque, aunque hubiese sufrido la crisis mundial, en 1930 y en 1931 seguro que habría salido adelante. Echevarrieta estuvo muy cerca de poder construir la fábrica para producir submarinos pero la caída del gobierno de Primo de Rivera en 1931 fue el punto de inflexión. Los esfuerzos de seis o siete años no tenían ya posibilidad de salir bien. Para un librepensador como él debió ser muy duro recibir el rechazo de la República. Pesaba demasiado su amistad con el Rey. Su destino parecía sellado. Sólo así se da a entender que accediese a un oscuro encargo, cuya recompensa era la compra del submarino. Estuvo implicado junto a su amigo socialista Indalecio Prieto en el tráfico de armas destinadas a la revolución de Asturias, en 1934. Una trampa con muy graves consecuencias: una condena de nueve meses en la cárcel Modelo de Madrid que constató que se había terminado su tiempo, justo cuando España vivía uno de sus periodos más agitados.
El submarino E-1 encontró por fin su destino en la Marina Turca, bautizado como Gí¼r. Con esa venta a otro aliado de Alemania, el astillero zanjaba sus deudas, pero el mundo ya se movía muy rápido. Borrada la historia del submarino, qué fue de aquellos planes. ¡Cómo podían ignorarse los logros de tres hombres extraordinarios!. Desde que se descubrió el escándalo en 1927 hasta la muerte de Walter Lohmann en 1930, apenas pasaron tres años. Se sabe muy poco de lo que le sucedió. Era de salud débil y murió en Roma. El programa alemán pronto dejó de ser un secreto para algunos países. En 1935 se levantaron las prohibiciones de Versalles y en un tiempo record un nuevo submarino iba a sorprender al mundo. El tipo VII solo fue posible gracias a la construcción del E-1 en Cádiz. Pronto la Segunda Guerra Mundial daría al submarino la oportunidad de imponer su ley bajo las aguas, y convertir de nuevo los mares en un escenario de las más sangrientas batallas.
5.1.- La muerte de Canaris y de Wilhelm Wakonigg.
Aquellos paramilitares y los programas de rearme marcaron la deriva que iba a vivir Alemania en los siguientes años. El honor perdido en la Gran Guerra serviría al nacionalsocialismo para conducir al mundo a otra guerra aún más cruel. Llamado de nuevo a primera línea, el nombre del Almirante Canaris iba a ver brillar su estrella otra vez al frente de la Abwher, la red de espionaje del Ejército Alemán, que le convirtió en un mito para siempre. Organizó la ayuda militar alemana al General Franco durante la Guerra Civil Española. En todo momento aconsejó al Dictador aguantar las presiones que el Eje ejercía para implicarle en la Segunda Guerra Mundial, recomendando dilatar las respuestas a los requerimientos, dada la inminencia en 1941 de la operación Barbarroja, por la que Hitler se «olvidaría» de España. Si era cuestión de suerte, nunca la tuvo en cuenta. Su carrera iba a convertirle en leyenda como jefe de la inteligencia alemana durante la Segunda Guerra Mundial, pero en 1944 se agotó su suerte al quedar probados sus contactos con la resistencia alemana y la operación Valkiria con la que se pretendió atentar contra el Fí¼hrer. El 9 de abril de 1945, Canaris fue ejecutado en la horca en el campo de concentración de Flossenbí¼rg por guardias de las SS. El Régimen de Franco, en agradecimiento por su colaboración con los militares golpistas, le otorgó a su viuda, Erika Waag una pensión vitalicia con el sueldo íntegro correspondiente a un Almirante de la Kriegsmarine, hasta que en tiempos del Canciller Konrad Adenauer, la RFA amnistió a todos los altos cargos militares del III Reich en el año1955.
Herr Wilhelm Wakonigg, agente del Almirante Canaris y antiguo colaborador de Horacio Echevarrieta, llegó a ser cónsul de Alemania en Bilbao y bajo la apariencia de un hombre convencional, socio de La Bilbaína y del Marítimo del Abra, casado y con un yerno militante del Partido Nacionalista Vasco, se ocultaba un verdadero espía. Durante la Guerra Civil ayudó a los militares golpistas pasando información sobre las posiciones en los frentes de batalla, talleres de fabricación de munición, industrias, etc. Tenía su residencia en la Zona Internacional de Neguri, donde escondió y ayudó a salir al extranjero a muchos adictos al bando nacional. Durante varios días de bombardeos en la Margen Izquierda de la Ría, unas bombas lanzadas por error en la zona protegida causó mucha indignación entre los cónsules, que optaron por crear una comisión para protestar en las embajadas de San Juan de Luz. Al ir a embarcarse en el destructor inglés Exmouth el día 28 de octubre de1936, la Policía Vasca registró los equipajes y encontró en el maletín de Wakonigg informes comprometedores, cartas personales y planos del Capitán de Ingenieros Pablo Murga, miembro del Estado Mayor Vasco. Fue juzgado en audiencia pública por el Tribunal Popular el día 18 de noviembre y hallado culpable de espionaje y condenado a muerte junto al cónsul de Paraguay, Pablo Murga y el Comandante José Anglada del Cuartel de Garellano. Los gobiernos de Berlín y Viena tan sólo enviaron telegramas para intentar salvarle la vida. La sentencia se cumplió al día siguiente en el cementerio de Derio. Antes de caer fusilado gritó «heil Hitler».
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