Notas sobre el espectáculo cinematográfico en la Margen Izquierda de la Ría del Nervión
A finales del siglo XIX, el 28 de diciembre de 1895, se presentaba en París por primera vez, en una sesión pública y de pago, el Cinematógrafo Lumií¨re, daba así inicio la historia oficial del cine, el espectáculo más popular y característico del siglo XX. Poco tiempo después, el 12 de mayo de 1896, llegaba a Madrid, bajo la denominación de Animatógrafo, y tres meses más tarde, el 6 de agosto, recalaba en Bilbao con el nombre de Kinetógrafo. La rápida presencia del cinematógrafo en la capital vizcaína no se extendió al conjunto del territorio histórico, pues al igual que ocurrió en el resto del Estado español, durante sus primeros años de historia, su difusión se circunscribió a las principales y más pobladas ciudades. Hubo que esperar, por tanto, a la primera década del siglo XX para que el espectáculo cinematográfico irrumpa en la Margen Izquierda, acontecimiento que sucedió por este orden: Barakaldo (1904), Sestao (1905), Portugalete (1906) y Santurtzi (1907). Excepto en la anteiglesia baracaldesa, que tuvo lugar en marzo, en el resto de los municipios este primigenio contacto con las imágenes cinematográficas se produjo en julio, durante el transcurso de las fiestas estivales.
El siguiente paso, que no se demoró mucho, en relación con esas pioneras sesiones cinematográficas, fue la apertura, en la primavera de 1907, de la primera sala estable, el Gran Cinematógrafo Bel de Portugalete (tercer cine de Vizcaya, tras el Salón Olimpia de Bilbao, que había abierto en septiembre de 1905 y el Salón-Teatro de la Sociedad Bermeana, que lo hizo en enero de 1906). A éste le siguieron el Cine de la Plaza (noviembre de 1909), el Gran Cinematógrafo Bilbao (noviembre de 1910), el Cine España (marzo de 1911), y el Teatro-Cine Petit Palais (diciembre de 1911), todos ellos en Barakaldo. De esta manera el cine comenzaba a formar parte de la vida cotidiana de los habitantes de la Margen Izquierda, convirtiéndose a partir de entonces en una de las diversiones más frecuentadas por varias generaciones.
En los compases iniciales la programación, tanto de estos cinematógrafos -con la excepción del Gran Cinematógrafo Bel y el Cine de la Plaza- como la de los que tomaron el relevo tras su prematura desaparición (Salón Principal de Barakaldo, Salón Novedades de Sestao, que abrieron sus puertas en 1915, y el Salón Ideal de Portugalete, en 1919), estaba formada por la proyección de películas, la actuación de artistas de variedades y representaciones teatrales. Sólo tras la irrupción del cine sonoro, en 1930, la exhibición de filmes, tal como la conocemos ahora, logró desplazar definitivamente al resto de los espectáculos, aunque el proceso, que había comenzado en la década de los veinte, se hizo de manera gradual. En esta época, igualmente, el espectáculo cinematográfico se consolidó como un espectáculo masivo.
El ascenso del cinematógrafo se prolongó durante varias décadas, testimonio de lo cual fue la construcción de varios cines en dos momentos bien distintos. El primero correspondió a la primera mitad de la década de los treinta, con la aparición del Gran Cinema Santurce, Teatro Baracaldo y Gran Cinema Sestao. El segundo tuvo lugar entre mediados de los años cincuenta y finales de los sesenta, cuando surgieron: Guridi y Rontegui (Barakaldo); Amezaga y A.H.V. (Sestao); Mar y Java (Portugalete); y Silja y Consa (Santurtzi), entre otras salas. A partir de los años setenta el espectáculo cinematográfico comenzó un lento pero continuo declinar, durante el cual fue perdiendo su antiguo esplendor, aunque ello no fue obstáculo para que en esa década se siguiesen inaugurando algunos cines más: Duplex A-B (Barakaldo), Rex (Portugalete), y Decor (Santurtzi).
Los cambios sociales que se produjeron en el conjunto del territorio estatal, a partir de la década de los sesenta, al calor del desarrollismo económico, tras la liberalización de la actividad económica, propiciaron la aparición de nuevas formas de entretenimiento, cuyo mejor paradigma fueron la televisión y el automóvil, y las salas de fiestas y la música entre los jóvenes. Si a ello añadimos la crisis económica de finales de los setenta, que afectó de manera especial a la Margen Izquierda, sobre todo a los sectores siderúrgico y naval, que constituían su núcleo duro, produciendo el desmantelamiento industrial y unas tasas de paro desconocidas hasta entonces, entenderemos las causas que contribuyeron al grave retroceso que experimentó la exhibición cinematográfica en todos los municipios de la zona durante los años ochenta.
El consumo del cine en el hogar, que propició, inicialmente, la irrupción de la televisión, conoció un decisivo impulso, a partir de la década de los ochenta, con la aparición de los magnetoscopios domésticos, y la comercialización, bajo la modalidad de alquiler, de las películas. Fue este un factor que también influyó de manera determinante en la baja asistencia de la gente a los cines y en el agravamiento de la crisis del espectáculo cinematográfico. La única salida a esta situación era la de reconvertir las viejas salas en modernos complejos cinematográficos, que con una oferta más diversificada, una mejora en la comodidad de las butacas y calidad de las proyecciones, volvieran hacer del cine una diversión atractiva para el público y rentable para las empresas. Pero optar por esta alternativa, en vez de cerrar las salas, implicaba asumir unos desembolsos económicos que las empresas de la Margen Izquierda no estaban en condiciones de afrontar.
La regresión de la exhibición cinematográfica ha motivado que en la actualidad Sestao se haya quedado sin cines, que Portugalete sólo cuente con una sala, el Coliseo Java, sobre la que pende la amenaza continua del cierre, o que el Ayuntamiento de Santurtzi tuviera que comprar el Consa, en 1988, pasando a llamarse Serantes, para que la villa marinera no se quedara sin cine, hecho que de todas maneras ocurrió entre 1991 y 1995, tiempo en que se tardó en reconvertirlo en una multisala de tres pantallas. En cuanto a Barakaldo, la desaparición de los Dúplex, en junio de 1996, ha dado lugar a que su casco urbano se quede sin salas. En consecuencia, la única posibilidad de ver cine se ha reducido a la sesión, que bajo el enunciado de «˜Miércoles de Película’, programa semanalmente el Teatro Barakaldo.
La apertura, en noviembre de 1994, de Max Center (12 pantallas y 2.320 butacas), ubicado en el centro comercial del mismo nombre, en la lejana periferia de la anteiglesia baracaldesa, introdujo en el País Vasco una nueva forma de concebir el espectáculo cinematográfico. Consistente en la integración de éste en una oferta más amplia, de consumo y ocio, que desborda los límites geográficos del municipio, para buscar su público en el área de incidencia del propio centro comercial, que abarca desde los pueblos de Cantabria próximos a Vizcaya al área metropolitana comprendida en el Gran Bilbao.
El cine en los centros comerciales y de ocio es una tendencia que se ha consolidado en el territorio vizcaíno, como lo puso de manifiesto la inauguración, entre mayo y noviembre de 1998, de tres multiplex más: en Basauri (Bilbondo, 8 salas), Leioa (Cinesa Artea, 9 salas) y Getxo (Lauren Getxo, 12 salas). Estos, junto a los megaplex, se han convertido en el modelo dominante de las salas desde los últimos años de la década de los noventa, marcando el camino por donde discurre el espectáculo cinematográfico en estos momentos. El último exponente de esta realidad son las 16 salas y 3.397 butacas del nuevo Max Center Ocio, inauguradas el viernes 19 de julio de 2002 en Barakaldo, que han tomado el relevo a las pioneras salas de Max Center.
Euskonews & Media 183.zbk (2002 / 10 / 11-18)
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