Recorrido 1: De qué hablamos cuando hablamos…
Un anónimo informante, nacido en la anteiglesia, escribía, no hace mucho, en una entrada del BLOG www.EzagutuBarakaldo.net expresando su sorpresa por ver que en un mapa antiguo del Señorío no figuraba Barakaldo sino San Vicente (Barakaldo). Su preocupación nos lleva a este «recorrido por las etimologías» tratando de aclarar algunos términos.
Porque, desde que existe la humanidad, ha habido un gran interés, necesidad más bien, por poner nombre a todo lo que nos rodea[1]. En muchas culturas la identificación entre el «nombre» y el «talante» que se desea para esa persona es total. No hacerlo viene a significar una cierta «traición»: «se llama «˜tal’ y, sin embargo, se comporta de una manera «indigna». En otros casos llevar un «apellido» obliga a determinadas fidelidades. Conocida es la costumbre en Bizkaia, entre otros territorios, de «llamar al apellido» a efectos de arreglar o vengar algún desaguisado (estrategia seguida en las llamadas «guerras de bandos») o de «tomar el apellido» del lugar donde se nace o vive (Juan de Gorostiza, María de Barakaldo, Pedro de Burzako, Antonio de Urcullu, Martín de Beurko, Elisa de Aranguren, Santiago de Susunaga…).
Lo mismo ocurre con los «lugares». La necesidad de «ubicarlos» ha llevado a las gentes a «nominar» cada uno de ellos. Cualquier consulta a una documentación histórica, cualquier visita a los alrededores de nuestro pueblo nos muestran esta realidad; pocos serán los lugares «anominados». Bien es verdad que las formas de «poner el nombre» han sido muy variadas: tomadas de sus pobladores (Nervión = río de los nerviones), de su emplazamiento (Errekalde = junto al arroyo), de la mayor o menor abundancia de un determinado producto (Castaños), de su fundador (Enekuri = villa de Eneko), de su función (Errotalde = junto al molino), de alguna cualidad (Susunaga = lugar de la casa pequeña), de determinado aspecto físico (Retuerto=rio torcido) …
Por ello, hemos considerado importante iniciar nuestro primer recorrido por tres aspectos terminológicos: la «Etimología» del municipio, su «Denominación» y el «Escudo».
1.- La «Etimología BARAKALDO»
No siendo expertos en el tema y no habiendo, que sepamos, un pronunciamiento expreso de la Academia de la Lengua Vasca – Euskaltzaindia, nos ha parecido oportuno recoger diversas opiniones acerca del asunto. Seguramente que existirán otras. Presentamos cuatro textos que, según los autores, son los siguientes:
1.1.- J.M. ALBAIGí‰S. Recoge el término y se limita a indicar que su «nombre es desconocido» aunque aventura tener un componente «bara» = huerta[2].
1.2.- G. CARRETIí‰: podemos estar o no de acuerdo con sus planteamientos pero, sin duda, que su aportación es novedosa y, hasta cierto punto, chocante. Frente (nunca mejor empleada la expresión) a la aseveración de componentes «vascos» en la toponimia del entorno, defiende el origen «celta» de la mayoría de ellos[3]. BARACALDO, formada por el nombre de la divinidad céltica Baraec o Varraco que protegía y al que se sacrificaba ganado, antepuesto a la terminación latinizado «aldo» originaria de celtas y germanos romanizados. En la edad media los hijosdalgo barakaldeses suponían a tal topónimo una procedencia etimológica relacionada con los varracos[4], según se deduce de las labras efectuadas en el frontispicio o fachada principal de una casa fuerte o torre en el siglo XV desmochada o derruida por orden real y después medianamente recompuesta; el tallado en relieve representa una escena cinegética de épocas pretéritas cuyo objetivo es el jabalí; aunque parezca insólito, dada la elevada densidad demográfica de esa jurisdicción municipal, por lugares apartados y montaraces a la zona en que se ubica la torre referida de Sesunaga o Susunaga, todavía en tiempos presentes se han cazado animales salvajes.[…][5].
1.3.- El Grupo Espeleológico ESPARTA afirma: «Según los conocimientos y deducciones de nuestro informador (D. Benigno Zaballa) el nombre Baracaldo es una derivación de otro término más antiguo empleado para designar la anteiglesia. Este es IBARRAKALDU, que significa «zona entre riberas», y que además «Baracaldo» no proviene de Baratzalde, como han dicho algunos de los autores basados en otras teorías y datos históricos. Aunque a primera vista no lo parezca, la denominación «zona entre riberas» es muy justa y apropiada para nuestra anteiglesia, pues efectivamente ésta es rica en riberas y rías, ante las que mucha gente permanece indiferente para el conocimiento de éstas, debido a la que la mayoría han sido invadidas por la industria, implantándose así los lugares de paso y movimiento ciudadano lejos de ellas. En otros tiempos no era así»[6].
1.4.- E. CALLE ITURRINO[7]: recoge otras diversas acepciones (todas relacionadas con el euskera) de diversos autores. Antonio Trueba en un estimable ensayo sobre las Encartaciones, dice que BARACALDO significa «huertas cercanas o próximas», y aunque no indica cuáles vocablos vascuences entran en la composición toponímica, se colige que sean BARATZ, huerto o jardín, y ALDE, lado o «al lado», que también tiene significación de «cabe», «junto» y en ALDE ALDEAN «cerca de» o «de la cercanía».
Creo que es errónea la opinión de Trueba. La transformación de BARATZ-ALDE en «BARACALDO» con «c» o con «k» implica metaplasmos (alteración o cambio de letras o sílabas) que no suelen producirse en la evolución fonética del vascuence ni al castellanizarse. Ni la «tz» suele convertirse eufónicamente en «c» o en «k», ni la «e» de ALDE en «o» pues ya esta última letra suele ser desinencia de lugar.
Quizá por esto Azcárraga, continuador de Iturriza dijo, antes de Trueba, que BARACALDO quiere decir «sitio de huertas». Seguramente fue este historiador uno de los primeros en creer que en la formación del nombre de BARACALDO, entraba el vocablo «BARATZ», sembrando el confusionismo entre sus colegas y seguidores. De todas formas, siguiendo a Manuel Azcárraga, y teniendo en cuenta lo que representa la desinencia «o», la traducción literal de BARACALDO sería «sitio o lugar de huertas cercanas» y ¿quién pudo designar así esta vega con vocablos de tanta pureza euskérica?
Solamente vizcaínos de la margen derecha del Nervión hablaron en tiempos remotos un vascuence exento de influencias y dicción románicas y por su situación, al otro lado del río, no pudieron decir huertas de al lado, ni tampoco huertas próximas, al referirse a la vega baracaldesa. Los de las Encartaciones sí; pero el vascuence de las Encartaciones estuvo en todo tiempo contaminado de influencias, innovadoras o trastocadoras románicas. Por ello yo soy de opinión, que expondré más adelante, de que en la designación toponímica de BARACALDO, entraron un vocablo de gran pureza euskérica y otro de origen románico.
Carlos de la Plaza, que escribió un interesante, pero también desconcertante ensayo, sobre «Etimologías Vascongadas del Castellano» estuvo más acertado que Azcárraga y Trueba, al estudiar etimológicamente el nombre de esta anteiglesia. Acertó Plaza al decir que BAR es Vega porque procede de IBARRA la Vega, después de producirse una aféresis, supresión de una letra, la I, al principio de la palabra; aféresis muy frecuente en la lengua vascuence, como lo demuestra la formación de muchos vocablos toponímicos cual los de «Bar-Añano», «Bar-Andiarán» «Barr-Aincúa», etcétera todos los que perdieron la «i» inicial de IBAR que, sin embargo, se conserva en IBARR-URI, IBARR-ANGUELUA, IBARR-ECHE, IBARR-ONDO, IBARR-ECOLANDA, y muchos más.
Opino, pues, de acuerdo con Plaza, que la primera palabra que sirvió para la designación toponímica de BARACALDO fue IBARR-A, la Vega, pero discrepo de los que opinan que la segunda fuera ALDE, y mucho más discrepo de cuantos con Plaza, creyeron que entre BAR y ALDE, pudo interponerse la palabra CAI, limite, y por extensión, muelle, desaparecida en parte por síncopa, es decir, por supresión de letras en medio de la palabra.
Formada la de Baracaldo con las tres mencionadas significaría «muelle de la vega de al lado» o «muelle de la vega próxima», lo que me parece precisión excesiva, y disparatada en relación a la época en la que pudo inventarse el vocablo, porque en días tan distantes de los nuestros, en la ribera izquierda del Nervión, a la altura de Baracaldo, no había muelles.
Antes de continuar y para darse cuenta quien me lea, de a dónde nos puede llevar el análisis etimológico, recordaré que Carlos de la Plaza nos reveló que el nombre de Barcelona es de origen vascuence, y de un vascuence purisimo. Con efecto, dice nuestro etimologista: BAR, es vega, CEL, la «sel» de los antiguos vascones, (terreno para pastar ganados) y el tercer elemento del nombre í“N, ON-A bueno o el bueno, por lo que Barcelona significa «el sel bueno de la vega o del valle».
Sirviéndonos de análisis de tal naturaleza se puede demostrar que Sepastopol, a fuerza de «aféresis», «síncopas», «apócopes», «prótesis», «epéntesis» y «paradojas», o sea, de todas las figuras de dicción conocidas, puede ser de origen vascuence, y si no, veámoslo: «SEBA» sebo «ASTOA» burro, «POL» apócope de Polita; prodúzcase una síncopa en ASTOA y Sebastopol significará «el sebo de la burra bonita».
Uno de los firmantes de la escritura de donación que a San Millán de la Cogolla hicieron los Condes de Vizcaya, don Iñigo López y doña Toda y el obispo de ílava, de los monasterios de Axpe, Guernica, Luno, Bermeo, Mundaca, Busturia e Idoibalzaga, fué un López Velázquez, titulado señor de Baracaldo. La firma reza: S. López Belazcoz (con B) Baracaldensis. No puede colegirse de aquí que el nombre de Baracaldo fuera, anteriormente románico. El sufijo latino Ensis lo es de relación de lugar, y aparece en muchos nombres de lugares de nombre euskérico.
Para dar con orientaciones certeras en los estudios etimológicos no debemos olvidarnos nunca de que las designaciones toponímicas se inspiran, generalmente, en lo que más se destaca en la topografía lugareña, y el vascuence es la lengua que con más precisión y belleza eufónica y estética destaca lo que de la naturaleza, o de la actividad humana empleada en ella, nos impresiona por sus singularidades, relieves, caracteres típicos, diferencias y matices. El vascuence nos asombra con sus aciertos toponímicos, modelos de claridad y de insuperable fuerza descriptiva.
En la vega de Baracaldo hubo siempre muchas y fértiles Baratzak (huertas) que producen espléndidas Baratzkiak (hortalizas), y donde hay huertas hay ribazos y tapias, y donde hay hortalizas y ribazos y tapias, abundan los caracoles, y el nombre vascuence del caracol según Larramendi es «BARAKULLOA», vocablo que se forma, a juicio del inmortal vascófilo, de BAREA, limaco, y ZULOA, agujero, y aquí tenemos un vocablo temible para los baracaldeses si algún vascófilo da en asegurar que el nombre de Baracaldo viene de BARAKULLOA o BARAKULUA, o de BAREKUKUILO, como designa Azcue al caracol, pues se correría el riesgo de que así como a los bilbaínos se les llama chimbos, por la abundancia que hubo en otro tiempo de estas avecillas en las proximidades de Bilbao, y por lo aficionado que eran a ellas los pobladores del «Bochito», se diera en llamar a los baracaldeses caracoles, animalitos poco gratos para establecer comparaciones entre ellos y las gentes.
Predicando ahora con el ejemplo, es decir, sin olvidarme de que la toponimia recae siempre sobre lo que más sobresale y se distingue en el terreno, me dispongo a exponer mi modesta opinión acerca de la etimología de Baracaldo, lo que procuraré hacer sin la pedantería empleada en coyunturas parecidas por los eruditos vascongados. […]
Creo haber dado con la verdadera etimología del nombre de Baracaldo, palabra que se compone de un vocablo netamente euskérico, IBARRA y de otro de origen románico KALDA o KALDU aplicado seguramente este segundo vocablo, en aglutinación adecuada, por los Encartados, en época en Ia que todavía se hablaba vascuence en las Encartaciones. Significaría, por tanto, «Vega de las fundiciones»[8].
Euskaltzaindia como academia de la Lengua no da etimologías de topónimos por la razón de que es muy delicado a la hora de interpretar. Sí es claro que la terminación ALDE, en euskera significa ZONA; lo que no se sabe exactamente es la significación de BARAK, palabra que no es de origen latino[9]. El académico Irigoyen, que tiene una obra extensa acerca de la toponimia del País Vasco, es de la idea de que BARAKALDO y ARAKALDO son lo mismo.
2.- La ANTEIGLESIA de SAN VICENTE de Barakaldo
En orden estricto primero fue el «espacio», luego la «población», posteriormente la «Iglesia» y «Anteiglesia» y, por último» el patronazgo de «San Vicente». En otros «recorridos» hablaremos del «espacio, población e Iglesia». De momento, le dedicamos unas líneas a la «anteiglesia» y al «patrono».
La existencia en Barakaldo de una Iglesia dedicada a San Vicente (mártir de la persecución del emperador romano Diocleciano en el año 303) data, al menos, de 1322 (carta-puebla de Portugalete)[10]. De este santo oscense se dice que, tras haber sido martirizado en Valencia, su cadáver fue metido en un odre y arrojado al mar, atado con una rueda de molino, para evitar que sus «seguidores» tuviesen cualquier referencia cultual y social. Sin embargo, el mar lo devolvió a la playa de Cullera siendo protegido de las alimañas por un cuervo (al que aparece asociado en su iconografía) hasta que fue enterrado en el muladar de un viñedo. Por esta circunstancia se convierte en protector de las viñas al margen de adquirir una extraordinaria fama y extenderse su culto por toda la Iglesia Occidental. Así llega su figura al territorio barakaldés en el que se le dedica la iglesia. Teniendo en cuenta la proliferación de los viñedos en los alrededores del barrio donde está ubicado el templo (especialmente en las laderas de Eguskiagirre) se proclamó la denominación de la Anteiglesia con su propio nombre en el año 1643[11].
El «término» anteiglesia, por otra parte, hace referencia, sobre todo en Bizkaia, a la forma de organización de un territorio en concejo abierto. Sirve para diferenciar la «tierra llana» (con sus fueros) de las «villas y ciudad» (con sus cartas fundacionales privilegiadas). Comienza a aparecer esta denominación con la existencia de las villas: Valmaseda (1199), Orduña (1229), Bilbao (1300)… Mungía-Larrabetzu-Errigoiti (1376)[12]. Su población se reunía, normalmente, en el «pórtico» de la Iglesia correspondiente (único lugar medianamente acogedor para una población dispersa que se veía los festivos para cumplir la obligación de oír misa). De ahí la denominación de «reunidos delante de la iglesia –anteiglesia- de…». Así lo expresa la documentación conservada de la mayoría de estas entidades menores del señorío. La quema del archivo de Barakaldo en la tercera de las guerras carlistas borró del mapa esta documentación.
3.- EL ESCUDO de Barakaldo
El escudo Heráldico de Barakaldo lleva en el cuartel superior dos lobos de sable pasante con sendos corderos en la boca y sobre un árbol de sinople con cruz natural, como el escudo de Vizcaya. El fondo es azul. Las raíces del árbol se hallan enterradas sobre tierra de color natural. El segundo cuartel partido, tiene en la diestra doce cañones o ferrones que representan a cada una de las Casas-Torre o Fundacionales de: Ayala, Aranguren, Bengolea, Beurco, Retuerto, Irauregui, Susunaga, Zuazo, Larrea, Llano, Luchana y Lurquizaga. Con la unión de estos barrios se formó la Anteiglesia de San Vicente de Barakaldo. En la siniestra, sobre dorado fondo, lleva dos lobos de sable pasantes con corderos blancos (emblema de los Haro). Este escudo se presenta, por lo general, orlado de dos ramas de roble entrelazadas y coronado por la cabeza de un joven alado con colores naturales[13].
Aunque no lo indique en el escudo, la anteiglesia de Barakaldo ostenta el título de Muy Noble y Muy Leal, concedido por los Reyes Católicos por los servicios prestados a la Corona el año 1475. Bien es verdad que tal concesión se hace a los «muy leales naturales vecinos y moradores en todas las Villas y Tierras Llanas de mi Señorío y Condado de Vizcaya»[14].
Notas:
[1] «Y Yahveh Dios formó del suelo todos los animales del campo, y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera. El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo». (Gn. 2, 19-20a).
[2] JOSEP M. ALBAIGí‰S «Enciclopedia de los Topónimos Españoles».
[3] «Afrontando el análisis de significado en los nombres de lugar de indudable procedencia gala ya expuestos y a tenor de las antecedentes deducciones, resulta evidente que: TRíPAGA equivale a «tierra de Trap» gentilicio este último proveniente del topónimo francés de su nombre; PUCHETA, palabra que ante el sufijo «eta», cuya inclusión puede ser mucho más reciente y no indefectiblemente euskaldún (pues es común en los romances como directamente proveniente de los morfemas neutros «etum»), presenta un nombre clásico de los celtas de nuestro país vecino por Oriente; GALLARTA es la forma histórica más antigua en lengua indoeuopea que se ha dado a los galos; NERVIí“N poseyendo raíz céltica de gentilicio con marcada procedencia el Norte de Francia y Bélgica; PORTUGALETE, de las indudables locuciones latinas «Portus Galata» o «Portus Galatae» que significan»puerto gálata» o «puerto gálico»; GALINDO, como apellido céltico no tiene duda alguna (Galli-nd-o), tras el indicativo de galo posee «ind» una de las terminaciones célticas características.
[4] Cerdo macho no castrado que se utiliza como semental.
[5] GABRIEL CARRIETíˆ «Orígenes de Bilbao, Encartaciones y Tierra de Ayala». En su prolijo libro añade: LUCHANA (Lutziana o Luciana), diosa romana regidora de la luz, predilecta de los celtas porque eran heliólatras; BURCEÑA (Burz-enia), «lugares de Burz» fonética exacta de un clásico apellido celta con sufijo latino; RETUERTO (retortus), «retorcido» en lengua latina, posible alusión a la conformación de su vía o camino; CADAGUA (Cadit aqua), «el agua que cae» expresión latina no literal que describe los saltos que caracterizan a tal río; BURZACO (Burz-acus) nombre celta latinizado; TRIANO (Traiano) «Trajano», emperador de Roma nacido en Hispania y que dio un gran impulso a la explotación minera en la Península Ibérica […] La región que comprende a todos los lugares analizados anteriormente «AUTRIGONIA», claramente documentada por escritores romanos y cuya raíz «Autri» en la actualidad casi todos los eminentes historiadores identifican como propia de los pueblos del más puro ralengo céltico pero muy especialmente con los galos Autricum (Chartres), Autray y Autrac».
[6] GRUPO ESPELEOLí“GICO ESPARTA, ARRIOTSA 1981
[7] E. CALLE ITURRINO: Apuntes para una Historia de Barakaldo
[8] En uno de los múltiples Blogs de la red aparece un comentario de Gorka que dice: muchos municipios tienen su origen en nombres de propietarios romanos de villas. Así tras los nombres de estos dos municipios bizkainos tendríamos los nombres latinos de Barius y Arius».
[9] Secretario de la Comisión de Onomástica y Toponimia de Euskaltzaindia.
[10] «e de Sant Vicente de Baracaldo que finque con Santurze para mí para siempre». Carta-Puebla de Portugalate otorgada por Doña María de Haro en 1322.
[11] Anotaciones tomadas del «corto» Barakaldoinmemorial. Entrevista a JAIME CORTíZAR.
[12] En el Señorío de Bizkaia existen 21 villas fundadas entre 1199 (Valmaseda) y 1376 (Mungía, Larrabetzu y Errigoiti). Una de ellas (Orduña-1229-) conseguirá, siglos más tarde, el título de «Ciudad».
[13] Carlos IBíÑEZ escribe una preciosa leyenda sobre la existencia del ángel y las dos ramas de roble entrelazadas. Recogemos lo fundamental del escrito como un sentido homenaje a este amante de su pueblo y de su Historia.
«…fríos meses del crudo invierno de 1808… Las tropas francesas cruzaban España…. Fue entonces cuando el general Merlín se aposentó con sus tropas en la iglesia de san Vicente. Convertida en fortín, destruidas y quemadas las imágenes y altares, se transformó en el cuartel general.
Durante el tiempo que duró el asedio, los gabachos se fueron acomodando poco a poco a la tranquila vida de los aldeanos. Sin embargo, nunca se borró de sus caras el recelo. El idioma era distinto y no pocas veces sorprendieron burlas en los padres y temor en los niños. Uno de ellos, el rubio íngel Bitoritxa y Beurko…
Así fueron transcurriendo los días, y cada vez la tirantez y el temor entre invasores y aldeanos era mayor. Más de un baracaldés cobro en plomo y culatazos su odio a los soldados.
No muy lejos de la parroquia se encontraba la ermita de San Bartolomé… requisada por las autoridades francesas y allí apostaron a los artificieros para cuidar la pólvora de los mosquetes y los detonadores. Quedó por tanto prohibida la entrada a todos los devotos del Santo, pero no ocurrió lo mismo con el pequeño cantinero. Angelito fue testigo de los comentarios airados de sus convecinos. Todos coincidían en que había que hacer algo.
Al atardecer de aquel caluroso verano se personó finalmente en la cantina el sargento Du Rois: «¡Eh, tú, Angelito! Mis muchachos están hambrientos. Tráenos una buena porción de tasajo de cabra, talos y una azumbre de buen vino. ¡Date prisa!» Ni corto, ni perezoso, el pequeño íngel subió al piso superior del caserío y se adueñó del pedernal y del eslabón con que su abuelo materno, Peru Beurko, solía encender la ennegrecida pipa. Alojó en su bolsillo el chiscador y la mecha y bajó a saltos los tramos de escalera. Mientras hacían honor al buen vino y remataban las viandas, el pequeño Bitoritxa, en un momento de descuido, aprovechó para separarse del grupo. En la noche sonaron unos leves chasquidos y pronto prendió el fuego en las hojas resecas cercanas al arsenal. Pronto hizo presa el fuego de la pólvora y de los detonantes, y la explosión hizo saltar la techumbre de la ermita. Entre las ruinas, despedazados, yacían los cuerpos de los soldados. íngel era ya una leyenda.
Algunos meses después, en reunión celebrada en el maltrecho Ayuntamiento se reunió la Corporación, y a propuesta de don Benito de Zabala, apoderado por Baracaldo en las Juntas Generales de Guernica, se acordó lo que sigue: «A partir de la presente fecha, Diciembre de 1808, se propone y acepta que el Escudo Heráldico de la Anteiglesia de San Vicente de Baracaldo esté presidido por la cabeza de un ángel alado y que dos ramas de roble queden enlazadas en honor a nuestro querido y malogrado íngel Bitoritxa y Beurko».
[14] Citado por Carlos Ibáñez en «Barakaldo, Jolín».
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