RECORRIDO 10: de Santa Ágeda a San Vicente
En el mundo medieval en el que se desarrolla la organización del territorio barakaldés no creemos exagerar si decimos que las Iglesias (desde las catedrales hasta las ermitas, pasando por los monasterios) desempeñan una función determinante. Así nos lo atestigua tanto la abundancia de templos en la margen izquierda en el siglo XIV como la impronta que han dejado en la denominación de algunas de las anteiglesias del territorio entre ellas la propia de Barakaldo[1]. En varios recorridos iremos mostrando los diversos templos ubicados en nuestro territorio. De momento nos detenemos en dos de ellos que jalonan de alguna manera la religiosidad del vecindario durante siglos. Nos referimos a las Iglesias de San Vicente y Santa Águeda con algunas referencias al camino de Santiago y la Calzada medieval que de una u otra manera están relacionadas con ambos templos.
La primera iglesia cristiana del lugar, San Vicente Mártir -fundada según tradición por D. Galindo Retuerto, Lope González de Zorroza y el primogénito de la casa de Barakaldo (Sancho López), en el siglo XIV- perteneció originariamente a la diócesis de Valpuesta[2] y luego a la de Burgos[3]; en la segunda mitad del siglo XII se la disputaron las diócesis de Burgos y Calahorra y debió de quedar para esta última, en el límite occidental del obispado[4]. Se desmembró de la de Erandio debido al brazo de mar que las separaba y parece ser que también perteneció a la jurisdicción de Santurce, según se desprende de la carta puebla concedida por Dª Mª Díaz de Haro, señora de Vizcaya en 1322 a Portugalete[5]. El 12 de diciembre de 1754 se erigió la Diócesis de Santander y Barakaldo pasó a pertenecer a ella[6]. Ahí permaneció hasta 1862 en que pasó a la Diócesis de Vitoria para, finalmente, formar parte de la Diócesis de Bilbao (1951)[7].
Las décimas las cobraban sus fundadores y sus descendientes[8]; en una época indeterminada pasaron a manos de los Butrón y por éstos a D. Lope García de Salazar, autor de las conocidas Bienandanzas… En 1486 el patronato de esta iglesia estaba entre varios «diviseros»[9]. El arriendo de sus diezmos suponía 20.000 maravedís. “Eran el condestable el tercio e Gomez Gonzalez de Buitron el otro tercio que lo tiene agora Juan Alonso e en su nombre Dña. Berenguela su hermana e Lope García de Salaçar el otro tercio que lo tiene Ochoa de Salazar prevoste su nieto”[10].
Como ya hemos indicado, esta Iglesia se encuentra documentada en el año 1322[11], aunque los vestigios más antiguos que conserva son de mediados del XV y su estructura básica se remonta ya a la primera mitad del XVII, aunque posteriormente fuera objeto de numerosas intervenciones arquitectónicas[12]. Es el primer templo construido en Barakaldo. En general nos encontramos con un templo de nave única y planta rectangular, torre a los pies, cabecera rectangular, pórtico en sus muros oeste y parte del sur, sillería y cubierta a dos aguas. Al exterior se presenta muy austera y únicamente destacan los estribos esquinales, la línea de vanos de medio punto abocinados y la torre-campanario con dos zonas bien definidas, la parte baja, bajomedieval, y el desarrollo en altura, posterior, y culminado con cúpula, chapitel y cruz. El acceso es arco de medio punto y lateralizado bajo el pórtico de mediodía, aunque posee otro a la capilla bautismal, bajo la torre, en arco gótico apuntado y adovelado sobre ménsulas, que se adosa al pórtico distinguido por pies derechos de madera y pilastras esquineras en piedra, cubierto a una vertiente y de cronología moderna. El resto de elementos destacables se encuentra en un interior articulado en cuatro tramos divididos por arcos fajones de medio punto sobre pilastras cruciformes toscanas y abovedados en terceletes. Se consolida con estribos que forman capillas laterales uniendo estos con arcos formeros de medio punto, al igual que el triunfal que da paso a la cabecera.
Alberga retablo mayor fechado en la década de los ochenta del siglo XIX y de claro aire clasicista con elementos como columnas corintias, arquerías de medio punto, hojas de palma, etc. Tiene imágenes de: San Antonio de Padua y San Vicente, neoclásicas, San José, actual y un Calvario barroco. En una capilla de los pies dedicada a La Dolorosa se encuentra en una hornacina una imagen de ésta con un Cristo a los pies de estilo neoclásico.
Al parecer fue una Iglesia, quizá por ser “divisera”, que permaneció un tanto al margen del “camino costero” de Santiago aunque no de otras comunicaciones. Este camino, una vez en Bizkaia, hacia, posiblemente, el siguiente recorrido: Markina- Bolívar- Colegiata de Zenarruza- Gerrikaitz- Ajangiz- Gernika- Muxika- Morga- Larrabetzu- Lezama- Zamudio y Bilbao (Catedral de Santiago). En este punto el peregrino podía optar por tres posibilidades: dirigirse hacia Balmaseda, tomar la ruta hacia Orduña o bien continuar caminando junto a la costa. En este caso, pasaría por Barakaldo y, hasta el Puente del Diablo, sería similar al de Balmaseda. Pasando el puente los peregrinos subirían por la calzada hasta Santa Águeda para bajar desde allí hasta el barrio de Cruces (confluencia de caminos). También es posible que, una vez pasado el puente, se dirigiesen por Zubileta a Burtzeña y, de allí a Cruces. Desde Cruces tomarían el camino real, paralelo al Castaños, hasta Ugarte sin entrar en el barrio de San Vicente. Desde Ugarte, por Salcedillo, irían a Portugalete (con hospital y lugar para descansar) y luego por Abanto y Musquiz se dirigirían a Cantabria[13].
Un espacio digno de mención es la calzada de “Santa Águeda”, de origen medieval (posiblemente de finales de la Baja Edad Media), que se dirigía, en su tramo principal, desde el Puente del Diablo (Castrejana) hasta el barrio de Ugarte (subiendo a Santa Águeda) desde donde se bifurcaría hacia Portugalete y Trapagaran. No está documentada su construcción aunque es muy posible que su origen esté en el deseo de la villa de Portugalete (fundada en 1322) de disponer de un camino que le permitiese enlazar con el Camino Real que, desde Bilbao, se dirigía a Burgos por la orilla del Cadagua buscando la villa de Valmaseda. Igualmente permitía exportar a través de ella el hierro que se obtenía en los Montes de Triano. En sus proximidades, río abajo del Cadagua, se ubicó, durante siglos, la ”rentería de Zubileta” donde se pesaban las cargas y se cobraban los correspondientes impuestos. Tampoco debemos olvidar que este itinerario ponía en comunicación los dos hitos de dominio de los srs. de Ayala (Torres de Lutxana y su solar de Quejana), dueños cuasi absolutos de todo el entorno.
Esta calzada disponía de varios ramales. Seguramente un primero, antes de ascender a Santa Águeda, discurriría por la margen izquierda del río Cadagua e iría por el actual camino de Zubileta hasta Burceña (donde pasaría cercano al Monasterio Mercedario allí ubicado por el lugar aún hoy denominado “La Calzada”). Desde aquí, por la vaguada de Ansio se dirigiría hacia el núcleo urbano más importante del entorno: San Vicente. De este ramal no se conserva ningún resto teniendo en cuenta las posteriores ocupaciones del entorno.
El ramal que ascendía a Santa Águeda se encaminaba, posteriormente a Cruces y de ahí hacia San Vicente, Portugalete o Burceña. De este tramo se conservan unos 250 metros de los que están limpios (aunque la erosión y malos tratos lo van deteriorando) unos 100.
La calzada presenta una anchura bastante regular que oscila entre los 2,20 y los 2,40 metros, con tres partes bien diferenciadas. En los extremos las losas (lastras) son lisas, planas y de gran tamaño. Por ellas discurrirían las ruedas de los carros aunque el exceso de la pendiente no facilitaría demasiado su tránsito. Estas lastras delimitan y contienen el pavimento. En el centro se ubica una hilera central de buenos cantos (espina) paralela al trazado de la vía dispuestos de forma vertical. Servía como guía para los carromatos. Presenta, a diferencia de otras calzadas similares, la peculiaridad de sus ángulos rectos en las curvas que no acompañan el normal discurrir de las curvas. En el relleno interior (espacio entre las “lastras” y la “espina central”) predominan los cantos rodados, situados verticalmente sobre el suelo pero en sentido perpendicular a la vía. Su colocación no es regular. Parece que tiene que ver con el hecho de facilitar el tránsito de las caballerías.
En la cúspide del camino encontramos la ermita de Santa Águeda[14], ubicada[15] en un rellano a 200 m. de altura, en las estribaciones del monte Arroletza (452 m.), sobre la calzada del puente de Kastrexana en la ruta jacobea de la costa, y a escasa distancia de la que desde Bilbao conducía –por Balmaseda- hacia la Meseta. Estratégica situación que convertirá al santuario y a su entorno en teatro de operaciones en todas las guerras civiles de los siglos XIX y XX.
[1] Un tema medieval debatido es si en el nacimiento de una puebla es antes la población que la iglesia o viceversa o en qué contexto territorial surge la iglesia. Puede leerse sobre ello las páginas 336-337 del libro “Arqueología y poblamiento en Bizkaia, siglos VI-XII” Iñaki GARCÍA CAMINO.
[2] La sede de Valpuesta data del año 804, asentándola el obispo Juan, en la iglesia de Santamaría de Valpuesta por él restaurada. Esta diócesis comprendía la Bureba, el valle de Mena, Villarcayo, Espinosa de los Monteros, el Sur de Burgos, valle de Manzanedo, Transmiera y Deyo, y las Encartaciones de Vizcaya, según confirma, (dice Balparda) en cuanto en su parte alta, la visita del Obispo Juan en el año 804, y en cuanto a su parte litoral hasta el Cadagua y el Nervión, la escritura, cuyo original se conserva, de la permuta que el Obispo Munio de Valpuesta hace el año 1075, con el Abad Ovidio de Oña, de la de aquél, a cambio de la de San Termato en Castilla la Vieja, y entrega a éste del monasterio de San Jorge que está en la orilla del mar en Somorrostro, incluyendo bajo este nombre, los siete Concejos, Baracaldo, y el lugar que hoy ocupa la Villa de Portugalete. Calle Iturrino. Las falsificaciones de la documentación son abundantes resaltando las del “scriptorium” del obispo Pelayo de Oviedo a principios del siglo XII. El tema lo estudia Andrés MAÑARICUA en “Vizcaya, siglos VIII al XI” pp. 50-52.
[3] El conflicto entre las Diócesis de Burgos y Oviedo por los territorios de las Asturias de Santillana fue largo y complejo. El litigio quedó resuelto definitivamente en 1184, renunciando el obispo de Oviedo a toda pretensión sobre “ecclesias positas a flumine Deva usque ad Biscayam et de Campo et de Mena et de Pozazal … quas dicebat esse de sua diocesi secundum divisionem regis Bambe”. El texto del acuerdo, consecuencia del arbitraje de los obispos de Sigüenza, Orense y Palencia, nombrados al efecto por el Papa, se encuentra original en el archivo de la catedral de Burgos.
[4] En este caso será el Papa Lucio III (1181-1185) quien intervenga en el asunto. «Lucio obispo siervo de Dios saluda y bendice a su venerable hermano el obispo de Calahorra. Nos ha hecho saber nuestro venerable hermano el obispo de Burgos que mantenías bajo tu autoridad de manera injusta la iglesia de Santo Domingo de Calciata (de la Calzada), y algunos otros de Labrillos (Ibrillos), Miranda, Baracaldo, situadas en la diócesis de Burgos y pertenecientes a la iglesia de Burgos te has apoderado de ellas y las tienes como tuyas. En relación con este asunto, aunque ya hace tiempo te hemos mandado que las restituyas a su obispo todavía sin embargo no se ha podido conseguir. Por consiguiente no queriendo que este asunto se vuelva a plantear por no haber hecho justicia hemos encargado a nuestros hermanos los obispos de Osma y Sigüenza que pongan fin a este problema de una vez según las normas canónicas. Por esto encomendamos a tu discernimiento según las normas apostólicas que cuando seas convocado por este asunto por los citados obispos acudas a su presencia y aceptes su juicio sin apelación y lo cumplas. Dado en Verona seis días de los Idus de Febrero (8 de febrero de 1185)». Archivo de la Catedral de Burgos.
[5] Iturriza: Historia General de Vizcaya, Barcelona, 1884, p. 533-4.
[6] “La bula apostólica para esta creación se expidió por Benedicto XIV en Roma, el día 12 de Diciembre de 1754. […] El territorio que se aplicó a la diócesis de Santander fue desde Murieta, confín del arzobispado de Burgos con el obispado de Calahorra, hasta Liébanes; esto es, los valles de Angulo, Mena Mayor y Menor, Balmaseda, Sopuerta, Arcentales, Portugalete, Valle de Salcedo, Somorrostro, Baracaldo, Carranza, Castro Urdiales, Junta de Samano, Galdames, Trucios, Guriezo, Liendo, Laredo, Santoña, Treto, Jibaja, Soba, Ruesga, Rasines, las merindades de Trasmiera, las Juntas de Voto y Cesto, las de Parayas y de Cudeyo, Carriedo, Toranzo, Cayón, Iguña, Camargo Mayor y Menor, Santillana, San Vicente de la Barquera, Cabuérniga, Cabezón, Buelna, Montes de Pas, Aeza, Vicarías, Anieva y otras hasta Pie de Concha.[…] Desde esta fecha las Encartaciones de Bizcaya, separadas de la jurisdicción del prelado burgense, pasaron a pertenecer a la Diócesis de Santander hasta la erección de la Sede de Vitoria”.
[7] La Diócesis de Vitoria abarcaba todas las parroquias de Álava, Vizcaya y Guipúzcoa, dispersas, hasta el momento, en las diócesis de Calahorra, Pamplona, Santander y Burgos; fue creada por el Papa Pío IX en sus Letras apostólicas “In celsissima” de 8 de setiembre de 1861, ejecutadas por decreto de 28 de Abril de 1862. Fue creada como sufragánea de la arquidiócesis de Burgos. Posteriormente, 12 de Mayo de 1951, se desmembrarán las diócesis de San Sebastián y Bilbao. Barakaldo se integrará en la de Bilbao.
[8] Sobre el “Patronato” puede leerse las pp. 208-238 de “Bizkaia en la Edad Media” (III) Ángel GARCÍA de CORTÁZAR y Cía. También, de Ángel LARREA, “El Patronato laico vizcaíno en el Antiguo Régimen”. Edicionesbeta 1984.
[9] Esta situación de “patronazgo” es muy frecuente en Bizkaia. El hecho motivó que la Iglesia, como institución fuese pobre y, por ello, cuando las cosas venían mal dadas (cosa frecuente) la población no podía encontrar socorro en un clero pobre. Pilar FEIJÓO: “Bizkaia en tiempos de la Revolución Francesa”.
[10] Tomado de Labayru, III. Los nietos y biznietos de los diviseros hicieron venta de ella con sus diezmos y derechos en tres mil maravedíes a favor de Gómez González de Butrón y Lope García de Salazar el 21 de septiembre de 1439. El Documento de cesión puede verse en Sabino AGIRRE “Lope García de Salazar. El primer historiador de Bizkaia” pp. 323-329. En 1520 Lope García de Salazar arrienda su tercia parte a Diego de Çaballa de los diezmos así “de fruta, trigo e vorona e vino e ganado e de otras cualesquier cosas que en el dicho conçejo se diezman a mi pertenesçen… por presçio de çient ducados de oro e de peso”. Id. Pp-448-450. En 1605 eran sus diviseros el Condestable del tercio y Gomez Gonzalez de Butron el otro tercio que lo tiene ahora Juan Alonso, en su nombre doña Berenguela su hermana, Lope García de Salazar el otro tercio lo tiene Ochoa de Salazar Preboste, su nieto, renta hasta vente mil maravedis”. Tomado de REGUERA-DÍAZ DE DURANA “Lope García de Salazar, banderizo y cronista”, p.169. Este patronato (principios del siglo XIX) estaba en manos de Don Mariano Castaños, el Conde de Corres y el Sr. Salazar. Llevadores de diezmos: además de los susodichos, Chávarri y la Casa de Mazarredo (de la Casa de Salazar, de Muñatones). Ángel LARREA “El Patronato laico vizcaíno en el Antiguo Régimen”1984, p.230.
[11] Carta-Puebla de Portugalete
[12] Mayte IBÁÑEZ “Barakaldo”, pág. 218.
[13] Un buen trabajo sobre este camino (“El camino de Santiago por Barakaldo…”) puede leerse en ARBELA, 2001, pp. 52-62. Javier BARRIO.
[14] Virgen y mártir siciliana del siglo III, es una advocación venerada específicamente por las mujeres. Recurren a su intercesión aquellas gestantes que quieren propiciar un buen parto, las madres con insuficiente leche, y las aquejadas por diversos «males de pechos». Por extensión se la hace protectora de las mujeres, sean casadas o solteras. Virtualidades que se asocian con el episodio más conocido de su martirio, durante el que le fueron cortados los pechos, sanando después milagrosamente sus heridas.
[15] Todas las anotaciones están tomadas del trabajo de Ignacio Homobono: «El santuario de Santa Águeda en Barakaldo (Bizkaia)”. Sevilla, 1999; vol. 2, pp. 89-102.
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