
Eguzki Madariaga: El alegre clown de los Hermanos Baskonia

Nunca se llega a dejar de vivir la inocencia. Menos si uno es payaso -una de las más difíciles profesiones- y fallece el 28 de diciembre, como lo ha hecho Eguzki Madariaga, uno de los dos históricos Hermanos Baskonia. Vivió haciendo más alegre la vida de las personas que le rodeaban junto a su compañero de fatigas, Pedro Otxandiano, durante medio siglo. Por ello, siempre pidió que aunque dejara este mundo, «recordadme con una sonrisa», sonreía a la vida. «Egus fue un buen chico, una persona excelente», enfatiza a DEIA su compañero de carcajadas.
Sus alegrías de hermanos que no lo eran pasearon por residencias de agradecidas personas mayores, de colegios con locos bajitos, hospitales con sonrisas que sanar, cárceles en las que los reos también eran presos de sus simpatías, restaurantes de sabrosas payasadas. Ya se sabe: el humor es algo muy serio.
Al periódico Bilbao le aseguraban que una cosa es jubilarse y otra sentirse jubilado. Por ello, nunca se sintieron tal «porque si lo dejamos, cascamos», valoraban quienes recibieron homenajes, como el que les brindó el Gobierno vasco.
Humildes, aseguraban que su misión era «acudir a donde no van los que tiene un alto caché». Y continuar con su prestancia «hasta que nos llegue el ocaso», amplificaron en la feria Nagusi del Gobierno vasco donde fueron homenajeados en 2009 en el BEC de Barakaldo.
Eguzki Madariaga Zuazola Egus nació el 20 de abril de 1936, en Barakaldo de madre natural de este municipio y padre portugalujo. Desde niño quiso ser clown (el carablanca), aunque también actuaba como ventrílocuo o monologuista vasco (el arlote). Ha estado unos cincuenta años con Pedro Otxandiano (Pedrito) como pareja artística formando los payasos Hermanos Baskonia, aunque antes de comenzar la andadura con Pedro tuvo otros compañeros y ahora recientemente (por enfermedad del amigo de toda la vida, residente en Miribilla) estaba trabajando con Txetxu.
Los días previos a su fallecimiento hizo varias actuaciones con la famosa Caravana de la Alegría en diversas residencias y geriátricos. La última el 20 de diciembre (también trabajó el 18 y el 19) en la Residencia Conde Aresti -antiguamente Asilo Mena- de Bilbao.
Además de actuar con la Caravana de la Alegría en instituciones benéficas, también lo hizo durante décadas con el Circo Amateur del Club Deportivo. El pasado 28 de diciembre, día de su muerte, era la jornada en la que que solía actuar para los presos en la cárcel de Basauri.
Fue amigo de grandes payasos como los Hermanos Tonetti y entraba a los circos como el que visita a un amigo, sin pagar entrada y hablando con los artistas entre bambalinas. En su vida mantuvo siempre la actitud de reírse de sí mismo, no de los demás. «En este último año con la salud bastante minada, si le preguntabas ¿qué tal estás? Su respuesta siempre era «˜bien’, él sabía que había gente que estaba peor», concluye la familia dando muestras de su forma de ser agradecida.
jugar al circo Cuentan que Eguzki comenzó ya en la adolescencia a pintarse la cara y jugar en los portales a hacer circos: «Al lado de mi casa montaban el circo Feijóo y siempre quise hacer el payaso, nos divertíamos muchísimo», declaraba al periódico Bilbao.
Fue empleado de la firma Bombas Prat. Como Hermanos Baskonia trabajaron en días libres de sus trabajos por toda Euskadi y también en Cantabria, Burgos o La Rioja. «Aunque tengamos una entrada para el partido del Athletic, si hacemos falta como payasos en algún lado, allí vamos», anteponían. Lo contaba Pedrito a este diario: «Cuando supe la triste noticia sentí una gran pena. Más, porque aunque yo ya le dije que no podía seguir como payaso porque sufro mareos… él venía todas las semanas a visitarme. Siempre hemos seguido siendo buenísimos amigos», valora quien antes de trabajar con Eguzki lo hizo con los Hermanos Alexandre o los Hermanos Joli («llenábamos el Teatro Campos») o con los Hermanos Bilbao y su famoso Txomin del Regato.
El nombre de Hermanos Baskonia surgió por una tercera persona. «Un amigo mío del Banco Central donde yo trabajaba de bedel me dijo que sonaba bonito y nos pareció bien». A partir de ahí, han sido toda una institución de la sonrisa, la que dicen semilla que surge del corazón y florece en los labios.
I. Gorriti. Tomado de www.DEIA.es
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