El villazgo de Portugalete
El Privilegio de Portugalete no dice cuáles fueron los motivos que aconsejaron el villazgo. Doña María Díaz de Haro se limitó a hacer la fundación y a determinar los fueros y franquicias de los pobladores y sus descendientes, sin apuntar la razón que le moviera a ello. Y es que la situación geográfica de la puebla era un hecho tan expansivo que excusaba toda consideración justificativa: el puerto. Los puertos han merecido siempre una atención especial.
Y entonces, también. Bien es verdad que desde el año 1300 había uno en la Ría, con toda clase de honores y franquicias: el de Bilbao. Pero estaba muy distante del mar, y, además, su jurisdicción terminaba en Luchana. No bastaba. De Luchana hasta el mar ha habido, desde antiguo, una vida portuaria propia y fecunda. En su Historia Critica de Vizcaya, sostiene Balparda, apoyándose en la escritura de arras, del Rey García, del año 1040, la existencia, entonces, de Uhart, hoy Ugarte, y que fue, sin duda, no sólo el puerto de Las Encartaciones, sino del Nervión. En él se embarcaron los primeros cargamentos de vena de nuestra montaña. Además, San Jorge de Santurce; Santa María de Sestao; Santa María de Guecho; San Vicente de Baracaldo; Somorrostro, existían con anterioridad a la Villa, y en torno a sus iglesias se levantaban las casas de los feligreses que vivían no sólo del campo, sino también del mar. A estas gentes no se las podía condenar a llevar las pinazas de pesca hasta el puerto de Bilbao. Había que habilitar otro, más cerca, con amplias franquicias para la carga y descarga. Y Doña María la Buena, que conocía la zona perfectamente por haber vivido en Santurce, donde, según Coscojales, tenía una Casa fuerte, se acordó de Portugalete. Era punto estratégico en la comarca, y ofrecía unas buenas garantías portuarias. Fue, pues, el puerto, la razón de la Villa.
La razón del villazgo concedido por María Díaz de Haro «la Buena». Un argumento de peso: la situación geográfica
Mariano Ciriquiain
Muy interesante la nota del puerto de Ugarte, ya que no lo había oído nunca.