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Paseo por El Regato (Barakaldo). El pantano de la memoria

Paseo por El Regato (Barakaldo). El pantano de la memoria

En Barakaldo, la historia se mide en pasos y los siglos son huellas en el camino. Lo sabe bien el historiador Mikel Alvira. Además de novelista, acaba de publicar «˜El silencio de las hayas’ y ya va por su segunda edición, es el autor de documentales como «˜Barakaldo inmemorial’. Es él quien nos propone pasear con la mirada puesta en el pasado. En los pies, unas botas de monte, pues la naturaleza estará presente durante el recorrido, y en la mochila unos pocos datos. El resto lo pone el paisaje. «Un buen punto de partida es el Centro de Interpretación Histórica y Medioambiental (CIHMA) de Barakaldo», nos anima Mikel. Está en el pulmón verde del municipio, El Regato, y puede ser el sitio ideal para recopilar la información.

Ví­deos, paneles y maquetas nos recuerdan cómo vivieron y trabajaron nuestros antepasados de la Margen Izquierda. La visita será corta, pues queda mucho camino por recorrer, aunque aquí­ también nos ofrecen varios itinerarios posibles para futuras escapadas. Ya en el exterior aprovechamos para echar un vistazo a la subida a Arnabal. «Allí­ se observan todaví­a los restos del impresionante plano inclinado usado para bajar mineral», nos relata el guí­a.

Con nuestro historiador a la cabeza salimos del CIHMA y nos dirigimos hacia los restos de la ferrerí­a medieval de Urdandegieta, que aprovechaba un pequeño salto de agua. Está ubicada apenas a 250 metros del puente Perines, donde nace el pantano de Etxebarria. «Tiene la presa de hormigón más antigua de España y sirve de referencia para llegar a la ferrerí­a, que está a los pies del arroyo Frades», nos advierte Alvira. Aunque depende del ritmo que nos impongamos, el paseo puede durar una hora. La presa bien se merece un descanso y alguna fotografí­a. Al fin y al cabo, cuando se terminó de construir en 1897 supuso toda una innovación tanto en diseño como por el material utilizado.

Al puente del diablo

La parada junto al pantano no sólo nos ofrece unas vistas espectaculares. También nos aporta una curiosidad. «El Regato es hoy la zona verde de Barakaldo, pero en la Edad Media fue la cuna de las ferrerí­as: habí­a media docena desde Urdandegieta hasta la última de Bengolea, ya en Gorostiza», nos advierte nuestro historiador. Caminar entre ambos barrios, El Regato y Gorostiza, es un agradable paseo entre árboles. Lo recorremos bordeando el inmenso pantano que duplica hojas y ramas en su reflejo interminable inundando de verde las vistas.

«Una vez en Gorostiza una opción es subir por el barrio de Cruces hasta Peñas Blancas, desde donde los más montañeros pueden alcanzar las cimas de la anteiglesia (Apuko) en la cordillera de Sasiburo», propone el experto. No es la única alternativa. También podemos llegar a la ermita de Santa ígueda. Hacerlo tiene premio, ya que alberga en su interior la pieza escultórica más antigua del entorno: un alabastro procedente de Nottingham, llegado a tierras vascas entre los siglos XIII y XIV.

Nuestra salida culmina en el puente de Castrejana, también conocido como Puente del Diablo. Llegamos hasta él después de descender de la ermita de Santa ígueda por la calzada medieval, empedrada e intransitable para los vehí­culos. «El puente fue construido a mediados del siglo XV por Pedro Ortiz de Lequeitio y aún hoy pueden apreciarse sus potentes sillares y la robustez de la construcción», resalta nuestro guí­a.

Su enigmático nombre proviene de una leyenda que tiene por protagonistas a dos jóvenes enamorados separados por un rí­o, tan desesperados que realizan un trato con el maligno para cruzarlo

 

Barakaldo, la villa monumental

Si nos encontramos en el casco urbano de Barakaldo debemos visitar su historia más reciente. La ruta de edificios singulares comienza en la zona Urban, junto a la rí­a, donde el complejo siderúrgico ha sido sustituido por viviendas. Mikel Alvira destaca el edificio Ilgner, sede de Cedemi, el vivero de empresas de la Margen Izquierda. Realizado en ladrillo rojo, sirvió para suministrar electricidad a Altos Hornos. Ascendemos la calle Portu, «antaño el corazón comercial de la anteiglesia», y alcanzamos la Herriko Plaza con los tí­picos bloques de viviendas que caracterizan al municipio y la escultura de Lucas Alcalde en homenaje a los mineros y la industria.

Muy cerca, en Juan Sebastián Elcano, está el antiguo mercado de abastos, recuperado como dotación deportiva. Si descendemos esa calle, encontramos la Escuela de Idiomas de 1917, antiguo matadero municipal y obra del arquitecto Alfredo Acebal. «En el barrio de San Vicente llaman la atención las Casas del Parque, paradigma de la construcción burguesa, así­ como la iglesia, cuna de la organización administrativa de Barakaldo», explica.

Muy cerca, frente al hospital de San Eloy, está otro edificio llamativo, el de la Fundación Miranda que acoge una residencia para personas mayores.

 

 

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Actualizado el 3 de marzo de 2024

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