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RECORRIDO 4: Saliendo del anonimato

RECORRIDO 4: Saliendo del anonimato

Los indicios más antiguos de la existencia del hombre en el municipio de Barakaldo se vislumbran en una pequeña cavidad situada en el barrio del Regato (los Mosquitos) y están quizá relacionados con una etapa de la Prehistoria denominada Epipaleolí­tico[1]. Se trata de un perí­odo de transición en el que paulatinamente van desapareciendo los grandes cazadores paleolí­ticos para dar paso, a partir de las «edades con cerámica», al pastoreo[2].

Este yacimiento, excavado por Marí­a José Arostegui, ofrece un número insignificante de evidencias lí­ticas debido a que prácticamente la totalidad de su relleno arqueológico ha sido desmantelado. Sin embargo, la localización de una pieza microlí­tica asociada a conchas de moluscos marinos, lo pone en relación con aquellas etapas que se encuadran culturalmente entre el final del Magdaleniense y el Epipaleolí­tico, hace apro­ximadamente 10.000 años.

Más tarde, con la llegada de la etapa con cerámica, la vida se traslada a las áreas de montaña. Así­, entre Peñas Blancas y el final de la alineación montañosa, Arroletxa, se han recupera­do materiales de sí­lex en superficie, que pueden relacionarse con las nuevas formas de vida que se inician con el surgimiento del pastoreo y que son la evidencia del paso de grupos humanos dedicados a la transhumancia por los parajes mencionados. A veces esta pobla­ción pastoril levanta en estos enclaves sencillos campamentos, formados por un reducido número de cabañas fabricadas con materiales perecederos, como palos, fibras vegetales y barro, que no han llegado hasta nuestros dí­as. Sin embargo, dada la escasez de piezas reco­gidas y la ausencia de monumentos megalí­ticos en su entorno, es difí­cil confirmar a priori la existencia de los poblados descritos, confirmación que sólo puede llegar de la mano de sondeos sistemáticos encaminados a verificar y, en su caso, delimitar este tipo de yacimientos.

Relacionada también con el Eneolí­tico-Bronce se encuentra la cueva de Peña Roche, situada en el peñascal de Arriotxe, es decir en el mismo ámbito espacial que los presun­tos asentamientos pastoriles. Se trata de una cavidad, aún sin excavar, en la que se locali­zaron huesos humanos y cerámica prehistórica y que parece formar parte del conjunto de recintos elegidos por nuestros antepasados para enterrar a los difuntos, junto con simbó­licos ajuares fúnebres. Desde ese momento, un largo silencio se cierne sobre la «Mesopotamia Enkartada», de forma que nada sabemos de los primeros asentamientos en el bajo valle del Castaños-Galindo. Serí­an las riberas de la actual vega de Ansio y su desembocadura en el Nervión las dos zonas más probables de las primeras poblaciones.

De los yacimientos arqueológicos prehis­tóricos habrá que dar un salto hasta el 700 a.C. En esta época los pue­blos Celtas ocuparon tierras en el norte pe­ninsular o, al menos, pasaron por ellas desde sus focos de expansión en Europa. De esta presencia quedan pocos restos arqueológicos en Euskal Herria aunque una teorí­a bastante difundida es que nos legaron su iconografí­a circular, muestra de creencias de tipo heliocéntrico.

Huellas celtas en el territorio barakaldés no hay, de no ser la toponimia que Gabriel Carretié en su libro «Orí­genes de Bilbao, Encartaciones y Tierra de Ayala» ha aventurado. No debe crearnos confusión ni la ausencia de datos en esa época, algo común en determinados perí­odos de la historia, ni la posibilidad de la presencia celta en Euskal Herria territorio que, recordémoslo, es paso obligado para todo aquel que pretendiera atravesar los Pirineos hacia el Sur o el Noroeste Peninsular[3].

También Roma puso sus ojos en el norte peninsu­lar. Si hasta aquí­ nos hemos movido en el terreno de las especulaciones, la época de los romanos tam­bién será incertidumbre en lo que respecta a Bara­kaldo. Tan clara es su presencia entre nosotros como lo es la inexistencia de restos materiales en nuestro municipio. Sabemos que Plinio el Viejo nos visitó, probablemente buscando riquezas para Roma o movido por su curiosidad (esa misma curiosidad que le hizo morir al querer ver de cerca la erupción del Vesubio). í‰l nos dejó la célebre frase referente a nuestros montes y punto de arranque de los tex­tos sobre nuestro entorno; se trata de una breve cita tan imprecisa como repetida pero de obligada men­ción: «Metallorum omnium vena ferri larguisima est Can­tabriae, marí­tima parte, qua oceanus adluit, mons praealtus -incredibile dictu- totus ex ea materia est, ur in ambitu oceani diximus»[4].

Poco, más bien nada, sabemos de los pobladores del territorio barakaldés cuando Plinio recorrí­a nues­tros montes. Sin embargo, podemos hacernos una idea de qué tipo de vida llevaban leyendo la referen­cia, tan manida como la de Plinio, que nos dejó el geógrafo Estrabón (63 a.C.-20 d.C.) en su obra «Geographica»[5]: «Tal es la vida de los montañeses, es decir, como he dicho, de las tribus que habitan en el lado sep­tentrional de Iberia: los callaicos, estures y cánta­bros, hasta los vascones y el Pirineo, porque es idéntica la vida de todos ellos». «Todos los habitantes de la montaña hacen una vida sencilla. Beben solamente agua, duermen en el suelo y llevan el pelo largo como las mujeres; para combatir se ciñen la frente con una banda. De ordinario comen carne de cabrón y sacrifican a Ares cabrones, caballos y prisioneros. Hacen tam­bién, como los griegos, hecatombes de cada cla­se de ví­ctimas. Practican ejercicios gimnásticos, armados o a caballo, el pugilato, las carreras, lanzamiento de dardos y luchas campales. Los mon­tañeses se nutren, durante dos tercios del año, de bellotas; las secan, trituran y muelen, haciendo un pan que puede conservarse largo tiempo. Beben cerveza. El vino escasea y cuando lo logran pron­to lo consumen en banquetes familiares. En lugar de aceite emplean manteca. Hacen sus comidas sentados en bancos de piedra adosados a las paredes. Ocupan lugar preferente los mayores en edad o dignidad. Los alimentos se pasan de mano en mano. Mientras beben, danzan al son de flau­tas y trompetas, saltando en alto y cayendo en genuflexión. (…). Todos visten, por lo general, capas negras, con las que se cubren al dormir en sus lechos de paja; las mujeres adornan sus vesti­dos con flores. Usan de vasos de madera, colos celtas (…) Los condenados a muerte son despeña­dos; quienes mataron a sus padres, lapidados fue­ra de la ciudad o de los confines. Se casan al modo griego. Como los antiguos asirios, ponen a los enfermos a la vera de los caminoas para que los atiendan los transeúntes que hubieran padeci­do la misma enfermedad. (…) usaban barcos de cuero en las inundaciones y lagunas del paí­s; hoy son raros incluso los bajeles hechos de un solo tronco de árbol. Su sal es rojiza; pero machacada se hace blanca».

Así­, si las huellas celtas se pierden en el terreno de la suposición, a excepción de la toponimia, más aún lo hacen las romanas. Sólo Luchana, Triano o Retuerto parecen tener raí­z latina. Sin dudar que la presencia Romana ha sido real en nuestro entorno, no sabemos qué repercusiones tuvo en el territorio barakaldés y en sus pobladores aunque, puestos a imaginar, no debe escandalizarnos pensar en gentes vestidas, organizadas y educadas según el modelo romano, probablemente en convivencia con habitantes menos influenciados por la Pax Ro­mana[6].

¿Qué hay desde Roma hasta la Edad Media? La respuesta es clara: un gran vací­o documental. Habrá que esperar al 740 para encontrar, según la leyenda recogida por el cronista Garcí­a de Salazar, nuevas presencias en el territorio.

Esta leyenda viene a contarnos que en el año 740 los árabes acorralan a los cristianos en las montañas del norte, llegando en su auxilio una flota de escoce­ses a las costas de Cantabria. Se instalan y estable­cen su cuartel general para extenderse después por el litoral. Una expedición llega a los arenales de Ses­tao, donde lucha con los pobladores del lugar derrotándolos. Se hacen dueños del territorio, roturan los campos, entierran allí­ a sus muertos, construyen una ermita… Algunos deciden asentarse, otros continúan ocupando y ganando tierras. Uno de aquellos caba­lleros viene a Soloeta de Gilus, entre Trápaga y Retuerto, en Ugarte. Allí­ decide quedarse y construir su vivienda.

Incluso Garcí­a de Salazar[7] desarrolla en su obra un extenso peregrinaje desde aquel primer escocés, padre del clan del que derivará el futuro de Barakal­do hasta los fundadores de la iglesia de San Vicen­te en el siglo XIII, mostrándonos una genealogí­a con algún salto y alguna inconcreción pero de la que se concluirá que los tres linajes principales del territorio barakaldés provienen de aquel caballero escocés. Estos linajes fundarán la iglesia que habrí­a de dar nombre y entidad al municipio: Retuerto (Galindo de Retuerto), Susunaga (Sancho López de Barakaldo) e Irauregi (Lope González de Zorroza). Ahora bien, somos conscientes del salto que se da desde el 740 hasta que, según Iturriza, «La iglesia parroquial de esta Anteiglesia dedicada a San Vicente Mártir fue fundada a último del siglo tercio por… «. Un salto que nos conduce, una vez más, a la especulación, la imaginación y a la historia comparada. Sólo una bre­ve referencia, eslabón necesario para todo acerca­miento a la Edad Media de esta zona, nos ofrece alguna luz: se trata de la Crónica de Alfonso III, en alusión a las campañas de Alfonso I de los años 753-­54 para el vaciamiento de la cuenca del Duero y re­población de las montañas y costas cantábricas, sin más datos sobre quiénes eran estas gentes, cómo viví­an, cuántas eran, desde cuándo estaban ahí­…[8]

Las dudas sobre la configuración e instala­ción de Barakaldo siguen siendo mayores que las certezas. Deducimos que varias zonas del territorio están ocupadas, seguramente con casas de mam­posterí­a tí­picas en el medievo. No conservamos res­tos de aquellas edificaciones pero, tal y como se levantaban las viviendas en Escocia o Irlanda en la época (restos que sí­ se conservan) y comparándolo con lo que ha quedado en otros núcleos peninsula­res de similar clima y presencia escocesa, podemos imaginarnos un Barakaldo formado por núcleos de habitación en Ugarte, Retuerto, El Regato, Lutxana, la colina de San Vicente y, quizás, a las orillas de los cursos fluviales, con edificios bajos de una o dos alturas, cubiertas a dos aguas, escasos vanos, pocos arcos (se tratarí­a de una arquitectura arquitra­bada) y puede que con planta circular de herencia celta aunque abundando la planta cuadrada o rec­tangular, sin urbanización alguna y con amplios espacios para las actividades agropecuarias, como graneros, hórreos, establos…

Las dos primeras referencias escritas están datadas en el siglo XI. Corresponden a sendos documentos de la Corte Navarra en los que, entre los testigos firmantes, aparece Lope

Velázquez (Bellacoz, Blascoz), «tenente»[9] en Huart y Barakaldo[10]. Vemos que en ambos textos se hace referencia a dos individuos Lope Blascoz y Galindo Vellacoz. Diremos, en primer lugar, que la grafí­a de sus apellidos es la misma sea Blascoz, Vellacoz o Bellacoz. Veamos algo de estos dos hermanos de la mano de las anotaciones de Federico de Barrenengoa («El Valle de Ayala»,I). A Galindo Bellacoz, todaví­a joven, lo vemos citado por primera vez el 24 de junio de 1035, dirimiendo una contienda entra el abad S. Enneco y Dí­daco de Cillaperlata. Figura como señor gobernante de Tetelia y toda Castilla Vieja en compañí­a del merino y sayón mencionados, bajo el rey Fernando. Junto con su hermano Lope Bellacoz son citados nuevamente en la carta dotal que el rey don Garcí­a de Navarra extiende en 1040. En él el Rey le concede a su mujer Estefaní­a los señorí­os y tierras que tení­a bajo su jurisdicción, con sus señores y caballeros, entre ellos los señorí­os que gobernaban don Galindo y don Lope Ballacoz. Estos dos señores son confirmados el mismo año en sus señorí­os por doña Estefaní­a, que les dona sus tierras, a saber, Colindres, Huarte, Mena, Tudela y Llanteno. Concretamente Galindo Veláscoz tení­a Mena, Tudela y Llanteno. Lope Velázcoz era el tenente de Colindres, Huarte en Baracaldo y, seguramente, Somorrostro pues, en otro sitio este lugar es asignado a los dos hermanos sin especificar de cuál de ellos era. Lope lo serí­a también de Baracaldo hací­a tiempo, el mismo que como testigo confirma la donación de 1051 (texto primero y tenido como más antiguo). Se ve a los dos hermanos tantas veces juntos que es posible que sus posesiones las administraran entre los dos. Esto sucederí­a en la costa cantábrica, debido a lo cual el rí­o Galindo que baña la tierra de Baracaldo tomarí­a el nombre de Galindo Veláscoz.

De la misma familia tuvo que ser doña Elo Bellacoz, que en 1102 donaba la Iglesia de Santa Marí­a de Poveña. Estos dos señores hermanos, aparecen además suscribiendo la fundación del monasterio de San Julián de Sojuela, en la Rioja, por el conde tenente de ílava Fortún íñiguez, bajo el rey Garcí­a de Navarra. Es de destacar que en el año 1095, en el convenio concertado entre el obispo de Calahorra-Nájera y los habitantes de Ayala, los Bellácoz Galindo y Lope no figuran como señores de Ayala (lo es Lope Sánchez). Esto es debido a que, después del asesinato del rey Sancho de Navarra en Peñalén el año 1076, estas tierras habí­an pasado al dominio de Castilla. Los Bellácoz fueron sustituidos por Lope y Diego Sánchez. Años más tarde (1102) tras el triunfo de Navarra en la persona de Alfonso el Batallador, se restablece la familia Bellácoz en el señorí­o de Ayala. Galindo Bellácoz es mencionado como Mayordomo del rey Pedro I Sánchez, rey de Pamplona (1094-1104), en un documento del año 1104.

1.- El primero de ellos «Donación de Arras del Rey de Navarra a su esposa»[11] está datado en 1040. En él el Rey Garcí­a VI de Navarra concede a su esposa doña Estefaní­a, como dote, una serie de vasallos y lugares (Naila, Punicastro, Petralta, Falces, Colindres, Mena…).

Entre estos lugares se sitúa HUART que, cabe la posibilidad, se refiera al UGARTE que todos conocemos en Barakaldo. La referencia, muy pobre, es interesante no sólo por la referencia topográfica sino porque nos indicarí­a la relación de la zona con el reino de Navarra. Uno de los firmantes es el señor Lope Bellacoz, personaje que aparece en varios documentos de la Corte Navarra del momento. El hecho nos indicarí­a que el entorno barakaldés girarí­a en la órbita Navarra, cuyos reyes tendrí­an algunos señores («tenentes») controlando la zona.

El mismo Balparda afirma que el término Huart señalarí­a una zona más amplia que el actual barrio en las proximidades de Retuerto. Se referirí­a a la ensenada que hace el rí­o Galindo (nombre posiblemente relacionado con otro de los firmantes del documento llamado casualmente igual). Una ensenada protegida de «vientos y mareas» y fácilmente vadeable para gabarras y transeúntes. Este lugar servirí­a de lugar de embarque de minerales bajados desde la zona de las «veneras» por caballerí­as. Dejarí­a de utilizarse cuando se establecieron algunos más cercanos a la rí­a cual son lo de Causo y Galindo.

El texto tiene tres partes: un elemento introductorio protocolario («Ego Garsí­a unctus a domino meo, in regno sublimatus»), una segunda parte que hace referencia a una larga serie de concesiones («Ob inde propter honorem dignitatis et pulcritudinis tuae et pro coniugali gratia et procaedere consignando, dono et concedo…») y los testigos que firman el documento junto con el monarca («Regnante Fredinandus rex in Legione et Ranimirus rex in Aragone […]. Sub Christi nomine Sancius naialensis episcopus confirmat. Sub divino auxilio Sancius pampelonensis episcopus confirmat»)[12].

2.- El segundo de los textos «Donación de algunas pertenencias del señor de Bizkaia al Monasterio de San Millán», está datado en 1051[13]. En él, el Conde Iñigo López y su mujer doña Toda dan a Garcí­a, Obispo de ílava, el usufructo de los monasterios y tercias de Santa Marí­a de Axpe, Guernica, Luno, Bermeo, Mundana, Busturia e Idoibalzaga a condición de que a la muerte del Obispo la propiedad y el usufructo pasen a San Millán. El Obispo Garcí­a dona a este monasterio de Santa Marí­a algunas propiedades.

Como es costumbre firman en el documento varios testigos. Entre ellos LOPE BLASCOZ DE BARACALDO[14], posiblemente el mismo firmante del texto anterior. En este caso el documento es más explí­cito e indica que es «señor –tenente- de Barakaldo[15]. Este Lope, como su hermano Galindo[16], aparecen, como ya se indicó firmando varios documentos en tiempos de los navarros Sancho el Mayor y su hijo Garcí­a (Cartas de reconstitución del monasterio de Santa Marí­a de Puerto –Santoña-, dotación a Nájera de la iglesia de San Julián de Sojuela…).

El texto consta de un preámbulo, los donantes, el destinatario, los bienes que se donan y las condiciones que se imponen en la donación. Figura la fecha de la donación «Facta carta sub era M.ª LXXX.ª, VIIII.ª, III.º  kalendas februarii, feria III.ª» y el donante «regnante Garsea rex in Pampilona, in Castella Vetula et in Alava».

Finaliza, como es lo habitual: con los «testigos» (Sancius episcopus Pampilonensis confirmans, Gomesanus episcopus Naiarensis confirmans, Mome Munchiensis abba confirmans, Ligoarius Molinivarrensis abba confirmans, Munius Abadiensis abba confirmans, sennor Lope Garceiz Arratiensis confirmans, senior Lope Blascoz (Vellacoz) Baracaldonensis confirmans, sennor Sancio Annussolz Aberancanensis confirmans, domna Leguntia Esceverrianensis confirmans, domni Galindo presbiteri confirmans)[17].

3.- Dos citas menores asientan esta salida de la incertidumbre y oscuridad. El primero es un texto del Papa Lucio III (1181-1185) en el que manda al Obispo de Calahorra[18] («Calagurritano») que comparezca ante los Obispos de Osma («Oxomensi») y Sigí¼enza («Seguntino») para responder de la acusación que le hace el Obispo de Burgos («Burgensi») de retener una serie de lugares que corresponden a su diócesis: Labrillos (Ibrillos), Miranda y Baracaldo. El texto tiene fecha de 1185[19].

«Lucius episcopus, ser. Dei, venerabili fratri Calagurritano episcopo sal. et apost. ben. Significavit nobis venerabilis fratre noster Burgensis episcopus quod ecclesiam S. Dominici de Calciata iniuste detines, el quasdam alias Labrillos, Miranda, Baracaldo, in Burgensi diocesi constitutas et ad Burgensem ecclesiam pertinentes invasisti, easque retines occupatas. Super quo, licet iam pridem tibi dederimus in mandatis ut ecclesias ipsas eidem episcopo restitueres, nondum tamen suam consequi potuit rationem. Nolentes igitur ut pro defectu iusticie hec questio replicetur, venerabilibus fratribus nostris Oxomensi et Seguntino episcopis causam istam commisimus, apellatione remota fine canonico terminandam. ldeoque discretioni Tue per apostolica scripta precipiendo mandamus quatinus cum ab eisdem episcopis propter hoc fueris evocatus, ad presemtiam ipsorum accedas el iudicium eorum super hiis, apellatione cessante suscipias firmiter et observes. Datum Verone VI idus febroarii»[20].

La segunda de estas citas es más inconcreta aunque, dada la escasez de testimonios, la reflejamos a continuación. Se refiere a una donación que don Diego Lope de Haro II hace de varios bienes, entre ellos siete collazos, al Monasterio de Santa Marí­a de Nájera. En el documento se cita el topónimo Gastanega que está documentado en Barakaldo (barrio de Llano). El texto es del 21 de mayo de 1214[21].

Don Diego López de Haro y su m. Toda Petriz… Damus etiam ad opus laboris cultura jam dicta vinean septem subscriptos collazos cum suis solaribus et hereditatibus, et omnibus suis pertinentiis et eorum sucessores. In Carrancia in barrio Byannes Dominicum Martini filium de Martini Redondo. In Romana Joannem Dominici del Cueto. In Argentales Joannem Sancti filium Sancii Martirtez de Trans-los-heros. In Saliceto Garsiam Fortunios de la Sierra. In Gualdames Johannem Petriz de Soberronis. In Supporta Fortunionis Gundisalvez de Fageto sive la Cetrera. In Sumorrostro Sancium Martinez de Gastanega. […] Facta carata Anno Dominica. Incarnationis 1214 XII Kalendas Junii noto Die IV feria, Regnante Rege Aldefonso cum uxore sua Regina Domna Alienor, et Infante Donunu Henrico eorum filio, in Alcaraz, in Concha, in Toleto; in Estremadura, in Saracti Facundi, in Burgis, in Castella; in Alava, in Najera supradicto Domno Didaco Lupiz de Faro (… )»[22].

 

[1] «No poseemos datos sobre la presencia humana en esta zona durante el Paleolí­tico Inferior y Medio, sin embargo, esto no implica que no fuera habitada en esos momentos». Mayte IBíÑEZ «Barakaldo», 22.

[2] La sí­ntesis de estos yacimientos podrí­a ser así­: CRí“NLECH DE KANPAZAULO: Entre el Ereza y Apuko: 31 losas exteriores y 29 interiores; 9 metros de diá­metro. Ajuar: 1 lasca retocada y 1 lasca de sí­lex; DEPí“SITO DE HACHAS DE COBRE DE BASIGORTA: en los Cotorros, Saratxo. 2 hachas de 160mm y 195mm de longitud (pueden verse en el Euskal Museoa de Bilbao); ASENTAMIENTOS DE SASIBURU: entre Apuko y Peñas Blancas: 2 lascas retocadas. – 1 lasca foliácea; ASENTAMIENTO DE ARROLETZA: en la cumbre de Arroletza. – 4 lascas; ASENTAMIENTO DE GORONILLO: en Garamilloba. – 1 resto de talla; CUEVA DE TELLITU o PEÑA ROCHE o ARRIOTXE: huerta de Benigno Zaballa, El Regato. Lascas de sí­lex, conchas, mandí­bula humana. Res­tos cerámicos; CUEVA DE LOS MOSQUITOS: cara Norte del Sasiburu. Yacimiento sin clasificar localizado por Ernesto Nolte en 1960.

[3] Un excelente artí­culo de referencia es el de Mikel ALVIRA «La ocupación del territorio. Territorio y linajes: el nacimiento de la anteiglesia». ARBELA, 2001, pp.6-23.

[4] Plinio el Viejo, 23-79, Naturalis Historia, XXXIV: «La más abundante de todas las venas metalí­feras es la del hierro; en la zona marí­tima de Cantabria que baña el Océano hay un monte elevado que, aunque parezca increí­ble, es por completo de metal, según dijimos al hablar del Océano«.

[5] ESTRABON, «Geografica» 3,3, 7-8. Ver Santiago SEGURA «Mil años de historia vasca» pp.77-80.

[6] Mucho camino debieron recorrer desde Estrabón. Este geógrafo-historiador al servicio de Roma nos dice de ellos que «estas costumbres rudas y salvajes no se deben solo a la guerra, sino también al aislamiento en que viven. En efecto, tanto por ví­a terrestre como marí­tima, el viaje hasta estas regiones es largo y esa dificultad de las comunicaciones ha hecho que estos pueblos hayan perdido toda sociabilidad y los sentimientos humanitarios«.

[7] «En el año del Nuestro Señor de DCCXL años arrivaron a Santoña que, es cercano a Laredo, una gran flota de naví­os con muchas gentes de godos de las islas de Escocia en socorro de los godos de España.  Y como vení­an fatigados de la mar desde lejanas tierras, tuvieron mucho placer cuando vieron la tierra y aquel monte de Santoña, y dando gracias al Señor y a la Virgen Santa Marí­a (…) Y de estos godos hubo un caballero (…) y haciendo allí­ su caso, le pudo el nombre de Velasco (…). Y de este caballero que allí­ pobló sucedió de uno en otro el primer Velasco, que fue a poblar Vijueces, cerca de Medina, donde se suceden los Velasco. (…). Otro caballero de estos godos pobló Soleta de Gilus, entre Trápaga y Retuerto. Y de allí­ sucedió don Galindo de Retuerto, que pobló allí­, donde vienen los de Retuerto. Además, de Gilus sucedió otro que pobló en Mesperuza de Barakaldo, del cual sucedió Sancho López de Barakaldo, que pobló en Vizcaya muchos monasterios (…)».

[8] «… Quo mortuo, ab uniuerso populo Adefonsus eligitur in reg­no, qui cum gratia diuina regni suscepit sceptra, inimicorum ab eo semper fuit audatia conprensa. … Omnes quoque arabes gladio interficiens, xpistianos autem secum ad patriam ducens. Eo tempore populantur Asturias, Primorias, Livana, Transmera, Subporta, Carrantia, Bardulies qui nunc uocitatur Castella et pars ma­ritimam. Et Gallecie, Alabanque Bizcaj, Alaone et Urdunia a suis reperitur semper esse possessas. Sicut Panpilonia Degius est atque Berroza…» Esto supone que el reino asturiano se extendí­a por lo menos hasta el Nervión.

Traducción: … Muerto éste, fue elegido rey por todo el pueblo Al­fonso, quien, con la gracia de Dios, tomó el cetro del reino y consiguió dominar siempre la fuerza de los enemigos… Matando a todos los árabes llevó consigo a los cristianos a la patria. En ese tiempo se poblaron Asturias, Primo­rias, Liébana, Trasmiera, Sopuerta, Carranza, Bardulias, que ahora lla­man Castilla, y la parte marí­tima. Y Galicia, Alava, Vizcaya, Alaon (¿Ayala?) y Orduña siempre habí­an sido poseí­das por sus habitantes, así­ como Pamplona, Deyo y Berrueza… (GARCíA DE C., F. y  OTROS  «Introducción…» pg. 56).  

[9] El sistema de tenencias se basaba en la concesión de honores. «La honor» consistí­a en un bien entregado por el monarca a sus nobles, proporcional a la ayuda y servicios prestados. Generalmente estaba integrada por un castillo (frontera) o pequeño núcleo central de población y el territorio que lo rodeaba (interior). Los tenentes o seniores ejercí­an en estos distritos funciones delegadas del rey «¹militares, administrativas, judiciales, civiles y otras. Se cree que fue introducido por Sancho III de Navarra (1004-1035) como traducción del sistema feudal europeo a sus territorios. Los deberes del tenente para con el monarca que le protege y regala quedan bien definidos en esta centuria: aparte de la fidelidad y el consejo que está obligado a prestarle, debe participar en los llamamientos a hueste y cabalgada y colaborar en la defensa del Reino y de las fortalezas incluidas en su honor. El derecho fundamental de los seniores consistí­a, como es de suponer, en percibir las rentas de la tierra, los derechos de justicia y otros. El sistema de honores y tenencias constituyó, pues, una forma eficaz de gobierno, ordenación, aprovechamiento y defensa del territorium regni, que duró lo que la guerra de reconquista, hasta fines del siglo XII. LACARRA, J. M. (1967): Honores y tenencias en Aragón. Buenos Aires. UBIETO ARTETA, A. (1973): Los tenentes en Aragón y Navarra en los siglos Xl y Xll. Valencia.

[10] Los textos, además de en sus depósitos originales, pueden encontrarse en «Historia Crí­tica de Vizcaya», I, (Gregorio Balparda, Bilbao, 1974) y en «Orí­genes Históricos de Barakaldo» (Txomin Etxebarria Mirones, Bilbao, 2004).

[11] Códice del Archivo del Hospital de Talavera

[12] «Ego Garsí­a unctus a domino meo, in regno sublimatus, pro avorum vel parentum meorum serenitati electus, ac dulcisima elengantisima atque amantí­sima uxor mea Stephania… Ob inde propter honorem dignitatis et pulcritudinis tuae, et pro coniugali gratia et procaedere consignando, dono et concedo tibi hunc titulum dotis et concesionis: senior Fortuni Sancii cum ipsa patria quam tenet, id est Naila, et cum Punicastro vel Petralta, Arlas et Falces et Sanguesa cum omni adherentia eorum […].

Senior Fortun Enneconis cum Auca et Alava cum tota sua mandatione. Senior Fortuni Lopiz cum Tetelia, et cum tota sua pertinentia. Senior Acenar Sancii cum Petralata et cum omni sua pertinentia. Senior Garsí­a Sancii cum Tabieco et cum tota sua Pertinentia. Salvator Gundidi Salviz cum Arrepa et cum tota sua manndatione. Domna Munia e cum suos filios.cum Castro, et Arruesga, et Soba, et cum tota sua pertinentia. Gundisalvo Rodriz cum Rebenga et cum tota sua pertinentia. Senior Lope Vellacoz, et senior Galindo Vellacoz, cum Colindris et cum Huart, et Mena, vel Tutela, et Lanteno cum omni pertinentia eorum. Garsia Ciclave cum Samanos et cum sua pertinentia.[…].

Traducción: «Yo Garcí­a ungido por mi Señor, elevado al trono por la dignidad de mis antepasados y mi dulcisima, elegantisima y amantisima esposa Estefaní­a… En honra de tu dignidad y belleza y como gracia de tu esposo y garantizando su validez te doy y concedo esta dote: el señor Fortún Sanchez con….

(entre los testigos): Señor Lope Vellacoz y señor Galindo Vellacoz con Colindres, con Huarte, Mena, Tudela y Llanteno con todas sus posesiones…»

[13] Cartulario de San Millán [38], N.º 279, PíGS. 271-272.

[14] «El sufijo latino «-ensis» -Baracaldonensis- es de relación de lugar, con lo cual se está haciendo mención precisa de Barakaldo como centro de población, aunque evidentemente sin una territorialización bien definida, que no tendrá lugar hasta finales del siglo XIV e incluso del XV». Mayte IBíÑEZ «Barakaldo» 29

[15] ¿Cuáles eran las funciones de los tenentes? Básicamente la defensa del territorio, el manteni­miento de la paz pública, la administración de justicia y la recaudación de impuestos. En pago por estos servicios los monarcas que les habí­an otorgado la tenencia les cedí­an ciertas rentas (diezmos, peajes…), las confiscaciones, indemnizaciones y penas aplicadas a los delincuentes, y unos derechos que pagaban los litigantes de los pleitos. Pero al margen de estos beneficios «legales» era frecuente que los tenentes se apoderasen de los bienes colectivos: montes y aguas fundamentalmente, y tam­bién tierras de cultivo no ocupadas. Así­, parte del territorio que en principio sólo tení­an que adminis­trar en nombre de la corona acababa por convertirse en su propiedad. Esta forma de abuso señorial serí­a de particular trascendencia en el caso de Barakaldo. Los Velázquez-Ayala debieron mantenerse al frente de la tenencia de Barakaldo hasta el segun­do tercio del siglo XII, cuando Garci Galí­ndez de Ayala repartió entre sus tres herederos todas sus posesiones -con excepción del señorí­o de Ayala, que se mantuvo unido-. Así­, cada uno de los hermanos recibirí­a un tercio de las tierras y derechos familiares en el municipio. Pero poco después la tenencia de Barakaldo pasó a manos de los Haro, señores de Bizkaia. Juan González Cembellí­n en «Lutxana».

[16] Andrés MAÑARICUA: «Vizcaya, siglos VIII al XI. Los orí­genes del Señorí­o», p. 286, pone en duda que sean hermanos.

[17] «Sub nomine Christi redemptoris nostri. Ego igitur senior Enneco Lopez, gratia Dei comiti, una pariter cum uxore mea domna Tota, concedimus tibi patri spirituali Garsia Alavensis terre episcopo et condonamus omni voluntate unum monasteri iuxta maris, cui vocabulum est Sancte Marie de Izpea, subtus Penna, in territorio Busturi, cum sua decaní­a pernominata. Baretzi, etiam et illo decimo de Busturi, de me et de meis filiis et neptis et bisneptis, de illo que ganarent de Bosturi, cum omni integritate, ut deserviat predicto monasterio. […]. Facta carta sub era M.ª LXXX.ª, VIIII.ª, III.º.  kalendas februarii, feria III.ª, regnante Garsea rex in Pampilona, in Castella Vetula et in Alava. […].  Sancius episcopus Pampí­lonensis confirmans, Gomesanus episcopus Naiarensis confirmans, Mome Munchiensis abba confirmans, Ligoarius Molinivarrensis abba confirmans, Munius Abadiensis abba confirmans, sennor Lope Garceiz Arratiensis confirmans, senior Lope Blascoz (Vellacoz) Baracaldonensis confirmans, sennor Sancio Annussolz Aberancanensis confirmans, domna Leguntia Esceverrianensis confirmans, domni Galindo presbiteri confirmans».

Traducción: Bajo el nombre de Cristo redentor nuestro. Yo, señor lñigo López, conde por la gracia de Dios, juntamente con mi mujer doña Toda, te concedemos a ti, padre espiritual Garcí­a, obispo de la tierra de Alava, y donamos de toda voluntad un monasterio junto al mar, cuyo nombre es Santa Marí­a de Aspe, bajo Peña, en territorio de Busturia, con su decaní­a llamada Baretzi, y además el diezmo de Busturia, de lo que yo, mis hijos, nietos y biznietos ganemos en Busturia, en toda su integridad, para que sirva al monasterio ya dicho. […]. Hecha la carta bajo la era M.ª LXXXX.ª VIIII.ª, III.º  calendas de febrero, III.ª feria, reinando el rey Garcí­a en Pamplona, en Castilla la Vieja y en Alava. […] Sancho, obispo de Pamplona; Gomesano, obispo de Nájera; Momo, abad de Munguí­a; Ligarlo, abad de Bolivar; Muño, abad de Abadiano; señor Lope Garcí­a de Arratia, señor Lope Blascoz de Baracaldo, señor Sancho Annussolz de Berango, doña Legoncia de Echevarrí­a y don Galindo, presbí­tero, confirman. […].

[18] Desde el siglo X, el territorio barakaldés ha pertenecido a cinco diócesis distintas: Valpuesta (que data del año 804), Burgos, Calahorra, Vitoria y Bilbao.

[19] Archivo de la Catedral de Burgos.

[20] «Lucio obispo siervo de Dios saluda y bendice a su venerable hermano el obispo de Calahorra. Nos ha hecho saber nuestro venerable hermano el obispo de Burgos que mantení­as bajo tu autoridad de manera injusta la iglesia de Santo Domingo de Calciata (de la Calzada), y algunos otros de Labrillos (Ibrillos), Miranda, Baracaldo, situadas en la diócesis de Burgos y pertenecientes a la iglesia de Burgos te has apoderado de ellas y las tienes como tuyas. En relación con este asunto, aunque ya hace tiempo te hemos mandado que las restituyas a su obispo todaví­a sin embargo no se ha podido conseguir. Por consiguiente no queriendo que este asunto se vuelva a plantear por no haber hecho justicia hemos encargado a nuestros hermanos los obispos de Osma y Sigí¼enza que pongan fin a este problema de una vez según las normas canónicas. Por esto encomendamos a tu discernimiento según las normas apostólicas que cuando seas convocado por este asunto por los citados obispos acudas a su presencia y aceptes su juicio sin apelación y lo cumplas. Dado en Verona seis dí­as de los Idus de Febrero (8 de febrero)».

[21] Gregorio Balparda, tomo II, p.253

[22] «Don Diego López de Haro y su mujer Toda Petriz (Pérez)… Nosotros, por consiguiente, juntamente con nuestros hijos entregamos a la Virgen Marí­a y a vosotros sólo para el sustento de los monjes enfermos, especialmente: …la viña de Torrecilla que hemos plantado de nuevo… Concedemos también para el cultivo de dicha villa los siete collazos que se citan a continuación con sus solares, heredades y todas sus pertenencias y a sus sucesores. En Carrancia (Carranza) en el barrio de Byannes (Biáñez) a Dominicus (Domingo) Martini (Martí­nez) hijo de Martí­nez Redondo. En Romana a Joannem Dominici (Juan Domí­nguez) del Cueto. En Argentales (Arcentales) a Juan Sánchez hijo de Sancho Martí­nez de Trans-Los-Heros. En Saliceto (Salcedo) a Garcí­a Fortunio de la Sierra. En Gualdames (Galdames) a Juán Pérez de Soberronis (Soberrones). En Supporta (Sopuerta) a Fortunio González de Fageto o La Cetrera. En Somorrostro a Sancho Martí­nez de Gastañega. […] Documento en el año 1214 de la encarnación del Señor, 12 dí­as antes de las kalendas de Junio (21 de mayo) en la 4ª feria. Reinando el Rey Alfonso con su esposa la Reina Doña Leonor y el infante Don Juan Enrique su hijo, en Alcaraz, en Concha, en Toledo, en Extremadura, en San Facundo, en Burgos, en ílava, en Nájera el citado Don Diego López de Haro».

 

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Actualizado el 05 de noviembre de 2024

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