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Bizkaia en la Edad Media

Bizkaia en la Edad Media

La primera referencia histórica documental de Bizkaia es de la crónica de Alfonso III el Magno de Asturias (883); a pesar de todo es de suponer que a partir de la mitad del siglo VIII se usaba ese nombre para denominar a ese territorio, ya que ese pasaje de la crónica se refiere a hechos de reyes astures anteriores.

Es difí­cil saber qué estatuto y naturaleza tení­an en tan oscuros tiempos de la Edad Media temprana los territorios que luego constituirí­an el Señorí­o de Bizkaia. Entonces, lo que se llamaba Bizkaia lo componí­an las tierras comprendidas entre los rí­os Ibaizabal y Deba, es decir, el núcleo de lo que hoy es Bizkaia. El Duranguesado, Orduña y las Encartaciones figuraban como realidades distintas.

Este espacio geográfico adquirió significado polí­tico desde finales del siglo X: las fuentes citan a un conde de Bizkaia que, según parece, estaba en la órbita del reino de Navarra. Lo que será el Señorí­o se está formando: al principio era un dominio jurisdiccional, con un jefe nombrado por el rey de Castilla o de Navarra, aunque este cargo quedara con el tiempo, como era habitual, en manos de una familia.

En el caso de Bizkaia, el cargo estuvo sobre todo en manos de dos familias en la Edad Media temprana: los Haro y los Ladrón. Hasta el siglo XIII estuvo bajo dos influencias polí­ticas: la de Navarra y la de Castilla. El Duranguesado era sin duda territorio del reino de Navarra y, en cambio, las Encartaciones estuvieron asociadas a los reinos cristianos orientales, sobre todo a Castilla. Desde comienzos del siglo XIII, sin embargo, Bizkaia estuvo bajo la influencia de la corona de Castilla. Parece que hasta entonces los territorios de Bizkaia tení­an una economí­a basada en la ganaderí­a, en la explotación forestal y, en menor medida, en la agricultura. Siendo relativamente pobre, parte de la población se vio obligada a emigrar, por ejemplo a los territorios conquistados en la pení­nsula Ibérica a los musulmanes. La organización social giraba en torno al parentesco.

Al principio las relaciones entre grupos humanos se basaban en la propiedad comunal de la tierra, pero a medida que fue avanzando la Alta Edad Media, se fue instaurando la propiedad familiar. Como consecuencia de ello, fueron formándose grupos o rangos sociales: en el superior los senniores, dueños de las tierras más importantes; los denominados milites y homines, vasallos de los anteriores, que seguramente eran hombres de armas; y, por fin, los collazos que cultivaban las tierras. Estos dependí­an de los anteriores y habí­a distintos niveles de dependencia.

Aunque se conoce poco de todo esto, se puede decir que se trataba de una sociedad feudal. El siglo XIII fue decisivo en la configuración histórica de Bizkaia. A principios de ese siglo Bizkaia se asoció definitivamente al reino de Castilla; este ví­nculo se estrechó totalmente en 1376, cuando el rey de Castilla (Juan I de Castilla) adquirió el tí­tulo de Señor de Bizkaia. Mantuvo la naturaleza de reino y los reyes de Castilla (y luego los de España) unieron a sus numerosos tí­tulos el de Señor de Bizkaia.

En esos siglos de la Edad Media, además, se unieron al Señorí­o el Duranguesado (1212), algunos pueblos de las Encartaciones (poco a poco; el último, Balmaseda, lo hizo al final del siglo XIV) y Orduña (definitivamente en el siglo XV).

Sin embargo, estos territorios conservaron sus instituciones y peculiaridades. En ese tiempo se fijó la estructura territorial de Bizkaia, puesto que se configuraron entonces las villas y las anteiglesias. La primera villa se fundó al final del siglo XII (Balmaseda, 1199), pero la mayorí­a obtuvieron sus cartas puebla a lo largo de los siglos XIII. y XIV (siete lo hicieron en el siglo XIII y trece en el siglo XIV). Por lo tanto, en comparación con el proceso de urbanización de los territorios próximos, el de Bizkaia (al igual que el de Gipuzkoa) fue tardí­o.

Esto era indicativo del retraso económico. La situación geopolí­tica de Bizkaia, entre los reinos de Navarra y de Castilla, no terminó de fijarse hasta el principio del siglo XIII.

Fundar una villa significaba que el rey o, como en el caso de Bizkaia, el señor concedí­a a un núcleo de población un fuero o conjunto de derechos. Normalmente, junto al fuero que regulaba la vida de la villa se le concedí­a un territorio y una serie de derechos o privilegios, por ejemplo el de organizar un mercado. Las villas eran espacios vinculados directamente al Señor de Bizkaia (y, por lo tanto, más tarde al rey); en cambio la Tierra Llana era territorio de influencia de los nobles y señores, estando ambos espacios separados por murallas.

Las villas de Bizkaia fueron fundándose por diversos motivos. Aunque no fue el único factor, las fundaciones de los siglos XIII y principios del XIV tuvieron que ver con el establecimiento de los puertos y las ví­as comerciales, o sea que fueron consecuencia del desarrollo del nuevo eje de comercio dirigido de la Pení­nsula Ibérica hacia el norte de Europa. Algunas del siglo XIV, no obstante, son consecuencia de la falta de seguridad originada por las guerras de banderizos: fueron una forma de proteger a sus habitantes.

Aunque todas las villas tení­an tendencia a convertirse en ciudades, todas no llegaron a desarrollar plenamente las actividades urbanas. Estos son los ejemplos y las fechas de ese proceso: Bermeo (1236), Orduña (1299), Durango (1290-1300), Bilbao (1300), Gernika (1376).

Frente a las ciudades se crearon las anteiglesias que estaban bajo la influencia de los linajes, es decir, las que formaban la Tierra Llana. Surgió la necesidad de delimitar los dos espacios, por lo que para la primera mitad del siglo XIV, los habitantes de las tierras no amuralladas se organizaron en anteiglesias

Al parecer esto indica que las villas no tuvieron suficiente fuerza como para dominar las tierras agrí­colas de sus alrededores. Por lo tanto, Bizkaia se convirtió en un territorio formado por villas y anteiglesias; sin embargo, el Duranguesado y las Encartaciones mantuvieron su organización municipal, sus peculiaridades e instituciones propias, como fueron las Asambleas de Gerediaga y Urrestieta.

En el siglo XIII se estaban estableciendo en Bizkaia nuevas estructuras económicas. La creación de las villas suponí­a el impulso de actividades como la pesca, el transporte y el comercio. Los productos que se exportaban de Castilla hacia Europa del norte (sobre todo lana) y muchos de los que se importaban de esos paí­ses hacia el interior de la pení­nsula Ibérica pasaban por Bizkaia y en aquella época los bizkainos se dedicaban básicamente al transporte. Los privilegios de tráfico concedidos a Bilbao se sitúan en este contexto. No obstante, junto a estos productos, los bizkainos comenzaron a explotar y exportar otro, que era el hierro.

Sobre todo basado en las minas de los alrededores de Somorrostro se estableció la importante industria siderúrgica vasca.

Aunque la ganaderí­a todaví­a era importante, la agricultura avanzó y en las villas se desarrollaron las actividades secundarias y terciarias citadas. Como consecuencia de todo ello, fue surgiendo, junto a los grupos de agricultores y a los hidalgos asociados al sector primario, una pequeña burguesí­a asociada a la economí­a urbana, que poco a poco irí­a adquiriendo mayor importancia.

La depresión de la Edad Media tardí­a (siglos XIV-XV), como en toda Europa occidental, provocó la congelación del crecimiento demográfico y la crisis económica. A pesar de todo, en Bizkaia parece que la recuperación de la economí­a y de la población fue bastante rápida, por lo que indican la recuperación de la siderurgia y del comercio.

En el ámbito social, como consecuencia de los profundos cambios que se produjeron, ocurrieron largos conflictos, que tuvieron mucha importancia en el ulterior desarrollo de Bizkaia. En el centro de estos conflictos estuvieron las luchas entre banderizos, es decir, entre los linajes de hidalgos que se uní­an a los oñacinos y los gamboí­nos y que se prolongaron durante los siglos XIV y XV. Para los hidalgos y los nobles que eran jefes de éstos fueron una manera de redistribuir los ingresos económicos que se les estaban mermando a causa de la crisis producida por la guerra; incrementaron la presión sobre los agricultores y atacaron a las villas que se estaban enriqueciendo. Como reacción contraria a la guerra entre nobles y bandos los pequeños nobles y los grupos de campesinos y habitantes de las urbes se crearon las hermandades (las más importantes fueron la de Bizkaia y la de las Encartaciones, de 1394, aunque antes de eso hubo otros intentos).

Con ayuda de la Corona, lucharon contra los abusos de los linajes, limitaron totalmente la influencia de los parientes mayores y fueron la base de las nuevas instituciones y la organización de la provincia. Para finales del siglo XIV se estableció la paz. Sin embargo, las guerras de bandos y las hermandades no fueron las únicas consecuencias de la crisis de la Edad Media tardí­a: la herejí­a de Durango, que surgió en el segundo cuarto del siglo XV y duró hasta el XVI y los conflictos que se generaron como consecuencia de la misma se deben situar en el mismo contexto.

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Actualizado el 05 de noviembre de 2024

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