Dos linajes «castellanos» en Barakaldo
Ya hemos visto anteriormente lo que eran los linajes y los problemas que padecieron por mantener su poder no sólo en Barakaldo sino en el conjunto de Bizkaia. Hemos de indicar, no obstante, que estos linajes eran poco importantes si los comparamos con los grandes linajes castellanos. Estos últimos no sólo tenían enormes extensiones de propiedades sino también ejercían un gran poder sobre miles de vasallos. Dos de estos linajes tuvieron gran importancia para la vida de Barakaldo: los Ayalas y los Velasco.
Los Ayala, originarios de la tierra de ese nombre en ílava, fueron de los principales nobles de Castilla. Para regir sus tierras nombraban un administrador. Al comenzar el s. XIV poseían grandes propiedades, entre ellas, el barrio de Zorroza, la zona rural de Luchana y el palacio de Burceña en Barakaldo. Todo ello acompañado de sus correspondientes labradores y tierras, con molinos, ferrerías, montes, prados y huertas. Las tierras de Barakaldo le llegaron a este linaje porque Fernán Pérez de Ayala se las compró a doña Leonor de Guzmán quien a su vez las había adquirido a Lope García de Salazar (testamentario de Juan Sánchez de Salcedo).
A finales del año 1447, don Pedro López de Ayala cambia todos sus bienes de Barakaldo por otras posesiones a don Pedro Fernández de Velasco, conde de Haro y otro altisimo personaje de la corte castellana. A los bienes antes consignados se van añadiendo otros muchos en los barrios de Llano, Burceña, Tapia, Sasía, Samundi, Escauriza, Tellitu, Urcullu y Luchana (donde estaban las famosas torres que servían de cárcel). Entre estos bienes se consignan caseríos, tierras, molinos y ferrerías.
Sin duda que la posesiones más importantes de ambos linajes eran las Torres de Lutxana y el Monasterio de Burceña (fundado en 1384 por Fernán Pérez de Ayala). Las primeras estaban en el barrio de su nombre y eran un extraordinario baluarte para defender los intereses de los Ayala en la desembocadura del Cadagua. Estuvieron situadas frente a la desembocadura del río Asua. El Monasterio estuvo ocupado por los Monjes Mercedarios hasta la desamortización de Mendizábal (1836) y gozó de un gran prestigio en todo el entorno. Prácticamente no queda ningún resto de ellos (alguno más del monasterio que de las Torres).
Mitxel Olabuenaga
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