Breve historia del ferrocarril en el País Vasco (I)
Los primeros antecedentes ferroviarios en nuestra comunidad autónoma se registran en 1832, tan sólo dos años después de la inauguración del primer ferrocarril del mundo entre Liverpool y Manchester (1830). Es en esta fecha cuando Pedro Novia Salcedo presenta el «Plan de Iguala» de mejora de los caminos del territorio Foral de Bizkaia, proponiendo la construcción de un «Camino de Fierro» entre Bilbao y Balmaseda, primer eslabón de un futuro ferrocarril que por un extremo debía de continuar hacia Burgos y Madrid y por otro hacia la frontera. El estallido de la primera guerra carlista, así como la posterior abolición de los fueros paralizaron el desarrollo del proyecto.
En 1845 fueron nuevamente las instituciones vizcaínas las que promovieron la construcción de un ferrocarril de Madrid a Irún pasando por Bilbao. Se contrató al reputado ingeniero británico Alexander Ross, quién junto a Stephenson y Brunel está considerado como uno de los padres del ferrocarril, se estudió el trazado más conveniente y se obtuvo la concesión, llegando a formarse una Compañía explotadora. Sin embargo la crisis que experimentaron las principales bolsas del mundo en aquellos años alejó los capitales y aunque se traspasó la concesión al polémico banquero José de Salamanca, el proyecto quedó frustrado nuevamente.
Los primeros ferrocarriles: La vía ancha
Las leyes de Banca de y de Ferrocarriles aprobadas por el gobierno del Bienio Liberal en 1855 y 1856, permitieron el desarrollo de importantes empresas ferroviarias así como de los necesarios órganos para la financiación de la ingente inversión necesaria para su construcción. Fue en 1856 cuando el Crédito Mobiliario Español, filial de su homónima francesa propiedad de los Hermanos Pereire, obtuvo la concesión del Ferrocarril de Madrid a Irún, pero optando por el trazado actual, que dejó a un lado Bilbao, para pasar por Vitoria y el corazón de Guipúzcoa. La decisión sobre el trazado final no fue fácil ya que tanto Navarra como ílava, Guipúzcoa y Vizcaya, presionaron ante el gobierno en defensa de sus intereses. Sin embargo, finalmente fue la Diputación de Guipúzcoa la que, tras negociar directamente con la casa matriz en París, logró el trazado más adecuado a sus intereses. En 1858 comenzaron las obras que quedaron concluidas el 15 de Agosto de 1864, convirtiéndose al mismo tiempo en el primer ferrocarril internacional del Estado. Para su explotación, el Crédito Mobiliario Español constituyó una empresa filial; la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España, más conocida como la Compañía del Norte.
Ante la marginación de los medios de comunicación modernos que suponía el trazado finalmente adoptado, las fuerzas políticas, sociales y económicas de Vizcaya se movilizaron con el propósito de construir un ferrocarril que permitiera la unión con la línea general del Norte. El apoyo de determinados grupos de presión de la Rioja impulsó finalmente a la construcción del ferrocarril de Tudela a Bilbao, con enlace en la primera localidad con el ferrocarril de Zaragoza a Pamplona, aunque finalmente el empalme se estableció en Castejón de Ebro, y que a su vez conectaba con la Compañía del Norte en Miranda de Ebro.
En 1858 se fundó en la capital vizcaína el Banco de Bilbao, con un objetivo prioritario: financiar las obras de construcción del ferrocarril de Tudela a Bilbao, que a diferencia del Norte, sería construido mayoritariamente con capital local. Sin embargo, el coste final del ferrocarril, inaugurado el 31 de Agosto de 1863, triplicó lo inicialmente presupuestado, por lo que desde un principio, la vida económica de la empresa fue muy difícil a pesar de que el tráfico respondió a las expectativas iniciales. Sin embargo, el estallido de la segunda guerra carlista paralizó el servicio y la empresa entró en una aguda crisis que solamente se solventaría con su absorción por parte de la Compañía del Norte en 1878.
La quiebra del ferrocarril de Tudela a Bilbao es un hecho fundamental en el desarrollo posterior de los ferrocarriles de Euskadi ya que retrajo al capital de nuevas aventuras ferroviarias y no sería hasta 1882, cuando los inversores se volvieron a interesar por este tipo de negocios con la construcción del ferrocarril de Bilbao a Durango. Sin embargo, el tren de Bilbao a Durango, que registró desde sus inicios un gran éxito económico y comercial, era de vía métrica lo que llevó a la errónea interpretación de que tan sólo los ferrocarriles de vía estrecha podían ser rentables. Esto supuso un inusitado desarrollo de esta clase de ferrocarriles construyéndose en vía métrica líneas que, como las de Bilbao a San Sebastián o de Santander a Bilbao, debieron construirse en vía normal.
Ferrocarriles mineros
Entre tanto, en la zona minera de Vizcaya surgieron diversas iniciativas para poner en comunicación las minas con la ría del Nervión, lo que permitiría la exportación masiva de minerales cuyos beneficios facilitaron más tarde la consolidación de un importante tejido industrial. La primera iniciativa partió de la propia Diputación de Vizcaya, que construyó el Ferrocarril de Triano entre los embarcaderos de Sestao (La Punta) y Ortuella, inaugurado el 26 de Junio de 1865. Esta línea fue prolongada a San Julián de Musques el 26 de Julio de 1890. Construida en vía ancha, el intenso tráfico de minerales que registró desde un inicio convirtió durante muchos años a este ferrocarril en una de las principales fuentes de ingresos de la Diputación de Vizcaya, siendo, junto al Ferrocarril del Urola del que se hablará más adelante, el único ferrocarril construido por una institución provincial en España.
El éxito del Ferrocarril de Triano impulsó a las empresas mineras a la construcción de sus propios ferrocarriles, como es el caso de Luchana Mining (1872), Sestao-Galdames (1876), Orconera (1877) y la Franco-Belga (1880), todos ellos en vía estrecha a fin de abaratar los costes de establecimiento.
Ferrocarriles de vía estrecha
Como se ha señalado anteriormente, la crisis del ferrocarril de Bilbao a Tudela alejó al capital de los negocios ferroviarios. Sin embargo, empresarios y comerciantes veían la necesidad de establecer una eficaz red de transportes que permitiera el desarrollo de la naciente industria vasca. Por ello, el éxito del primer ferrocarril de Euskadi de vía métrica y servicio público, el Ferrocarril Central de Vizcaya entre Bilbao y Durango, inaugurado el 1 de Junio de 1882, originó una verdadera fiebre de construcciones ferroviarias. Surgió así una densa red de líneas de vía métrica con las líneas de Bilbao a Las Arenas (1 de Julio de 1887), Amorebieta a Guernica (13 de Agosto de 1888), Durango a Zumárraga y ramal a Elgoibar (26 de Agosto de 1889), Bilbao-Balmaseda (5 de Diciembre de 1890), Las Arenas a Plencia (3 de Septiembre de 1893), Luchana a Munguía (9 de Julio de 1894), La Robla a Balmaseda (4 de Septiembre de 1894), Bilbao a Lezama (30 de Mayo de 1895) Zalla a Santander (20 de Junio de 1896), Castro a Traslaviña (22 de Marzo de 1898) y Elgoibar a San Sebastián (1 de Enero de 1901).
En apenas veinte años, la red de ferrocarriles de vía métrica había formado una densa malla que permitía el enlace de Bilbao con Santander y San Sebastián, así como la llegada del carbón necesario para el desarrollo de la industria, gracias al ferrocarril de La Robla y el enlace de las principales comarcas del señorío con la capital. Una vez logrado este objetivo, la inversión ferroviaria en Vizcaya se limitó a la construcción de algunos ramales y enlaces como el de Durango a Elorrio (16 de Julio de 1905) y La Industrial a Matico y Azbarren (15 de Abril de 1918). Este último permitía la unión de las líneas de Santander, San Sebastián y Plencia. La única línea de vía ancha construida en el territorio fue la del ferrocarril de Bilbao a Portugalete (24 de Septiembre de 1888), que pese a su corta longitud ofrecía un valor estratégico incuestionable al enlazar los muelles del puerto exterior de Bilbao y las principales factorías industriales, con toda la red ferroviaria española.
Finalizado el mapa ferroviario de Vizcaya, los nuevos proyectos ferroviarios tuvieron como escenario a Guipúzcoa con la construcción de diversos ferrocarriles de vía estrecha como el Topo (San Sebastián-Hendaya, inaugurado el 13 de Julio de 1913), el Ferrocarril del Plazaola (Lasarte-Pamplona, inaugurado el 20 de Enero de 1914) y el Ferrocarril del Bidasoa (Irún-Elizondo, inaugurado el 28 de Mayo de 1916).
Caso aparte en el desarrollo de la red ferroviaria vasca fue el del ferrocarril Vasco-Navarro. La concesión original fue otorgada a los Hermanos Herrán en 1882 con el objeto de construir una vía que enlazara Estella con Vitoria y Bergara. Constituida al efecto una compañía con capital británico, «The Anglo Vasco Navarro Railway», el 13 de Febrero de 1889 entraba en servicio un primer tramo entre la capital alavesa y Salinas de Léniz. Sin embargo, las dificultades financieras de la empresa paralizaron las obras cuando estaba a punto de concluirse el siguiente tramo hasta Escoriaza. A principios de siglo, debido a la insolvencia de la empresa promotora, el ferrocarril fue incautado por el Estado que nada hizo hasta que en 1914 las tres diputaciones afectadas, Guipúzcoa, Alava y Navarra, ofrecieron al Gobierno financiar las obras de la línea como anticipos al cupo que anualmente debían satisfacer a la Hacienda estatal. Llegados a un acuerdo, ese mismo año se reemprendieron los trabajos, llegando el 3 de Septiembre de 1918 los primeros trenes a Vergara. El 30 de Septiembre de 1923 entraba en servicio el ramal de San Prudencio a Oñate y el 23 de Septiembre de 1927 el tramo de Vitoria a Estella.
Con la construcción del Ferrocarril Vasco-Navarro, todos los valles de Guipúzcoa, salvo el del Urola, contaban con servicio ferroviario. Los primeros intentos para construir una vía férrea en este estrecho valle datan de 1888 pero el capital nunca se mostró verdaderamente interesado en un ferrocarril que no ofrecía grandes expectativas económicas. Finalmente fue la Diputación de Guipúzcoa la que decidió construir el ferrocarril por su cuenta a fin de completar el mapa ferroviario de la provincia. El Ferrocarril del Urola, entre Zumárraga y Zumaya fue inaugurado el 22 de Febrero de 1926, siendo por tanto el último gran ferrocarril construido en Euskadi.
En 1927 la construcción de la red ferroviaria vasca estaba prácticamente concluida. En ese momento, los ferrocarriles del País Vasco sumaban 825 kilómetros, repartidos entre los 310 kilómetros de vía ancha, todos ellos gestionados por la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España y su filial del ferrocarril de Bilbao a Portugalete, y los 515 kilómetros de vía métrica, explotados por un total de 12 empresas concesionarias, todas ellas privadas con la excepción del ferrocarril de Zumaya a Zumárraga, explotado por la Diputación de Guipúzcoa, y el de Bergara a Vitoria y Estella, perteneciente a la Explotación de Ferrocarriles del Estado, primer antecedente de la actual Feve.
A finales de los años veinte del siglo pasado, el País Vasco contaba con la red ferroviaria más densa de España y una de las más importantes, tanto en kilómetros por habitante como por superficie territorial, de toda Europa. El retraso con el que este sistema de transportes había llegado a Euskadi se había visto compensado en años de vertiginoso desarrollo y modernización. Sin embargo, la red tenía algunas limitaciones entre las que cabe destacar las impuestas por los duros trazados obligados por la difícil orografía del país y especialmente forzados en el caso de las líneas de vía estrecha, así como la existencia de dos redes incompatibles por su ancho de vía, problema al que se unía su incompatibilidad con los restantes ferrocarriles europeos.
Juanjo Olaizola Elordi
Museo Vasco del Ferrocarril
EuskoTren
de chaval jugaba mucho en unas campas que denominabamos las campas de abajo, se encontraban en lo que ahora es megapark, recuerdo que por aallí había un antiguo trayecto de tren y un puente roto, me gustaría saber que trayecto era este.
gracias
Buenos días, amigo Josetxu. Por lo que me indicas, se debía tratar del ferrocarril de la Franco-Belga que, en este emomento, está reutilizado por el bide-gorri o Paseo de Dolores Uribarri. Del puente que citas no tengo la menor idea. Sí rcuedo la existencia de uno en Beurko. Seguramente habría varios similares para vadear los caminos que bajaban de San Vicente. Atentamente.