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Juan de Zubileta (Leyenda)

Juan de Zubileta (Leyenda)

juan-de-zubiletaDe los varios ilustres personajes que Barakaldo ha dado a la historia, destaca la figura de nuestro héroe que la desidia o la ignorancia de los barakaldeses no ha sabido engrandecer como se merece, puesto que su hazaña bien sea por la fortuna o por su constancia y dotes personales, y más probablemente por ambas a la vez, bien merece el homenaje y el recuerdo a que es acreedor.

Con Juan Sebastián Elcano, insigne marinero guipuzcoano, y otros 16 compañeros, supo terminar la expedición, verdaderamente genial, de dar por primera vez la vuelta al mundo a principios del siglo XVI. Con escasas luces y recursos, con el oscuro estado de la hidrografí­a y en una mala nave, sin cartas de mareas, arrastrando con valentí­a los trabajos, enfermedades y peligros de tan dilatado viaje de descubrimientos, practicado por latitudes ardientes y frí­as que duró tres años menos 14 dí­as, navegaron por los frí­os océanos.

Juan de Zubileta nació en Barakaldo, en el barrio y paraje de su nombre, aún hoy dí­a conservado y notorio: Zubileta en la margen izquierda del rí­o Cadagua, sobre un altozano en donde se halla así­ mismo el salto de agua o molino denominado Zubileta. Era hijo de Martí­n Ochoa de Zubileta y de su mujer Sancha, de la cual no se conserva el apellido, datos que hacen referencia a la colección Muñoz, cuyos legajos se guardan en los archivos de la Real Academia de la Historia de las Indias.

No fue Zubileta en calidad de grumete a la expedición, ya que se le denomina constantemente con el nombre de paje. Tení­a instrucción y sabí­a leer y escribir en romance, o sea en castellano. Cuando nuestro héroe contaba solamente 15 años, y apenas habí­a tenido tiempo para salir del altozano de su casita solariega en tierras de Barakaldo, se enteró de la noticia del maravilloso viaje y sintió deseos de emprenderlo.

No lejos de donde se asienta la Fábrica de Castrejana, perteneciente a la Empresa Echevarrí­a, se halla en la misma orilla izquierda, aguas abajo del rí­o Cadagua, un paraje y barriada compuesta de varias casas denominadas Zubileta desde su origen. La casa solariega ha desaparecido y es difí­cil dilucidar su exacto emplazamiento por las relativamente modernas edificaciones que la han suplantado.

No solamente era notoria la familia del paje Zubileta, sino que el encartado banderizo Lope Garcí­a de Salazar nos da alguna noticia de esta familia en su obra «Bienandanzas e Infortunios», en donde afirma que la familia Zubileta desciende de la de Irauregui y ésta de los Mansaras, linaje guipuzcoano que desde tiempo antiguo pobló Barakaldo. El historiador De la Quadra Salcedo nos dice que estudió el archivo de la Iglesia de Irauregui, y en sus viejos libros encontró documentos interesantes relativos a esta familia, habiendo advertido diversas partidas de nacimiento, casamiento y defunciones de personas de esta Casa de Zubileta, indudablemente emparentados muy de cerca con nuestro héroe.

Nada en concreto podemos decir de Juan de Zubileta después de los dí­as gloriosos de la expedición, pero hay un hecho cierto, como señala De la Quadra Salcedo, y es que después de aparecer en la historia este genio emprendedor y juvenil, que supo sobrellevar las tristezas y desastres de una expedición de tres años, el linaje de Zubileta prosperó y lo encontramos en el mismo Barakaldo enlazado con las mejores familias, como las de Irauregui, Hurtado de Saracho, Romarate, Hurtado de Yarto, Palacio y otras que harí­an interminablemente este trabajo.

El paje Zubileta contaba 18 años al tomar tierra de regreso en Sanlucar de Barrameda y la ribera de Sevilla, y quizá sea el mismo Juan de Zubileta que aparece casado en 1550 en los registros de la parroquia de Irauregui y en su libro primero de bautizados y casados.

La mayorí­a, por no decir todo el mundo, conoce la historia de la Expedición realizada por los españoles a principios del siglo XVI. Al Paí­s Vasco, y sobre todo a Bizkaia, le tocó una gran parte en su realización. Iniciada la idea de descubrir las islas de las especies, llamadas después Molucas, con el fin comercial de vender en Europa su producto o especie que serví­a para la condimentación de muchos manjares, fue designado por la Corte de España en Valladolid como capitán de la empresa el portugués Magallanes, quien pasó con las oportunas órdenes a la Casa de Contratación de Sevilla, y allí­ se dispuso todo cuanto a la construcción de naves se referí­a.

La marinerí­a vizcaina estaba entonces concentrada en las rí­as de Guernica y Bilbao, así­ como en los puertos pesqueros de Bermeo, Lekeitio y Ondarroa. De estos lugares ilustres fueron la mayor parte de los vizcaí­nos que decidieron seguir la suerte de los descubrimientos. De la ribera de Deusto, de Bilbao y Barakaldo, embarcaron varios marinos. De todos ellos solamente consiguieron resistir la enorme travesí­a, el Capitán de la Armada, Juan Sebastián Elcano, el Maestre Acurio de Bermeo, Juan de Arratia y Juan de Zubileta de Barakaldo. El resto fallecieron en la travesí­a, quedaron en las Islas de Cabo Verde, prisioneros de los portugueses, o regresaron a España más tarde sin que se tuviera noticias de ellos.

Juan de Arratia y Juan de Zubileta fueron los dos únicos navegantes que dieron la vuelta al mundo por primera vez en la misma nave, sin cambiar en las otras cuatro de la Armada y sin desfallecer un solo momento. El mismo Juan Sebastián Elcano cambió de embarcación en varias ocasiones. En realidad se puede decir que en la nave Victoria sólo hubo dos supervivientes.

Habiendo saltado a tierra tras la jornada más extraordinaria que e1 mundo conoció, los navegantes fueron recibidos por el Emperador Carlos V en su Corte de Valladolid. El acto tuvo resonancia mundial y en él se ofrendaron al rey ricos presentes en especias. En dicho acto se pudo contemplar a uno de los reyes o régulos de las Islas de Borneo que vení­an en la nao.

En el proceso de Badajoz sobre la muerte de Magallanes declararon varios de los expedicionarios llegados salvos, y entre ellos aparece nuestro héroe barakaldés. Su declaración, clara y precisa, lleva su firma, y con ello se vuelve a constatar que sabí­a leer y escribir.

Todos sabemos que a Elcano se le adjudicaron abundantes rentas y honores en cuanto a su escudo. Los demás percibieron 500 maravedí­es equivalentes al sueldo de un año, así­ como varios quintales en especia que era entonces producto riquí­simo. El cálculo verificado significaba un capital en venta con el cual quizá el barakaldés Zubileta pudo hacer frente a la vida cómodamente.

La figura de Juan de Zubileta excede a la de los héroes de mejor temple pues, en edad temprana, supo rodear su espí­ritu de la entereza, la resignación y la intrepidez, que le valieron conseguir llegar a España entre los 18 supervivientes de la nave Victoria comandados por Elcano, consiguiendo asombrar al mundo para ejemplo de la historia.

¡Maravillosa travesí­a, arriesgada realización, compendio de valor y virtudes de un joven de 16 años que supo asombrar al mundo para ejemplo de la historia!

Pensemos en las dificultades de aquella empresa al hacer el circuito del mundo en naves de madera de corto tonelaje, unas 300 toneladas aproximadamente; la longitud recorrida, saliendo de Barrameda en dirección al estrecho de Magallanes, surcando éste entonces desconocido hasta las islas de las Especies, al noroeste de las Filipinas; las dificultades de los archipiélagos de Australia y Jolo, bajando de nuevo hasta sentir los frí­os del polo sur, desnudos casi y sin alimentación, acercándose a bordear el cabo de Buena Esperanza, doblando felizmente y ascendiendo luego a las Islas de Cabo Verde, donde fueron objeto de persecución y para huir finalmente de tal paraje portugués y llegar extenuados y rotos hasta el altar de Nuestra Señora del Puerto de Buenos Aires, en Sevilla, ofrendando su promesa. Total 14.460 leguas.

Quizá algún dí­a Barakaldo le dedique, por lo menos, un simple homenaje en su memoria. Alcemos ahora un himno a la raza y al pueblo que tales héroes ha dado al mundo. ¡Honor y gloria a Juan de Zubileta! Pongámosle, como a Juan Sebastián Elcano, en su armorial: Primus Circundisti Me.

Original publicado en Vida Vasca 1961 páginas 241 a 243, de Miren-Begoña de Goicoechea-Gandiaga (referencia llegada por email).

6 Comentarios

  1. JOSE CARLOS

    doy mi apoyo incondicional, a que se ponga el nombre de una calle del municipio a tan insigne marino.
    J.Carlos
    Bdo,23.07.2010

  2. ruben

    Creo que en Barakaldo hemos creado en los ultimos años multitud de monumentos anonimos y esculturas abstractas (no hace falta dar nigún ejemplode ello). Me parece increible que teniendo un personaje como Juan de Zubileta no tenga uno en su honor.

  3. Pablo Heras

    Interesante artí­culo, pero quisiera aportar algunas correcciones al mismo:
    1ª No son «cartas de mareas», son «cartas de marear»
    2ª. No buscaban «especies» sino «especias»
    3ª. El tí­tulo dado a J.S. Elcano no es «Primus circundiste me» sino «Primus cirumdedisti me»

  4. rusman subileta

    Yo soy un subileta aqui en peru y me parece que su valor merece un reconocimiento

  5. Txarles

    Ya tiene una calle, aunque no muy nombrada, en el mismo barrio de Burtzeña, dirección a Castrexana

  6. Fernando Durán ayanegui

    Vuestra interesante nota me mueve a comentaros que en el 2019 fue publicado en San José Costa Rica un relato breve («Drama en la escollera de Bron») en el que Juan de Zubileta es el personaje principal. Es un texto de ficción que figura en el libro «LA CRISIS DE LA BALLENA», de mi autoría, que aparece bajo el sello de EDITORIAL ALMA MÁTER, de Costa Rica. Si os place, os podríaenviar el texto de ese relato por correo electrónico.

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