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EL MONASTERIO MERCEDARIO DE BURTZEÑA

EL MONASTERIO MERCEDARIO DE BURTZEÑA
  1. INTRODUCCIÓN

Burtzeña se encuentra en la zona sur del término municipal de Barakaldo, en la margen izquierda del río Cadagua. El antiguo convento o monasterio se ubicaba en la zona este del barrio de Burtzeña, junto a la orilla del río, donde actualmente podemos encontrar la parroquia de Nuestra Señora de la Natividad, una vivienda construida en el siglo XX, las instalaciones de FEVE, unos terrenos usados como huertas, unos bloques de viviendas y un frontón de reciente construcción. Estas últimas obras se llevaron a cabo a finales de 2017 y principios de 2018 y contemplaron, además de la construcción del citado frontón, la introducción de canalizaciones fecales y pluviales, energía eléctrica, telecomunicaciones, gas y colocación de alumbrado. Antes de comenzar las obras, la zona había sido incluida en la Enumeración de Zonas de Presunción Arqueológica de Barakaldo por el Gobierno Vasco el 5 de mayo de 1997 y existían numerosas fuentes bibliográficas que indicaban que, en esa zona, junto al río Cadagua, existió un con-vento mercedario, y por ello, se procedió al control arqueológico y excavación de las zonas afectadas.

  1. ANTECEDENTES

Según las fuentes bibliográficas, la plaza de Burtzeña en Barakaldo estaba ocupada por un convento o monasterio de Mercedarios, que fue fundado por los Ayala en el año 1432. Aunque esta fecha ha estado recientemente en discusión, actual-mente es la que se estima, después de las últimas investigaciones. Las otras fechas posibles de su fundación son 1284, como atestigua uno de los documentos fundacionales, aunque parece responder a un error de copia o falsificación, ya que no se conserva el original, y presenta una serie de contradicciones históricas en lo relativo a los personajes, las fechas y los lugares seña-lados, que no son contemporáneos. La otra fecha posible sería 1384, pero el texto fundacional contaría con algunas incongruencias y podría tratarse de una falsificación. En dicho documento se nombran las Torres de Lutxana, que no serían construidas hasta los años posteriores a 1430. El convento fue construido en un importante cruce de caminos, en la desembocadura del río Cadagua, junto a La Ría, en el punto donde se situaba el barco y pasaje de Tapia que comunicaba Burtzeña con Zorroza. La familia Salazar ostentó su patronazgo y de él salieron personajes ilustres como Fray Miguel de Alonsotegi o Fray Juan de Zorroza. A lo largo del tiempo, el monasterio, cuya ubicación y distribución concreta desconocíamos antes de realizar las excavaciones, y los terrenos colindantes, han sufrido innumerables obras afectando tanto al subsuelo como al paisaje urbanístico. En 1615 el Convento de la Merced llega a un acuerdo con D. Martín de Llano para cederle un trozo de huerta lindante a la iglesia monasterial y así poder construir una capilla dedicada a San Antonio de Padua como sepulcro familiar rompiendo el lienzo de la pared entre el pilar al que hasta entonces estaba arrimado el altar y otro pilar que estaba antes de llegar al coro. Esta capilla, en el siglo XIX, se convirtió en presbiterio del templo de Nuestra Señora de la Natividad; que actualmente ocupa parte de la plaza. La primera información arqueológica la obtuvimos, precisamente, tras el análisis del muro sur de la Iglesia actual, en el que podemos observar restos del muro original (norte) de la antigua iglesia, donde se conserva, de manera evidente, un arco grande que originariamente daba acceso a dicha capilla, actualmente tapiado. En 2009 se descubrieron documentos sueltos y legajos que se conservaban en la Curia Central de la orden en Madrid y que arrojan luz sobre el monasterio de Burtzeña. Están agrupados en un total de seis volúmenes: el primer volumen recoge básicamente información de los siglos XVI y XVII, el segundo se centra en el pleito entre Agustín de Salazar y el monasterio, el tercero y el cuarto está formado por numerosos documentos de muy diversos tipos y temas, principalmente centrados en el siglo XVIII, mientras que el quinto y el sexto incluye documentación variada del siglo XIX. Basándonos en estos documentos, en los que se recogen las propiedades del convento a lo largo de los siglos, podemos determinar que el siglo XVIII, atendiendo por lo menos a la cantidad de propiedades existentes, es la época de apogeo y esplendor del convento, coincidiendo con el desarrollo de la plantación de maíz, alimento principal de la cornisa cantábrica desde mediados del siglo XVII. En la primera mitad del siglo XVIII se conforma toda la base patrimonial del convento, y en la segunda mitad, a partir de 1744, se realizan abundantes adquisiciones aunque en menor número. En 1808 el monasterio sufrió un declive debido a la Guerra de la Independencia y la presencia de tropas napoleónicas; en 1820 hay un primer intento de extinción del convento, dada su penosa situación, aunque no tuvo éxito, y fue finalmente destruido en la Primera Guerra Carlista, concretamente durante la batalla de Lutxana. En octubre de 1834 los liberales ocupan el monasterio, por medio de un contingente de 300 voluntarios al que se denominó como Miqueletes cazadores vizcaínos de Isabel II, bajo el mando del coronel Echaluce, trasladándose los monjes a Bilbao hasta 1836. En octubre de 1836 los liberales pierden la posición del fuerte de Burtzeña y de Lutxana, retirándose hacia el fuerte de Desierto, y los carlistas vuelven a ocupar Burtzeña. El 25 de noviembre, el avance de las tropas de Espartero provoca la huida del convento del militar carlista Castor de Andechaga, quemándolo tras de sí, y pasa a ser ocupado nuevamente por los liberales aunque queda prácticamente destruido. Posteriormente, según la bibliografía, en el lugar que ocupaba la capilla de los Llano, que quedó en pie, se construyó el actual templo. La destrucción del monasterio y la iglesia provocó la pérdida de la mayor parte de la documentación del monasterio, que se cree que podría estar en algún monasterio de la orden o repartido por varios. Entre la documentación que perduró cabe destacar la existencia de un grabado, en el que se dibujaron el monasterio y su entorno, que data del siglo XIX, y que fue hallado en París. En este grabado se representa el río Cadagua, en un entorno arbolado con algunas edificaciones menores, y junto a él el monasterio, del cual se destaca la iglesia con la torre. Por otro lado, existían algunas evidencias arqueológicas, detectadas gracias a la construcción, en época reciente, de vías e instalaciones de FEVE y de un bloque de viviendas, además de varias infraestructuras urbanísticas, que han afectado al subsuelo. Actualmente, en el trazado de la trinchera del ferrocarril se aprecian restos de los muros del antiguo convento, restos de algún tipo de pavimento empedrado y restos del encajonado de ladrillos de la vieja iglesia. Además, aparece un resto de una estructura insertada en un muro de hormigón perteneciente a la actual plaza. Por otra parte, se conserva un gran aljibe dedicado a la recogida de agua y situado en una zona inaccesible por pertenecer a una empresa privada. También se conservan los restos de la capilla construida por los Llano, que hoy en día forma parte de la cabecera de la actual iglesia, en la que se aprecia desde el exterior un gran vano, actualmente tapiado, que como hemos comentado anteriormente daría acceso a la capilla desde la iglesia del convento. Por último, también se conservan en el entorno los restos (el arranque del arco) de lo que sería un puente, aunque parece que es mucho más reciente.

  1. EL MONASTERIO Y SU ENTORNO A PARTIR DE LAS EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS

Gracias a los documentos encontrados en la Curia Central de la Orden de Mercedarios en Madrid, conocemos la evolución aproximada de las posesiones, adquiridas mediante herencias o compras. Sin embargo, debido a que la mayor parte de información sobre el monasterio fue destruida o no se conoce su paradero actual, no se sabía prácticamente nada sobre su configuración o ubicación exacta. Las excavaciones arqueológicas realizadas en 2018 nos permiten ahora conocer la ubicación del monasterio y la iglesia, su extensión y la disposición de algunos de los elementos que lo conformaban. En términos generales podemos destacar, según los resultados de las excavaciones llevadas a cabo en la plaza de Burtzeña, la presencia de dos zonas muy diferenciadas. Por un lado contaríamos con la zona monasterial, cuya fecha de fundación sería 1432, como hemos comentado anteriormente. Por otro lado tendríamos la zona de la iglesia, que según la bibliografía pudo construirse durante el siglo XVI y existía ya en 1615, de la que quedan los cimientos, los restos de la pared norte, que forman parte de la pared sur de la actual iglesia, y los restos del encajonado bajo el pavimento de la iglesia, del que se han excavado 50 sepulturas.

3.1. Organización espacial de la zona monasterial

Las características de la excavación, realizada solo en las zonas donde iban a incidir las zanjas para la construcción de los muros del frontón, imposibilitó la excavación en extensión, por lo que no pudimos observar la planta del convento completa y solo contamos con algunas estructuras, detectadas en los puntos donde hemos actuado. Aun así, esta información nos da una idea general de los diferentes espacios que conformaban la zona monasterial. Por un lado, contamos con muros de gran entidad, que podrían corresponder con los límites exteriores del monasterio. Por otro lado, hemos detectado muros de menor entidad o que por su posición no se corresponderían con los límites exteriores del convento y que podrían funcionar como separación de espacios de interior y exterior dentro de los propios límites del convento y otro tipo de muros que podrían corresponder con estructuras relacionadas con las diferentes estancias. Además, hemos detectado estructuras que corresponden claramente con espacios abiertos dentro de los límites del convento. Atendiendo a estos datos, la visión general del monasterio podría ser la de un espacio cerrado en cuyo interior encontramos tanto espacios abiertos a modo de patios o claustros, como diferentes estancias o edificaciones cubiertas.

3.1.1. Limites exteriores del convento

Atendiendo al grabado del siglo XIX, se observa que el convento presenta una edificación de varias plantas de altura cuya dirección es norte-sur. El muro exterior de esta edificación se encontraría, según el grabado, alineado con la torre de la iglesia.

En las excavaciones realizadas para la construcción del frontón, en la zanja que se encuentra más al oeste, hemos encontrado lo que podrían ser restos del muro exterior del convento en esa zona. Este muro presenta una anchura de 60 centímetros, dirección norte-sur, con cierto ángulo con respecto a la torre de la iglesia. Este muro separa dos zonas de diferente cota: el interior de la zona monasterial estaba a una cota más baja que la zona que queda al oeste, el exterior. Se trataba, por lo tanto, de un aterrazamiento que marcaba una cota bien diferenciada entra el exterior y el interior del convento. En la actualidad este muro se encontraba recrecido en altura, constituyendo el muro que delimitaba el solar, ocupado por varias viviendas, y que lo separaba de la plaza de Burtzeña; hoy en día ambos espacios se encuentran a la misma cota.

No conseguimos detectar la continuidad del muro hasta la torre, porque esa zona finalmente no fue excavada, por lo que no conocemos su relación con los muros de la iglesia o la torre. Hacia el interior de las dependencias monasteriales, y adosado al muro,
había un empedrado en forma de acanaladura, paralela al trazado del muro, que serviría como desagüe. También detectamos parte de este muro, por su cara exterior, en otra zona de la excavación, más hacia el norte. No sabemos con seguridad si este muro representa los límites del convento o fue construido en una fase tardía con otro propósito.
Por otro lado, la trinchera del ferrocarril y la presencia de edificios de reciente construcción en las inmediaciones, imposibilitan el conocimiento de la extensión del convento hacia el sur o hacia el este.

3.1.2. Delimitación de los espacios internos

Dentro del área que suponemos que ocupaba el convento original hemos encontrado algunos muros de cierta entidad. Uno de esos muros presenta las características adecuadas para creer que se trata de un muro que separaría una zona de dependencias
monasteriales y una zona abierta dentro del propio convento, a modo de patio o claustro. Este muro cuenta con una anchura de 70-80 centímetros, y está realizado con una zanja de cimentación sobre el estrato natural. Su dirección es este-oeste y se encuentra relativamente cerca de la iglesia del monasterio, por lo que, a pesar de ser un muro importante, quedaría dentro de los límites del monasterio. Además, en su lado norte presenta otro muro de menor entidad adosado a él, que comentaremos a continuación, y en su lado sur presenta adosado un empedrado y una serie de estructuras relacionadas con espacios abiertos, que comentaremos en el siguiente apartado. Por lo tanto, este muro podría suponer una estructura que separara estos dos ámbitos.

3.1.3. Muros relacionados con las estancias del monasterio

Como hemos comentado en el apartado anterior, hemos detectado algunos muros de relativamente poca entidad (50 centímetros de anchura) que podrían suponer la separación de diferentes estancias dentro del monasterio. Estos muros se encuentran adosados al muro que separaría las dependencias del interior de las zonas de exterior, dentro del área del convento. Además, encontramos unos ladrillos o baldosas adosadas a uno de estos muros, que podrían formar parte del pavimento interior del convento. Sin embargo, estas estructuras se encuentran arrasadas casi completamente (10 centímetros de altura), por lo que estos ladrillos podrían ser, también, restos de alguna otra estructura. Si prolongamos el trazado de este muro, comprobamos que es perpendicular al muro sur de la iglesia. Estas estancias se encuentran cerca de la iglesia, en el noreste de la zona de excavación, pero no se puede determinar su relación con el templo debido a que el muro del mismo fue robado tras su derrumbe, como detallaremos más adelante.

3.1.4. Espacios abiertos dentro del convento

También hemos encontrado, dentro del área que ocuparía el convento, zonas que podrían corresponder con espacios abiertos. Este es el caso de la zona que, como hemos comentado anteriormente, se encuentra junto a uno de los muros del interior. Adosado a este muro encontramos los restos de un empedrado, formado por cantos rodados del río de tamaño medio. Este empedrado presenta reparaciones, a base de mortero blanco y está delimitado por unas piedras tabulares, colocadas de manera vertical que lo delimitan a modo de camino.

Este posible camino discurriría paralelo al muro, con una dirección este-oeste, y podría formar parte de un claustro, o de una zona ajardinada. Por otro lado, junto al muro que podría ser límite exterior del monasterio, apareció un empedrado, muy bien conservado. Este empedrado presenta un entramado de cuadrados y un dibujo en forma de aspas en el interior de uno de esos cuadrados. Parte del empedrado queda dentro de la zona que no se excavó, por lo que no conocemos sus dimensiones. En el otro extremo está delimitado por un empedrado con forma de acanaladura, que serviría para desaguar. Esta estructura se encuentra fuera de los límites del monasterio, si asumimos que el muro antes mencionado suponía uno de los muros exteriores. En este caso podría suponer un empedrado exterior que podría originalmente rodear parte del monasterio, para adecuar de alguna manera las inmediaciones del mismo o a modo de suelo empedrado de un pórtico exterior. Sin embargo, la disposición de la acanaladura induce a pensar que la dirección de la estructura en general pudo ser este oeste. En este caso este empedrado podría ser un camino, aunque fuera a morir contra el muro exterior, ya que no sabemos si en esta zona había una entrada hacia el monasterio, debido a que no se ha conservado la parte superior del muro que en esta zona alcanza pocos centímetros por encima de este empedrado. Además, la decoración en forma de aspas podría indicar, como se ha visto en otros casos, la presencia de una puerta o elemento destacado. Aun así, en esta zona nos encontramos con un aterrazamiento, como hemos comentado anteriormente, por lo que en el caso de que sea una entrada podría no ser contemporánea al momento en que existía tal desnivel.

Esta condición podría indicarnos que el monasterio fue construido en varias fases y/o reformado en diferentes ocasiones a lo largo de los siglos que estuvo activo. Prueba de ello es el pavimento que aparece en una posición estratigráfica superior a esta estructura, adosada por el exterior al muro. Se trata de un empedrado de cantos rodados de mayor tamaño y que parece ser un camino o una estructura que discurre paralela al muro exterior y se adosa a él, lo cual refuerza la teoría de que el muro también podría ser posterior al empedrado. Este empedrado, por su dirección, su posición estratigráfica y su cota, cubriría en origen al empedrado mencionado anteriormente. Por ello, esta situación refuerza la idea de que el monasterio sufrió modificaciones a lo largo de su historia.

3.2. La iglesia

En la zona donde antiguamente se encontraba la iglesia del Monasterio Mercedario de Burtzeña, se realizaron varias zanjas para adecuar los accesos al frontón y para construir una de las paredes del mismo. Durante la realización de la primera zanja se detectaron estructuras del encajonado de la iglesia por lo que se decidió excavar en extensión la zona afectada. Esta circunstancia nos permitió establecer la ubicación y distribución del espacio en la iglesia, a pesar de que gran parte de ella había sido destruida en
las obras previas de la construcción del ferrocarril.

Dentro de la iglesia podemos destacar varios elementos: el muro norte, el muro sur, la torre, el cancel, la vía sacra, los muros del coro, una capilla lateral y el encajonado con sus nichos familiares. Todos estos elementos se encontraban unidos entre sí, lo cual quiere decir que fueron construidos en una misma obra, que gracias a la bibliografía sabemos que su construcción comenzó en algún momento del siglo XVI y que ya estaba completamente construida en 1615, cuando se abrió el vano en la pared norte que daba acceso a la capilla de los Llano.

3.2.1. Muro norte y capilla de los Llano

El muro norte de la iglesia fue una de las estructuras que quedó en pie tras el incendio de 1836. Las excavaciones revelaron que este muro tenía una importante cimentación, que estaba completamente unido al muro de la torre y que los elementos del encajonado de las tumbas estaban integrados en él. Los bloques de arenisca que formaban parte del encajonado que servían para soportar las losas que cubrían cada sepultura, y que describiremos más adelante, estaban completamente integrados en la base del muro. Esto significa que, tanto el muro de la iglesia como la torre y el encajonado, se construyeron en una misma obra. A partir de los restos de este muro se construyó el actual templo, aprovechándolo para formar parte de su muro sur. Hoy se puede observar perfectamente la parte del muro que quedó en pie y la que fue recrecida a partir de esta. En 1615 se otorga el permiso para derribar la pared de la iglesia y construir un vano que diera acceso a una capilla lateral para la familia de los Llano. Esta capilla, tras el derrumbe del resto del edificio, se convirtió en el presbiterio de la actual iglesia, que se construyó años después.

3.2.2. Muro sur

En la excavación se pudo registrar el muro de cierre sur del templo. En algún momento posterior al derrumbe de la iglesia este muro fue sustraído, por lo que en el momento de la excavación solo encontramos unos pocos sillares, completamente integrados en el encajonado, y los negativos de la argamasa que unían los sillares entre sí. Aun así, como este muro se encontraba perfectamente adosado al encajonado, y seguía su dirección, hemos podido reconstruir parte de su trazado. El hecho de que estos sillares aparezcan unidos al encajonado indican que el muro también fue construido en la misma obra que aquél y a su vez, por lo comentado anteriormente, en la misma obra que la torre y el muro norte.

3.2.3. La Torre

En la zona oeste de la iglesia encontramos parte de la torre, que consiste en los restos de sus muros perimetrales, todos unidos entre sí, y un pavimento del que se conservan varias baldosas. Sabemos que esta estructura se correspondería con la torre basándonos en la bibliografía en la que se la menciona y los grabados; además, el tamaño de los muros nos indica que sustentaban una edificación de gran peso, lo que se corresponde con esta idea. Por la disposición de las baldosas estamos ante una torre que hace a su vez de pórtico, con sus cuatro lados abiertos. La entrada del este sería la que conectaría con la nave principal de la iglesia.

3.2.4. El cancel

En la parte central del muro sur de la nave principal encontramos un muro que pudo hacer de plataforma para sostener, creemos, un cancel que daría acceso a la parte central de la iglesia desde el monasterio. En la plataforma encontramos una sepultura, de menor tamaño que las demás, y en la que no encontramos ningún individuo en conexión anatómica, solo restos huma-nos inconexos, por lo que creemos que se trataría de un osario. Este osario podría tener una posición destacada dentro del cancel, quizá con una estructura elevada, ya que no se conserva ningún resto de losa o de estructura para apoyar la losa. Por ello pensamos que se podría tratar de la tumba de un personaje destacado, trasladada de un emplazamiento anterior

3.2.5. La vía sacra

El pavimento de la iglesia está ocupado por un encajonado en el que hay decenas de sepulturas. En su zona central encontramos una estructura en la que no hay sepulturas, dedicada precisamente para avanzar desde la entrada de la iglesia hacia el altar, y se la conoce como vía sacra. En este caso presenta una altura de 70-80 centímetros, construida sobre el estrato natural, de la que descubrimos 7,85 metros de su longitud. La vía sacra se encuentra unida a los muros de la torre y al encajonado, por lo que se habría construido en la misma obra.

3.2.6. Los muros del coro

Dentro del espacio de la iglesia encontramos restos de los dos muros que sostendrían el coro. Estos muros se encuentran a ambos lados de la vía sacra, y están arrasados a una altura de 70-80 centímetros; presentan 2 metros de longitud aproximadamente. El muro del sur está revestido en ambos lados por ladrillos de la misma tipología que los del encajonado. Estos muros sostendrían un coro sobre la entrada de la iglesia. En parte de la base de estos muros se distinguen unas zonas con un engrosamiento de forma redondeada que posiblemente fueran el arranque de unas columnas. Según la bibliografía, cuando se abrió el vano para dar acceso a la capilla de los Llano en 1615, se rompió el lienzo entre el pilar al que hasta entonces estaba arrimado el altar y otro pilar que estaba antes de llegar al coro. Esta situación se corresponde con lo que observamos hoy en día ya que estos muros están justo antes de la posición de dicho vano.

3.2.7. La capilla lateral

Junto a la torre de la iglesia hemos encontrado una capilla, en el sur, hacia la zona del monasterio. Esta capilla no presentaba muros que la separaran del monasterio o del resto de la iglesia, por lo menos en la zona que se excavó, por lo que podría tratarse de una zona a partir de la cual se comunicara el monasterio con la iglesia.

Sabemos que podría ser una zona distinguida dentro del encajonado porque las sepulturas que encontramos en la capilla tienen una dirección de norte-sur, al contrario del resto que presentan una dirección de este-oeste. En la capilla hemos encontrado cuatro sepulturas, una de las cuales se encontraba vacía y rellena con material del derrumbe. Dos de ellas tenían un individuo en conexión anatómica cada una y en la otra encontramos dos individuos en conexión anatómica

3.2.8. El encajonado

En el interior de la iglesia encontramos un encajonado de ladrillos que albergaba decenas de sepulturas, ocupando toda la planta. Esta estructura consistía en un entramado de ladrillos, de 70-80 centímetros de altura, formando sepulturas de 55x80x190 centímetros, orientadas en dirección este-oeste. El encajonado está coronado por unos bloques de arenisca, con un reborde para el apoyo de las losas que cubrían las sepulturas. Podemos diferenciar dos partes en este entramado, una al sur de la vía sacra y otra al norte. Ambas se encontraban unidas a la vía sacra, por lo que fueron construidas en la misma obra, al igual que el resto de la iglesia. Los ladrillos de todas las filas del encajonado se encontraban unidos entre sí, por lo que todas las sepulturas fueron construidas en la misma obra.

Este encajonado está formado por un entramado de al menos 9 filas y 13 columnas, que son las que se deducen de la zona excavada, lo cual haría un total de 117 sepulturas. Sin

embargo, en algunos espacios donde correspondería haber una sepultura, en ocasiones no la hay. Como es el caso de los muros del coro, que ocupan el espacio que le correspondería a una sepultura. Por ello puede que la estimación de las tumbas que quedaron en la zona no excavada no sea correcta y sean menos de 117. Aun así, algunas de las tapas que cubren las sepulturas excavadas están numeradas, siendo el número 142 el más alto entre los encontrados. Por lo tanto, entendiendo que el número indica correlativamente el de la sepultura, probablemente estemos ante un encajonado que cuente con más de 150 sepulturas, la mayoría ocupadas por varios individuos.
3.2.9. Nichos familiares

Como hemos comentado anteriormente, bajo el suelo de la iglesia encontramos decenas de sepulturas, y creemos que cada una correspondería con un nicho familiar. Hemos detectado tras la excavación arqueológica que algunas de ellas están numeradas, lo que suele ser habitual para llevar un registro y conocer a qué familia le corresponde cada nicho. Además, en la mayoría de ellas encontramos un elevado número mínimo de individuos, algunos de ellos en conexión anatómica. En los nichos encontramos claros indicios de que han limpiado las sepulturas regularmente. Por lo tanto, los datos arqueológicos nos inducen a pensar que son nichos que se utilizan varias veces, y que están construidos para albergar varios individuos. Por otra parte, en la bibliografía encontramos varias referencias a los nichos, que inducen a pensar que cada uno
era ocupado por una familia. Por ejemplo, Pedro Balça de ÇorroÇa (Pedro de Aranguren), el 6 de noviembre de 1559, pide a cambio de cierta cantidad de dinero, que se cumplan una serie de demandas, entre las que podemos destacar la de ser enterrado en el Monasterio de la Merced de Burtzeña, en la sepultura donde yacen sus familiares.

En otro texto, Maria Diaz de Zorroza, en 1528, también manda ser enterrada en el monasterio, en la sepultura donde está su madre, a cambio de 25 maravedís por año.

Como hemos comentado, las sepulturas se limpiarían cada cierto tiempo, quizá cuando una familia deja de querer ser enterrada en dicho nicho o deja de pagarlo. Prueba de ello es que varias de las sepulturas se encuentran vacías, sin ningún individuo en
conexión anatómica en su interior, solo con restos de huesos, y parecen haber sido vaciadas y limpiadas, llegando a encontrar alguna sepultura en la que no hemos hallado ningún resto humano. En la bibliografía hay una referencia del 8 de agosto de 1646 en la que Domingo Antonio de Salazar y Muñatones dona las sepulturas de la primera hilera del cuerpo de la iglesia al convento, por lo que entendemos que posteriormente serían limpiadas y utilizadas por otras personas.

 

Tomado de KOBIE, 2018

Eder Domínguez Ballesteros, Leandro Sánchez Zufiaurre y Maite Iris García-collado.

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