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De Pueblo industrial a Urbe industrial

De Pueblo industrial a Urbe industrial

3008327DE PUEBLO INDUSTRIAL A URBE INDUSTRIAL

2.1.  Expansión urbana en las primeras décadas del XX

En los años sucesivos continúa la expansión urbana de Barakaldo. Como veremos, a partir de la década de los veinte proliferará la construcción de casas baratas para obreros, por iniciativa de las numerosas sociedades cooperativas que vieron la luz en nuestro municipio. El concepto de vivienda y las tipológicas edificatorias puestas en práctica en estos momentos variarán sustancialmente con respecto a las primitivas viviendas obreras que inauguraban las calles de San Juan y Arana, las primeras que pueden considerarse como tal en Barakaldo.

Pero no hemos de deformar la imagen que debí­a ofrecer por entonces la anteiglesia, influidos por la gran urbe industrial que es hoy en dí­a. Como muestra señalaremos que aún en 1920 existí­an en Barakaldo cerca de 250 caserí­os ubicados básicamente en Alday, Amezaga, Cariga, Cruces (hoy, un populoso barrio, contaba entonces con un total de nueve edificaciones), Gorostiza, Larrazabal, El Llano, El Regato, Ligarte, Urcullu y Zuazo. Incluso en un fecha tan avanzada como 1937 se contabilizaban un total de 135 caserí­os .

Con todo, los cambios experimentados entre las últimas décadas del XIX y las dos primeras de nuestra centuria no dejan de ser espectaculares. Se dispara el número de edificaciones, pasando a ocupar un primer plano las viviendas masivas y en altura.

Por otra parte, está bastante definido ya para estas fechas el esqueleto básico del entramado de Barakaldo, que ir completándose en décadas sucesivas. El resultado será un único recinto urbano -a excepción del Regato, Alonsótegui e Irauregi- que comprenda los diversos barrios y entidades poblacionales hasta entonces con una vida, en cierta manera, autónoma. La zona urbana del término municipal ocupa un reducido extremo al norte de una lí­nea teórica que uniera Sestao y el Ganecogorta. El centro neurálgico se ha desplazado desde el primitivo San Vicente hasta los núcleos del Desierto y Luchana, situados en las confluencias del Nervión con el Galindo y el Cadagua, respectivamente. Después, exceptuando la zona densamente poblada que ha borrado toda solución de continuidad entre él Barakaldo de abajo y el Barakaldo de arriba -San Vicente- se alzan los barrios de Burceña, Retuerto, El Regato -rural-, Irauregi, Alonsótegui, Cruces y Gorostiza. Veamos cómo se ha consolidado esta distribución desde la década de los cuarenta hasta nuestros dias.

2.2.  Obras públicas en la posguerra

En los años inmediatos a la Guerra Civil las iniciativas de construcción se redujeron drásticamente, no así­ las obras públicas que cobraron un espectacular auge. Se urbanizaron la plaza de Juan Ignacio de Gorostiza, frente a la iglesia de San Vicente, con la instalación de jardincillos y arbolado; la plaza de Retuerto, junto a la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús; y la plaza Bide Onera – destruyendo la primitivo capilla de las Hijas de la Cruz, y erigiendo una nueva en sustitución de ésta -. El recinto se delimitaba en parte por el hermoso edificio de la Cooperativa de la Cruz, construido en 1927, con una planta arqueada sobre la que destacan dos hiladas de miradores exentos y poliédricos en los ángulos delanteros. Pero de todas ellas la obra más significativa fue sin duda la de la Herriko Plaza, cuya ejecución obligó al derribo de un edificio propiedad del Banco de Vizcaya. En el solar resultante se construyó otro compuesto de planta baja y cuatro pisos, instalando en aquella una sucursal de la mencionada entidad bancaria. A nivel de servicios, esta plaza constituye actualmente el centro neurálgico del municipio, y en cuanto a patrimonio monumental se refiere, concentra en su entorno los elementos más reseñables de la arquitectura contemporánea de la anteiglesia. Entre ellos destacamos el ya citado del Banco de Vizcaya, el edificio de la Caja de Ahorros Municipal de Bilbao, de planta curvada, caracterizado por los dos cuerpos de miradores que proyecta hacia delante, y las viviendas Herriko Plaza distinguidas por las cables de miradores exentos y simétricos, coronados por frontón, y por la torre angular de planta cuadrada. En estas fechas se habilitó igualmente una pequeña glorieta con jardincillo, en Burceña, en el encuentro de las carreteras de Portugalete y Bilbao-Santander.

En los primeros veinte años los esfuerzos se concentraron en la apertura de nuevas avenidas entre las que destacamos, por ser las más transitadas, la calle Nafarroa, que servirí­a de enlace entre el Paseo de los Fueros y Juan Sebastián Elcano; la Avenida de la Libertad de 20 metros de anchura, que forma uno de los encuentros de la Plaza Bide Onera y que, prolongada más adelante en los dos sentidos, constituirí­a la principal arteria de comunicación entre el municipio, Bilbao y Sestao; la travesí­a Zuberoa, que enlaza la calle Arrandi con el Paseo de los Fueros; y la calle Aldapa, que une la Herriko Plaza con Murrieta. Entre aquella y la avenida Arana se habilitó un espacioso parque público, en origen en memoria del Marqués de Arriluce, hoy dedicado a Antonio Trueba, con una vistosa pérgola en su centro. Como complemento de la urbanización del primer tramo de la calle Murrieta (antes Calvo Sotelo) se proyectó igualmente la desaparición del entonces almacén del ferrocarril de Bilbao a Portugalete por «antiestético», construyendo en su lugar un edificio destinado a almacén y depósitos municipales.

2.3.  Expansión del casco urbano y consolidación de los núcleos periféricos

Como señalábamos, hasta los años cincuenta la expansión urbana de Barakaldo fue limitada. Durante la década anterior la iniciativa del ayuntamiento promovió la construcción de bloques de viviendas en Bagaza y alrededores (un total de 421). Esta se intensificarí­a después, concentrándose en auténticos barrios en los limites del casco urbano y en las afueras: Beurco (890 viviendas), Zuazo (320), San Vicente (320), Larrea (150) y Cruces (150). Todas ellas respondí­an a idéntica tipologí­a: bloques exentos de menos de seis plantas. En zonas similares, y siguiendo el mismo tipo de edificación, fueron surgiendo también pequeñas agrupaciones de viviendas erigidas a expensas de diversos organismos y empresas como A.H.V., Sefanitro, la Cia. Euskalduna, Unquinesa, el Cí­rculo Burgalés… etc.). Iban configurándose así­ núcleos incipientes de los futuros barrios separados del casco central.

Mediada la década de los cincuenta se produce el «boom» de la inmigración con los consiguientes problemas de insuficiencia de viviendas, saturación, abundancia de realquilados, etc. Es entonces cuando a las iniciativas del ayuntamiento y empresas se suma la de los constructores particulares. Se abre luz verde para el negocio inmobiliario y la especulación. Los nuevos inmuebles se edificaron a expensas de un sinfí­n de caserí­os, de terrenos hasta entonces con una dedicación hortifrutí­cola, y de los primitivos bloques de casas bajas. Las construcciones particulares tienden a agruparse en torno a las calles principales del casco: Avenida de la República Argentina, Paseo de los Fueros y adyacentes.

El casco se extenderá por la colina de San Vicente, escalando igualmente las laderas del monte Róntegui. En el centro se completará el relleno de solares vací­os, y en Lasesarre y Bagaza se producirá una expansión similar, aprovechando zonas antes desocupadas. En general, la construcción se hizo en torno a grandes patios centrales, definidos por la yuxtaposición de varios edificios; sólo en la periferia del casco urbano se erigirán bloques aislados en estos años.

En los nuevos y separados barrios la organización fue diferente. Empresas, ayuntamiento y diversas asociaciones serán los principales promotores de la construcción: A.H.V. y el Centro Gallego en Arteagabeitia; las compañí­as Euskalduna y Orconera en Llano; Euskalduna y el ayuntamiento en Cruces; Sefanitro, A.H.V. e Iberduero, junto con la Caja de Ahorros Vizcaí­na (ésta ya fuera de periodo aunque el proyecto se fechara en 1968) en Retuerto y Beteluri, etc. Serí­an éstos, edificios de 5 a 7 plantas, dispuestos en conjuntos organizados de bloques independientes o yuxtapuestos, pero no ordenados en tomo a grandes patios centrales como ocurrí­a en el casco urbano.

A finales de los años cincuenta comienzan a instalarse los primeros talleres a lo largo de la carretera N-634, en Amézaga, a orillas del Galindo (en Beurco), y en Luchana; en la década siguiente Altos Hornos de Vizcaya establece en Ansio la factorí­a T.B.F., un vasto complejo que frenarí­a la futura expansión urbana de la vega. Estas nuevas zonas industriales, previstas ya en las Ordenanzas de 1956, que más adelante comentaremos, sirvieron para descongestionar el casco urbano de instalaciones molestas, separando en parte la industrias de la vivienda. No ocurrió así­ en Luchana, donde las areas fabriles y residenciales se confundirí­an en un único espacio.

2.4.  Planes municipales y comarcales de Ordenación Urbana

En estas dos décadas el ayuntamiento intentó regularizar la expansión urbana mediante planes municipales de ordenación. El que tiene mayor interés es el primero de ellos -«Ordenanzas de la Construcción de 1956»- por elaborarse en los momentos iniciales del crecimiento. Transcurridos treinta años desde el primer Plan de Urbanización (1925), que abarcaba en una estructura de «ensanche» el área comprendida entre el rí­o Galindo y la rí­a del Nervión, se habí­a cumplido ya la casi totalidad del proyecto en lo que al casco viejo se refiere. Entre una y otra fecha habia visto la luz el Plan Comarcal de Bilbao (1943), que afectarí­a muy directamente al futuro urbaní­stico de nuestro municipio, al designar las vegas del Galindo, por las posibilidades del tipo portuario que ofertaban, como centro preferencial para la ubicación de la industria vizcaina. El plan calculaba que Barakaldo, partiendo entonces con una población de 37.000 habitantes, alcanzarí­a un total de 58.000 en 1960. Pero ya en 1956 se habí­a superado con creces esta cifra (61.104). Una vez más la realidad sobrepasaba la previsión.

Ante la magnitud de este crecimiento demográfico, los fuertes ritmos de ]a actividad constructiva, que se preveí­an aún mayores en décadas sucesivas (no en vano se pasó de 6.899 viviendas en 1937 a un total de 20.671 en 1962), y la obsolescencia de los planes mencionados, el ayuntamiento baracaldés encargó a los arquitectos Pedro Bidagor, Luis Lorenzo Blanc y José Sans Gironella, la confección de un nuevo Plan de Ordenación urbana.

Las Ordenanzas se extendí­an en extenso detallando las caracterí­sticas de viviendas, edificios y calles. Se organizaba el terreno útil en varias zonas de bloques aislados y ciudades-jardin y se reiteraba el carácter de edificación intensiva -en manzana cerrada- para el casco urbano. Tres lí­neas de actuación eran especialmente reseñables:

1. La separación de la vivienda y la industria. Una clasificación según el grado de molestia o peligrosidad potenciales abarcaba desde los talleres artesanales hasta las industries más nocivas. Se exceptuaban las zonas en las que coexistiesen previamente las áreas residenciales y fabriles. Este era el caso de Luchana, Burceña y el valle del Cadagua. Se disponí­an otras en exclusiva para la industria, en Retuerto y en las orillas del Galindo.

  1. La formación de núcleos autónomos separados del casco urbano, tales como Cruces y San Vicente. Se admitirí­a en estos centros secundarios todo tipo de establecimientos comerciales, religiosos, culturales, recreativos, etc.,
  2. Un cierto carácter provisional. La vega de Ansio, destinada a zona de edificación abierta, quedaba en reserva para otros posibles usos. Beteluri quedó como polí­gono edificable, a disposición de la comarca del Gran Bilbao. Una
    disposición final complementaria determinaba la revisión de las Ordenanzas cada cinco años.

Si bien es cierto que las ordenanzas infirieron un cierto grado de organización al desorbitado crecimiento, también lo es que no evitaron la especulación. El siguiente Plan de Ordenación, de 1968, aportó muy pocas novedades.

2.5.  El Plan General de Ordenación Urbana de 1996

El Programa URBAN propone una formulación urbaní­stica para la regeneración de la ciudad que hoy se considera debe mejorar. Tiene su origen en el Movimiento Moderno que a veces no ha tratado bien el patrimonio histórico, pensando que esa era la manera de mejorar la ciudad.

La directriz del futuro se marcó en dos documentos internacionales de 1975 la «Carta Europea del Patrimonio Arquitectónico y la Declaración de Amsterdam que supusieron un aviso contra los errores que pudiera tener la concepción del urbanismo de Movimiento Moderno. Estas declaraciones proclamaron como objetivo prioritario la recuperación de la ciudad europea, considerada en una globalidad en que monumentos y arquitectura son elementos singulares y considerando su adecuada integración en el entorno natural. El patrimonio artí­stico y arquitectónico es una expresión de historia y nos ayuda a entender la importancia del pasado en relación con el presente y constituye un capital de gran valor espiritual, social y económico. Esta manera de entender el patrimonio cultural, se recoge en gran medida en la Ley de Patrimonio Cultural Vasco de 1991.

Barakaldo debe salvaguardar su patrimonio porque es su elemento diferencial que le otorga personalidad propia. Perdido éste, sólo le queda la vivienda masiva y mediocre de las décadas de los 60 y los 70 en barrios mal urbanizados y de nula calidad ambiental. La solución es compleja por la cantidad de necesidades que plantea la actual crisis económica y el necesario establecimiento de prioridades para afrontarla.

Una serie de lí­neas positivas del plan pueden ser:

n  rellenar el inmenso descampado que va a dejar la vega de Ansio con el
desmantelamiento en curso de las antiguas instalaciones de Altos Hornos.

n  una gran avenida cubierta jalonada por establecimientos comerciales y la mayor estación de metro de Euskadi.

n  La estación se integrará en una estación intermodal, donde se van a centralizar también los servicios de autobuses y taxis.

n  El Plan contempla también la construcción de 8 bloques de viviendas, rascacielos, para acomodo de 425 familias. Todo este gigantesco proyecto va a servir para conectar entre sí­ los barrios desperdigados de Barakaldo, el centro urbano con Retuerto y Cruces y amén de proporcionar dos mil empleos directos, va a ofrecer una superficie de zonas verdes cercana a los 125.000 metros cuadrados.

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