El patrimonio minero afronta su presente y futuro
Sentado en una pequeña sala del Museo de la Minería del País Vasco, en el que ha depositado un buen número de ejemplares de su último libro, Patrimonio material e inmaterial de la cuenca minera del hierro, editado por Itsasmuseum, José Ignacio Homobono se revuelve inquieto en su asiento cuando se le pide que valore el papel que han jugado las instituciones vascas en la defensa y promoción del patrimonio minero vasco no solo como parte de la historia sino como oportunidad de futuro. «Hasta ahora se han hecho trabajos importantes pero a pequeña escala», señala José Ignacio Homobono, doctor en Sociología por la UPV y antropólogo social con una dilatada trayectoria investigadora y autor de numerosas publicaciones editoriales. «Este libro no trata sobre la historia de la minería aunque contenga dos capítulos para situar al lector sino del legado patrimonial –material e inmaterial–, que generó la minería y sobre todo del presente y del futuro de esta riqueza», describe Homobono.
El surgimiento del Museo de la Minería del País Vasco, las vías verdes creadas sobre los antiguos trazados ferroviarios del mineral, el renovado horno de calcinación de Ortuella, la casa minera recuperada en La Arboleda, la organización de eventos como la Burdin jaia, o la recreación Pobeña 1890, la competición de barrenadores que sobrevive a duras penas o tradiciones como la romería de La Magdalena en la cueva mina de Urallaga en Galdames son algunos de los elementos que Homobono desgrana en esta obra que también se distribuirá a través del Museo Marítimo y en las principales librerías vascas. «Pero todo ello es un empeño digamos a una escala comarcal. No hay una planificación supra comarcal o incluso de país como en otros países, como Alemania, que han sabido convertir su patrimonio industrial de la cuenca del Ruhr en un gran elemento tractor para el turismo cultural que atrae a visitantes de toda Europa», reseña este barakaldarra en ejercicio a pesar de que su residencia se sitúe en la villa de Lope de Haro.
Área de influencia
Una de las cuestiones importantes del patrimonio minero estriba en que su afección no se queda en las minas de donde se extraía el mineral sino que genera una zona de influencia terrestre del puerto en la ría de Bilbao y en la costa vasca y de Cantabria en el que también existen elementos ligados a la minería como lo tres cargaderos existentes en Barakaldo, el recuperado de El Castillo en Muskiz o el cargadero de Dícido en Ontón (Cantabria), alguno de cuyos elementos están hoy a resguardo en el museo del gallartino.
Para el investigador, la minería ya pertenece al pasado contemporáneo de la economía y de la sociedad vizcaina de la industrialización. «Sin embargo, ha dejado un rico legado patrimonial. A nivel material, tanto de poblaciones como de las instalaciones al servicio de la explotación y transporte del mineral como inmaterial a través de creencias, rituales, fiestas y deportes que aún apuntalan y actualizan la memoria de la identidad minera, además de un paisaje renaturalizado tras el cese de la actividad extractiva», sostiene Homobono.
A su juicio, si la historia ya ha estudiado eficazmente ese pasado del patrimonio material «aunque apenas ha sido objeto de meritorias fichas y catálogos de su actualidad, a cargo de especialistas de otras disciplinas: técnicas, humanísticas y artísticas», corresponde a la socioantropología «estudiar un presente donde la preservación y rehabilitación de elementos patrimoniales estén supeditadas a su puesta en valor con fines recreativos y didácticos, al turismo y a las colecciones museísticas, a la evocación de la memoria y la identidad minera», apunta este investigador socio de Eusko Ikaskuntza.
Tomado de www.deia.eus
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