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El Monasterio de Burceña. Orígenes, fundacón y desarrollo (IV)

El Monasterio de Burceña. Orígenes, fundacón y desarrollo (IV)

asdLA FECHA FUNDACIONAL DEL MONASTERIO. LA HIPÓTESIS DE 1432 Y EL SEGUNDO FERNÁN LÓPEZ DE AYALA

Por otro lado, hasta en tres ocasiones menciona el texto que comentamos las llamadas torres de Luchana, sí­mbolo del poder de los Ayala, otro dato que no encaja con la realidad pues fueron construidas en los años 30 del siglo XV por el segundo Fernan Pérez, nieto del primero, como veremos más adelante.

Desde luego no puede ser la torre construida en 1385, con la ayuda de los Avendaño y otros gamboí­nos, por la esposa de Pero López de Ayala «el canciller» -hijo del primer Fernan Pérez-, doña Leonor de Guzmán, estando su marido preso en Portugal tras la batalla de Aljubarrota.

No es lógico que invirtiera en tan magna obra (las torres de Luchana fueron la mayor fortaleza de Bizkaia) cuando su marido quedó rehén hasta el total pago del rescate (30.000 doblas) por los reyes de Castilla y Francia, familiares y amigos; y lo más factible es que transformara en torre alguno de los palacios (Burceña, Cadalso, Jauregizeta) que tuvo la familia en Barakaldo.

Las verdaderas torres de Luchana se erigieron en torno a los años treinta del siglo XV por el hijo del canciller -el segundo Fernan Pérez de Ayala-, como recordaban en 1500 varios testigos, entre ellos la sexagenaria nieta del primer alcaide, Juan Urtiz de Unsana, y Sancho Martí­nez de Ulibarri: «Que al tiempo que el dicho Fernán Pérez labraba las dichas torres de Luchana que la mujer de dicho Fernán Pérez se quejaba mucho con el dicho Fernán Pérez porque enviaba muchos haberes de dineros a gastar en el dicho valle de Baracaldo, diciéndole que para dónde llevaba o enviaba tanto dinero. E que el dicho Fernán Pérez decí­a que llévolo a gastar en cosa que habréis placer desque (sic) la veáis e que hayáis.» (LUTXANA, 1995:35-36).

Este segundo Fernán Pérez, como señor de la guerra, participó en la toma de Antequera (1410) y arrasó Biarritz, San Juan de Luz y otros lugares (1419) al frente de fuerzas gipuzkoanas y bizkainas integradas por acostados suyos (a su costa o soldada) que acudí­an a ayudarle cuando el monarca lo demandaba y, muchas veces más, a defender los intereses de su casa.

Fue el heredero además, aparte del mayorazgo familiar, inalienable e indivisible, de los bienes libres de su padre el canciller quien, en su testamento (1406), «mando que doña Leonor mi mujer en su vida tenga e posea todo lo de la tierra de Toledo que compramos ella y yo e más Morillas e Quartango e Ameiugo, Valluercanos e las compras de Baracaldo e lo que doña Leonor compró en Salvatierra; pero que ella non lo pueda vender ni enajenar a mis hijos.« (RAH Salazar y Castro, nº 10)

Heredero, por tanto, de este patrimonio no añadido al mayorazgo, Fernán pudo disponer de él, como en efecto hizo, dotando a su esposa e hijas con alguno de los citados lugares. En 1432, repartida ya la herencia paterna, el tercer Pedro López de Ayala y su hermana Constanza permutaron entre sí­ Ameyugo, Tuyo, Valluercanos, etc., pero no lo de Barakaldo. (Ayerbe, 1985: 246 y 255)

El hecho de que las propiedades de Barakaldo no aparezcan en estas permutas realizadas por el tercer Pedro López de Ayala puede significar que su padre, el segundo Fernan Pérez, ya habí­a donado la ermita de Santa Marí­a («que yo obe fecho et edificado para mi devoción«), la casa («que yo fice») y la torre aneja (que levantara su madre doña Leonor) y una porción de monte para la fundación del convento antes de que los dos hermanos permutasen sus propiedades.

Esto nos llevarí­a a remontar la fundación del monasterio hacia el año 1432, con una donación por otra parte cicatera, sobre todo por la ausencia de rentas en especie o dinerarias para la redención y sustento de la comunidad.

El lenguaje reiterativo del texto, acompañado de fórmulas de propiedad y la ignorancia del lugar confundieron (?) a los cronistas mercedarios que acreditaron como espléndida tal donación. Muní­fica la calificó Mañaricua, aunque los frailes debieron comprar varias casas, parcelas de tierra y arbolares de pequeño tamaño y valor para cercar un terreno de huerta y aislar el claustro de las casas particulares inmediatas a lo largo de la centuria siguiente. (Mañaricua, 1956: 300).

El convento sí­ tuvo, en cambio, una importante fuente de ingresos en las gracias espirituales del templo de Santa Marí­a señaladas en la escritura. Fernán Pérez asistió (1417) como embajador de la corona al concilio de Constanza, que puso fin al cisma (1378-1417) de Aviñon. Su labor mediadora en favor de la obediencia castellana a Roma y al Papa Martí­n V le fue agradecida con la concesión de indulgencias para el convento de Kexaa-Quejana y otros favores; en un viaje posterior a Roma (1428) obtuvo el patronato perpetuo del hospital de Vitoria-Gasteiz que habí­a construido a sus expensas.

Estas gracias, «los privillegios et perdonanzas que yo tengo ganadas de los santos papas Apostólicos et de los venerables obispos de Calahorra et la Calzada para todos los que ende se enterraren et hi ende estobieren a oí­r los santos oficios en pro de las ánimas de los fieles cristianos«, posiblemente las hizo extensivas a Burceña.

De esta manera, es más factible pensar que fue este segundo Fernan Pérez el fundador del convento en torno a 1432 y quedarí­an así­ justificados los imperdonables olvidos de su abuelo en el documento y la irregular enajenación de bienes vinculados aunque no la mención al enterramiento en Burceña de Sancho Pérez y «otros de mi casa e linaje» que es el hermano del primer Fernan y no del segundo.

Aun así­ más que una fundación en toda regla parece más un permiso de instalación de un colectivo olvidado muy pronto por los Ayala, al que no legaron cantidad alguna ni manda especial para los cautivos (excepto doña Constanza de Ayala en 1472) en sus últimas voluntades.

Fernán Pérez de Ayala ni siquiera menciona en su testamento de 1439 al convento fundado por él. (Garcí­a de Cortázar, 1979: 138-142) Trato bien distinto dieron a los monasterios de Kexaa-Quejana y Morcuera, monjas de Nájera y hospital de Vitoria-Gsteiz que gozaron de su protección. El primero de los citados, incluso, percibí­a las rentas de las iglesias de Derendaño y Albisuteaga desde 1396 y desde el año siguiente el impuesto sobre el hierro labrado en su ferrerí­a de Urkullu. (Martí­nez, 1975: 151) Pero también es cierto que la presencia de la familia Ayala en Barakaldo acabarí­a poco después, cuando Pero López (1447), previa licencia real, traspasó sus propiedades al condestable de Castilla y conde de Haro.

 

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Actualizado el 13 de febrero de 2023

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