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El Monasterio de Burceña. Orígenes, fundación y desarrollo (III)

El Monasterio de Burceña. Orígenes, fundación y desarrollo (III)

asdLA FECHA FUNDACIONAL DEL MONASTERIO. LA HIPÓTESIS DE 1384 Y EL PRIMER FERNÁN LÓPEZ DE AYALA

Algunas menciones históricas

 Sin embargo, todo parece indicar que el documento no se redactó en 1284. El escritor mercedario Guillermo Vázquez llegó a la conclusión de que los Ayala del texto concordaban con la genealogí­a de esta familia en la segunda mitad del siglo XIV (no con la del siglo XIII como se indica en el documento), por lo que debí­a retrasarse un siglo la fundación (Vázquez, 1923: 175-176). Este extremo parecí­a quedar confirmado con un documento que conservaban los frailes que indica que la donación al monasterio se produjo en 1384 -«de lo que hubo fecho donación al dicho monasterio con otras cosas el conde Hernán Pérez de Ayala ante Juan Urtiz de Unsana escribano a quatro de mayo de mill e trescientos e ochenta e quatro años»-, exhibido por fray Miguel de Alonsotegui en 1569 a las autoridades y testigos presentes para avalar la propiedad de un arbolar que habí­a delante de la puerta de su iglesia.

Sin duda se trata del mismo documento fundacional pero con cien años de diferencia en la data. Este presunto error ha sido achacado a la «omisión inadvertida de una C en la copia que sirvió de arquetipo a las demás», es decir que la copia conservada serí­a una mala transcripción del documento original (circunstancia nada extraña pues en el mismo apeo se muestra otra escritura de 1452 con los mismos términos y protagonistas) pero lo cierto es que esto tampoco puede afirmarse categóricamente pues ninguna de las copias conservadas en la actualidad está datada en números romanos. (Mañaricúa, 1956: 308-309)

Además, muy poco después, en 1574, en un pleito con el cabildo parroquial, los mercedarios aportaron como elemento de prueba un traslado del documento fundacional que de nuevo se databa en 1284 y cuya conservación les permitió hacer valer sus derechos en múltiples ocasiones porque «Quo tempore, traditione comprobatum est, non fuisse adhuc Eclessiam Parrochialem, quae postea erecta est, sub invocatione S. Vicentii de Baracaldo in commoditatem fidelium…» (BN ms 2443-65).

Hemos de recordar que la sesión 25, capí­tulo XIII de julio de 1567 del concilio tridentino habí­a eximido a los conventos de pagar derechos de sepultura si eran anteriores a la parroquia del lugar, anulando las compensaciones (cuarta funeral) exigidas en las Constituciones Sinodales (1410) de Calahorra. Si la humilde ermita Santa Marí­a de Burceña datara de 1384 la exención habrí­a sido discutible, pues la primera mención documentada de la parroquia es de 1322, en la carta-puebla de Portugalete. (Simón, 2001: 37-40). De ahí­ que los mercedarios decidiesen afianzar la fecha de 1284 como la real.

La cuestión sobre la fecha parece que quedó zanjada cuando Andrés de Mañaricúa publicó en 1956 El convento mercedario de Burceña, artí­culo en el que repasaba y depuraba el texto de la citada escritura. A partir del mismo se ha dado por buena la presencia mercedaria en Bizkaia desde 1384. Así­ lo hacen Maite Ibáñez (1994) en Monografí­a de Barakaldo, Pedromari Ojanguren Iralakoa (1998) en Mercedarias de Orozko: Historia del convento «Jesús Marí­a» de Ibarra y, más recientemente, el que fuera párroco de la Natividad de Nuestra Señora, Javier Echevarren Villate (2007), que reproduce í­ntegro el artí­culo de Mañaricúa en Burtzeña-Barakaldo: ayer y hoy sin comentario alguno.

 

El primer Fernan Pérez de Ayala (1305-1385) ¿fundador del monasterio en 1384?

Sin embargo, una lectura más detenida del documento deja al descubierto otras contradicciones con la historia, así­ como con las circunstancias particulares de sus protagonistas, los usos de la época e incluso el sentido común, que nos hacen cuestionar su autenticidad.

Observemos primero lo referente a los miembros de los Ayala mencionados en el documento, «…yo el conde Fernan Perez de Ayala en nombre de Pero Lopez mi fijo legitimo […] et por el alma de Sancho Perez de Ayala mi hermano que esta enterrado en la dicha eglesia (se refiere a Burceña)».

En primera instancia debemos concretar a qué miembros de los Ayala se refiere el texto pues, en aquel tiempo, esta familia honraba a sus progenitores dando a sus hijos el nombre de sus abuelos por lo que, en diferentes épocas, hasta en dos ocasiones, un Fernán Pérez llama a su hijo Pero López.

Pero López de Ayala – Sancha Fernández Barroso

(1385) Fernán Pérez de Ayala – Elvira ílvarez de Cevallos

(l407) Pero López de Ayala – Leonor Núñez de Guzmán

(l439) Fernán Pérez de Ayala – Marí­a Sarmiento

*         Pedro López de Ayala – Marí­a de Velasco *Este Pedro López de Ayala contrajo matrimonio en dos ocasiones, en ambas sin descendencia. En 1457 renuncia al mayorazgo y nombra sucesor a su sobrino e hijo adoptivo el mariscal Garcí­a López de Ayala, hijo de Marí­a de Ayala y Pedro Garcí­a de Herrera.

En primera instancia debemos deshechar la fecha de 1284 como correcta pues ningún Fernan Pérez de Ayala padre de Pero López existe en el siglo XIII. La siguiente fecha probable serí­a, por tanto, 1384 pues el primer Fernan Pérez de Ayala muere en 1385 pero aquí­ también existen incorrecciones e incongruencias.

En el supuesto de que el donante hubiera sido este primer Fernán Pérez de Ayala (1305-1385), la carta recoge su deseo de que los religiosos rueguen por el alma de sus padres y hermano Sancho Pérez, quien en disputa con otras ramas familiares le habí­a precedido como señor de Ayala y Salcedo. En razón del enfrentamiento entre la casa de Ayala y la de Salcedo, en 1337, los salcedanos tendieron una celada a Sancho que «corrió con su caballo fasta cerca de Nuestra Señora de Respaldiza, onde malamente le mataron». Situada en el corazón del valle de Ayala, en esta iglesia hubo dos sepulcros que, según la tradición, contení­an los restos incorruptos de los fundadores del linaje. Muy cerca están Kexaa-Quejana y su convento, donde él mismo y otros familiares serán inhumados. ¿Por qué trasladar los restos de su hermano a Burceña, a una iglesia aún no construida? (Luengas, 1978: 61-63).

Además no es si no doce años después de esta muerte cuando algunas fuentes sitúan a Fernán Pérez de Ayala en Barakaldo o al menos así­ se deduce de la presunta venta que en el sitio de Gibraltar (1349) le hizo la favorita de Alfonso XI de varios lugares: «vendo vos mas la casa fuerte de Horosco con la justicia y señorí­o de dicho valle de Horosco segund que io he y lo poseo. E la casa fuerte de Oquendo, e la casa fuerte de Marquina e el Palacio de Derendano que es en Ayala con los labradores poblados e por poblar, e el palacio de Burgena que es en Varacaldo...».

Aun así­ es posible que este último documento simplemente pretenda ocultar el verdadero origen de su propiedad pues las compras impedí­an la temida reversión de los mayorazgos fundados sobre mercedes reales que suscitó hasta 1390 una cláusula del testamento de Enrique II (23-III-1374) y ocultaban lo recibido de Pedro I el Cruel (1350-1369) para quien Fernán Pérez «ganó las Encartaciones y tomó el castillo de Arangua.«

Pagado «muy malamente» por el legí­timo soberano Pedro I, Fernán Pérez de Ayala tomó en 1366 las armas «del buen rey don Enrique» en la guerra civil que ambos personajes libraron entre 1366 y 1369, quien le compensarí­a largamente tras su victoria en la contienda. (Contreras, 1950: 57-58)

En plena guerra fraticida, al ser recibido como rey y coronado por la ciudad de Burgos (1367), el futuro Enrique II (1369-79) habí­a prometido anular los privilegios concedidos por su hermanastro, «e que los que los tovieren vengan a nos e nos fazerles hemos merced». De la liberalidad del nuevo monarca se beneficiaron los Ayala que, aunque sólo hubieran «comprado» el palacio de Burceña, dispusieron durante años de los derechos señoriales, diezmos, labradores censuarios, justicia civil y criminal que poseí­a don Tello cinco años atrás.

A pesar de ello, no existen menciones a que el monasterio se fundase en este momento. Pensemos que Pero López de Ayala «el Canciller» (oficio que llevaba aparejado escribir la historia del reinado), hijo de este primer Fernan Pérez, no menciona entre los méritos de su padre haber fundado Burceña (Contreras, 1950: 142-143) y lo cierto es que Fernán Pérez habí­a heredado un territorio escaso, aunque se le atribuya un patrimonio más amplio del señalado en su testamento y reconocido en la historia genealógica de su hijo.

Otro hecho pone en duda que fuese este Fernán Pérez el fundador del monasterio. Afectado por la muerte de doña Elvira de Cevallos, madre de sus once hijos, fundó mayorazgo (1372), redactó testamento (1373), dotó el monasterio de dominicas en Kexaa-Quejana (1374) para finalmente ingresar como lego en el convento de dominicos de Vitoria-Gasteiz en 1375, en cuyo seno morirí­a diez años después.

Este hecho es relevante, pues al tomar hábito en 1375, habí­a renunciado a su condición civil (Primera Partida, Tit.7), siendo considerado a todos los efectos como si hubiera fallecido; gozaba de un nuevo estado (eclesiástico) nombrándosele desde entonces fraile, frai o frey, tí­tulo que precede a su nombre en los documentos en que intervino menos, curiosamente, en la presunta donación a Burceña, y así­ le llaman Enrique II y su propio hijo, el canciller, en la confirmación (6-7-1375) del mayorazgo. (Contreras, 1950: 69-70).

Además, en consonancia con su estado religioso, antes de profesar y hacer votos de obediencia, castidad y pobreza, debí­a renunciar sus bienes, pero en la escritura de donación (hecha presuntamente nueve años después de haber tomado los hábitos si aceptamos la fecha de 1384) afirma que Pero López es «mi fixo lexí­timo et heredero de mi estado«.

Más contradictorio aún resulta que, dominico desde hací­a nueve años, dotara a los mercedarios «por la gran voluntad et devoción que yo he a la dicha orden de Santa Marí­a«. Además lo hací­a con bienes raí­ces vinculados, enajenación contraria a las leyes del reino si el mayorazgo fuera auténtico. Este régimen especial de propiedad pretendí­a impedir la disgregación del patrimonio nobiliario, por lo cual el titular disponí­a de la renta pero no de los bienes que la producí­an. (Clavero, 1989: 21)

Desde luego tan buen cristiano y amante esposo, para quien el más allá constituí­a parte esencial de la existencia, no deberí­a haber olvidado pedir en la carta fundacional de Burceña sufragios por el alma de su mujer y seis de sus hijos fallecidos, algo que no hace y que sí­ es tenido en cuenta, en cambio, en la fundación de Kexaa-Quejana, contraviniendo las costumbres de su tiempo, más si el otorgante es religioso. (Contreras, 1950: 62)

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Actualizado el 25 de junio de 2024

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