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Los Altos Hornos y la Industria Siderúrgica

Los Altos Hornos y la Industria Siderúrgica

el-carmenDe más de  treinta Ferrerí­as Vizcaí­nas tenemos alguna noticia, pero no su historial completo, ni datos para reconstituirlo. Entre esas Ferrerí­as figuran, la de Iráuregui, convertida más tarde en fábrica de hilados, situada en jurisdicción de Baracaldo, y la de Aldanondo, en Alonsótegui, que en 1878 aportó su propietario don José Barra, a la Sociedad denominada «Nuestra Señora de Guadalupe», Ferrerí­as ambas de la zona baracaldesa, mas, su preexistencia no puede bastar a informarnos de lo que pudo ser la vega en tiempo remoto, con rela­ción a la tí­pica y tradicional industria vascongada.

Carentes de fuentes de conocimiento copiosas y exactas, para historiar sintética o ampliamente el desenvolvimiento industrial de Baracaldo, tenemos que partir de la creación de una factorí­a emplazada en lugar no distante de los lí­mites de Vizcaya, pero fuera de su jurisdicción; la que en 1847 fundó la Sociedad «Ibarra, Mier y Cí­a.» para explotar un alto-horno en Guriezo, provincia de Santander, partido judicial de Castro Urdiales.

No deja de ser curioso que sea el primer ante­cedente de la gran industria siderúrgica de nuestra provincia, tal explotación primigenia, ubicada en terreno bañado por el rí­o Agí¼era, pero como la iniciativa y el capital fueron vizcaí­nos, hay que ver en este antecedente un presagio del explayo indus­trial y económico del capitalismo vizcaí­no que ha sabido alumbrar fuentes de riqueza v trabajo en todo el ámbito nacional.

La Sociedad «Ibarra, Mier y Cia.» de la que fueron fundadores, don José Antonio de la Mier, don Nicolás Marí­a de Llano, don José de Echévarri y don José Antonio de Ibarra y de los Santos, fue escriturada en 1827, y tras de algunas vicisitudes y prórrogas, modificada en 1846.

Explotadora de las Minas de Somorrostro, enta­bló relaciones comerciales con los Ibarra, de Bilbao, y con la familia Vilallonga, de Cataluña, que empleaba aquel mineral en su fábrica de hierro del sistema de forjas catalanas denominada «La Cata­lana», y esas relaciones comerciales constituyeron el germen de la poderosa industria siderúrgica de nuestra provincia de la cual ha sido, y continúa siendo fundamento cardinal, la Sociedad «Altos Hornos de Vizcaya».

En Guriezo fundaron los Ibarra la «Fábrica de Hierro de Nuestra Señora de la Merced» por escri­tura pública otorgada en 1845, fábrica que estaba dotada de un horno alto que trabajaba con carbón vegetal y vientos frí­os y estaba dotada de cinco hornos pare pudelar y recalentar, y de tres trenes pequeños de laminación

En I854, a raí­z del fallecimiento de don José Antonio de la Mier, se constituyó la Sociedad «Ibarra, Hermanos y Compañí­a», y en 27 de enero de 1860, una Sociedad comanditaria «Ibarra y Compañí­a» que fue, la que vendió la «Fábrica de Nuestra Señora de la Merced», de Guriezo, a la Sociedad «Altos Hornos y Fábricas de Hierro y Acero de Bilbao».

Tras estas primeras iniciativas, vino la de crear ya en Vizcaya el núcleo fabril que habí­a de ser el principal fundamento de ja industria siderúrgica de nuestra provincia, la «Fábrica de Nuestra Señora del Carmen», que los Ibarra, con certera orientación y concienzudo estudio de emplazamiento y posibi­lidades comerciales, construyeron en la confluencia del rí­o Galindo con la rí­a de Bilbao, a ocho kilóme­tros de la Villa, en el lugar denominado «El De­sierto», del cual me he ocupado anteriormente.

Allí­, al pie del cenobio, existieron antiguamente un puntal y desembarcadero próximo a un islote llamado San Nicolás de Ugarte, destinado a carga­dero de venas.

Desde que los activos promotores vizcaí­nos de­cidieron establecer la fabricación del hierro proce­dente de las minas de Somorrostro, con arreglo a las innovaciones técnicas del primer tercio del siglo XIX, el principal problema que tuvieron que resol­ver fué el del abastecimiento de carbón mineral, puesto que a la producción proyectada no bastaba ya el carbón vegetal con que se alimentaban las viejas Ferrerí­as.

Afortunadamente la rí­a bilbaí­na y los pequeños puertos del litoral vasco~ montañés, constituí­an ba­ses de aprovisionamiento inmejorables, y sobre ellas desarrollaron unos v otros fundadores, los de Guriezo y Baracaldo, una prolí­fica labor, a la que no fue ajena una acertada polí­tica proteccionista, y se establecieron las lí­neas de transporte marí­timo necesarias, singularmente después de la fundación de la Fábrica de Nuestra Señora del Carmen, a la que abastecieron los barcos de tina flotilla que car­gaba en puertos de Asturias. Estas pequeñas naves carboneras se denominaban con el nombre genéri­co de Ibarra, y la numeración correspondiente a cada una, y fueron sustituidas por bergantines de más porte.

Con ellos quedó proyectada en un futuro más o menos lejano, la creación de la flota de la Sociedad Altos Hornos de Vizcaya, cuyas primeras unidades fueron adquiridas en 1916; aquellos cinco buques denominados «José Vilallonga», «Jaime Girona», «Faustino R. San Pedro», «Marqués de Urquijo» y «Ví­ctor Chávarri».

En los pertenecidos de la finca de recreo cono­cida con la designación de «La Punta», adquirida por don Juan Marí­a de Ibarra y Gutiérrez de Caviedes, en 1855 se instaló la «Fábrica de Nuestra Señora del Carmen», que trabajó intensamente desde su puesta en marcha, produciendo hierro dulce de gran calidad, obteniendo la Medalla de oro de la Exposición de Parí­s en 1855, primer galardón de los muchos que ha llegado a ostentar la industria siderúrgica vizcaí­na.

Llegó a poseer la primitiva Fábrica de Baracaldo hasta ocho hornos del sistema Chenot, pero como este procedimiento resultara costoso, los Ibarra implantaron el pudelaje de hierro, método del me­talúrgico inglés Cort, que consistí­a en lograr cola­das de hierro dulce, quemando parte de su carbo­nato en hornos de reverbero.

Después de la construcción del ferrocarril mine­ro de la Orconera, hubo de ser ampliada la Fábrica por terrenos ganados a la rí­a, y se fueron perfec­cionando los procedimientos de fabricación, introduciéndose los del ingeniero Enrique Bessemer­ que implicaban toda una revolución en la siderurgia. La Sociedad «Altos Hornos y Fábricas de Hierro y Acero de Bilbao», fue fundada en 2 de diciembre de 1882, y esta nueva entidad, impuesta por la necesidad de robustecer financieramente a la in­dustria que ya era el punto de partida, para elevar a grados de poderí­o insospechado la economí­a vizcaí­na y una de las aportaciones más importantes para el desenvolvimiento y prosperidad de la eco­nomí­a nacional, adquirió las fábricas de hierro «Carmen», de Bsracaldo, y «Merced», de Guriezo. El capital de la nueva Sociedad era de doce millones quinientas mil pesetas, en acciones, po­niéndose al mismo tiempo en circulación otros doce millones quinientas mil pesetas en obligaciones; y el Activo fundacional lo constituí­an, además de las Fábricas «Carmen» y «Merced», y los molinos «Mingolea» y Retuerto», adquiridos con la prime­ra, las seis minas llamadas «San Juan», «San José», «Porvenir», «Casualidad», «Primavera» e «Industria»; los terrenos ganados a la rí­a del Nervión y al rí­o Galindo; el aprovechamiento de las aguas de «Mingolea» y Regato, con la servidumbre de acue­ducto para llevarlas a la Fábrica de Baracaldo, y los derechos concedidos por R. O. de G de mayo de 1882, para sanear la pequeña dársena de Portu en el barrio del Desierto.

Además, constituyeron importantí­simas aporta­ciones las siguientes cesiones de suministro de mineral de hierro: el de la Compañí­a «Orconera», sobre el cual se habí­a establecido contrato en 1º de julio de 1873, y que fue cedido por los señores don Juan Marí­a, don Gabriel Marí­a de Ibarra y don Cosme de Zubirí­a; y el de la Sociedad «Franco­Belga de las Minas de Somorrostro», contrato ce­dido a la nueva Sociedad por los señores «Ibarra Hermanos y Compañí­a».

Fué encomendado el estudio de las nuevas instalaciones de la Fábrica de Baracaldo al inge­niero inglés Windsor Richard, quien realizó sus trabajos rápidamente, produciéndose el primer lin­gote de acero Bessemer el 8 de octubre de 1885. La propugnación y defensa de una polí­tica pro­teccionista y el desarrollo de una eficiente labor social en pro del mejoramiento moral y material de sus productores, preocuparon a los dirigentes de la Empresa desde los dí­as fundacionales.

En el año I 882, que puede ser considerado el más memorable de la época en que el í­mpetu creador bilbaí­no se manifestó más fecundo y eficiente que nunca, se constituyó también la Com­pañí­a Anónima «Vizcaya,>, que implantó sus insta­laciones en Sestao, para dedicarlas, como las de Baracaldo, a la fabricación de hierro y acero, en todos sus ramos.

La creación de «La Vizcaya» tuvo además, para la industria vizcaí­na y para la economí­a nacional, trascendencia extraordinaria, porque por ella, apareció situado en el primer plano de la vida social y polí­tica de España un hombre de asombrosa valí­a, figura cumbre de la historia de nuestra provincia, inteligente, culto, dinámico, valeroso y audaz como ninguno de los propulsores industriales de su tiem­po, cerebro potente y generoso corazón, carácter enterizo, un verdadero mágico prodigioso que, en menos de veinte años (falleció repentinamente a los 45 años de su edad), alumbró fuentes de rique­za inagotables, puesto que todaví­a perduran, flu­yendo abundantemente; ese hombre excepcional se llamaba don Ví­ctor Chávarri y Salazar.

Alma y vida de la nueva factorí­a siderúrgica, en la que, desde su creación, ejerció los cargos de Secretario v Gerente, impulsó con brí­o inusitado la actividad de todas las Empresas en las que por sus propios méritos ocupó posiciones privilegiadas, y supo encauzar la polí­tica arancelaria nacional hacia un proteccionismo necesario para que las creaciones industriales vizcaí­nas entonces en flor, dieran, como dieron, óptimas cosechas, en solos tres lustros de iniciativas v trabajos que revolucionaron por completo la vida de Vizcaya y dieron s la Na­ción perspectivas de esplendor insospechadas.

Falleció don Ví­ctor en el año 1900, y el 26 de junio del año siguiente, la «Vizcaya», fusionándose con «Altos Hornos y Fábricas de Hierro y Acero de Bilbao», y con la «Iberia», constituyeron la Sociedad «Altos Hornos de Vizcaya».

La Compañí­a «Iberia» se habí­a constituido en 1890, al transformarse en Sociedad Anónima una Compañí­a regular ordinaria colectiva denominada «Goitia y Cí­a.» que instalara una fábrica de hojalata en terrenos de Sestao en 1888, y de la que fueron socios colectivos don Federico y don José de Eche­varrí­a y Rotaeche, don Francisco Goitia y Ostolaza y don Cosme Palacio y Bermejillo. Su capital social era de dos millones quinientas mil pesetas.

Fusionadas las tres Empresas, comenzó a tra­bajar con intensidad y ambiciosos planes «Altos Hornos de Vizcaya», que en sus cincuenta años de existencia ha sido, y no dejará de ser nunca, uno de los máximos exponentes de la economí­a indus­trial española.

Hacer historia detallada de sus vicisitudes, de su evolución, del desarrollo progresivo de sus mag­ní­ficas instalaciones y de su producción, rebasarí­a los lí­mites de este ensayo, y serí­a además ocioso el intentarlo, puesto que en el libro publicado por la Sociedad al celebrarse en 1952, el cincuente­nario de su vida social puede decirse que quedó agotado el tema; y a ese libro hay que añadir, como fuente de información técnica, la Monografí­a que se publicó en 1909.

En ella se detallaban las instalaciones de los convertidores de acero «Bessemer» de la fábrica de Baracaldo; los hornos de recalentar sistema Bockum; el Bloming o desbastador; las calderas de tipo Lancashire; la Central Eléctrica; las bombas hidráulicas; central de vapor; talleres de forja, fun­dición, caldererí­a, reparación, etc.; instalaciones de la fábrica de Sestao; departamentos de laminación y sección de movimiento, y las de la fábrica de hojalata.

Todas estas instalaciones que podemos estimar ya primitivas han sido renovadas, ampliadas y perfeccionadas en el curso del tiempo y siempre teniendo en cuenta, y adaptando a ellas, «˜as noví­­simas creaciones de la industria siderúrgica europea y americana.

Como gestores de 1a gran factorí­a vizcaí­na se destacaron hombres excepcionales a los cuales tanto deben Biibao y Vizcaya: don Pablo Aizola y Mí­nondo; don Benigno y don Félix de Chávarri y Salazar; don Federico de Echevarrí­a Rotaeche; don Juan Tomás Gandarias; don Fernando Ibarra y de la Revilla; don José Marí­a de Chávarri; el Marqués de Urquijo; el Conde de Vilallonga; el Conde de Zubirí­a y cuantos con los mencionados, compartie­ron los trabajos administrativos y técnicos que fra­guaron el poderí­o y esplendor de la Sociedad.

En la vida de la Sociedad «Altos Hornos de Vizcaya», tan influenciada por las vicisitudes nacionales, los episodios más sobresalientes han coincidido con aquellas páginas de nuestra historia contemporánea de más recordación por sucesos fastos o nefastos y con aquellos acontecimientos internacionales cuyas «salpicaduras» alcanzaron a nuestro paí­s.

Así­, se puede señalar corno momento de crisis y al par de renovación, la guerra europea de 1914. La falta de primeras materias estuvo a punto de paralizar ¡os trabajos, pero salvadas las dificultades, las mismas necesidades de la guerra hicieron que se prestase atención preferente a la fabricación de aceros especiales con destino a la defensa nacional, y a la instalación en Sestao de un gran taller de forja para obtener grandes masas de acero, de hasta sesenta toneladas de peso, singularmente cañones y piezas de montaje de los mismos.

Por el incremento de fletes y falta de tonelaje en el mercado, la Sociedad, adquirió los cinco buques de su primera flota, que anteriormente he mencionado.

A causa de la interrupción del tráfico marí­timo con Estados Unidos y de las restricciones impues­tas a los carbones importados de Inglaterra, disminuyó considerablemente el suministro de carbón a la factorí­a, y para paliar la penuria, se adquirió la mayorí­a de las acciones de «Hulleras del Turón», cuyos carbones son muy apropiados para la fabri­cación de cock, y las disponibilidades con que pudo contar hicieron que la producción de cock aumen­tase en poco tiempo considerablemente.

El incremento progresivo dé la producción y las nuevas instalaciones revalorizaron el Activo de la Sociedad, y en 19I8 fue elevado el capital social a cien millones de pesetas. En 1920 fueron ad­quiridas las acciones de las factorí­as «San Francis­co del Desierto» y «Astilleros del Nervión».

Repercutieron intensamente en «Altos Hornos de Vizcaya» los anárquicos desmanes que entene­brecieron y ensangrentaron a España desde 191 8 hasta 1925, y la criminal acción de los elementos subversivos culminó en el vil asesinato del compe­tente v laborioso Jefe Administrativo de la Sociedad don Manuel Gómez Canales, que habí­a realizado una gestión ejemplar en todos los órdenes de acti­vidad de la Empresa.

La crisis en el mercado de hierro y acero que se produjo a la terminación de la guerra europea y que tuvo su perí­odo más grave entre los años 1921 y 1923, fue salvada tras grandes esfuerzos, y en los dí­as de paz y bienandanza de la Dictadura, «Altos Hornos de Vizcaya» acertó a dar gran ex­pansión a sus negocios por medio de Sociedades Filiales.

En 5 de julio de 1921 fueron adquiridos el ferrocarril, minas, fincas y terrenos de la Compañí­a Inglesa «Luchana Mining», y el 9 de febrero de 1929 se firmó la escritura de adquisición de las fábricas «Bur Boulton Haywood» y «Bilbaí­na de Maderas y Alquitranes». En ese mismo año 1929, por iniciativa del señor Merello, que vení­a rigiendo administrativamente la Sociedad desde la muerte de don Manuel Gómez, propuso la adquisición de la «Compañí­a Minera DICIDO», y por la polí­tica de creación de filiales, de las cuales cuenta en la actualidad con más de treinta, «Altos Hornos de Vizcaya» ha podido sistematizar y aumentar su mercado.

Vinieron los dí­as angustiosos de los años de 193 1 a 1936, que lo fueron en grado sumo para toda la economí­a nacional, y singularmente para la industria siderúrgica vizcaí­na. En esa época de triste recordación, la crisis por que atravesó «Altos Hornos de Vizcaya» fue tan grave, que, según los datos de las Memorias sociales, el pedido para ma­terial de ferrocarriles en todo el año 1932 no re­basó la cifra de 8.500 toneladas, que era el corres­pondiente a las necesidades de un mes en épocas normales.

Durante los meses del invierno de 1936 a 1937, hasta que el Ejército Nacional entró en Bilbao, las fábricas de Baracaldo y Sestao llegaron al paro absoluto, mas a raí­z de la liberación de la Villa, el panorama varió por completo; las pers­pectivas para la Empresa empezaron a ser halagí¼e­ñas y se abrió para ella una época de afianzamiento y expansión que perdura todaví­a, con fundadas esperanzas de que sea superada en lo futuro, aun­que, naturalmente, se reflejen de cuando en vez en su producción las oscilaciones que sufra el mercado nacional y las fluctuaciones del extranjero.

De esta última época en la que el ritmo de producción de la Empresa, aunque en general progresivo, se ha visto a veces retardado a causa, singularmente, de la escasez de carbón o de irre­gularidades en su suministro, son acontecimientos capitales de la vida social, la constitución en 26 de septiembre de 1941 de la «Sociedad Española de Fabricación Nitrogenada» (Sefanitro), industria que fue declarada de interés nacional aquel mismo año, la absorción de la «Siderúrgica del Mediterrá­neo», la construcción del «Salto del Zadorra», la puesta en marcha del nuevo pantano del Regato, y la adquisición de las acciones de «Orconera Iron Ore».

Escrito por E. Calle Iturrino

6 Comentarios

  1. Eugenia VILALLONGA

    Una «pequeña correccion» de gran a formar parte del grupo deimportancia:
    El apellido de los catalanes cofundadores de AHV no es ViLLaLonga, sino ViLaLLonga. Primero «L», después «LL». Se trata de dos apellidos distintos.
    Si pudiera usted corregirlo seria estupendo y daria mas la impresion de estar usted bien informado del tema y de ser mas fiable la informacion que aporta.
    Atentamente,
    Eugenia Vilallonga

  2. Eugenia VILALLONGA

    No sé qué ha pasado con mi mensaje anterior que aparece totalmente desordenado.
    Espero que se entienda a pesar de todo.
    Un cordial saludo,
    Eugenia V

  3. Ezagutu Barakaldo

    Muchas gracias. La verdad es que, en nuestro entorno, se confunde con frecuencia. Acabo de corregirlo.

  4. Yo es una pregunta

    Ruego a uds: que sí­ tienen alguna información…. De la ferrerí­a o alto horno , que existí­a a en el lugar que actualmente está que esta el museo gracias. M Pilar.

  5. Paco Miguez

    Yo fui radiotelegrafista en el José de Villonga en el año 1.968.
    Un saludo

  6. Paco Miguez

    Por error en la ortografí­a «José Vilallonga».

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