Ordenanzas de 1614 (II)
Las referencias a los robos son muy importantes en las Ordenanzas. En diversos artículos se habla de apropiaciones de tierras (porque muchas eran del común), de forrajes para el ganado y de pastos (los vecinos de Somorrostro debían ser aficionados a ello), de juncos (sólo se permitía en determinada época), de leña (muy importante porque no sólo se utilizaba para las casas sino, sobre todo, para las ferrerías) y de alimentos (aquí se citan manzanas, uvas, castañas, higos, hortalizas, carneros, cabritos, gallinas y lechones). Para evitar esto se dice que todos los vecinos deben tener para su consumo una huerta de berzas, puerros y otras hortalizas.
El tema de la salud también preocupa a los vecinos de Barakaldo. Además del cuidado de las fuentes (pocas y de mala calidad) deben cuidarse de los lobos (asistir a las batidas y no tener en casa lobeznos) y de una enfermedad del ganado llamada de Punson a la que únicamente se combate matando, quemando y enterrando a los animales inmediatamente.
El sentido religioso del momento se refleja de muchas formas: el mismo nombre de anteiglesia, el espacio donde toman posesión las autoridades (en el pórtico). Las Ordenanzas nos hablan, además, de la obligación de oír misa todos los Domingos y Festivos (deben asistir los mayores de catorce años); lo mismo de asistir a las procesiones (cada casa debe enviar, al menos, a un mayor de doce años) y la prohibición de trabajar en los días de fiesta.
Las multas por el no cumplimiento son abundantes y muy concretas: las más normales son pecuniarias (204, 408 o 612 maravedíes) siendo la más frecuente la de 408 que equivalía a un poco más del jornal de dos días. La de mil maravedíes era algo muy extraordinario. Algunas multas eran en especie (perder el vino, la leña cortada, quedarse sin ganado que ha entrado en los montes, perder el pan que no tenga el peso…) o privarle del ejercicio del oficio que tenía. El dinero de las multas, normalmente, se dividía en tres partes: una para reparar caminos, otra para el denunciante y, una tercera, para el justicia. En algunos casos (relacionados con la religiosidad) toda la multa va para la Iglesia de San Vicente.
Mitxel Olabuenaga
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