El transporte de mineral (III)
Son ferrocarriles de gran pendiente sobre los que circulan vagones arrastrados por un cable o cadena. La inclinación varía desde el 5% al 80%. La mayoría eran automotores, es decir, el descenso de los vagones cargados hace subir los vagones vacíos. Para ello se precisa disponer de doble vía o de un desvío central. En la cabeza del plano el cable se arrolla en tambores de gran diámetro (para preservar el deterioro del cable), apoyados en machones de mampostería. En ocasiones también se utilizan poleas en lugar de tambores.
El sistema de frenos consiste en cintas metálicas arrolladas al tambor que se oprimen más o menos para efectuar el descenso con la regularidad deseada. Los sistemas que gozaron de mayor favor fueron los de cable continuo y los de cadena flotante.
El sistema de cable fue el más empleado. Consiste en un cable tractor que pasa por debajo de la vagoneta a la que se engancha por medio de una horquilla o mordaza. El cable ha de guiarse mediante rodillos colocados en la entrevía para posibilitar los cambios de pendiente e impedir que el cable se arrastre por el suelo y se deteriore. En las secciones en curva los rodillos se deben colocar más próximos para que el cable guarde la dirección del tendido. Los rodillos van encajados sobre cuadros de fundición con cojinetes bien engrasados a fin de que giren movidos por el cable. En este sistema la unidad de transporte es el tren de varias vagonetas que guardan una pequeña distancia entre sí.
En el sistema de cadena flotante la tracción va por encima de la vagoneta que se engancha a los eslabones de la cadena. Este sistema se presta mal para las pendientes en curva. La alternativa consiste en utilizar secciones independientes que se unen en ángulos con estaciones intermedias, pudiendo establecer bifurcaciones donde convenga o bien empalmar otras líneas. Los enlaces de las vagonetas entre dos secciones se establecen en las estaciones intermedias con vías de poca pendiente, a lo largo de las cuales las vagonetas, abandonadas momentáneamente por la cadena, se mueven por efecto de la gravedad y van a colocarse debajo de la cadena de la siguiente sección. Para ello las estaciones-ángulo disponen de un eje con dos poleas, una para cada sección de cadena.
La velocidad de la cadena es de 1 mt/sg -inferior a la del cable- pero permite mayor seguridad en los cambios de pendiente al poder variar entre limites muy amplios la potencia de la instalación, bastando acercar más o menos entre si las vagonetas. Normalmente la distancia entre vagonetas es de unos 20 m.
El Plano General de Orconera fue el más notable de los planos inclinados de cable continuo. Inaugurado en 1880 con el propósito de bajar el mineral de las minas de la compañía en Matamoros hasta la estación de Orconera en el barranco de Granada.
Entre las cadenas flotantes destaca la conocida como cadenilla que explotaba la Compañía Minera Urallaga y La Magdalena. Partía de las minas de Saúco terminando en el kilómetro 11 del ferrocarril de Galdames. La distancia cubierta de 3.700 m. le hacia el más largo de los planos inclinados de Vizcaya. También automotor con pendientes que llegan al 40%, y 454 m. de desnivel entre cabeza y pie del plano. Tenía seis estaciones intermedias con frenos y reguladores de paletas atendidos por un guarda frenos y otra persona para las maniobras. Además, las estaciones de partida y llegada disponían de un jefe, un maquinista y obreros que realizaban las operaciones de carga y descarga.
Actualmente es parcialmente distinguible el trazado e instalaciones de cabecera y pie del plano inclinado, así como algunas de sus estaciones intermedias, aunque en estado ruinoso.
Otro plano, reseñable por su fuerte pendiente, fue el de San Fermín. Este plano tenía una longitud de 150 m. con un 80% de inclinación, doble vía y plataforma de hierro de 3.200 kgs, donde se colocaban los vagones horizontalmente para evitar el vertido del mineral (Clemencin-Buitrago, 1900: 20). En el área que nos ocupa, fue el único plano inclinado con estas características. Unía la zona de El Campillo, donde se encontraba la mina San Fermín, con el ferrocarril de Galdames en el barrio de Los Castaños, lugar donde aún puede apreciarse la huella dejada por la caja del plano.
2.1. El Funicular de La Reineta
Fue inaugurado el 15 de septiembre de 1926. Su construcción obedece a la necesidad de comunicar la zona montañosa minera con el valle. Desde principios de siglo existía una carretera de 8 km que unía ambas zonas pero que obligaba a hombres y mercancías a invertir hora y media de ascensión.
Seria Jaime Orue Olavarría, quien pensó que la solución definitiva era la instalación de un funicular que redujera a diez minutos el tiempo de acceso. En 1919 cedió a la Diputación sus derechos de concesionario y en 1920 se aprobó el proyecto con un presupuesto de 1.544.121 pts. La firma suiza Fonderie de Berne instala la maquinaria, vía cable y material móvil bajo la supervisión del ingeniero de la Diputación Francisco Guinea (De la Puente, 1953:43).
El funicular inicia la ascensión en La Escontrilla (Valle de Trápaga) y termina en el barrio de La Reineta. Recorre una distancia de 1198 m., incluidos los 100 m. del cruce de vías, siendo las pendientes máximas de media de 35,9 y 25,1. Existe un desnivel de 340 m. entre estaciones de partida y llegada. La vía tiene un ancho de 1,20 m., traviesas metálicas insertas en balasto de hormigón y un trazado que dispone de dos viaductos para evitar la carretera foral entre el Valle de Trápaga y La Arboleda.
Técnicamente el funicular es comparable a cualquier plano inclinado automotor de cable continuo como los que se utilizaron para el transporte de mineral. No obstante, las medidas de seguridad y comodidad están más desarrolladas. Tres tipos de frenos -hidráulico, automático y de mano- además de un sistema reductor han de evitar deslizamientos o exceso de velocidad de los coches. Las cajas de los dos vehículos de viajeros son desmontables lo que permite que en las plataformas puedan subir automóviles o mercancías en general. Estos a su vez conservan una posición horizontal necesaria para asegurar la comodidad de los viajeros.
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