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RECORRIDO HISTÓRICO 42: una Cooperativa singular: BIDEONERA

RECORRIDO HISTÓRICO 42: una Cooperativa singular: BIDEONERA

La precaria situación del proletariado industrial motivada por el abuso de los empresarios en lograr pingües beneficios y las cíclicas crisis económicas motivó la aparición no sólo del movimiento obrero (demandante de mejoras salariales, horarias…) sino del cooperativismo. No estuvo exenta la anteiglesia de esta realidad y, por ello, sin ser pionera, sí estableció una red de solidaridad propiciada tanto por los empresarios (con finalidades difusas) como por la Iglesia Católica y los propios trabajadores. Nacen así las cooperativas de servicios. Una de ellas, quizá la más significativa en Barakaldo, fue BIDE ONERA. A ella dedicamos este recorrido con las anotaciones, en lo fundamental, recogidas de www.fecoe.org. Las referencias son nuestras.

1.- Nacimiento y primeros pasos

En el año 1920, Barakaldo era una población de 27.000 habitantes que había vivido un espectacular despegue tras la puesta en funcionamiento en la zona de los Altos Hornos de Vizcaya. En poco más de 25 años, Barakaldo había pasado de ser una pequeña aldea de campesinos y pescadores a finales del XIX, a convertirse en uno de los principales centros de producción industrial de todo el Estado.

El funcionamiento de la gran fábrica siderúrgica había atraído a numerosos núcleos de población, que veían en ella la posibilidad de un puesto de trabajo seguro. La vida de Barakaldo giraba, por así decirlo, en torno a esa industria.

Es en este contexto, donde varios obreros de Altos Hornos dan forma a la idea de crear una asociación de consumo, donde poder comprar los productos básicos a un precio razonable[1].

La iniciativa obedecía a la necesidad de liberarse de las presiones que la gran empresa ejercía a través de la cooperativa de su propiedad. Esta cooperativa, creada por la dirección de Altos Hornos en 1884, era una sociedad financiada y controlada por la empresa. Este tipo de estructuras eran habituales entre las grandes industrias de la época, que creaban sus propios almacenes y tiendas de abastecimiento en torno a las fábricas, para obligar a los trabajadores a realizar sus compras en ellas. Esa política empresarial posibilitaba que los obreros reintegraran por así decirlo en la propia empresa, parte de los salarios que percibían.

Asimismo en los momentos difíciles de conflictividad laboral la empresa utilizaba esos almacenes de abastecimiento como medida de presión para forzar la postura de los obreros en sus protestas[2].

Esa política era eficaz puesto que los precios más baratos de esas tiendas de la empresa eran adecuados a los salarios recibidos que, en cambio, no permitían a los obreros realizar sus compras en otras tiendas mucho más caras[3].

En la época de creación de Bide Onera existían en el término municipal de Barakaldo varias cooperativas de consumo entre las que podemos citar la de Altos Hornos, la Baracaldesa y la de San Roque del Regato. De todas aquellas la única que sobrevive en la actualidad es Bide Onera. La mayoría de las cooperativas de la zona que no estaban vinculadas a las empresas, surgían al amparo de movimientos sindicales o partidos políticos fuertemente arraigados en la margen izquierda.

La iniciativa de estos obreros de Altos Hornos de crear su propia cooperativa de consumo cobra forma definitivamente el 27 de julio de 1920 cuando, un total de 250 socios, ponen en marcha Bide Onera. Con un capital social de nueve mil pesetas aportado por los socios y tras superar todos los trámites necesarios, la cooperativa recién creada elige como su primer presidente a Don Ángel Careaga, uno de los empleados de Altos Hornos que estaba detrás de la iniciativa.

Una vez adquirido el local donde estarían ubicados la tienda y los almacenes, el 1 de diciembre de 1921 abre sus puertas al público el primer establecimiento comercial de la cooperativa Bide Onera. La plantilla de aquel primer momento estaba integrada por un jefe, un peón de almacén y tres dependientes escogidos entre los familiares de los socios.

El carácter obrero de la cooperativa era evidente, no solo por los motivos de su creación, sino por las relaciones que además establecían. Entre ellas destacaron las mantenidas con la asociación Solidaridad de Obreros Vascos de Barakaldo que incluso estuvo a punto de ubicar su sede en el mismo edificio adquirido por la cooperativa.

El objeto social de aquellos primeros Estatutos de Bide Onera quedó establecido así: «Procurar a todos sus socios el suministro de géneros que serán, tanto en calidad como en peso y medida, de absoluta garantía y confianza y con más economía a igualdad de calidad que los que suministren los establecimientos análogos de la localidad. Podrán surtir también en la localidad a las Corporaciones, Hospitales, Asilos y centros análogos que lo soliciten«.

Durante aquella primera etapa, las cuentas eran presentadas al Consejo todas las semanas y se aprecia en ellas que, aunque los beneficios no eran elevados, por lo menos tampoco se producen pérdidas.

Entre las medidas que se adoptan a lo largo de los primeros años de funcionamiento de Bide Onera, destacan los acuerdos que se establecieron con otros comerciantes de la zona para que ofrezcan a los socios productos de los que la cooperativa no está abastecida, como la carne o el pan. Estos alimentos se pagaban con una moneda especial creada por Bide Onera y que era conocida familiarmente entre los socios como «chapa».

2.- Evolución

Una vez superado el primer periodo de asentamiento, Bide Onera procedió a construir un nuevo edificio que albergara su sede central. Este nuevo edificio fue inaugurado en 1927 y todavía en la actualidad se conserva en Barakaldo. La cooperativa afrontaría en aquel momento su ingreso en la Federación Nacional de Cooperativas, decisión ésta que será adoptada tras la Junta General celebrada en Mayo de 1929. Bide Onera cuenta ya con seiscientos asociados sobre los 250 iniciales.

La expansión registrada durante los años veinte se verá truncada al inicio de la década siguiente mientras el mundo está inmerso en las consecuencias del crack del 29. La instauración de la República en España coincidirá con un período de crisis en el que la producción del sector naval y metalúrgico disminuye de manera considerable.

La cooperativa no sería ajena a esta recesión y las existencias en caja y el consumo semanal de los socios se verán afectados por la caída en la producción de la margen izquierda de la ría vizcaína. La mala situación económica de la cooperativa obligará incluso a pedir un anticipo en 1934 al Banco de Bilbao, por un importe de 35.000 pesetas para poder afrontar la falta de capital.

La llegada de la República traerá consigo algunas novedades para la normativa entonces vigente en materia de sociedades cooperativas. Entre ellas, destacan la necesidad de las cooperativas de estar inscritas en el Ministerio de Trabajo y Previsión y la Ley sobre Cooperativas promulgada en 1934. Esta ley regulaba entre otras cuestiones la obligatoria inversión de los beneficios obtenidos. Es decir, ya no se puede disponer libremente de esos beneficios sino que un cuarenta por ciento de ellos debe ir destinado a obras sociales y otro diez por ciento quedará como fondo de reserva. En el caso de Bide Onera, la Junta General pertinente aprobó destinar su correspondiente cuarenta por ciento para obras sociales, subsidios por vejez, invalidez, viudedad y horfandad.

Además de estas medidas de carácter normativo, la introducción en el período republicano del voto femenino permite una mayor participación de la mujer en la vida política y social. Es entonces cuando en Bide Onera se aprueba el ingreso de Maria Escobal, que será la primera mujer que accederá al consejo de la cooperativa como miembro de pleno derecho. Es en esa época también cuando se acuerda la reducción de jornada de trabajo en la cooperativa que pasa de las nueve a las ocho horas diarias.

El periodo de la guerra civil traerá destacados acontecimientos políticos para el funcionamiento de la cooperativa. Las tropas franquistas entraron en Barakaldo en Junio de 1937 y en Agosto de ese mismo año Bide Onera es obligada a cambiar de presidente. El nombramiento de Agustín Arnáez como tal se realiza por orden de la nueva autoridad local y sin participación de la Junta General. El mismo día que se produce el nombramiento de Arnáez se ordena el cambio de nombre de la cooperativa; Bide Onera pasará a denominarse a partir de entonces «Sociedad Cooperativa de Consumo La Cruz».

El Consejo de la cooperativa es disuelto y todos los obreros son suspendidos de empleo y sueldo y obligados a rellenar unas hojas especiales para solicitar su readmisión. De los 24 empleados con que contaba en aquel momento Bide Onera, sólo ocho fueron admitidos y los demás se negaron a cumplimentar la solicitud.

El primer acuerdo adoptado por el nuevo Consejo de la cooperativa consistió en enviar un telegrama de «adhesión al Generalísimo Franco y a la Junta de Burgos». Por lo demás, la guerra civil no revistió especial dureza en Barakaldo, aunque el pueblo sufrió varios bombardeos[4]. Entre las medidas que Bide Onera adoptó, antes de que los nacionales entraran en la localidad, destaca el acuerdo de abonar el sesenta por ciento de su sueldo a todos aquellos empleados que tuvieran que incorporarse a filas. Con la llegada de las tropas franquistas a Barakaldo terminó la contienda para el pueblo, aunque los años posteriores fueran años muy difíciles.

El 26 de Abril de 1939, apenas un mes después de finalizada la guerra civil, las autoridades locales toman una significativa medida: los cargos de presidente y demás miembros de la Junta debían recaer en aquellos que presentasen el carnet de militantes de Falange Española; carnet que también debía ser presentado por todos los nuevos trabajadores que ingresaran en plantilla a partir de ese momento. Durante los años posteriores los problemas de abastecimiento son graves y la cooperativa atravesó difíciles momentos que obligaron incluso, en 1945, a hacer uso del 10% destinado al fondo de reserva, con lo que se intentaba en palabras del propio presidente del Consejo: «solucionar en parte la mala situación económica de la mayoría de los asociados«. La Obra Sindical de Cooperación exigió por este hecho la destitución de todo el Consejo, petición ésta que fue rechazada por la Junta General de la cooperativa.

La Obra Sindical de Cooperación era un organismo de control franquista creado con la intención de mediatizar y encorsetar, por así decirlo, el trabajo de las cooperativas para evitar posibles conatos de rebeldía por parte de éstas. El hecho de que fueran las cooperativas uno de los escasos lugares donde se votaba de manera democrática durante el franquismo, obligaba a las estructuras del régimen a establecer un férreo control sobre las actividades de las cooperativas de consumo, principalmente en las que poseían una marcada inclinación hacia el movimiento obrero como era el caso de Bide Onera.

Entre las medidas que la cooperativa puso en marcha durante la etapa del franquismo en apoyo de los trabajadores, destaca una práctica habitual que no estaba especificada en ningún sitio ni podía ser recogida por los Estatutos de la Asociación. Esta práctica consistía en dilatar en el tiempo el plazo de pago de los productos consumidos por aquellos trabajadores que en un momento determinado se encontraran en huelga en alguna fábrica. Asimismo, se les permitía a esos trabajadores el consumo en la primera planta del local comercial, lugar donde estaba ubicado el supermercado.

Las décadas posteriores del franquismo registraron un continuo crecimiento de la cooperativa tanto en términos económicos como en número de socios. Si en 1945 eran 1.000 los socios con que contaba Bide Onera, veinte años después la cifra superaba los 2.600. Es también en esta época, mediados de los sesenta, cuando se da luz verde al proyecto de construcción de una nueva sede para la cooperativa; fue inaugurado el día 27 de Noviembre de 1966.

La apertura de esta nueva sede va acompañada de un intento de modernización y mejora de las instalaciones, que dará sus frutos un año más tarde con la concesión a Bide Onera del título de Cooperativa Modelo del año 1957 en la rama de Consumo. El galardón, otorgado por las autoridades del Estado, fue entregado por el propio Franco. A principios de los setenta la cifra de socios ascendía ya a 4.000 y, tras la muerte de Franco en 1975, los datos hablan de más de 4.800. En este mismo año, la cuenta de ventas anuales ha triplicado los 150 millones de pesetas obtenidos tan sólo unos años antes, en 1968. Tan sólo cuatro años más tarde, al final de la década de los setenta, esa cifra se había vuelto a doblar alcanzando los mil millones de ventas anuales. Estos años de bonanza económica de finales de los setenta verán también la vuelta al nombre original de la cooperativa. Tras el periodo franquista, a primeros de Julio de 1979, Bide Onera recupera su auténtica denominación.

Tanto 1978 como 1979 y 1980 registran unos resultados espectaculares en todos los aspectos. Los mil millones de que hemos hablado para 1977 se han convertido en 1980 en nada más y nada menos que 2.200 millones de ventas anuales; asimismo la tasa de nuevos socios de la cooperativa para 1979 se ha cerrado con un total de 1.700 altas. Después de esta satisfactoria década para la cooperativa, Bide Onera se dispondrá a afrontar los difíciles años ochenta para el sector de las cooperativas de consumo[5].

3.- La encrucijada

Los problemas atravesados por las cooperativas de consumo en la década de los ochenta venían provocados principalmente por la política que el franquismo adoptó ante el fenómeno del cooperativismo. La gran mayoría de las existentes en el Estado estaban estrechamente unidas hasta que se produjo el estallido de la guerra civil y la posterior implantación del régimen franquista.

En general, el cooperativismo surgido en la margen izquierda, tanto en Sestao como en Barakaldo, era de clara inspiración obrera y con un concepto del asociacionismo de consumo basado en la autodefensa frente al abastecimiento de las grandes empresas. Además de las estructuras de control creadas por la dictadura para marcar los pasos a dar por el conjunto de las cooperativas, el franquismo impuso una filosofía para las asociaciones de consumo destinada a promover la idea de una entidad sin ánimo de lucro. Esa forma de enfocar el objetivo a perseguir por parte de las cooperativas se convirtió en un modelo en el que los resultados económicos obtenidos debían tender al beneficio cero.

De esta forma, la mayor parte de las cooperativas no tenían capacidad para dotarse de reservas ni realizaban nuevas inversiones de cara al futuro. Lo que hacían esas cooperativas era devorar sus propios recursos y su patrimonio, como fue el caso de la creada por Altos Hornos de Vizcaya en Barakaldo. A finales de los setenta y primeros de los ochenta, desde Bide Onera se plantea la posibilidad de entablar conversaciones con la Junta Rectora de la cooperativa de Altos Hornos para conseguir crear una única gran cooperativa para Barakaldo.

Hasta primeros de los setenta, si se comparan los resultados económicos de ambas, la de Altos Hornos era más importante, tenía más socios y conseguía mayores beneficios. Su dirección no consideraba necesario ningún compañero de viaje y las conversaciones quedaron suspendidas. Años después y cuando la cooperativa de Altos Hornos entró en declive se volvió a intentar un nuevo acercamiento por parte de Bide Onera, pero en esta ocasión fueron los trabajadores de Altos Hornos quienes rechazaron el proyecto de unión porque entendían que si había fusión entre ambas cooperativas se produciría un excedente laboral y optaron por continuar en solitario. Poco después la cooperativa desaparecería. Además de estos intentos de unión de Bide Onera con otras cooperativas, hay que señalar otros proyectos llevados a cabo por esta cooperativa con el fin de lograr el mantenimiento de la misma.

En 1981, Bide Onera ingresa en CENTRA, una cadena de compras y servicios dedicada al sector de la alimentación. CENTRA es una sociedad cooperativa que agrupa a unos cincuenta centros de distribución del ramo de la alimentación. Esta cadena pacta los convenios con los proveedores del sector para establecer las condiciones de los descuentos y las formas de pago y asimismo se encarga de dirigir las relaciones entre estos proveedores y los asociados a la cadena. CENTRA también cumple funciones de asesoramiento a las cooperativas en materia de compras a realizar aunque no interviene como intermediario en esas compras, que se realizan directamente por las cooperativas de consumo. Esta cadena ha pasado a integrarse en 1993 en EUROMADI, una de las mayores centrales de compras del Estado.

A lo largo de la década de los ochenta, Bide Onera también se integra en otras dos cadenas más con el fin de hacerse competitiva: son CORDEVI e INTERSPORT, esta segunda dedicada a productos deportivos y que cuenta en España con 80 socios distribuidos en 120 tiendas. INTERSPORT cuenta a su vez con marcas propias en el sector así como con un gran almacén donde mantener sus productos más habituales. CORDEVI-EXPERT por su parte se encarga de proveer a la cooperativa en el área de los electrodomésticos.

Este tipo de cadenas denominadas horizontales, porque las empresas asociadas mantienen toda su autonomía, se encuentran cada vez más con mayores dificultades como consecuencia de la competencia creciente de las organizaciones verticales o sucursalistas dedicadas a la apertura de sedes en diferentes lugares y que tienen, como característica más destacada, el hecho de que el poder de decisión está mucho más concentrado y centralizado. Esta competencia cada vez más potente es la que obliga a las cooperativas en general, y a Bide Onera en particular, a afrontar los ochenta con una mentalidad mucho más empresarial y a plantearse esa integración en centrales de compra que cubran sectores de su actividad.

De los contratiempos atravesados por Bide Onera en esta década destacan dos ejemplos: su intento de compra de los supermercados «La Paz», situados en Barakaldo; y el problema planteado por la empresa «Nervacero». En el primero de los casos, Bide Onera se vió envuelta en la lucha por la adquisición de estos supermercados frente al intento de Eroski de implantarse en Barakaldo. Bide Onera mantuvo conversaciones con los dueños de «La Paz» para quedarse con los supermercados, y alcanzaron un acuerdo por el que Bide Onera alquilaba las instalaciones durante un año con opción a compra. La Asamblea General rechazó la operación de compra de «La Paz» y supuso para la cooperativa una pérdida de más de treinta millones de pesetas y la inclusión en su plantilla de los empleados de los establecimientos «La Paz».

La problemática surgida con la empresa «Nervacero» viene producida por el acuerdo alcanzado entre ambas direcciones en 1979, al objeto de que Bide Onera hiciese socios de su cooperativa a todos aquellos empleados de «Nervacero» que así lo decidieran. El acuerdo estipulaba que la dirección de «Nervacero» se haría cargo de todos los gastos que esa suscripción conllevara.

Después de más de dos años, Bide Onera no había recibido ningún capital de los siete millones a que ascendían aquellas nuevas inscripciones. Finalmente, se llegó a un acuerdo para realizar un pago a plazos —dada la mala situación financiera que atravesaba «Nervacero»—Bide Onera está integrada desde 1987 en la Federación de Cooperativas de Consumo de Euskadi, participando activamente en todas las iniciativas que desde este organismo se proponen.

Los últimos años de la década de los ochenta ven aparecer el fenómeno de los grandes hipermercados que amenazan de manera preocupante la rentabilidad y supervivencia de cooperativas como Bide Onera. El primero de estos hipermercados será Baliak, que se instalará en marzo de 1988 en el entorno próximo a la cooperativa. La repercusión de este hipermercado en las ventas de Bide Onera se puso de manifiesto tan sólo un mes después de la apertura del centro. Tras el primer año de actividad de Baliak en la zona, el ejercicio económico de Bide Onera se cerró con un descenso en las ventas de un 5%. Cifra que se mantiene estable en los años siguientes.

No obstante, a pesar de las dificultades económicas, Bide Onera se ha caracterizado siempre por la importancia que ha concedido al aspecto social de la cooperativa. Su Fondo de Educación y Promoción Cooperativa (FEPC) financia una de las parcelas de mayor repercusión en la vida de la cooperativa, y que a lo largo de los años fue aumentando su campo de cobertura. A finales del siglo XX, este Fondo abarca ayudas económicas en cuatro apartados como el de la formación, con becas para los hijos de los socios, colonias escolares y el de la edición del boletín y la revista de la cooperativa; el área cultural y recreativa, que subvenciona la fiesta anual de Bide Onera, las actividades en el Parque Infantil de Navidad y diversos campeonatos en el Hogar Social de la cooperativa; el área de obras sociales, destinado para ayudas a la tercera edad, o para familiares de socios fallecidos, o cualquier socio necesitado; y un premio a aquellos socios que cumplan 40 años de antigüedad en la cooperativa. Finalmente, el último apartado responde a la aportación que esta cooperativa dedica para el mantenimiento de la Federación de Cooperativas de Consumo de Euskadi.

Bide Onera ha realizado a lo largo de su existencia todo tipo de aportaciones a la localidad en forma de ayudas económicas para la Asamblea de Parados de Baracaldo, o cantidades de dinero en forma de productos alimenticios destinados a la Cruz Roja, procurando mantenerse siempre comprometida con su entorno.

 4.- El futuro de la cooperativa

La reflexión sobre el futuro del cooperativismo de consumo conlleva, sobre todo, un análisis de la situación del mercado, de la competencia e incluso del estado interno de las cooperativas de consumo.

El mercado donde se halla ubicada Bide Onera, margen izquierda de la ría de Bilbao, ha iniciado una tendencia decreciente desde hace unos años y esta actitud se ha tornado en declive en los últimos tiempos, debido a los procesos de reconversión y desindustrialización acelerada que padece toda la zona. La población está disminuyendo por el bajo índice de natalidad y porque la emigración de épocas anteriores ha retomado el camino de vuelta. Ante esta situación, el potencial de consumo también cae.

La competencia, como es lógico, ha ido creciendo progresivamente y la última década del siglo XX ha supuesto una proliferación de grandes superficies comerciales. De manera que su presencia en el Gran Bilbao es creciente ante la baja densidad, en centros comerciales de este tipo, con que cuenta la zona. Además de estos establecimientos, la previsible liberación de suelo industrial en la margen izquierda, convierte este lugar en zona ideal para la instalación de grandes superficies. De esta forma, se observa un fenómeno tan interesante como paradójico, como es que en un mercado decreciente se produzca una competencia creciente tanto en número como en eficacia debido, sobre todo, a su alto grado de concentración y especialización.

De todo ello se pueden extraer algunas conclusiones, que permiten situar cuáles son los principales retos a los que se enfrenta Bide Onera en la década de los años noventa. Para conseguir ser competitiva con un entorno comercial cada vez más agresivo, la cooperativa de Barakaldo se esfuerza por integrar a los trabajadores en la gestión, en el compromiso y el riesgo de la cooperativa, lograr una mayor eficacia mediante la participación en economías de gran escala, alcanzar un mayor servicio y especialización, abrir sus puertas a todo el público y no sólo a los socios, adaptarse a la demanda del consumidor tanto en surtido como en horarios comerciales, y finalmente, encontrar una fórmula de autofinanciación para poder afrontar las inversiones necesarias que puedan plantearse.

 

[1] La aparición del cooperativismo en Euskadi no se diferenció demasiado del proceso vivido en el resto del Estado. El retraso con el que se inició la Revolución Industrial respecto al resto de los países europeos condicionó de manera apreciable la implantación de cooperativas de consumo. A finales del siglo XIX aparecieron en Vizcaya las primeras cooperativas de consumo, estrechamente vinculadas al incipiente movimiento siderúrgico que empezaba a establecerse en la cuenca del bajo Nervión. El origen de los Altos Hornos de Vizcaya en 1901, partiendo de la fusión de tres fábricas constituidas pocos años antes, Altos Hornos de Bilbao, Vizcaya y la Iberia, culminó un primer proceso de desarrollo que convirtió a las poblaciones donde se instalaron estas fábricas, en abarrotados núcleos de población mayoritariamente obrera. Concepción ROUSSELL y Norberto ALBÓNIGA “Historia de las cooperativas de consumo vascas”, p.6.

[2] Las peculiaridades del abastecimiento minero, a través de cantinas proveídas y regidas por los propietarios de las minas, a lo que había que añadir el tipo de alimentos que consumían, generalmente de escasa variedad y valor nutricional, trajeron consigo unas consecuencias que fueron más allá del ámbito meramente alimenticio. Tanto los barracones en los que estaban obligados a vivir estos operarios, como la comida que también estaban forzados a comprar en las cantinas y tiendas propiedad de sus patronos, eran fruto de las más ácidas y corrosivas críticas. La prensa societaria no escatimaba pretexto alguno para dar a conocer las condiciones en que vivían los mineros y el tipo de géneros alimenticios que consumían. Es más, por su crudeza, estos aspectos de la vida minera pasaron a formar parte de las primeras reivindicaciones laborales, convirtiéndose en un mito del que ningún escrito que hiciera referencia a la historia de los montes de Triano podía sustraerse. Así, por ejemplo, en 1930 el articulista, escritor, ensayista y también edil socialista del Ayuntamiento de Bilbao Julián Zugazagoitia, describía de este modo las condiciones de vida de los mineros en torno a 1880: Los mineros no tenían casa; se albergaban en los barracones de los capataces, en cubiles que los cerdos rechazarían; allí comían o se surtían de los géneros averiados y podridos de la cantina, adquiridos a precios que el capataz imponía. Las incipientes sociedades obreras consideraban que las deficiencias nutricionales de esta dieta eran consecuencia directa de la obligatoriedad que tenían los mineros de comprar en las cantinas de los barracones donde vivían. Sostenían que los géneros que allí se vendían, además de excesivamente caros, eran de pésima calidad. La solución a este problema, según estas asociaciones pasaba por eliminar el sistema de venta exclusiva en la zona minera y dar paso al libre comercio. La huelga minera de 1890 se saldó con la abolición de los cuarteles y tiendas obligatorias. Los de la patronal decían, no sin cierto cinismo, que el conflicto alimenticio patronos-mineros había sido conjurado, sin embargo, nada estaba más lejos de la realidad. A pesar de que la huelga de 1890 se saldó, en teoría, con la desaparición de las cantinas obligatorias, en la práctica los capataces se las idearon para que esta obligatoriedad continuara. Olga MACÍAS “La alimentación de los mineros de Triano (Vizcaya): Cantinas y tiendas obligatorias, 1882-1899”.

[3] El objeto de las asociaciones vascas, en relación a las necesidades obreras, quedaba reflejado entre sus estatutos. Así, se consideraba la posibilidad de compraventa, fabricación y transformación de toda clase de artículos, que pudieran ser consumidos y necesarios en las casas de los asociados, “…a los precios más interesantes y primordialmente mejorar la condición económica de los obreros y personas de bienes modestos en general…”, o se hacía constancia a “… la supresión del lucro en las relaciones económicas de la sociedad, sustituyendo éste, como móvil de la actividad humana por la acción social…”. Así mismo, tal como ya se ha hecho referencia, las cooperativas vascas de consumo se centraban en la neutralidad política, aunque tuvieran vinculación con el sindicalismo o agrupaciones políticas de izquierda, sobre todo socialistas, a nivel particular. De esta manera, se recogía cómo “…considerando la cooperativa como terreno neutral sobre el cual los asociados que profesan diferentes ideas, pueden obrar de común acuerdo en el terreno económico. Tal neutralidad, de la cual depende el movimiento cooperativo, será mantenida en todas las asambleas y publicaciones, revistas, folletos…”. Sin embargo, en algunos reglamentos se matizaba el carácter que podía tener dicho contenido y así, en la “Unión Begoñesa” de Bilbao, se observaba, “no se considerará como una falta a la neutralidad el influir en la resolución de todos los problemas económicos, sociales o culturales, con una orientación democrática… La consideración política llegaba a ser más explícita, así: “… pueden contribuir a modificar la estructura actual de la economía capitalista…” Norberto IBÁÑEZ “El cooperativismo en Vizcaya (1923-1936), un marco teórico y práctico de sociabilidad”. p. 74.

 

[4] Tema estudiado recientemente por Koldobika LÓPEZ en “La Guerra Civil en Barakaldo”, 2016.

[5] Respecto a la Unión de Cooperativas del Norte de España queda constancia de que en los años treinta la integraban las siguientes entidades: Cívico Militar (Bilbao), Aurrera (Sestao), La Baracaldesa (Luchana), Consumo de Arrigorriaga (Arrigorriaga), Consumo de Olaveaga (Bilbao), Empleados y Obreros Católicos de Zorroza (Bilbao), Centro Cívico (Santurce), La Milagrosa (Ramales), León XIII (La Arboleda), Unión de la Peña (Bilbao), Consumo de Ermua (Ermua), La Cruz (Barakaldo), la Alianza Vecinal (Bilbao), La Superviviente (Ontón), La Miravallesa (Miravalles), la Unión Begoñesa (Bilbao), Obrera de Lejona (Lejona), Consumo de Basauri (Basauri), Consumo de Sopelana (Sopelana) , Altos Hornos (Sestao), Funcionarios Públicos (Bilbao), Popular de Abando (Bilbao), Ferrocarriles Santander a Bilbao (Bilbao), Consumo de Deusto (Bilbao), San Roque de El Regato (Baracaldo), Altos Hornos (Baracaldo), Consumo de Galdacano (Galdacano), San Salvador del Valle (Trapagaran), Socialista Obrera Bilbaína (Bilbao), Casa del Pueblo (Sestao), la Cosmopolita (La Arboleda), Obrera de San Julián (Musques), Villa Nueva (Portugalete), La Aurora (San Salvador del Valle), El Progreso de Dos Caminos (Basauri), Pablo Iglesias (Barakaldo) y la Fraterna Ferroviaria (Durango). Concepción ROUSELL y Norberto ALBÓNIGA “Historia de las cooperativas de consumo vascas” pp.13-14.

 

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