El poblamiento de la anteiglesia en los siglos XIV y XV

Como ya señalamos en otro apartado la población de Barakaldo estaba relacionada con uno de los tres linajes más poderosos del lugar: los Retuerto, Iraúregui y Susúnaga. Las disputas de tipo económico y político entre estos linajes originaron las llamadas «guerras de bandos» que envolvieron al País Vasco en un periodo de inestabilidad durante los siglos XIV y XV. En ellas, según nos narra Lope García de Salazar, participó la población barakaldesa a favor de los intereses de los oñacinos o de los gamboinos.
Como consecuencia de esta situación se levantaron numerosas construcciones de índole militar llamadas casas-torre. Estas instalaciones eran, a la vez, vivienda y fortaleza para aquellas personas acostumbradas a vivir en períodos de paz y de guerra. En nuestro entorno fueron especialmente abundantes en las riberas de los ríos Cadagua, sobre todo, y Galindo, quizá por la vital importancia que tenía dicho valle en el tráfico comercial con la meseta a través de Balmaceda y la conexión con la ría del Nervión.
En este espacio se levantaban las casas-torre de Aldanondo, Iráuregui, Coscojales, Aldeko, Zubileta, Zorroza, Bitoritxa, Larrea y Beurko. Junto a ellas las llamadas «Torres de Lutxana», que eran la más importante fortaleza del entorno, y las casas-torre de Retuerto, Ibarreña, Aranguren, Bengolea, Susúnaga, Landaburu, Lurkítzaga, Cadalso … Desgraciadamente la mayoría han desaparecido y únicamente conservamos los restos de las de Aldeko, Zubileta, Susunaga y Lurkítzaga.
Junto a estas torres se levantaban los molinos y las ferrerías que constituían la principal fuente de ingresos de los poderosos del lugar ya que eran los dueños de las mismas y quienes trabajaban en ellas debían pagar rentas. Bajo su protección, diseminados por el territorio, se hallaban los caseríos formando pequeñas barriadas o dispersos por las inmediaciones.
Mitxel Olabuenaga
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