Horacio Echevarrieta (I)
Horacio Echevarrieta Maruri nació en Bilbao el 15 de septiembre de 1870. Fue un destacado empresario, industrial, banquero, político, mecenas, negociador, diplomático y fundador de periódicos, entre otras actividades. Sus actuaciones empresariales más importantes fueron: los Astilleros de Cádiz; los Saltos del Duero; la compañía Iberia, Líneas Aéreas de España; la línea 1 del metropolitano de Barcelona; la Gran Vía de Madrid; la Casa de la Prensa; varios edificios del Ensanche de Bilbao; y el buque escuela Juan Sebastián Elcano. Hijo del empresario bilbaíno Cosme Echevarrieta Lascurain, hombre de negocios mineros que intervino en la firma del Pacto Federal de Eibar de 1869 en representación de la provincia de Bizkaia, siendo el principal líder republicano bilbaíno del último tercio del siglo XIX. Horacio, de ideas liberales, gozó de simpatías en amplios sectores sociales y políticos. Su vida empresarial empezó como continuador de los negocios mineros de su padre, además de emprender otros, como los marítimos, llegando a poseer una flota de tráfico internacional con delegación en Londres. Miembro de la burguesía bilbaína de Neguri, heredó a la muerte de su padre la comunidad de bienes Echevarrieta y Larrinaga, fundada en 1882.
En una época en la que todos los proyectos parecían posibles, Horacio Echevarrieta quiso construir la máquina más perfecta: el mejor submarino del mundo. Para ello se alió con intrépidos marinos alemanes, dispuestos a navegar por donde pocos se habían atrevido. Quizás fue uno de los empresarios más modernos de su época. Era muy amigo del Rey Alfonso XIII, con quien compartía jornadas de navegación y algún que otro negocio, y creía que podía competir con los grandes.
Tras la finalización de la Primera Guerra Mundial, y los consiguientes tratados internacionales firmados en Versalles por los contendientes, Alemania no podía construir submarinos y grandes barcos de guerra, así que todo debería mantenerse en total secreto. Tres hombres unidos por su afán en todo lo nuevo: el magnate republicano Horacio Echevarrieta; Wihlen Canaris, el más célebre de los espías y Walter Lohmann, el marino que se enamoró del cine, desafiaron el orden mundial para construir el arma definitiva, un submarino que se adelantó a su tiempo.
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