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Plaza de D. Antonio de Trueba (Barakaldo)

Plaza de D. Antonio de Trueba (Barakaldo)

En pleno corazón del barrio de Zaballa, bordeada por los edificios del viejo Casino y el Instituto Nicolás Larburu, así como por las calles San Juan y Arana, se encuentra la plaza dedicada al poeta de las Encartaciones D. Antonio de Trueba, que también da su nombre al Instituto de Enseñanza Media, situado en la calle Aldapa.

La fotografía que la postal nos muestra pertenece a los primeros años de 1950, cuando acababa de ser terminada la plaza. Bueno será dejar cons­tancia de que ésta se llamó -en principio- Plaza del Marqués de Arriluce de Ibarra, donde incluso hubo un monolito con la figura de un busto de bron­ce del citado Marqués.

Como bien podrá observar el lector, la actual plaza está totalmente remozada, con lo que no sólo cambió de nombre sino también de aspecto.

Antonio de Trueba

Esta plaza se encuentra en el barrio de Zaballa y está franqueada por las calles Arana, San Juan, Aldapa y el Bidegorri Dolores Ibárruri.

Toma el nombre en memoria de Don Antonio de Trueba y de la Quintana, poeta y novelista español, conocido con el sobrenombre de «An­tón el de los Cantares». Dedicado a escribir las sencillas y patriarcales costumbres de Vizcaya, las bellezas de sus campos y montañas y las tradicionales leyendas que le dan animación y cierta vida poética.

Nació en Montellano (Galdames) el 24 de diciembre de 1819 y a los 15 años se trasladó a Madrid. En el tiempo que su trabajo le dejaba libre se esmeró en completar su aprendizaje literario. Con la publicación, en el año 1851, de “El Libre de los Cantares” obtuvo un éxito resonante, pasando del anonimato a la categoría de escritor de renombre. Dos años después entró de redactor en “La Correspondencia de España”, colaborando al mismo tiempo en “La Ilustración Española y Americana” y en el “Semanario Pintoresco”, así como en otras publicaciones de Madrid y Provincias.

Aparte de su primer libro, del que. se han hecho reediciones y traducciones al catalán, portugués, italiano, francés, alemán y ruso, merecen citarse, por haber adquirido justa fama, sus obras «Cuentos de color de Rosa” y su novela «Las hijas del Cid».

Su labor fue variada y fecunda, si bien escribió principalmente cantares y cuentos populares, sin mojar nunca la pluma en el cieno ni en la grosería, el odio o la acritud.

Las Juntas Generales le nombraron Cronista y Archivero del Señorío de Vizcaya. La  Academia de la Historia le honró con el título de Académico Correspondiente, y el Gobierno con la Encomienda de Isabel la Católica. En los Jardines de Albia se le erigió una estatua, obra de Mariano Benlliure. Murió  en Bilbao el 10 de marzo de 1889, y sus restos mortales fueron trasladados solemnemente, el año 1920, desde el cementerio de Ma­llona a la iglesia de San Vicente de Abando, donde reposan.

Tomado de Carlos Ibáñez

 

 

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Actualizado el 05 de noviembre de 2024

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