BARAKALDO EN 1911: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO Y POLÍTICO
Para una adecuada comprensión del imaginario barakaldarra, es preciso delimitar cuantos factores infraestructurales influían sobre el mismo, en un municipio en rápida transición de la sociedad tradicional a la moderna, del mundo agropecuario a la industrialización ya consolidada. Y la influencia que estos factores pudieron ejercer sobre la mentalidad de mis informantes, cuando habían alcanzado su pubertad o adolescencia. Influencia reforzada por los 70 años transcurridos desde el año tomado como referencia (1911) hasta el de mi encuesta. La modernidad modifica las ocupaciones y mentalidades de la población barakaldarra; en un proceso esbozado a mediados del siglo XIX, que avanzaba a un ritmo vertiginoso con la primera industrialización desde la década de los ochenta.
2.1. Cuestionario municipal.
Este contexto dual del Barakaldo primisecular, ya apuntado a grandes rasgos, queda detalladamente perfilado por un amplio cuestionario socioeconómico –a requerimiento de la Diputación de Vizcaya- contestado por el Ayuntamiento de Barakaldo en 1911. Fuente manuscrita complementada con otras bibliográficas y digitales. La población, que en 1900 ascendía a 15.013, se cifra ya en 17.950 habitantes; residentes en las 396 casas existentes en el recinto urbano 786 fuera del mismo. El casco urbano de esa época ya ha fagocitado los barrios de Arana, Larrea, Lasesarre, Rágeta, Reketa y- Zaballa. El Desierto cuenta -en 1910- con 8.884 habitantes; Landáburu y Arrandi: 1.955; Lutxana y Bituritxa: 1.552; San Bizente (con Arteaga, Arteagabeitia, San Bartolomé; Zuazo y Zuloko): 1.218; Retuerto: 1.215 (con Ansio, Ametzaga, Kareaga, Ugarte la Vieja y otros); El Regato: 1.040; Burzeña, Cruces y Llano: 1.017; Alonsotegi: 704; Irauregi y Aldai: 493; Beurko: 203; dispersos: 968. Es importante relativizar estas cifras porque mientras que las viviendas del casco urbano se insertan en edificios de varios pisos, las restantes son, en su mayor parte viviendas unifamiliares. Y cabe preguntarse dónde se incluyen las viviendas por pisos de Lutxana, Burzeña, Retuerto o Larrazabal– Santa Águeda, principalmente. Asimismo, el municipio cuenta con alumbrado público eléctrico, red de alcantarillado y servicio de aguas, con 63 fuentes en calles y barrios. Caminos vecinales en perfecto estado, una calle asfaltada y varias aceras. Lavaderos públicos en Lutxana (1889) y en Rontegi (1890). Red de alcantarillado y saneamiento.- Un nutrido sector educativo: 22 escuelas “oficiales”, 10 extraoficiales “costeadas también por el Ayuntamiento”, más otros tres de educación primaria por la Sociedad Altos Hornos de Vizcaya: Escuela de párvulos, regentada por las religiosas Hijas de las Cruz, instaladas en 1872, donde acuden 1.252 niños y niñas, gestionada por la- Sociedad de Socorros de la Fábrica del Carmen. Escuela de instrucción primaria, con 459 matriculados. Dos Escuelas de Artes y Oficios, subvencionadas por la Empresa, la Diputación y el Ayuntamiento, ampliada entre 1894 y 1902, con 300 estudiantes. Todo ello en 1908 y otros dos privados de primera enseñanza. Uno de ellos, la Escuela Salesiana, que comenzó a funcionar en 1898. En 1905, el Círculo Republicano creó una Escuela Laica. Fuerzas de policía: 13 alguaciles más su jefe, nueve serenos y un- guardabosques. Más la Guardia Civil: un teniente Capitán Jefe “de la línea denominada Baracaldo”, un puesto, a cargo de un sargento en La Punta, y otros tres mandados por cabo, en: San Bizente, Arnabal y Alonsotegi. Más un puesto de carabineros. Servicio telegráfico limitado y telefónico permanente. Cuerpo de bomberos. Un hospital para enfermos infecciosos y otro a cargo de la Sociedad Altos Hornos de Vizcaya, con seis camas, ubicado en el barrio de San Bizente (1910), al igual que se atendía el cuarto de socorro. Para los casos de enfermos infecciosos hay una máquina para “destruir los microbios” y otros “tres artefactos manuales para desinfectar habitaciones”. Banda de Música y tamboril (txistu), para el baile público y solemnidades, costeados por los fondos municipales. Servicios culturales y de ocio deportivo: un orfeón, un juego de pelota y 14 de bolos. La banda de música La Lira también actuaba desde 1899 con carácter municipal en las celebraciones barakaldarras. Y algunos componentes de la sociedad de socorros de AHV formaron la banda La Infantil, que actuó en varios festejos de 1892 y 1893.
Había, por entonces, siete ermitas, con 19 romerías o fiestas detalladamente enumeradas, casi todas tradicionales. Y diez sacerdotes. En su mayoría adscritos a la iglesia parroquial de San Bizente, pero es de suponer que también en la de San Bartolomé (Alonsotegi), en la de Ntra. Srª. de la Natividad (Burzeña) y en la de San Roke (El Regato). En cuanto al sector primario: dos bosques (Sarrakolanda y Artatxu), y diversos montes o ríos principales.
Más tres molinos, dedicados a la transformación de productos agrarios. Hasta aquí las respuestas al estandardizado cuestionario oficial, pero la información principal es la añadida por el Ayuntamiento barakaldarra a instancias de la institución demandante. En el sector extractivo existen varias sociedades mineras de hierro, con sus respectivos ferrocarriles de: Triano (1865), promovido por la Diputación, Compañía Orconera (1877), Sociedad Franco-Belga (1880) desde Ortuella; y Luchana Mining (1877) desde El Regato, “que tienen los cargaderos para los vapores (barcos) en los puntos de Luchana y Réqueta”. Por último, los de viajeros de Bilbao a Portugalete (1884) y el de La Robla (1888), que acercaba el carbón de las cuencas hulleras leonesas y palentinas, cruzando el barrio de Irauregi, y con cargadero en Lutxana; con sus respectivos puentes metálicos. Con una media de 150 personas asistidas por año Águeda (en Stª. Águeda), El Carmen (El Desierto), San Ignacio (Retuerto), Santa Lucía (Mesperusa), San Antolín (Irauregi), San Martín (El Somo) y Ntrª Srª de la Concepción (Aranguren), restaurada en 1902; más la capilla de San Paulino de Nola (Larrea) construida en 1894 y donada a los PP. Salesianos, más otra capilla privada de Altos Hornos, de la advocación de El Carmen en El Desierto. Que detallamos por su relación con la religiosidad popular y festiva. De las fiestas, una sola urbana: Ntrª. Srª del Carmen: el 16 de julio en El Desierto y en Los Fueros. Además de la ya citada, y por orden cronológico y/o locativo: Santa Águeda: 5 de febrero, Pascuas de Resurrección (marzo) y de Pentecostés (mayo), todas ellas en el barrio de Cruces y además la primera en la ermita; Santa Lucía, el 30 de junio, en Bengolea; San Ignacio, el 31 de julio en Retuerto; San Roke, el 16 de agosto, en El Regato; San Bartolomé, el 24 de agosto, en San Bizente y en Alonsotegi; San Antolín, el 2 de septiembre en Irauregi; La Anunciación, el 8 de septiembre, en Burzeña; La Cruz, el 15 de septiembre, en Landáburu; El Rosario, en octubre, en San Bizente; Argalario (516 m.), Arroletza (454 m.), Sasiburu (453 m.), Apuko (558 m.), Basatxu, Burtzako (423 m.), Espinueta (142 m.), Garamilloba (275 m.), Ezperrali (362 m.),- Txikillozelai (La Toba, 376 m), Peñas Blancas, (461 m.), Urdaibai (Arnabal, 412 m,); y, en Alonsotegi: Gongeda (668 m.), Zamaia (569 m.). Larrentxu o Biderdi, (877 m.), Ganekogorta (998 m.), Pagasarri (671 m.), Ganeta (689 m), Lapurzulo (678 m.); Restaleku (586 m.), Aranzuli (488 m.), Udoi (429 m.), Parada (258 m.), Iguliz y Kanpitxu; los últimos compartidos con Bilbao, Arrigorriaga y Zollo. Más los liminales de Mendibil (553 m.), en San Salvador del Valle; Eretza (890 m.) y Mendibil (754 m.), en Güeñes; Ganeran (823 m.), Gasteran, (801 m.) y Zepal (718), en Galdames, Castaños, con sus afluentes de Pedernal (Cuadro o Loiola), Frados, Salgeta; Kadagua, con los de: Azordoiaga, Gongeda y Lingorta (Nocedal). Cuyos impactos medioambientales más notorios fueron los de las obras de explanación y terraplenado de la trinchera de las vías, interceptando caminos y desviando cursos de agua, etc. De gran impacto medioambiental, porque las explotaciones se realizaban a cielo abierto, como canteras. O Coto Minero de Tellitu (Sojo 1935: 143). Y otras bajo los montes Arroletza y Sasiburu: Ormidas, etc. Explotadas por la Luchana Mining, Sociedad Minera Alonsótegui, Máximo Chávarri, etc. A las que habría que añadir las diez minas del Coto Saracho, en el término municipal de Güeñes, pero colindantes con Barakaldo, cuyo cargue al Ferrocarril del Cadagua se efectuaba en la también liminal estación de Zaramillo Gran parte del entonces (1901) empobrecido monte público barakaldarra apenas sustenta una vegetación arbustiva de bortos (madroños), árgomas y brezos; mientras que otras especies: roble, castaño, encina se encontraban en montes privados. Estos bortales sirven como soporte de una actividad carbonera sometida a creciente demanda, tanto para usos domésticos como industriales, puesto que las baterías de A. H. V. y de Echevarría utilizarán carbón vegetal al menos hasta 1915. Ya en 1887-1890 el porcentaje de jornaleros industriales era del 75%, aunque parte de sus unidades domésticas practicaban también labores agrarias. Este gran complejo ocupaba una extensión de 56 Has., en la que todos los talleres y fábricas estaban comunicados mediante una red ferroviaria interior de 23 km., locomotoras para el servicio propio y 2,5 km. de muelles sobre la Ría. Con seis hornos altos, laminación de hierros y viguetas, tren de carriles y construcción de máquinas de vapor. Entre las principales minas de hierro, al S. O. del gran yacimiento de Matamoros, escalonadas desde las laderas de los montes Argalario y Mendibil hasta el arroyo Cuadro u Oiola: Las Julianas y Arnábal en Arnabal, explotadas por la Luchana Mining Company. En los montes de Barakaldo también hubo una pléyade de pequeñas minas: Carmen y otras en Burzako, Dificultosa y Concepción en Polveros, Figueras, en Peñas Blancas; Coto Mintetxu (Fe, Eusebio y otras 12 minas), Amalia en Zamundi, y Antón en Zamaia, en Alonsotegi y otras en las estribaciones del macizo Pagasarri-Ganekogorta. Aunque las más importantes se localizaban en el valle de El Regato. La calcinación del mineral se realizaba mediante hornos al efecto, de los que la Luchana Mining estableció cuatro en Las Julianas y uno en La Paquita. También se aprovecharon, mediante lavado, los minerales procedentes de las escombreras de varias minas: Manuela, Plácida y Lejana. Más las canteras tejeras (Cruces y Lutxana), de cayuela (falda de Róntegi), caliza (El Regato), arenas refractarias (Cruces) y otras). También se produce carbón vegetal “más que lo necesario para el consumo”. En el de transformación existen las fábricas siguientes: la fundición de hierro y acero de la Sociedad Altos Hornos de Vizcaya, en la capitalidad de El Desierto. Comprendiendo las factorías de Barakaldo y Sestao –fusionadas en 1902 con un número total de 5.850 obreros y empleados en 1909, siendo imposible desglosar los correspondientes a la Anteiglesia, muchos de los cuales también trabajaban en las factorías de Sestao: La Vizcaya (1882) y La Iberia (1887), especializada en hojalata y con un gran taller de llantas, ejes y ruedas para material móvil ferroviario. A escasa distancia de El Desierto, aunque ya en el barrio sestaoarra de Urbinaga se levantó la fábrica San Francisco de Mudela (1883).
La fábrica de Barakaldo, Ntra. Srª. del Carmen, se instaló en 1854 en la confluencia del río Galindo con la Ría. A partir de ese momento otras, en declive por su atraso tecnológico y financiero: la efímera Fábrica de Hierro de Irauregi (1859-1868), la fábrica de Puerto Rico o Santa Águeda (Kastrexana)- en 1863. En 1882, en Barakaldo, surge la Sociedad Altos Hornos y Fábricas de Hierro y Acero de Bilbao. En el sector metalúrgico existían otras fábricas más pequeñas, la de fundición Ntra. Sra. del Rosario (Serapio de Goicoechea), en Lutxana; una de clavos y alambres de Francisco de Echevarría (Santa Águeda, Kastrexana), otra de alambres denominada Alambres del Cadagua (Alonsotegi) y Vidarte y Cía (herramientas). Más la de alumbrado (Sociedad Electr. Nervión); una más de hilados de yute de Rica Hermanos (en Arbuio – Zaramillo); dos de tubos de gres, otra de tejas y ladrillos (Casimiro Zunzunegui); de cementos (San José); otra de muebles (José Iturmendi), más la de productos químicos Sociedad Anónima de Industria y Comercio. Y la oficina de la Sociedad Tranways et Electricits, dueña de los tranvías de Bilbao a Las Arenas y Algorta, sita como la anterior, entre los barrios periurbanos de Lutxana y Burzeña. – Junto a estas industrias nacen otras menores: canteras (Róntegui, El Regato y Cruces) de cal hidráulica, jabón, hornos para cocer ladrillo, tejeras (Cruces y Lutxana), de fosfatos y colas, conserveras y pequeños talleres de fundición y ajuste. En 1913 se establece en el municipio y su barrio de Lutxana dos importantes sociedades dedicadas al sector químico: la Sociedad de Maderas y Alquitranes y la Sociedad General de Industria y Comercio, produciendo ésta ácido sulfúrico y motivando una manifestación vecinal por el despido de humos calcinantes por el entorno. Durante la primera década del siglo XX el número de trabajadores industriales y mineros en Barakaldo era de 4.000, y en 1913 suponían el número de 4.744. En lo concerniente al sector terciario, existían: el mercado junto al ferrocarril de Bilbao a Portugalete (1901) 130 comercios, casi en su totalidad de ultramarinos, “sobresaliendo por su importancia la Sociedad cooperativa de Altos Hornos de Vizcaya”, 5 cafés y un número indeterminado de tabernas. Más diez restaurantes en 1910. Tres farmacias, 4 droguerías, 3 ferreterías, 8 panaderías y “diversos establecimientos de quincalla”. Dos fondas y ocho posadas. Y servicio de tres carreteras provinciales, cuatro ferrocarriles y un tranvía eléctrico. La Alhóndiga del núcleo de El Desierto fue construida en 1883. Más el cementerio de San Bizente, ampliado en 1889. En cuanto al sector agropecuario, cito literalmente: “Una gran mayoría del término municipal está destinada a agricultura que produce maíz, patatas, alubias y trigo. Se cosecha también abundante y buen chacolí, pavías, cerezas y castañas, como también se recolecta de toda clase de hortalizas, siendo de anotar por ser de excelente calidad los pimientos y espárragos”. Previamente se había producido una ampliación espacial del agrosistema. En 1899 se cultivaban 33 hectáreas de trigo y 47 de maíz, con 81 y 56 q. de producción respectivamente; más 1.141 hectólitros de txakolí, cifra que descendió hasta 580 h. en 1907, su punto más bajo tras las epidemias del oídio, el mildiu y la filoxera. La cabaña ganadera era numerosa en 1911, contando con la afamada feria de Cruces.
2.2. Urbanismo central y periurbano.
Con respecto al urbanismo, los barrios de la anteiglesia son nueve, incluyendo la nueva capitalidad de El Desierto. El principal cambio vino determinado por el asentamiento de un gran contingente de población inmigrante, llegado con la intención de mejorar sus expectativas vitales. Las primeras viviendas obreras se instalarán junto a las fábricas (El Desierto, Rágeta, Pormetxeta y Zaballa), siendo en parte sus promotores y propietarios los propios industriales. Ya en 1893 el casco urbano se extiende, además, por las calles Arana, Carmen, Estación, Ibarra, Lasesarre y Murrieta, satelizando las pequeñas barriadas de Landaburu, Beurko y Zaballa. El centro vital se desplaza desde la zona interior (San Bizente) hasta la Ría (El Desierto -Plaza de Abajo o de Vilallonga-), aunque las dependencias municipales se instalan en la Plaza de Arriba. Esta zona se convierte en de diversión, mercado municipal, escuelas de Artes y Oficios, correos, cine, oficinas de Altos Hornos, estación de ferrocarril… En los barrios hay que denotar dos actuaciones privadas. El rápido incremento de la población barakaldarra, iniciado con el despegue demográfico consecuencia de la revolución industrial, se traduce en la promoción de numerosas viviendas. El número de casas pasa de 671 en 1884 a 919 en 1897, y a 1454 en 1920; con un crecimiento sumamente caótico. La situación de las viviendas en El Desierto: “Es escandalosa, inmoral y sobre todo antihigiénica, la aglomeración de habitantes en las casas de este barrio por la escasez y carestía de las viviendas […] Así que estos barrios están continuamente infectados de viruelas, difteria y otras enfermedades infecciosas y contagiosas”. Además se puede añadir la muy deficiente llegada de agua a las casas, cuya mayor parte procedía del subsuelo infiltrado por los pozos negros. La primera traída de aguas se realizó desde el monte Mendibil, aunque ya en 1890 se consideraba insuficiente. En 1903 únicamente 78 inmuebles disponían de agua potable, y la mayoría de las viviendas carecían de excusados y lavaderos. Una excepción significativa son las casas de la Compañía Orconera en Lutxana. Es en 1889 cuando se concibe y reglamenta el planeamiento urbano del municipio y, un año después, se elabora el primer plano urbano de la anteiglesia, aunque solo referido al núcleo de El Desierto y parte de Landaburu. En 1907 se vio reformado por uno nuevo. Ya en 1920 se contabilizan 250 caseríos. En 1937 aún existía un numeroso conjunto de explotaciones hortícolas, muchos menos que las viviendas rurales de 1910, constituyendo una nebulosa dispersa entre los núcleos urbanizados. Barakaldo contaba, por entonces, con 135 caseríos, de los que el 52% se explotaban en régimen de inquilinato. Durante la primera década del siglo se consigna la existencia de varias casas-torre, vestigio de la vivienda señorial y/o guerrera de siglos anteriores. Las construcciones de la época siguen una directriz fundamentalmente ecléctica: la estación de ferrocarril de Lutxana (1902), casas de Zugaza, de Arana o de Achaval; el palacio Munoa (hacia 1860) es uno de los ejemplos más sobresalientes de la vivienda unifamiliar burguesa, correspondiendo a un diseño de eclecticismo isabelino y rodeado de un magnífico jardín de 6,8 Has. La arquitectura inglesa queda reflejada en los chalets para los técnicos mineros de la Orconera, construidas en 1876; y el modernismo tiene un magnífico ejemplo en el Asilo para ancianos pobres de la anteiglesia, de la Fundación Miranda, de iniciativa privada, con sus estatutos aprobados en 1911. Las transformaciones descritas no estuvieron exentas de conflictos. Los agricultores se quejaban constantemente de las sustracciones en sus tierras, solicitando la designación de nuevos guardas-jurados, serenos o alguaciles. En la vida cotidiana los altercados nocturnos fueron constantes, especialmente en la zona minera y en los prostíbulos de los barrios de Zaballa de Larrea y de Lasesarre, fruto obligado de borracheras y peleas casi constantes los días de paga. También eran frecuentes los alborotos en las romerías.
En cuanto al urbanismo, algunos problemas estructurales se derivan del uso del agua. El proceso de industrialización y urbanización de Barakaldo demanda agua para nuevos usos. Fundamentalmente con destino a la industria siderúrgica (procesos de enfriamiento) y minera (procesos de lavado), pero también para el abastecimiento urbano. La actuación decisiva es la construcción del Pantano de El Regato, en el río Castaños, con objeto de abastecer los pueblos y fábricas de la zona fabril. El proyecto concitó una gran oposición por parte del vecindario y del ayuntamiento de la anteiglesia, ante los notorios perjuicios de los intereses particulares y comunales. Otros problemas se derivan de los hornos de calcinación del mineral y de las industrias químicas afectando, sobre todo, a los barrios de El Regato y de Lutxana. También los abusivos usos del suelo para construir caminos, por parte del embalse y de las minas en terrenos comunales. En definitiva: el “progreso” hipotecó muchas de las características del Barakaldo rural y de la calidad de vida en general. Diversos focos de problemas son los derivados de la situación escolar: locales inhabitables, maestros mal pagados y muchos niños- sin escuelas. Y los derivados de la infravivienda entre la población obrera: con deficientes e insalubres condiciones, estado deplorable de las habitaciones y el hacinamiento de sus moradores, en régimen de inquilinato. Todo ello, sumado a la contaminación industrial del aire, los ríos y del agua precisa para el lavado y aseo, se tradujo en la proliferación de enfermedades contagiosas. En mayo de 1905 tuvo lugar el conflicto de los inquilinos barakaldarras en oposición a los desahucios y contra la subida de alquileres, protagonizado por las mujeres de varias calles. Huelga promovida- por la Sociedad de inquilinos de Sestao y Baracaldo e impulsada por el anarquista Centro de Estudios Obreros. El encarecimiento de los artículos de primera necesidad motivó, el 13 de junio de 1909, una multitudinaria manifestación por las calles- del municipio. Esta “foto fija” del Barakaldo primisecular quedaría incompleta con los datos del informe “técnico” municipal y otras fuentes, que soslayan el asociacionismo nacionalista y obrero más la sociabilidad y asociacionismo de todo tipo y los aspectos conflictuales de la- sociedad local.
2.3. Sociabilidad informal de las clases populares.
Los vínculos derivados de expresiones de sociabilidad elemental se entablan en los barrios populares en torno a diversos espacios- y prácticas, preferentemente de esparcimiento, así como de la vecindad. Aunque coexistiendo con otros juegos populares, no cabe duda de que la primacía entre las prácticas correspondió a la taberna y los bolos, así como las casas de citas para los hombres. El lavadero, la tienda y la costura para las mujeres. Y el baile para todos/as. En cuanto a la vecindad también en torno a la ayuda mutua entre vecinas, con motivo de enfermedad, parto o fallecimiento. Las veladas invernales vinculaban a dos o más grupos domésticos en casa de uno de ellos, contribuyendo no sólo al ahorro de combustible o la realización de tareas colectivas, sino también y sobre todo- al placer de la conversación sociable entre todos/as y socializadora- para los más jóvenes. La taberna fue el foco nuclear de la sociedad obrera masculina, propia del tiempo de ocio y del de esparcimiento, donde se reunían obreros fabriles y mineros tras su jornada de trabajo, sirviendo como fragua de una comunidad emocional. Lugar indistintamente denominado tienda, porque en él se vendían asimismo toda clase de artículos de consumo y de uso doméstico. En las tabernas, semipúblico, se desarrollaban vínculos de confianza y camaradería, reforzadas a través del acto de beber grupalmente. En este tipo de local no sólo se bebía, sino que se jugaba, cantaba y bailaba, con acompañamiento de guitarras y filarmónicas, actividades a través de las cuales los obreros iban afirmando una identidad nueva: modera y urbana. La taberna fue el lugar, por excelencia, de reafirmación de la masculinidad obrera. Su difusión alcanzó a la capitalidad fabril, así como a todas las barriadas y núcleos restantes. Durante este período, y aún más adelante, subsisten txakolies en caseríos de la periferia urbana. Unos 15 en todo Barakaldo. En los que se degustaban jarrillas de vino del país, acompañado de una cazuelita. Muchos de ellos contaban con carrejo de bolos, y en otros se jugaba a la rana o a las cartas. Frecuentados principalmente por la población autóctona, la sociabilidad amical a menudo imbricó las relaciones de cuadrilla con expresiones asociativas de tipo recreativo o político. El de la sociabilidad informal, la taberna, fue también sede de asociaciones recreativas y políticas, pronto irá dejando paso a una sociabilidad más formalizada: la asociación (cultural, mutualista y/o política), que se irá dotando de sus propios espacios- de convivencia y de socialización. Ante la inexistencia de un lugar específico de reunión política, la taberna suplía esta carencia en los barrios obreros. Una degeneración de la taberna fueron los prostíbulos existentes, durante el período intersecular, en la periferia urbana: La Punta, Reketa, Portu, Lasesarre, Zaballa y Larrea, también frecuentados por los marinos de las embarcaciones que transportaban el mineral, lugares todos ellos de borracheras y peleas.
2.4. Asociacionismo nacionalista y regional.
En 1894 se crea, en el barrio de San Bizente, la nacionalista Sociedad Euskalduna y, en 1909, el batzoki del mismo barrio; la Juventud Vasca en 1907; el Batzoki Retuertoarra (1905), el Centro Vasco en 1908 (política y de socorro mutuo); en 1910 los nacionalistas vascos fundan el primer y efímero club de fútbol, el Euzkotarra, resurgido en 1918. El Reglamento del Batzoki de Burtzeña se crea en 1909, y en 1912 el del Batzoki de El Regato. Estos centros albergan al movimiento nacionalista, con significativa implantación en la anteiglesia, convirtiéndose en sus sedes sociales y lugar propio de sociabilidad, a nivel local y/o barrial. En el seno de cada uno existen cuadros artísticos, grupo de danzas vascas, orfeón, enseñanza, grupo de mendigoizales (montañeros), así como comisiones de música, de festejos y de coros de Santa Águeda. Todos estos grupos y/o actividades serán otros tantos vehículos de propaganda y movilización nacionalista. Utilizando elementos de la cultura tradicional y suscitando, al mismo tiempo, identificación étnica con el objeto de construir una nueva religión política: la aberriana o abertzale. Según el informe municipal, en Barakaldo existían “colonias pertenecientes a muchas regiones españolas”. En la primera oleada, hasta 1910: el Centro Gallego de Vizcaya (1901), el Centro Asturiano (1904), la Colonia Burgalesa (1905), la Aragonesa, la Leonesa (1906) y la Colonia Montañesa (1909). Todos ellas servían como de sociabilidad de los obreros procedentes de sus respectivos orígenes, y celebraban sus propias fiestas patronales. Asimismo existía una sociedad propiamente recreativa: El Iris (1907).
2.5. Asociacionismo mutualista, socialista y anarquista.
La actividad mutualista, sindical y política obrera se inicia en Barakaldo con gran retraso. En 1887 se había fundado la Sociedad de Obreros del hierro y demás metales “La Solidaridad”. Aunque la primera Sociedad Obrera, propiamente dicha, fue la de Oficios Varios (1898). Y bastantes más sociedades de socorros mutuos y/o políticas se van creando en El Desierto, Lutxana, etc., durante el periodo primisecular. Entre 1899 y 1914 surge una pléyade de asociaciones sindicales. Ya en 1900 existía un Centro Obrero, después Casa del Pueblo (1908), socialista en el centro de la Anteiglesia, así como sus organizaciones juveniles, femenina, montañeras, excursionistas, etc., dependientes del mismo; desplazando a la taberna obrera y reforzando el sentimiento de comunidad política. La Agrupación Socialista se constituye en 1903, en 1904 el Centro Obrero de El Regato y la Juventud Socialista; esta última revitalizó la actividad cultural del partido. Todos ellos celebraban las festividades de La Commune (18 de marzo) y del 1º de Mayo o Fiesta del Trabajo, tanto en El Desierto como en El Regato, al igual que en el conjunto de la zona minero-fabril. La segunda de estas festividades constituye una autorrepresentación regular y pública de la clase obrera. Mediante cantos (himnos socialistas), música (dianas y pasacalles), banquetes, bailes, veladas poéticas, manifestaciones y símbolos que susciten un estado de efervescencia colectiva: ondear de banderas de las secciones obreras, rojo clavel en la solapa y puño en alto. Estos rituales obreros expresan, y al propio tiempo refuerzan, la identidad colectiva de clase. Entre 1912-1914 el grupo anarquista de “El Látigo” edita el periódico del mismo nombre, criticando dichas festividades que, a su juicio, debieran ser un día de conmemoración y de lucha, pero no de fiesta. En 1904 existe el Centro de Estudios Sociales “Amor y Libertad” y, en 1913 el grupo femenino libertario Luz y Armonía. La jornada de trabajo en las minas, de sol a sol, se redujo a 10,30 horas tras la huelga general minera de 1890. Jornada similar a la de muchos talleres de Altos Hornos de Bilbao. La mayoría de la población trabajadora cobraba tan sólo los días trabajados. Muy pocos, durante esta época, tuvieron la suerte de estar en nómina. Cobraban, por ello, jornales semanales, quincenales e incluso mensuales. Las tareas en las minas y en los destajos fueron formas de intensificar una jornada ya de por sí extensa. Pero para la expresión explícita del descontento latente producido por estas condiciones, será preciso esperar a la primera huelga general en Altos Hornos de Vizcaya, y otras empresas fabriles saldada con una derrota, al igual que las dos parciales de 1899. En 1911 se produjo ésta gran huelga fabril y minera, con notorio retraso sobre las mineras, recurrentes desde 1890.
2.6. Prensa local y primeros cines.
En cuanto a la efímera prensa local de los años precedentes es preciso mencionar La Ortiga Baracaldesa (1896), defensor de los intereses de la enseñanza; El Comercio (1905), órgano de la Unión Comercial; El Magisterio Vascongado (1906); El Cascabel, semanario satírico (1909-1910). La izquierda barakaldarra editó varios periódicos, coincidiendo con la presentación de candidaturas republicano-socialistas al Ayuntamiento, como: La Voz de Baracaldo (1906) y El Eco de Baracaldo (1909), enemigo acérrimo del ideario nacionalista vasco y todos ellos anticlericales. Así como el precitado de El Látigo (1912-1914) de tipo anarquista. Sin perder de vista que en Barakaldo también se leía la prensa bilbaína y la adscrita a las diferentes corrientes políticas. En cuanto al espectáculo cinematográfico, la sala precursora fue el Cine de la Plaza (1909), seguida por el Gran Cinematógrafo Bilbao (1910) y el Salón España (3.03.1911), en la calle Ibarra. Ese mismo año (25.12.1911) se inauguró el de la nueva firma Empresa Petit- Palais, la sala que más sobrevivió, hasta 1916).
2.7. Conclusiones
Estos datos nos muestran al Barakaldo de 1911 como una sociedad local plenamente modernizada, en base al incremento rápido y constante -desde medio siglo atrás- de todas sus variables: demográficas y migratorias, industriales, urbanísticas, educativas, asociativas y conflictuales. Pero donde subsisten importantes elementos estructurales, si bien progresivamente reducidos, de la comunidad tradicional que la precedió: agricultura y ganadería, religión eclesial y religiosidad popular; fiestas populares, con un importante capital performativo. Adaptándose a la modernidad en todas sus facetas como, por ejemplo, el surgimiento del nacionalismo vasco en el ámbito político. Pero, preservando premisas culturales no cuantificables que persisten en el imaginario de la mayor parte de la población autóctona y de la alógena ya integrada. Se trata de ese capital simbólico, encuadrado en el nivel del imaginario y de las mentalidades. Es decir de las creencias, supersticiones, mitos, leyendas, cuentos, prácticas y de determinadas festividades relacionadas con ellas. Arraigadas en la religiosidad popular de ese segmento autóctono residual de la comunidad tradicional que nuestra anteiglesia fue y sometidas a un paulatino proceso de secularización y de pérdida de plausibilidad. Pero que setenta años después del año elegido como referencia aún persistían en un contexto mucho más modernizado en el imaginario de nuestros/as informantes. Aunque la siguiente generación ya conociera muy poco de las mismas. Pero que suponen las “lágrimas en la lluvia” de la nueva sociedad local barakaldarra.
Jose Ignacio Homobono
KOBIE, 2021
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