Industria y patrimonio en la ría de Bilbao (V)
CONSERVACION DEL PATRIMONIO Y SOCIEDAD DE SERVICIOS
La Guerra Civil apenas provocó en las industrias de las márgenes de la Ría escasas pérdidas de bienes de capital. Los daños materiales como consecuencia de bombardeos fueron muy reducidos, de hecho para 1940 los centros siderúrgicos como AHV parece que ya habían recuperado la capacidad productiva de antes del conflicto[1]. Pese a todo son escasos los elementos de esa época que se ha podido preservar. La rápida renovación del aparato productivo de las fábricas en algunos casos y el alto valor especulativo de los suelos próximos a la Ría capaces de generar grandes plusvalías, han limitado los elementos preservados a un pequeño grupo de arquitecturas o estructuras ingenieriles ante la indiferencia de las instituciones locales y autonómicas. Ejemplos interesantes de fábricas desaparecidas son Lube en Barakaldo y Beltrán y Casado en Bilbao. La primera fue junto a Montesa y Derbi en Cataluña una de las fábricas pioneras en la fabricación y montaje de motocicletas en serie del Estado. Beltrán y Casado fabricó en sus talleres de Deusto los primeros frigoríficos. Sin embargo, el modelo «Frisan» constituirá en los duros años cuarenta un lujo solo al alcance de la clase alta catalana, su principal consumidor.
La crisis mundial del petróleo en los años setenta afectó muy duramente a las industrias de la ribera del Nervión y no ayudó especialmente a preservar el patrimonio heredado. El aumento vertiginoso del precio del crudo perjudicó a todas las industrias pesadas que dependían directamente de este tipo de energía. Los primeros síntomas de la crisis son de 1973-74, si bien solo a partir de 1976 se inicia una recesión que se extendería hasta mediados de la década siguiente. La crisis fue sobre todo industrial y afectará intensamente a los sectores tradicionales de la industria vasca: siderurgia y naval. La pérdida de importancia de los sectores económicos tradicionales y en definitiva la configuración de un sector secundario con cada vez menor generación de empleo permitió que los servicios recogieran el testigo, absorbiendo parte de los trabajadores desplazados de la industria y manteniendo viva la demanda de bienes de consumo[2].
La pérdida de elementos patrimoniales ha continuado siendo algo característico en las localidades de la Ría y especialmente en el área de Bilbao. La ciudad ha perdido en muy pocos años un número estimable de construcciones de gran valor patrimonial para la preservación de la memoria histórica de la ciudad industrial. Otras ciudades europeas reutilizan sus edificaciones industriales o portuarias, restaurándolas e integrándolas en las actuaciones de regeneración urbana. Paradigmáticas son las experiencias que actualmente se desarrollan en la ciudad suiza de La Chaux-de-Fonds o el proyecto 22@ en el Poblenou de Barcelona, que plantean la reconversión para usos de vivienda, equipamentales o terciarios del mayor número posible de edificios industriales preexistentes. Mientras, en el área metropolitana de Bilbao se han derribado el Depósito de Aguas de Miraflores y su edificio de servicios, los cargaderos de mineral de Olaveaga y Zorroza, las fábricas de cerveza de La Salve y del Norte (Basurto), las oficinas y la mayor parte de la casa de bombas de Euskalduna, la jabonera Tapia, uno de los puentes de Pablo de Alzola sobre el Cadagua, el molino del Pontón, la fábrica de la Compañía de Maderas de Abandoibarra, el Depósito Franco, parte de la estación de ferrocarril de Lezama; la torre piezométrica, parte de los depósitos subterráneos y el jardín exterior de la Estación bombeadora de Elorrieta, además del expolio parcial de su maquinaria. Tampoco se consideró oportuna, ni por la administración local ni por la autonómica, la conservación de algunas arquitecturas industriales ejemplares ubicadas en Sestao y Barakaldo. A la próxima desaparición de Sefanitro y de las Casas de Orconera, último vestigio de la que fue primera ciudad jardín del País Vasco, se unen las ya derribadas naves de la Central Térmica de Burtzeña y la mayor parte de las instalaciones de Altos Hornos de Vizcaya y el horno alto de Echevarria.
Una opción de futuro con planteamientos novedosos lo constituye la próxima intervención en la península de Zorrozaurre. Afortunadamente aquí, tanto la arquitecta responsable del Masterplan, Zaha Hadid, como la Comisión Gestora de los suelos de Zorrozaurre han mostrado su interés por conservar algunas de sus arquitecturas industriales. Zorrozaurre fue una de las áreas de expansión industrial de Bilbao en los cincuenta y sesenta y sede de numerosas industrias, la mayoría de ellas cerradas. Se trata de un territorio comprendido entre el Canal de Deusto y la Ría, que hoy está en la lista de espera de nuevos afanes urbanísticos pero sobre el que se asientan valiosas arquitecturas que pueden y deben ser aprovechadas y reutilizadas en el ambicioso plan de regeneración que se ha de desarrollar en los próximos años. Se trata de bienes de gran interés patrimonial como los edificios de oficinas, laboratorio y torre de procesamiento químico de Mefesa, las oficinas de Cromoduro, el edificio de Beta, los antiguos pabellones de Galletas Artiach, el edificio de la desaparecida Coromina Industrial y otras arquitecturas pertenecientes a empresas como Saema, Lancor, Consonni y Vicinay. Instalaciones cuya conservación parece perfectamente compatible con los usos innovadores propuestos, mostrando y demostrando que innovación y conservación no tienen por qué entrar en conflicto. Y además no hay que ir muy lejos para encontrar referencias acertadas como la reconversión llevada a cabo en los antiguos talleres de Muñoz Mendizábal en el barrio de Deusto, el conocido como edificio de El Tigre, un nuevo icono para Bilbao, hoy habilitado con viviendas.
La apuesta concreta de los empresarios y de las instituciones por una sidero-metalurgia competitiva a nivel internacional y la terciarización de la economía, han modificado sustancialmente el aspecto de las márgenes del Nervión[3]. La hegemonía de los servicios se ha ido extendiendo por las localidades de la ribera y zonas próximas. La capital, Bilbao, se transforma y adquiere una nueva dimensión que le proporcionan el Museo Guggenheim, el Palacio de Congresos o el Museo Marítimo. Los nuevos planteamientos urbanísticos están modificando el paisaje de la Ría desde El Arenal hasta Zorrozaurre, donde, como se ha comentado, se darán cita múltiples servicios públicos y privados. La segunda localidad de la ribera, Barakaldo, en la actualidad ha unido su casco urbano con los antiguos solares fabriles que hoy en día constituyen entornos como el BEC y un conjunto de centros comerciales que se extienden al lado de la autopista a Santander. A lo largo del curso fluvial se van transformando las orillas y canalizando mejor las aguas, que mejoran su calidad gracias a las depuradoras situadas en las inmediaciones. El curso se ensancha a la altura de la Acería de Sestao que con unos 300 trabajadores mantiene la vieja tradición industrial del hierro, elemento imprescindible que fue, a principios de siglo XX, para la construcción del Puente Colgante de Portugalete, que hoy como siempre sigue presidiendo la desembocadura de la Ría.
Finalmente es preciso destacar otras realidades y futuros proyectos relacionados con este espacio físico como son el Metro Bilbao que atraviesa la propia Ría por debajo de su curso, para unir las dos líneas que actualmente mantiene; el Puerto exterior que presenta una relativa buena salud y la futura construcción de una red ferroviaria de alta velocidad que unirá todos los territorios del país: la Y vasca.
Comentarios recientes