
Las sociedades recreativas, deportivas y musicales en Barakaldo

Junto con las sociedades políticas que, como hemos visto, desarrollaron una importante actividad lúdico-social, los primeros años del siglo XX vieron el desarrollo de numerosas asociaciones recreativas y deportivas, algunas de las cuales continúan existiendo. Muchas de ellas combinaban diversos tipos de actividades, desde bailes de sociedad, hasta conferencias culturales, excursiones a diferentes puntos de la provincia, concursos deportivos, etcétera. Las sociedades recreativas que desarrollaron su vida asociativa preferentemente fuera del ámbito de los partidos políticos, experimentaron un fuerte impulso en torno a 1918. Ese año surgieron el Círculo de Recreo («Sin color político»), la Sociedad Vegetariano-Naturista de Vizcaya, la Sociedad Recreativa de Luchana («antipolítica») y la. Sociedad Recreativa del Cadagua en Alonsótegui. Casi 10 años más tarde, en 1927 se fundó la Sociedad Baracaldesa y el Casino de Barakaldo.
Sociedades Musicales
A partir del segundo tercio del siglo xix, diversas manifestaciones musicales ocuparon un espacio creciente en la vida de la sociedad urbana española. Importancia que continuó en el siglo XX. En cualquier caso, antes de pasar al estudio de las formas específicas de sociabilidad musical, hay que subrayar el hecho de que la música forma parte de la vida cotidiana de cualquier colectividad. Por lo tanto, al lado de orfeones y coros, hay que recordar que existen los cantos de los trabajadores o de las mujeres –algunos ya se han mencionado en un apartado anterior–, los espectáculos organizados por tabernas y cafés cantantes, y las expresiones surgidas espontáneamente en fiestas y romerías. Todos ellos conformaron la parte fundamental de esa expresión emocional, especialmente con anterioridad a que los medios de comunicación modernos, la radio fundamentalmente, hayan unificado de forma progresiva los gustos musicales del conjunto de la población. Una muestra de ese repertorio cancionil baracaldés más actual en el que se entremezclan los ternas locales con las bilbainadas, canciones en euskera, habaneras, tangos y música lírica se encuentra en la obra de Javier Echevarría Canciones para el recuerdo (1994).
La banda de música «La Lira» fue la primera sociedad musical que conocemos en Barakaldo, aunque la sociedad de socorros de AM/ tenía una escuela de música, algunos de cuyos componentes formaron la banda «La Infantil» que actuó en varios festejos de 1892 y 189310. La Lira, dirigida por José Crespo, tocaba desde 1889 con carácter municipal en las celebraciones baracaldesas. La agrupación subsistió hasta 1906, integrándose alguno de sus componentes en la Banda de Música creada en 1899 por el Ayuntamiento’. El primer director de la Banda Municipal fue Pedro Alberdi, hasta su fallecimiento en 1926. Tras un largo periodo de interinidad protagonizado por Francisco Fernández, le sustituyó en 1928 Jaime Texidor, quien sería depurado al finalizar la Guerra Civil, por permanecer fiel a la República. Si hasta entonces había contado con director, subdirector y 48 ejecutantes, su plantilla se redujo hasta los 42 ejecutantes bajo la dirección de Tomás Aragiiés».
Junto a la Banda existía la banda de txistularis formada por tres ejecutantes en Barakaldo y dos en Alonsótegui. Entre sus funciones estaban el acompañar a las autoridades en los desfiles oficiales y, durante los primeros años de la posguerra, alternar con la banda de música en los bailables de domingos, festivos y romerías. Luis Torre fue el primer txistulari municipal desde 1933. Torre que también era profesor del grupo de danzas de Luchana recibió un homenaje el 6 de enero de 1962, en el que actuaron la agrupación de Danzas Vascas Amaya, el Ochote Gaztiak, un gran número de txistularis y la Schola Cantorum.
Además de estos grupos oficiales, existieron varias bandas de cartón, rondallas y aficionados que actuaban en fechas o momentos significativos. La actividad musical podía ser de varios tipos: conciertos, bailes y representaciones escénicas, específicamente musicales o no, zarzuelas, fragmentos de óperas, obras de teatro, etcétera. La música constituía en muchos casos el complemento de veladas recreativo-culturales o de tipo político, en tanto que en otras ocasiones era el eje vertebrador del acto. La canción participativa y espontánea componía un repertorio diverso, a menudo de contenido satírico, en contraposición a los temas más «serios» utilizados en las actuaciones formalizadas.
La fuerza emotiva del canto fue un excelente instrumento utilizado por todas las fuerzas políticas para difundir su pensamiento entre amplios grupos de población y cohesionar y vigorizar a sus simpatizantes y afiliados. La música era un instrumento educativo, un medio de avanzar en la emancipación de las conciencias y una vía de progreso individual y colectivo. La música moralizaba, toda la familia podía acudir a la velada, lo que potenciaba los lazos familiares y contribuía a la recomposición de las estructuras sociales, convirtiendo a masas informes en un agente consciente de la necesidad de la reforma de la sociedad y la política.
En muchos casos, lo importante era el aspecto social y humano de la reunión coral, no la perfección de la técnica vocal, sino el mero hecho de juntarse para cantar y pasar el tiempo de una forma diferente y lejos de la taberna. El éxito popular de algunas canciones, repetidas en días de celebración deportiva, patriótica o política, en tabernas y cafés o en la calle muestra, no obstante, que la incompatibilidad entre alcohol y canto no era tan grande, como se desprendía de alguno de los impulsores de estas actividades. La oportunidad de viajar que ofrecían las sociedades musicales u orfeonísticas, con ocasión de alardes y concursos, era otro factor nada desdeñable a la hora de integrarse en las mismas.
Junto a los grupos existentes en el seno de diversas sociedades, por ejemplo nacionalistas y socialistas, el principal representante de la afición coral en Barakaldo fue el Orfeón Baracaldés. Frente a la filiación partidista del resto de los grupos», el orfeón encarnaba a toda la colectividad baracaldesa. Representaba a la Anteiglesia en los concursos musicales, de tal forma que la población podía identificarse con su orfeón. Tras una etapa de crisis, reapareció el 16 de julio de 1927 gracias al impulso municipal, especializándose en la interpretación de zarzuelas y otras obras semejantes, consiguiendo a lo largo de su historia varios premios nacionales.
Sociedades Deportivas
Los espectáculos deportivos han sido uno de los rasgos distintivos de la sociedad contemporánea. En ese sentido, Barakaldo ha sido una de las avanzadillas vizcaínas, en la medida que desde comienzos de siglo diversas modalidades deportivas tuvieron eco en la anteiglesia y surgieron numerosos clubs deportivos e incluso dos semanarios deportivos, La Ribera Deportiva en 1924 y El Pregón Deportivo (1948 y 1955). Los nacionalistas fueron fuertes impulsores de la práctica deportiva. Fueron ellos los creadores del primer equipo que conocernos, el Euzkotarra. Este club, fundado en 1910, desapareció al poco tiempo y resurgió en 1918. Durante los años de la dictadura primorriverista sirvió para encubrir las actividades societarias de los nacionalistas’. Ya en los años 30 cayó en el olvido. Mientras tanto, ya había surgido el actual decano del deporte baracaldés, el Barakaldo FBCH6, miembro de la Federación Atlética Vizcaína desde 1917, también orientado al balompié. Y es que, según López Llamosas «En nuestro vecinal recinto se sabe de fútbol, se sigue el fútbol, se ama el fútbol». En la misma época surgió el Club Alfonso XIII, orientado igualmente a la práctica del fútbol. Los desafíos deportivos se realizaban con equipos tanto de Barakaldo como de toda la Ría del Nervión. Otro de los protagonistas del deporte baracaldés fue el Club Deportivo, Fundado probablemente a comienzos de la década de 1910, tras un periodo de silencio abrió en marzo de 1915 un gimnasio, contratando al director del Colegio de Educación Física de Bilbao, Germán de Erausquin, como profesor de Educación Física»’. Junto con los ejercicios físicos, carreras pedestres y equipo de fútbol, el club organizó conferencias y excursiones en las que tomaron parte andarines, ciclistas y público en general.
En la relación de sociedades haracaldesas de 1930 nada menos que 19 clubs se repartían la atención de los «sportmen» baracaldeses: Arana (1930), Baracaldo FBC (1917), Club Deportivo, Club Irrintzi (1921)»9, Desierto FBC, Español FBC (1930), Euzkotarra Club (1918), Grupo Alpino (17-61929), Oriamendi Sport, Peña Taurina, Sociedad Ciclista Baracaldesa, Sociedad Deportes Retuerto Sport, Sociedad Deportiva. Burceña. FBC, Sociedad Deportiva de El Regato (1930), Sociedad Deportiva Arbuyo (1930), Sporting Club de Luchana (1923), Unión Sport de San Vicente, Unión Sportiva Baracaldesa y el Zaballa Sport (1928). Cada barrio y cada facción política tenía su equipo, «el Euzkotarra y el Irrintzi eran nacionalistas, el Oriamendi carlista y el Desierto FC estaba integrado por txikiteros teñidos de rosa (UGT)»1«. Es evidente que la dictadura de Primo de Rivera que limitaba muchos de los campos de actuación típicos de los años 10, reorientó los esfuerzos de los jóvenes hacia el terreno deportivo, que les servía, además, para mantener los lazos organizativos.
La supremacía del fútbol era aún más manifiesta, si tenemos en cuenta que junto a las sociedades mencionadas existía una quincena de equipos sin federar. De hecho, muy pronto se inició la polémica sobre la profesionalización de los jugadores y varios baracaldeses, como consecuencia de una relación, frecuentemente polémica, pasaron a jugar al Athletic de Bilbao e incluso a otros equipos más importantes, a cambio de un sueldo. Pero no todo el mundo estaba de acuerdo con esa tendencia. Así, para La Ribera Deportiva, profesionalizar el fútbol «es prostituirlo y darle un colorido ficticio que repugnará a nuestra manera de ver el deporte en sí».
El fútbol no compartió con deporte alguno su popularidad. Le seguían ya en los años 30 la pelota, con varios frontones, el boxeo (eran los tiempos de Uzcudun y Gabiola), más por espectadores que por practicantes, y el ciclismo. Tras la Sociedad Ciclista Baracaldesa que se disolvió hacia 1918 y las pruebas organizadas por diferentes clubs, en 1934 se creó la Unión Ciclista Baracaldesa que desapareció con la Guerra Civil, en 1936. Los años de la dictadura riverista vieron igualmente el nacimiento del Club de Remo Beurkotarra (1928) con sede en el txakolí de Marcos.
El montañismo fue el otro deporte que alcanzó un alto número de practicantes en la anteiglesia, tanto en su variante lúdica, como en la política, con los grupos de mendigoizales, organizados por los nacionalistas, o el Grupo Alpino Jaurés, creado por los socialistas. De hecho, algunos clubs de fútbol, el lrrintzi o la Sociedad de Deportes Baracaldo FBC tenían su sección alpina. Según el Barón D’Or, comentarista de La Ribera «el alpinismo (es el) deporte que con mayor preferencia practiqué por ser noble, sano e instructivo. Desde el punto de vista moral altamente beneficioso pues nos inculca el conocimiento práctico de nuestro país. La montaña nos hace comprender nuestra inferioridad»1«. Ya en 1925, varios clubs locales habían iniciado los Concursos de Montañas y 15 montañeros coincidían en la cumbre del Eretza el 1 de marzo. El 17 de junio de 1929 se formó el Grupo Alpino-Turista Barakaldo.
En una situación intermedia entre las actividades deportivas y las político-educativas se encontraban los boy-scout. Los exploradores, como también eran conocidos, estaban dirigidos por el maestro Samuel Cerezo y agrupaban en 1915 a cerca de un centenar de jóvenes baracaldeses. Además de la educación física, plasmada en las numerosas excursiones y ejercicios gimnásticos, Cerezo insistió que la prioridad correspondía a la educación de las facultades morales y que el fin de la institución era «la regeneración de la patria en el orden moral y cívico». Por ello, había que alejar a los jóvenes del ambiente malsano que reinaba en Barakaldo las tardes de los domingos. La confección de una bandera española para la tropa baracaldesa era saludada calurosamente por el periódico El Liberal: «nuestros niños exploradores (…) marcharán orgullosos y honrados en sus días de gala precedidos de la bandera nacional, (…) bandera que más que en parte alguna debemos aquí propagar y adorar».
Aunque se podría discutir sobre la procedencia de incluir las corridas de toros en el apartado deportivo, este espectáculo gozó de considerable presencia en el municipio. Los festejos taurinos celebrados en el Frontón Baracaldés (1906-1908) muestran la existencia de un nutrido grupo de aficionados que también se desplazaban hasta la plaza de Vista Alegre en Bilbao para admirar a sus ídolos. Varios baracaldeses probaron fortuna con el estoque, aunque sin excesiva fortuna. Son, entre otros, Diego Marquiarán (Fortuna), Jerónimo Loizaga (Chatillo de Barakaldo), Clemente Moret, Castor Echeverría, Manuel Chacarte y ya en los años cincuenta Enrique Orive. Desde los años 30, la sociedad Peña Taurina se encargó de organizar becerradas, incluso en localidades vecinas, llegando a construir una plaza de madera que no tuvo demasiado éxito.
Los años del franquismo darían un nuevo impulso deportivo, uno de los pocos espacios permitidos para la expansión ciudadana.
Mikel Aizpuru
Hola Mikel,
He leído el artículo de las sociedades en Barakaldo, y me interesan especialmente los datos relacionados con los Scout y su creación. El pasado enero nos reunimos un buen grupo de los antiguos scout de Santa Teresa en torno a una comida. El grupo que funcionó desde los años 60 hasta mediados de los 80. He recopilado un gran número de fotos y documentación del grupo de forma que nos ha salido una crónica muy interesante que lo integraremos en un DVD. Esta es la razón del presente correo. Te agradedería cualquier tipo de información referente a los scout en sus orígenes.
Gracias y un afectuoso saludo.
Jose F. Alonso