Minería en el Regato (II)
Luchana: Puerto de Bizkaia
Aguas abajo, el área comprendida entre las desembocaduras de los ríos Galindo y Cadagua en el Nervión o Ibaizabal se convirtió por esas fechas en el autentico puerto de Bizkaia, en el puerto industrial. No en vano, el calado, la anchura del cauce y las características de los fondos en esta zona, aunque deficientes, reunían las mejores condiciones de la ría para la navegación; además se encontraba a pocos kilómetros de los yacimientos de Triano, de esa mercancía tan ansiada por la pujante industria del hierro.
Un importante puerto que llegaría a mover millones de toneladas; los seis millones de 1899, coincidiendo con el mejor momento exportador, no volverían a alcanzarse hasta 1962. Este año, curiosamente, se produjo un hecho insólito en la historia del puerto: por primera vez arribó un barco extranjero cargado con diez mil toneladas de mineral de hierro liberiano con destino a Altos Hornos de Vizcaya.
Gracias, en parte, a los pequeños arbitrios para obras (2 reales/tonelada) con que se gravaba la carga y descarga de barcos desde 1878, se pudo financiar la mejora de la ría y dotarla de unas infraestructuras que, indirectamente, beneficiaron la actividad industrial y comercial. Los muelles, grúas, iluminación eléctrica, diques, boyas y dársenas facilitaban las condiciones para el trasvase de cargas y refugio de los barcos a la espera de mercancía. En menos de cinco kilómetros de ambas márgenes de la ria se establecieron empresas siderúrgicas, químicas, energéticas, navales y de materiales de construcción, aprovechando las dotaciones de la ribera.
Como antaño Barakaldo se convirtió en importante nudo de comunicaciones, terrestres y marítimas. Por su término pasaban los caminos que unían la villa de Bilbao con Castilla, Encartaciones y zona minera, en cuyo trazado tan interesada estuvo la familia Ybarra; con el barrio de Luchana enlazarían las redes ferroviarias del interior peninsular por medio de las líneas mixtas de Bilbao Portugalete (1888) y de La Robla (1902). También terminaban aquí los ferrocarriles de tres de las grandes empresas mineras extranjeras, Orconera Iron Ore, Franco-Belga des Mines de Somorrostro y Luchana Mining Company Limited, responsables, en parte, del impulso renovador que produciría un radical cambio de la economía y contribuyó al nacimiento de la nueva sociedad barakaldesa a partir del último tercio del siglo XIX.
Hacía pocos años que los terrenos de la margen izquierda de la ría en esta zona eran todavía fértiles vegas (La Punta, Erreketa, Errotabarria y Burceña) de tierras cuidadosamente cultivadas, ganadas al agua y la marisma la centuria anterior. Entre la casería de la vega de Errotabarria y el ángulo de la torre de Luchana, en uno de los puntos de mayor anchura de la ría (115m), a lo largo de cuatrocientos metros de muelle emplazarían normales a la ribera los cuatro cargaderos de Orconera, separados entre algo más de 90m; a continuación, Aguas abajo de la torre, se construyo el muelle (305m) y cargadero de Luchana Mining. El cargadero de Orconera más cercano a la casería de Errotabarria y desembocadura del Cadagua se encontraba a 6.200m de la mar, y contaba en 1878 con una profundidad de 5,20m en las pleamares (Bourson, 1878; p. 682). Este calado era insuficiente, por lo que se dragaron los fondos hasta dejarlo en 5,79m que permitieran atracar barcos de mayor tonelaje contra los embarcaderos.
Además de la escasa profundidad (dos y tres metros de agua en bajamar entre el abra y Luchana), los mayores inconvenientes para la navegación eran los bancos de arena de la embocadura y la variabilidad del cauce. Con las obras emprendidas a partir de 1876 se habían obtenido pequeños avances, aunque la prensa de 1880 se hada eco todavía de frecuentes naufragios, varaduras y otros accidentes y de la ineludible espera a las mareas vivas para hacerse a la mar.
Para superar las pésimas condiciones de la barra muchos barcos tenían la quilla casi plana, lo que aumentaba sus dificultades en alta mar. Los vapores más adecuados para las condiciones de la ria debían tener de 13a 14pies de calado, aproximadamente cuatro metros, con menos de mil toneladas de arqueo.
Las características del puerto, naturalmente el tipo de cargaderos. Cuando, entre 1873 y 1880, las empresas que contaban con ferrocarril instalaron estos medios de embarque fijos, lo hicieron para ser eficaces con un nivel del agua inferior a 18 pies, adaptándose a barcos de poco arqueo: «no se pudo pensar en cargaderos semejantes a los que ya por aquellos años se usaban en los mejores puertos de Europa y de America, para vapores de tres a cinco mil toneladas, que podían recibir su carga completa en uno o dos días»
Quizá por ello, cuando empezaron a notarse las reformas de la ría, Orconera anuló un cargadero y Franco-Belga redujo el número de los proyectados. En los seis cargaderos barakaldeses (tres de Orconera, dos de Franco-Belga y uno de Luchana Mining) utilizables simultáneamente, en 1882, con poco más de una docena de trabajadores se podrían cargar, teóricamente, hasta nueve mil toneladas en una jornada laboral. Era una operación sencilla, en la que se podía verter directamente en las bodegas un tren de 30 vagones en apenas cuarenta minutos.
Sin embargo, ahora que los bancos de arena se habían rebajado, que navíos de 23 y 24 pies podrían acercarse a los embarcaderos, su nivel era muy bajo; y, a las horas de pleamar, era imposible comenzar la carga de grandes navíos. Pero a pesar de las limitaciones técnicas con que se proyectaron no tuvieron apenas innovaciones hasta 1927. Las reformas llevadas a cabo entonces por Orconera y Franco-Belga pretendían frenar el declive de las exportaciones por la creciente competencia norteafricana.
Del funcionamiento de los instalados por estas dos grandes empresas existe abundante bibliografía, por lo que vamos a describir el perteneciente a Luchana Mining que, a pesar de su menor importancia, era el que usaron las minas de El Regato, y no llegaría a reformarse nunca. Estaba situado en las cercanías de la torre de Luchana, donde la franja de tierra era más estrecha, por lo que para emplazarlo se necesitó el relleno, saneamiento y desecación de quince mil metros cuadrados de terreno.
La longitud del cargadero, desde el punto de partida en la falda del monte Rontegi hasta la terminación, era de 112,50m. Por medio de puentes (8,60m de altura) se salvaba el paso de la carretera provincial de Burceña a Portugalete, la vía de Orconera a la fábrica del Carmen y, más tarde, también el de Bilbao a Portugalete.
A los 50 m del punto de partida comenzaba el cargadero propiamente dicho; consistía en seis pies de madera creosatada, reforzados con estribos de mampostería, que soportaban una base de madera sobre la que se apoyaba la vía del ferrocarril hasta el muelle, a diez metros de altura sobre el nivel medio de las mareas.
De la coronación de este hasta el final del cargadero, el ingenio se componía de otros cuatro pilotes con sus correspondientes travesaños.
Curiosamente tanto éste como el resto de los embarcaderos se hicieron de madera alquitranada y no de hierro, posiblemente para abaratar la primera instalación y mantenimiento, o por su mayor resistencia a la acción del agua de la ría, alternativamente dulce y salada.
En el cargadero de Luchana Mining no se vaciaban los vagones por debajo, como en el sistema diseñado por J.P. Roe para Orconera, sino volcándolos por la parte delantera. Este procedimiento tenía algunos inconvenientes. La capacidad de los vagones debía ser mas reducida por la inclinación de aproximadamente, que precisaban sus paredes interiores para facilitar la descarga, y aún así a veces habla que ayudar a salir el mineral empujándolo con barras. Los vagones, pues, debían ser más altos, lo que implicaba que al tener el ferrocarril una distancia entre vías de 1,05 metros se produjeran mayores trepidaciones y, en consecuencia, deterioros.
A partir del cargadero de Luchana Mining, entre 1883 y 1885, se haría un dique longitudinal hasta la Dársena de Portu. Construida por Altos Hornos de Bilbao tenía cuatrocientos metros de muelle, con lo que duplicaba la superficie anterior dedicada al atraque y descarga de los buques que traían coke y carbón asturiano o británico para sus hornos altos.
La construcción del dique favorecería además el relleno con escorias (inútiles como abono mineral al proceder de hematites sin fósforo) y estériles de la vega de Erreketa, donde se encontraban los embarcaderos de Franco-Belga, y la ampliación sobre ella de la fábrica, cuyo progreso estaba gravemente mediatizado por la falta de espacio.
A pesar del importante movimiento de mercancías, en el puerto de Luchana no habla tinglados ni almacenes, tan solo una caseta de madera para cobijar al agente de Aduanas y un pequeño reten de forales, pues se trataba de expedir cuanto antes los buques.
Pero las actividades portuarias y mineras contribuyeron al nacimiento de un nuevo barrio, Luchana, que en apenas veinte años multiplicaría varias veces los edificios y habitantes con que contaba en 1867. Como afirmaba Antonio Trueba <Ya no es Luchana aquel juncal donde apenas había más edificio que una rústica casería levantada sobre las minas de la torre del Condestable de Castilla, que los cronistas llamaron con evidente exageración «la primer fuerza de Vizcaya»: es un gran núcleo de población al que dan animación y vida los ferrocarriles mineros que allí desembocan y los enormes vapores que allí cargan o esperan cargar el mineral de hierro.
En efecto, la agricultura era ya una actividad casi residual. La población ha crecido al albergar a muchos de los trabajadores de mantenimiento y reparación de los trenes, de los cargaderos, de las básculas, etc. También buena parte del personal directivo, técnicos y empleados extranjeros, mayoritariamente británicos, residían con sus familiares en las viviendas construidas por sus respectivas empresas, de las que se conservan algunas de las levantadas entre 1882 y 1891 por Orconera Iron Ore.
La arquitectura de estas últimas, aunque diseñadas por el arquitecto Casto de Zavala, recuerdan el más puro estilo inglés. Pero la llamada campa de los ingleses y los chalets de los sucesivos gerentes y directores de Luchana Mining y Franco-Belga desaparecerían en los años cuarenta del siglo pasado para dejar paso a las instalaciones de la empresa de fertilizantes Sefanitro.
La ría en esa época no era lo que fue; la guerra civil española y el estallido de la Segunda Guerra Mundial paralizaron el comercio. «Los buques, como gigantescos mastines, permanecen meses y meses atados con gruesas cadenas, cables tirantes y gruesos chicotes a las boyas del canal y a los bolardos del muelle». Esta era la imagen, en 1943, del antaño bullicioso puerto de Luchana, plasmada por Ernesto Perea Vitorica en sus Perfiles baracaldeses.
Hoy, de aquellas importantes infraestructuras, vías, estaciones, cocheras, laboratorios, etc., no queda otra cosa que parte de los viejos talleres de Orconera en Luchana y un par de cargaderos, uno de ellos recientemente restaurado. Ni siquiera el nombre de una calle recuerda aquel esplendoroso pasado minero que llevó el nombre de Bizkaia, de Luchana y Barakaldo a muchos puertos europeos.
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