
Tres barakaldeses ilustres

JUAN CASTAÑOS
En la Anteiglesia de San Vicente de Barakaldo sigue habiendo mucha gente ilustre en el olvido, mientras que por esos pueblos de Dios hay personas que, con muchos menos méritos, tienen su merecido reconocimiento por parte del pueblo que les vio nacer. Barakaldo parece ser la excepción con el recuerdo, y paga con falsa moneda a su propia historia.
Todos sabemos que nuestro pueblo ha perdido muchos edificios por culpa de íntimos intereses lucrativos de constructores, que no han dudado en destruir nuestro patrimonio artístico en beneficio de su propio patrimonio económico. Todo esto ya es irreparable, sólo nos quedan algunas viejas fotografías que nos traen tristes recuerdos de aquellos pasajes históricos que ya nunca volverán. Parece hasta mentira que haya personas que gozan con el olvido, disfrutando con la ignorancia, sin pararse a recapacitar que la grandeza de los pueblos es el recuerdo de las personas que de una u otra manera dieron gloria al lugar que les vio nacer. Este es el caso del insigne almirante barakaldés Don Juan Castaños Beisategui.
En Barakaldo existe una pequeña plaza, más bien plazoleta, en la que se dan cita en su origen las calles de Portu, de San Juan y de Ibarra, a la vez que junto a aquélla se desliza la calle Pormetxeta. En el año 1900 esta plaza fue denominada Juan Castaños, para designarse posteriormente, en el año 1932, Plaza del Capitán Sediles. En 1937 se rotuló con el nombre de 18 de Julio, para llamarse en el año 1982, Plaza Auzolan que, según se ha dicho, denota «camino de los obreros» en su andadura hasta la fábrica. Como bien podemos ver nuestra historia está marcada por la política.
Nació nuestro biografiado, Juan Castaños y Beistegui, el día 20 de mayo del año1604, y recibió el agua bautismal en la Parroquia de San Vicente de Barakaldo de manos del bachiller don Juan de Urkullu, siendo padrinos de pila don Lope Sáez de Anuncibai y doña Antonia de Sámano. Comenzó su carrera naval el 10 de junio de 1622, en plaza de grumete, siguiendo en la marina como guardia, contramaestre y capitán de mar y guerra de la Aunada de Nápoles en el año 1636. En esta Armada desempeñó con acierto los puestos de Gobernador de la gente de mar y guerra de la Capitanía Real del Océano, y posteriormente de Capitán de mar y guerra del Almirante Real de la misma, alcanzando también en ella el cargo de Almirante y Gobernador. En el año 1687, le galardonó S.M.R. con un galeón de los de plata, pero no ocupó el mando por habérsele confiado, con carácter urgente, que prestase ayuda al galeón San Salvador que varó en Cádiz y estuvo perdido. Lo salvó la pericia y técnica de don Juan Castaños.
En el año 1648, fue nombrado Almirante de la flota Nueva España, más tampoco verificó el viaje por habérsele mandado pasar a Italia para recuperar Nápoles, lo que consiguió tras una brillante victoria naval. En 1649, en el cenit de su fama y como homenaje a sus señaladas victorias, sus paisanos le nombraron por «Fiel» de la Anteiglesia de Barakaldo y Mayordomo de la fábrica de su Parroquia de San Vicente. El cargo de «Fiel» lo desempeñó en su nombre su pariente don José Beurco y Larrea, a la sazón, Mayorazgo de Barakaldo.
Corría el año 1655 cuando don Juan de Castaños y Beisategui fue nombrado Almirante de la Armada Real. Este ilustre marino era hijo de don Juan Castaños y Gorostiza, natural de Barakaldo, que estaba casado con la también barakaldesa María Sáez de Beisategui. Así mismo era hijo de este matrimonio el también ilustre marino Martín de Castaños, capitán de la Armada Real, que hubo de retirarse del servicio por haber perdido un ojo y quedado inútil de un «mosquetazo» luchando contra la Armada de Francia en la batalla naval del Golfo de Nápoles, cuya plaza fue ganada por el heroísmo de los españoles. Así también fue descendiente de esta Casa Solar y apellidado Castaños el también Ilustre General, vencedor de las tropas de Napoleón, en Bailén, don Francisco Javier Castaños y Aragorri, ascendido por méritos de guerra a capitán del Ejército Español, que ganó el título de Duque de Bailén y fue Marqués de Portugalete.
Don Juan Castaños, ingresó en la Orden de Santiago, vistiendo el hábito de Comendador el día 25 de agosto del año 1656. Sirvió este gran barakaldés a su Patria como buen marino durante 55 años, un mes y 17 días. Se retiró a descansar a su pueblo amado en la Casa Solar de Gorostiza, la misma que le vio nacer, sita a la izquierda, después de pasar un pequeño puente, camino obligado para los que habitan en Cruces y Basatxu.
Fí‰LIX MARíA SAMANIEGO
Antaño, cuando siendo niños acudíamos a la escuela, era muy frecuente que leyéramos las educativas fábulas de Samaniego, así como las de Iriarte, unos formidables poetas que nos deleitaron con sus amenas fábulas que, en muchas ocasiones, nos han servido de provechosas moralejas.
Félix María Samaniego, nacido en Laguardia, provincia de Alava el año 1745 y fallecido en el mismo pueblo alavés en 1801 a los 56 años de edad, debió su celebridad a sus fábulas morales. Fue hombre de noble cuna, sobrino del Conde de Peñaflorida, personaje de prestigio que ocupó cargos políticos, siendo uno de los fundadores de la Sociedad Vascongada del País. Cuentan que a su regreso de Francia, Félix María Samaniego volvió con la lengua demasiado suelta para «parlar» y reírse de todo con unas ideas no muy santas precisamente, y sí con chistes picarescos que debieron escandalizar a las autoridades. Todos estos chismes y comentarios llegaron a oídos del tribunal de Logroño que dictó auto de prisión en el año 1793, siendo penitenciado a pasar algún tiempo en el Desierto de la provincia de San Joaquín, más conocido por La Punta, sito junto a la desembocadura del río Galindo, entre Barakaldo y Sestao. Bueno será recordar que los Carmelitas llamaron Desierto a los lugares de retiro y oración donde los penitentes redimían sus pecados con el trabajo y la oración, siendo esta la razón de los nombres de «Desierto» tanto en Barakaldo como en Erandio.
Cabe suponer que más de uno se pregunte el porqué se le incluye en esta página. Pues bien, Samaniego fue un Ilustre personaje que nos honró con su presencia en el Desierto de Barakaldo, conviviendo con nuestros antepasados, ya que en este lugar fueron muchos los barakaldeses que tuvieron su puesto de trabajo al servicio de los Carmelitas.
Por mi parte me permito recordar que Barakaldo tiene una deuda moral pendiente con el fabulista Félix María Samaniego que, con su presencia, dio a la Anteiglesia buena parte de su historia cultural. Por desdicha, en ningún legajo municipal se recoge un comentario o recuerdo para este escritor. Quizá algún día, y con mucho merecimiento, se le dedique algo desde nuestro pueblo a esta persona que es arte y parte de nuestra modesta historia cultural.
JORGE GIL DE BARAKALDO
El caballero vizcaíno Gil de Barakaldo fue un gran batallador y, como tal, aparece por primera vez en la historia de España. El motivo reside en hallarse presente en la gran Batalla de Semenera (Italia) al mando de cien lanceros, a las órdenes del Gran Capitán. Grande y meritoria debió ser su valía militar cuando el Cardenal Cisneros hacia 1509, durante la regencia, le nombró capitán de su guardia personal y después se le encomendó el servicio de ir a Inglaterra para negociar la boda de la Infanta Catalina con el Príncipe de Gales.
Con estas credenciales, más que suficientes, Jorge de Barakaldo, hijo del caballero Gil de Barakaldo, se presentó al servicio del Cardenal. Con el paso de los años llegaría a ser la persona de máxima confianza del religioso. Cuentan algunos biógrafos que Jorge se mostró siempre íntegro con los flamencos hasta que, en cierta ocasión, fue enviado en comisión de servicio a Bruselas, y allí nos lo cambiaron, trocando su desinterés en codicia. Las cosas de palacio le parecieron muy íntimas y quiso encumbrarse, pero estas pretensiones nunca llegaron a hacerse realidad truncando sus aspiraciones. Dicen que fueron unas truchas envenenadas las que causaron la muerte, tras ser ingeridas, al Cardenal.
Jorge de Barakaldo no fue admitido por cierto sector de «trepadores» y recibió toda clase de calumnias de sus enemigos. Entre ellas circulaba la de haber sido el envenenador del Cardenal Cisneros, delito que nunca se pudo comprobar. Su lealtad y confianza le obligaron a estar fielmente junto al lecho de muerte del Cardenal. Cuando acaeció el fallecimiento se encontraban sus secretarios: el Obispo de ívila, Fray Francisco Ruiz, y Jorge de Barakaldo, únicas personas leales que le quedaban al Ilustre Cardenal.
El barakaldés Jorge de Barakaldo, hermano o pariente de aquel Antonio Ortuño de Barakaldo que acompañó al navegante Núñez de Balboa cuando éste descubrió el Océano Pacífico en el año 1513, murió en desgracia.
Según cuentan y dicen algunos autores nuestro paisano murió cuando fue coceado por una mula que lo llevaba a Roma. Otros aseguran, por el contrario, que murió de tristeza en Tordesillas donde residía, pobre y sin empleo, a la vez que olvidado. Es triste decirlo, pero Jorge Gil de Barakaldo pasó del poder y de la gloria al olvido. Afortunada o desgraciadamente: ¡así es la historia!
Tomado de Carlos Ibáñez
Suelo repasar de tanto en tanto tu pagina ya que me parece entretenida e instructiva, hoy, con tu permiso, escribo para comentarte algo que me ha llamado la atención y que me ha sorprendido: en el comentario sobre Samaniego dices que el convento del desierto «esta sito junto a la desembocadura del río Galindo entre Barakaldo y Sestao» sin embargo esta sito en Sestao, los de Barakaldo tenían que cruzar el Galindo para ir a el, los de Sestao no. Como creo que esto esta claro y supongo corregiras, o por lo menos no volverás a escribirlo igual, pasare a aclararte porque se le llama desierto a la parte baja de Barakaldo, no es porque allí estuviera el convento, que no estaba, sino por unos carteles puestos allí y en Erandio con la intención de indicar a los lugareños donde se cogía el bote para cruzar a Sestao y desembarcar en la punta, entonces conocida como San Nicolás de Ugarte, por una ermita allí situada y que servía a los marinos que arribaban para cargar mineral bajado por el Galindo desde el puerto de Ugarte, ¿ y para que iban a cruzar las gentes en bote? pues bien sencillo, para asistir a la romería del Carmen allí celebrada por los carmelitas y que era sin duda la fiesta mas importante de la ría en aquellos tiempos, esos carteles allí situados acabaron por dar nombre tanto a una zona de Erandio como a una de Barakaldo. Espero, por no llevarme un pequeño disgusto, que el fallo cometido lo fuera por una mala redacción y no tuviera intencionalidad. Barakaldo tiene suficiente entidad como para que tengas que coger alguien que estuvo en el pueblo vecino y presentarlo de tal forma que parece que estuvo en el tuyo, cuando se utilizan medias verdades corres el riesgo de que te lea alguien que las desnude. Aunque he de reconocer que me he sentido ninguneado como sestaotarra no dejare de visitar este sitio. Saludos.