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San Roque el «curandero» (Leyenda)

San Roque el «curandero» (Leyenda)

el-regato-san-roque-2Cuentan que hace muchí­simos años hubo una peste de tiña que afectó con mucha más intensidad a nuestros hermanos del Concejo de Sestao. Las hierbas y pócimas de los curanderos no conseguí­an paliar los sufrimientos, fue entonces cuando se acordaron de los santos y, entre éstos, eligieron a San Roque por ser el Patrón de las pestes. Creyentes y otros que no creí­an tanto, acordaron poner en conoci­miento del señor cura Párroco sus intenciones, para rezar y suplicar a San Roque por la salud de sus familiares y amigos enfermos.

Al cura no le pareció nada mal el acuerdo tomado y pronto y bien mandado tomó referencias y buscó por todos los altares, así­ como por todos los recovecos de la iglesia y sacristí­a, una imagen del santo milagrero. Claro, no apareció porque no la tení­an. Después de mucho buscar y revolver, el cura no pudo por menos que exclamar:

-«¡Estos mis feligreses sólo se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena!».

En vista de cómo estaban las cosas, alguien insinuó la compra de una imagen del santo, pero como la economí­a no era muy boyante, tomaron la unánime decisión de pedirla prestada -por unos dí­as- a los de Portugalete.

-¡Pues no está mal la idea! -dijeron todos a coro- y ni cortos ni perezosos se encaminaron hacia la Villa marinera, con la creencia de que aquello era sólo llegar y coger.

Como la distancia era corta, pronto llegaron a la Campa de San Roque y tras preguntar por el responsable de la ermita le comunica­ron el deseo de que les cedieran el Santo.

Pero los feligreses «jarrilleros» muy amantes de su Santo Patrón, dijeron que no hací­an concesiones porque no se fiaban de nadie y que se marcharan cuanto antes para que no les contagiaran.

Ante la tajante negativa de los «villanos», la comitiva se puso de regreso a Sestao. Durante el camino, alguien tuvo la feliz idea de acordarse de que en el barrio barakaldés de El Regato se veneraba también a San Roque y, que a falta de uno, bueno era el otro.

– Creo que esta vez no fracasaremos, -dijo el cura- pues tengo mucha amistad con el cura de El Regato.

– Pues vamos allá ahora mismo -apremió el maestro. Esto hay que hacerlo cuanto antes.

-¡Bien dicho! -dijeron a coro todos los acompañantes.

Pronto llegaron a Barakaldo y seguidamente cruzaron la Vega de Ansio para tomar el camino que les llevarí­a hasta la barranca de El Regato, para así­ dialogar con el representante religioso de la ermita.

El rechoncho curilla «regatero», sabedor de la epidemia que asola­ba a Sestao, no dudó ni un momento en decirles:

– «¡Ahí­ lo tenéis!, ponedlo encima de esas andas y que se produz­ca el milagro».

Contentos se vieron los pedigí¼eños y pronto estuvieron de regre­so, cosa que ya realizaron con muchas prisas sin dar ni las gracias. -«¡Bueno, colega!, -le dijo el cura de Barakaldo al de Sestao- mal está que no me deis ni las gracias, pero por lo menos escuchad las condiciones que pongo para la devolución de San «Roketxu», que no son otras, que deberá estar aquí­ para el próximo domingo a la hora de la celebración de la Santa Misa.

– ¡No faltarí­a más! ¡Eso está hecho! -parecieron decir todos a co­ro.

-«¡Pues ya veremos!, que no me fí­o mucho de vosotros». Transcurrieron los dí­as y tanto San Roque como su perro seguí­an ausentes, así­ que la celebración religiosa se celebró con la ausencia del Santo Patrón.

Los feligreses no daban crédito a lo que sus ojos veí­an y fue enton­ces cuando el sacerdote les comunicó lo sucedido:

-Queridos hermanos, San Roque, nuestro Patrón, hoy nos ha fa­llado y no está presente -como veis- entre nosotros. Hace unos dí­as fue solicitada su presencia «por los hermanos cristianos de Sestao» para curar la tiña de su enfermos y parece ser que no le ha dado tiempo para sanar a todos. Pero yo os prometo que pronto volverá nuestro «Roquetxu» y lo hará inmensamente feliz al encontrarse nue­vamente entre nosotros.

Habí­a pasado ya un mes largo, es decir, una larga cuarentena, y los de Sestao parecí­an estar ya curados. El Santo habí­a cumplido su santa misión, pero no volví­a. ¡Estaba bien claro! Le habí­an tomado tanto cariño al Santo -que los del Concejo- en agradecimiento, decidieron que se quedara en Sestao para siempre.

No les hizo ninguna gracia a los feligreses de la ermita barakaldesa la satisfacción dada por los «tiñosos». Y dicen, que los vecinos de la barranca de El Regato tuvieron que ir a Sestao provistos de estacas, para traerse al Santo por las buenas o por las malas. Hubo sus más y sus menos, pero al final -y en andas portadas a hombros- retorna­ron con el Santo Patrón «milagrero», haciendo votos de que jamás volverí­an a dejarlo salir de su ermita.

Dicen, y esto nunca lo sabremos, que cuando regresaban, a la altura de la Fuente de Amézaga -en Retuerto- el perro del Santo hizo un significativo movimiento con el rabo, como queriendo demostrar su júbilo por el regreso. No faltó tampoco quien aseveró que el Santo le hizo un leve guiño de ojo a su inseparable y fiel perro. Cuenta la leyenda sobre San Roketxu de El Regato que un recio aldeano del lugar con cara de malas pulgas, exclamó: «Estos tiñosos de Sestao, por poco se quedan con nuestro santo». De hecho, y no es nuevo para nadie, cuando surge el dicho de «Tiñoso», el destinatario siempre es uno de Sestao. Afortunadamente este mote no encierra maldad y todo termina con su correspondiente contestación de «Sar­noso», que recí­procamente les endosan a los de Barakaldo.

Nunca se puso en duda el milagro que realizó nuestro Santo, pero su verdadero y asombroso «Don» fue el unir a dos pueblos a los que sólo separa el cauce de un rí­o. Hay todaví­a algo en lo que sin embargo no están de acuerdo: los barakaldeses aseguran que el verdadero nombre del rí­o es el Castaños mientras que los sestaoarras dicen que es el Ballonti. De todas maneras, tengo que decir que ambos son sólo dos afluentes de un rí­o común: el Rí­o Galindo.

Carlos Ibáñez

2 Comentarios

  1. san roque "carmelo "uruguay

    aca en carmelo uruguay hace mas de 100 años tenemos la capilla de san roque,nuestros antepasados,muchos desendientes italianos
    hicieron una promesa de traer al santo
    para que cesara la peste del colera,como asi fue .la peste desaparecio gracias a Dios y san Roque

  2. marie jo

    Qué bonita historia. Cuando era niña ibamos con mis padres y hermanas en romeria a San Roque del Regato. Ibamos con la comida y andando . Que risas que bonito me parecia todo y las cerezas del Regato decia mi madre que eran las mejores gordas y jugosas.
    Bueno un recuerdo que me ha venido a la mente leyendo esta bella historias sobre San Roque y los tiñosos.

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