Romería de San Bernabé (Castaños)
Y así surgió la romería de San Bernabé. En la de 1889, a modo de ágape para celebrar la inauguración, se asó un buey para los asistentes. El propietario de la ermita, residente en Bilbao, acudía a la romería a lomos de caballería, desde El Regato. La Guardia Civil del puesto ubicado en Galdames se encargaba del servicio de orden durante la romería; más adelante la de la barriada minera de Arnabal y, una vez clausurado éste –hacia 1930- la del cuartel de La Arboleda. Durante décadas acudió, asimismo, el alguacil de Galdames, provisto de cohetes para lanzar durante la romería. Pese a las fuerzas del orden, esta modesta ermita y su fiesta no pudieron sustraerse a la intensa conflictividad social vigente en la zona minera durante aquélla época, y a los atentados sufridos en el periodo 1933-36 por varias iglesias y ermitas de la zona minera. Un año o dos antes de la Guerra Civil, el mismo que fue volada la ermita rupestre de La Magdalena de Urallaga, alguien colocó un petardo ante ésta de San Bernabé la antevíspera de su festividad, aunque el artefacto explosionó sin mayores consecuencias. Ni tampoco a las peleas entre romeros, éstas avanzada la postguerra. Como una entre un vecino de Castaños y otro de El Regato, porque éste ganó en un desafío «al palo» tras las habituales libaciones que seguían a la cena. Por entonces, y también al atardecer, acudía la misma cuadrilla de regateños habituales de la homóloga romería de Saratxo, que regresaban a su barrio ya de madrugada. Algunos romeros foráneos eran invitados a comer en las casas de Castaños, con cuyos moradores tenían relaciones de parentesco o vínculos entablados en los trabajos agropecuarios compartidos; particularmente en la denominada casa de Abajo. Pero a las cuadrillas de jóvenes se les servía comida o cena de pago. La base del banquete familiar, copioso y variado, era el cordero, asado previamente por todo el vecindario en el horno anejo a la Casa de Arriba. Ahora son los vecinos de Castaños quienes lanzan cohetes para anunciar la misa y el inicio de la romería; y también al caer la tarde cuando, tras su larga sobremesa doméstica, regresan al escenario festivo; salvo cuando ha fallecido alguien recientemente en el barrio. Los de la casa de Arriba engalanan la ermita con sencillos ramos de flores. De la organización se encargan, alternativamente, uno de los vecinos de arriba (Galdames) o el de abajo (Gí¼eñes), auxiliados por una pequeña subvención de su respectivo ayuntamiento. Una expresión micro de los «rituales de límites» propios de entidades de población intermunicipales. La función religiosa de la romería, misa a las 12 h., era celebrada hasta 1974 por el cura de San Pedro de Galdames, a cuya feligresía pertenece la ermita. Tras el fallecimiento de aquél –Dionisio Azaorlaza- el oficiante fue un sacerdote de Zorroza; después, durante la segunda mitad de los noventa, el párroco de Zaramillo; y ahora, de nuevo, el cura de Galdames. Tradicionalmente el sacerdote oficiante fue invitado a comer en la casa de Arriba, vinculada a la ermita, costumbre que no observa el actual. Por diversos motivos, tan solo una minoría de los romeros asiste misa –entre el 42% (1985) y el 23,8% (2005); y su tipología corresponde a personas de más de cincuenta años, con mayoría de mujeres (58%)85. Por lo que toca a la religiosidad popular, con anterioridad a la celebración de la eucaristía, y tras la misma, algunas romeras ofrendan velones –12 en el 2.005-, colocándolos a la izquierda del altar, en cumplimiento de alguna promesa. A San Bernabé se le atribuyó una vocación casamentera, como lo testimonia la cuarteta recordada hacia 1940 por Martín Fuica, vecino de Saratxo: San Bernabé glorioso, casamentero de mozas; cásame a mí la primera, después casarás las otras Con anterioridad al oficio religioso, algunos montañeros ascienden a cumbres próximas, como la de Ganeran, y éstos u otros romeros abandonan el espacio festivo antes o durante el mismo; y unos pocos más llegan para la comida e incluso durante la tarde. Los vecinos se encargaban de la animación musical contratando a los txistularis de Galdames; y, ya durante la década de los treinta, recurrieron a un acordeonista para animar los festejos profanos: (a) El Hortelano y Maturana (barbero), ambos de Zaramillo; o el baracaldés Víctor. Desde 1954 el acordeonista ha sido Legina, de Artxanda, acompañado los primeros años por su hermano Txomin; pero los compromisos en su propio barrio durante la romería del 2005 motivaron su sustitución. Los músicos son contratados y comen en la casa de los Lasa, perteneciente a Gí¼eñes. El baile se iniciaba tras la función religiosa, en la era, para proseguir durante toda la noche en el salón de la casa de Marcos Lasa, con participación de jóvenes de La Arboleda y El Regato. Ante la ermita se sitúa un improvisado tenderete o puesto de bebidas: mostrador, cajas de refrescos, vino y licores, más una sobrilla para protegerse del sol. Lo instala, desde hace más de veinte años, el bar Zaramillo, del barrio del mismo nombre. Al término de la misa, en la campa aneja a la ermita se organizan improvisados corros de charla, acordes con la función comunicativa de toda romería, y el bar se ve muy concurrido. Este es el momento de mayor presencia en la campa romera, en torno al 54 %. Algunos romeros, sobre todo mujeres, bailan al suelto -jotas, ariñ-ariñ y biribilketas- e incluso al agarrado al son de la trikitrixa. Y, antes de la hora de comer, algunos montañeros y vecinos baracaldeses van regresando a sus puntos de origen, por el camino de El Regato. En 2005 también lo hicieron así, en esta misma dirección, algunos jóvenes de Las Calizas y Triano (Gallarta) que montaban sendos caballos. Aunque quienes desertan a mediodía representan tan solo un 11,9 % sobre el total de los romeros. No obstante, son varios los grupos de forasteros que se quedan a comer en el espacio festivo, en las campas próximas a la ermita, o en dirección a Agirza: más de 30 en 1985, 24 personas en 1992 y 58 en 200588. Tras la comida van regresando a la pequeña campa de la ermita, reanudando su charla en torno al bar hasta cerca de 50 romeros; mientras que otros emprenden el regreso. Si el tiempo lo permite, se incorporan algunos romeros más por la tarde. Los músicos tocan de nuevo ante la ermita, aunque ahora no se baila. Y, hacia las 18,30 h., cuando los vecinos acuden desde sus casas, ya escasean los forasteros restantes. El número de asistentes, siempre pequeño, depende del tiempo atmosférico y del día de la semana en que tenga lugar la romería, oscilando en torno a las 170 personas. También de si a los jóvenes que trabajan «en los pinos» les dejaban libre la tarde del 11 de junio. En cuanto al origen de estos romeros, muchos de los 1os 145 identificados en 2005 proceden del municipio de Barakaldo (25,5%), de su núcleo urbano y de barrios como Burceña (7,6%), pero sobre todo de núcleos de la cuenca del Castaños (17,2%): El Regato, Tellitu, Gorostiza y Retuerto. De Zaramillo viene el grupo más numeroso (23,4 %), que sumado a los del núcleo de Gí¼eñes y a los de Castaños de esta jurisdicción suponen un 32,4% para su respectivo municipio. Otros grupos numerosos llegan del resto de la zona minera (26,2%): en su mayoria de La Arboleda (17,9 %), y también de Los Castaños, Las Calizas y Triano (Gallarta). Otros desde poblaciones de la cuenca del Kadagua, como Zalla (8,3 %), y Alonsotegi con sus barrios (Zamundi) (4,8 %). El pequeño resto (2,8%) corresponde a procedencias más heterogéneas: Bilbao y Leioa. Paradójicamente no hay romeros residentes en Galdames, porque los oriundos de las casas de Castaños de esta jurisdicción residen en Zaramillo o en Zamundi. Por lo que respecta a la tipología de estos romeros, los baracaldeses de la zona urbana de su municipio están vinculados a actividades montañeras y al asociacionismo de referente tradicional (txokos y/o grupos de danzas vascas). Nunca fueron tan numerosos éstos y los de la zona rural de la anteiglesia, como en los años que median entre 1985 y 1995, cuando jubilaciones y prejubilaciones posibilitaron la asistencia de quienes no lo habían hecho durante su vida laboral, siendo progresivamente diezmados por la senectud. Los regateños y retuertanos se asocian a un origen rural, y algunos a tareas agropecuarias o a los bolos a cachete, el tradicional deporte propio de esta zona. (Ibabe ta Lujanbio, 1987). Y todos son asiduos asistentes a las citas romeras de la zona94. Desde Zaramillo acude una cuadrilla de doce jóvenes, también asiduos de las tres primeras romerías precitadas, más la de San Martín (El Somo). Pero la mayoría de los procedentes de este núcleo, más los residentes en el resto de Gí¼eñes, en Zalla, en Gallarta y en Irauregi, son oriundos del propio Castaños y/o invitados en las casas de esta barriada. El numeroso colectivo de jóvenes de La Arboleda –20 en el 2005- proceden de grupos domésticos con ganado caballar, y muchos de ellos son activos promotores de festividades de referente memorial (La Górriga), y acuden asiduamente a la romería de La Magdalena. En una u otra edición, algunos romeros han venido acompañados por amigos ajenos al ámbito de esta romería: Bilbao, Portugalete o Leioa. Los vínculos predominantes entre todos ellos son los de la familia extensa y/o la amistad; y todos acuden a esta romería desde hace bastantes años y con cierta frecuencia. Los medios de locomoción utilizados por los romeros, se asocian con su procedencia y tipología. La mayoría, es decir los oriundos de la barriada hoy residentes en otros lugares – Zaramillo, Gí¼eñes, Zalla y Alonsotegi- así como los músicos, los jóvenes del primer barrio y los invitados de Gallarta, La Arboleda y Alonsotegi se desplazan en sus vehículos, preferentemente todoterrenos. Son los más alejados quienes acuden andando, como los montañeros de Barakaldo, más los de El Regato y de Retuerto. Muchos de La Arboleda, Triano y Las Calizas utilizan sus caballos, que pastan en los Montes de Triano, y con los que acuden a otras romerías de la zona, como la de La Magdalena en Urallaga (22 de julio) Tradicionalmente acudían romeros procedentes de todos los somos y barriadas del entorno, algunos de ellos a caballo: Saratxo, Zaramillo, Burzako, Tellitu, El Regato, La Arboleda, Amabizkar y San Pedro de Galdames . Durante los años ochenta se celebraron modestos festejos, como la espontánea competición de soka-tira entre jóvenes de las barriadas de Galdames y Gí¼eñes, o de La Arboleda y El Regato; y, excepcionalmente, vaquillas un par de años. No obstante, los actos festivos más destacados, al margen de la misa, han sido el baile y la comensalidad. Los forasteros efectuaban una comida campestre en las inmediaciones de la ermita, y zona denominada Atrás del Santo. Ritual comensalístico que reactiva los vínculos de la amistad y de la vecindad originaria. Para los vecinos de Castaños, en cambio, el 11 de junio suponía y supone ante todo una fiesta intradoméstica. Cada familia se reunía en su respectiva casa, con los parientes y otros invitados, para comer –tradicionalmente- un cordero asado en su panera así como el queso casero. Dichos parientes, así como el acordeonista, se quedaban a dormir esa noche en Castaños, y al día siguiente se celebraba una pequeña repetición festiva, con un baile limitado por la ausencia de forasteros, salvo algún vecino de Saratxo. Era, sobre todo, un día de fiesta intradoméstica durante cuya comida que se terminaba el cordero de la jornada precedente. Afirmando de este modo los vínculos de parentesco propios de la familia extensa, dispersada por un ámbito apenas supralocal o comarcal, pero suficiente para distender las relaciones cotidianas.
El poder de convocatoria de este acto se acrecienta, con un total de 53 comensales en 1992 y de 90 en 2005 para las tres casas, algo más de la mitad de ellos en la de Gí¼eñes, aunque una de las casas ha restringido este acto comensalístico a un círculo más íntimo y reducido. La actual comida familiar se articula en torno a un menú variado y copioso98. El salón comedor de cada una de estas casas está presidido por una profusión de fotos familiares ilustrando ritos de paso –comuniones, bodas…-; iconos que simbolizan la cualidad de comunidad de memoria de la respectiva familia, de comunidad de vivos y difuntos que afirma su continuidad en el tiempo. La comunicación entre el adentro y el afuera –garantizada por una común celebración festiva- se refuerza durante la sobremesa, cuando cada uno de los tres grupos domésticos invita a tomar café a los romeros más allegados y distingue a los más significados con postre de cerezas, aunque todos al margen del círculo familiar, coadyuvando así al sentido integrador de esta fiesta aldeana. Algunos forasteros son invitados en las tres casas. Después, al atardecer y cuando los últimos forasteros se van marchando, los vecinos de Castaños y sus invitados regresan al espacio festivo, para proseguir la fiesta hasta una hora avanzada. En suma, la comensalidad romera actúa como el principal factor que activa diferentes niveles de interacción e identidad social – familiar, amical y vecinal-, de acuerdo con el potencial socializador de la comida en común.
J.I Homobono
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