La tenencia de Huart (1040) Primeros indicios de ocupación medieval en Barakaldo (II)
En principio, por tanto, únicamente con la repoblación de Alfonso I a mediados-finales del siglo VIII podemos intuir estas poblaciones así como cuando entran en la historia a través del registro textual directo, o por medio de leyendas de difícil comprobación. Una de las más bellas es la citada por el cronista y banderizo Lope García de Salazar: “En el año del Nuestro Señor de DCCXL años arribaron a Santoña, que es cercano a Laredo, una gran flota de navíos con muchas gentes de godos de las islas de Escocia en socorro de los godos de España.
Y como venían fatigados de la mar desde lejanas tierras, tuvieron mucho placer cuando vieron la tierra y aquel monte de Santoña, y dando gracias al Señor y a la Virgen Santa María (…) Y llegando algunas de estas gentes a Sestao, que es cercano a Portugalete, y tuvieron allí una gran pelea con los pobladores de allí. Y murió el Infante don Falcón, que era su gran capitán. Lo sepultaron allí y colocaron sobre él una gran piedra que decía y dice: aquí yace el Infante don Falcón de los godos. Hicieron allí una ermita de Santa María y enterraron allí a muchos otros pues entonces no enterraban los cristianos en las iglesias (…)”. Aun así, podemos señalar que en Las Encartaciones poseemos unos pocos elementos que nos hablan de otra realidad a partir del siglo X. Una realidad que por otra parte puede tener su origen en las dos centurias anteriores y que sólo podemos intuir analizando la efigie posterior que nos ofrecen los datos y materiales arqueológicos recuperados.
Como ya hemos comentado, nuestro territorio es privilegiado por conservar una de las primeras menciones explicitas a topónimos fácilmente reconocibles en la actualidad. Hablamos de la aparición de Carrantia y Subporta en el Códice Rotense o Crónica de Alfonso III. Con toda probabilidad estos dos topónimos hacen mención a extensiones de terreno más amplias que los municipios actuales de Karrantza y Sopuerta.
Así Carrantia englobaría, además del valle actual, Lanestosa, Artzentales, Turtzioz y el municipio cántabro de Villaverde. Por otro lado Subporta abarcaría los términos de Sopuerta y parte de Galdames, es decir el espacio en torno al valle que forma el río Barbadún.
Fuera de estos ámbitos quedarían el valle de Salcedo (Güeñes y Zalla; y quizás Gordexola) y el de Somorrostro (que abarcaría las actuales Margen Izquierda y Zona Minera) que aparecerán en la documentación algo más tarde y que serían espacios que, si hacemos caso a lo señalado por la Crónica de Alfonso III, estarían habitados por sus pobladores originales y no por gentes venidas del Duero. Podía parecer que la aparición tan temprana de los topónimos Carrantia y Subporta nos harían despuntar en relación al resto de Bizkaia pero nada más lejos de la realidad ya que nuestro territorio, al igual que el resto, se volvió a sumergir en el silencio más absoluto hasta prácticamente el siglo XI.
Podemos hacer mención a las palabras de J. A. García de Cortazar en su magnífica obra de 1985 que hacen referencia a toda Bizkaia: “Este pobrísimo balance informativo reparte cronológicamente, las menciones reunidas entre: siglo VIII, 1(texto); siglo IX, 3; siglo X, 1; siglo XI, 15; siglo XII, 7; y siglo XIII, 20; incluyendo algunas, como las del siglo IX y otros del XII, que, referidas directamente a Álava, pueden iluminar algunos aspectos de la trayectoria histórica vizcaína. (…) Realmente, si aplicáramos con rigor el viejo criterio discernidor de etapas prehistóricas y etapas históricas, fijado en la existencia de fuentes escritas, sólo sería levemente exagerado decir que Vizcaya entra en la historia en el 1051. Solamente los cuatro testimonios anteriores a esa fecha, esparcidos entre el 750 y el 1050, pueden impulsarnos a la temeraria empresa de decir algo de lo que pudo ser la historia de Vizcaya anterior a Iñigo López”.
Por lo tanto, es a partir del año 1000 cuando nuestro territorio vuelve a aparecer, con cuentagotas, en la documentación, retornando a la cabeza del registro textual. Vemos algunos lugares de Carranza y un buen número de referencias a asentamientos en costa de la actual margen izquierda que irrumpen en la documentación reflejando intereses y dominios de poderes tanto internos como exógenos: Pando (seguramente el de Carranza), Salduero (también en Carranza), Somorrostro, Lanestosa, Sopuerta, Balmaseda, Santurtzi, Pobeña, etc…
La constatación de que a partir del siglo XI las citas son más numerosas se puede deber principalmente, y sencillamente, a que la documentación se ha conservado; y a que los escritores de los textos han tenido interés en demostrar y justificar su dominio sobre determinados territorios. “La inclusión de algunos monasterios vizcaínos en la segunda mitad del XI a los que hacen referencia la mayor parte de los textos no implica el carácter precursor del territorio, ni su temprana ocupación y organización, sino el deseo de una institución productora de textos jurídicos y administrativos, como fue otro monasterio (…)” -en nuestro caso los monasterios de Valpuesta, San Salvador de Oña, San Millán de la Cogolla-, “por establecer vínculos con dicho espacio”.
Por lo tanto, la documentación nos está reflejando para el siglo XI otra realidad más plural que la que señalan las primitivas menciones a Carrantia y Subporta del siglo IX. Se trata de poderes exógenos que intentan afianzar su dominio en el occidente del territorio -sobre todo en la costa- coincidiendo con la presión en otras zonas de Bizkaia. Estamos ante unos poderes que necesitamos descifrar. Pero la documentación no solo aporta información histórica del territorio. También nos da referencias concretas de montes, de prados y de advocaciones; en definitiva, de localizaciones existentes en la actualidad.
Estos nombres son verdaderos tesoros similares a los propios materiales arqueológicos recuperados como las estelas; ya que nos aportan topónimos rastreables en la actualizad en documentos anteriores al siglo XII.
Pocas son las ocasiones en las que tenemos ambas referencias; documentales y materiales. Así, a los establecimientos conocidos por documentación textual anterior al siglo XII sólo en los casos de San Jorge de Santurtzi, San Martín de Carral, San Cipriano de Ranero y en la Villa de Balmaseda tenemos indicios de materiales o estructuras que nos permitan hablar de yacimientos arqueológicos con cronologías cercanas a sus primeras referencias textuales.
José Ángel Fernández Carvajal
Tomado de Kbarakaldo4
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