El euskera en barakaldo, el testimonio de Bonaparte (III)
Retuerto, Burtzeña y los posibles informantes
De los barrios mencionados por Uriarte, el de Retuerto tiene un interés especial. Aunque se intentó hacer una etimología eusquérica relacionándolo con un inexistente “Erreka-ortu”, es un topónimo claramente romance, que también existe en León, y que significa ‘río tuerto’ esto es ‘río torcido’, del latín “tortum”, con diptongo –ue– propio de la evolución romance. El nombre se documenta desde el siglo XV, pero no sabemos, y parece imposible llegar a saberlo, cuál era su denominación en euskera, lengua que, hay que recordar, no admitía las palabras que empezaban por R-. Pese a ser un topónimo castellano, constituye una isla rodeada de topónimos eusquéricos diáfanos: Agirre (lugar expuesto), Egiluz (ladera larga), Kareaga (calero), Gorostitza (acebal), Zuhatzu (arbolar). Hay que resaltar que la presencia de topónimos castellanos en territorio vascófono no es sorprendente, como el caso de Villabona, en Gipuzkoa.
Cerca de Retuerto se halla el lugar de Burtzeña, que está unido a este por el importante camino comercial Bilbao-Portugalete-Castro Urdiales, que por allí pasaba. Las dos márgenes del Ibaizabal se unían con una barca, dispuesta desde tiempos inmemoriales para salvar las aguas del río, hasta que Antonio de Goikoetxea construyó en ese mismo lugar, en el año 1823, un puente colgante, el primero de su tipo existente en España. Este camino parece ser un eje de penetración del castellano en Bizkaia. Hay que recordar que, además, en la vecina Zorrotza existió desde 1615, hasta inicios del siglo XIX, el Real Astillero.
Pero, además, no podemos olvidar que en Burtzeña existió un convento de mercedarios, el único de varones fundado en Bizkaia, que es más que posible que tuviese alguna influencia en la castellanización. Fue levantado en el año 1432 (no en 1284, como se ha creído), y desapareció en 1836. Curiosamente, en el valle de Mena (Burgos), en la misma cuenca del río Cadagua, existe un lugar llamado Burceña, al que debemos suponer igual significado.
Sabemos que en 1794 en Bizkaia se habían refugiado más de cien monjas y frailes franceses huyendo de la Revolución Francesa, y que el clero estaba deseando una vuelta al absolutismo. El 10 de agosto, 8 religiosos de Burceña se ofrecieron a tomar las armas contra los revolucionarios franceses que hacían incursiones en la zona durante la Guerra de la Convención, y partieron a combatir a Kanpanzar. Es probable que esta acción tuviese consecuencias en el futuro del monasterio, ya que el servicio de información francés conoció este dato, y durante la ocupación napoleónica se produjeron los primeros desperfectos.
En 1820 se volvió a decretar la supresión de los conventos, por lo que el ayuntamiento elevó una carta contra el decreto. Aunque el monasterio se libró de la misma, fue por poco tiempo. El 26 de noviembre de 1836 fue quemado por el ejército liberal, tras la batalla de Lutxana, y la subsiguiente retirada de los carlistas, que habían estado fortificados en él.
El examen de los moradores del cenobio en 1826, revela que era pequeño (13 frailes), seguramente una de las causas del decreto de extinción, y que la mayoría de los religiosos eran castellano-hablantes. Localidades de origen: Benafarces (Va), Don Benito (Ba), Arzobispado de Santiago (2, Co), Güeto (Ar), Cenarruza (Ziortza, Bi), Guinta (sic), S. Mrn. de Cartelle (Ou), Markina (2), Logroño, Trujillo (CC) y Celanova (Ou). Como podemos ver, tres eran naturales de Bizkaia (dos de Markina y otro de Ziortza), y otro alavés de Hueto (hoy Vitoria-Gasteiz). Del resto, cuatro eran naturales de Galicia, dos de Extremadura, un logroñés, un vallisoletano, el prelado, y otro que no hemos podido ubicar.
El dato de que, en 1826, tres frailes fuesen de la zona donde vivía Uriarte es muy interesante, puesto que cabe pensar que alguno de ellos fuera el informante de 1864. Es fácil suponer que, al ser expulsados del monasterio, regresaran a su lugar de origen, y que en Markina entablasen relación con Uriarte.
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