Salario y nivel de vida de la clase obrera vizcaina
En síntesis, la serie de variables expuestas más arriba van a determinar el nivel de vida de la clase obrera, es decir, la relación entre el salario y el coste de la vida. Por lo tanto, cualquier análisis histórico mínimamente serio sobre esta cuestión ha de partir desde la perspectiva de estas variables, ya que, entre otras cosas, por ejemplo, van a explicar el hecho de que los salarios españoles sean de los más bajos de Europa, mientras las subsistencias básicas sean de las más caras.
Otro dato que no se puede obviar es el desarrollo que alcanzó el trabajo a destajo y la subcontratación en el sector minero durante las primeras etapas de la industrialización del País Vasco, cuando todavía el nivel organizativo y de conciencia de la clase obrera eras bajos. Esta modalidad de trabajo intensivo suponía para la patronal incrementar la productividad a través de la intensificación de la explotación de la unidad de trabajo, y, para parte de los obreros, ingresos adicionales con los que hacer frente a la carestía de la vida a costa de un mayor esfuerzo. Desde la huelga de 1890, la lucha contra esta modalidad de trabajo se convirtió en una de las reivindicaciones más sentidas por el movimiento minero vizcaíno.
La diversidad de categorías laborales suponía diferentes ingresos salariales y condiciones de trabajo. Por lo tanto, hay que diferenciar también los ingresos según las categorías, y estas relacionarlas con el conjunto de la clase obrera. Por ejemplo, en 1.910, el 77% de los mineros correspondía a la categoría de peones, que era la más baja, exceptuando los pinches (niños) y la que tenia menores salarios. Esta evidencia nos ha condicionado desde un principio el análisis de la evolución de los salarios y el del nivel de vida de la clase obrera.
El salario medio nominal del peón aumentó lentamente entre 1876-1913, menos que muchos de los artículos de primera necesidad. Entre 1884-85 y 1913-14, el salario del peón que trabajaba en el puerto de Bilbao, que es bastante significativo para el resto de los sectores productivos fundamentales, minería e industria siderometalúrgica, creció un 21,6%, lo que equivalía a un aumento medio anual del 0,75%.
Ahora bien, si los precios de los artículos de primera necesidad caminan más deprisa que los salarios, en términos económicos, el trabajador se verá obligado, para mantener el nivel adquisitivo, a aumentar el esfuerzo como aconteció con el trabajo a destajo, que pervivió como la forma más intensiva de trabajo a pesar de que después de cada huelga general era suprimido por la autoridad, antes de ver disminuir su nivel de vida. Dinámica en la que se vieron envueltos los mineros vizcaínos a lo largo del periodo analizado.
Después del «pacto de loma» volvió a generalizarse el trabajo a destajo, de tareas suplementarias, como sistema de trabajo preferido por los patrones, ya que con el conseguían una mayor productividad, y los obreros que tenían unos ingresos salariales bajos, hacer frente al aumento de coste de la vida. Esta modalidad de trabajo fue la preferida por la Asociación de Patronos Mineros, afirmando que los obreros con un jornal nominal por tarea de 3,15 a 3,54 pts, han conseguido ejercitando tareas suplementarias un jornal efectivo de 3,45 pts 4,25 pts.
El trabajo a destajo aumentaba la cuantía del jornal por lo menos en un 10%. Ahora bien, si lo comparamos con el aumento del coste de la vida, los ingresos salariales procedentes del trabajo a destajo si situaban por debajo del aquel, según lo reflejan los siguientes datos.
En 1.907 según los datos de la Patronal Minera, los ingresos salariales del trabajo a destajo suponían un 16,7% más que el salario medio nominal, porcentaje que sumado al incremento salarial entre 1895-1905 (5%), nos da un alza trabajando a destajo del 21.7% entre ambos años.
Frente a este otra tenemos que los artículos alimenticios de primera necesidad habían crecido en un 37%.En síntesis, los datos parecen confirmar el descenso del salario real del minero aun con el aumento salarial que puedo representan el suplemento del trabajo a destajo. Datos, en síntesis, que avalan el hecho de que el nivel de vida (las posiciones económicas) del proletariado vizcaíno, integrado en su mayoría por peones durante la primera industrialización (1876-1905), no mejoró; lo que tuvo sus efectos sociales; crecimiento de las tasas de mortalidad y de mortalidad infantil y desarrollo de una serie de enfermedades típicas de los núcleos urbanos de las primeras etapas de la industrialización, aunque por otra parte, consiguieron cierros avances en otros aspectos (reducción de la jornada laboral, supresión de cantinas y barracones obligatorios).
En cambio, este periodo se caracterizo por ser uno de los mejores para la burguesía sobre todo, para la minera, que consiguió obtener grandes beneficios en los que no participo el proletariado. En efecto, mientras las ganancias producidas por el sector minero, entre 1876-1899, absorbían el 66% del valor, los salarios y los gastos generales sumaban al 34%.
Los precios de los alimentos resultaban excesivamente elevados en España. Los bajos rendimientos de la agricultura española, la política proteccionista que favorecía a los grandes productores-vendedores y no al pequeños y mediano agricultor del interior, y la excesiva presión fiscal sobre la agricultura y los productos de consumo, encarecieron considerablemente las subsistencias en España a finales y principios del siglo. Así, la R.M.M.I. solía hacer continuas llamadas de atención contra la carestía del pan, la carne y otros alimentos. En resumen, el salario del obrero estuvo recargado por fuertes derechos arancelarios e impuestos (estatales, provinciales y municipales) sobre los consumos.
En 50 años (1855-1905), los precios almenas habían aumentado considerablemente, subida que por lo demás fue más intensa al final del periodo (1895-1905). En efecto, en estos años, mientras el salario medio anual aumentaba en un 0,5%, la suma de los precios de algunos alimentos básicos lo hacía en un 3,7%.
La lucha de los obreros por la defensa de su poder adquisitivo se convirtió en la principal causa de los movimientos sociales contemporáneos. Si, en el Antiguo Régimen, el motor de la lucha social habían sido los precios del grano, la lucha por el salario es la manifestación de la lucha de clases en la empresa capitalista.
Esta circunstancia explica, por una parte, que la principal causa de las huelgas sean las peticiones de aumento salarial y por otra parte que la racionalidad económica del movimiento obrero favorezca el desarrollo de las organizaciones sindicales y políticas de clase, que recogerán en sus programas las aspiraciones reivindicativas de los trabajadores.
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