Calle Eguskiagirre
Esta pendiente e importante vía de comunicación tiene su comienzo en la Plaza de la Anteiglesia y llega hasta la Calle Arteagabeitia.
Eguskiagirre literalmente denota «descampado soleado» y la verdad es que la traducción no pudo ser más correcta debido a que en esta ladera se forma el desnivel natural de la geografía barakaldesa, donde el sol se daba cita para sazonar los abundantes y sabrosos productos hortícolas, entre los que se encontraban las tan cacareadas y cantadas parras de txakolí, caldo que antaño tuvo fama de ser uno de los mejores acondicionadores de los «sueños de Morfeo». Cierta enfermedad de la vid dio al traste con todas las cepas productoras del agridulce vinillo que tanto renombre tuvo entre sus degustadores.
Sabida la traducción, nada mejor que aclaremos el origen de este nombre tan barakaldés, y para ello nada mejor que remontarnos al año 1700 en que, documentalmente, se hace constar que en el barrio de San Vicente hubo un caserío perteneciente a Juan de Egusquiaguirre, quien posiblemente dio su nombre a lo que entonces se llamó camino, cuesta y hasta estrada. Cabe pensar que aquella heredad tan fructífera fue de su propiedad o al menos buena parte de ella.
Suele decirse que la costumbre se hace ley, y es así como en el año 1930 pasó a denominarse oficialmente Calle Egusquiaguirre (Eguskiagirre). Es una de las vías del callejero más amplia y bonita. Da lugar a la unión entre los barrios de San Vicente y Zuazo por el camino más corto, a la vez que se une con Retuerto.
Para quienes no llegaron a conocer aquel pedregoso y empinado camino de Egusquiaguirre bien se puede decir que se han perdido ver de cerca una gran parte del Paraíso Terrenal, donde la frondosidad y variedad de frutales se daban cita en la fértil zona barakaldesa.
Tomado de Carlos Ibáñez
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