Una tenue claridad
En el año 1040 el Rey García VI de Navarra concede a su esposa Estefanía, como dote, una serie de vasallos y lugares. Entre los lugares citados (Punicastro, Peralta, Falces, Colindres, MENA …) se sitúa «Huart» que, cabe la posibilidad se refiera al UGARTE que todos conocemos en la antigua carretera a Santander. Interesante dato no sólo por la referencia «topográfica» sino porque nos indicaría que, en este año, la zona estaría en manos de algún «señor» dependiente del rey de Navarra.
El 30 de Enero del año 1051 el conde Iñigo López y su mujer, doña Toda, conceden a García, Obispo de ílava, aprovecharse de todo lo que produzca (usufructo) el monasterio de Santa María de Aspe en Busturia a condición de que a la muerte del Obispo la propiedad y el usufructo pasen a San Millán. A su vez, el citado Obispo, dona a este monasterio de Santa María algunas propiedades. Esta carta, conservada en el monasterio de San Millán de la Cogolla, finaliza con una relación de testigos que confirman (tras ser leída) las intenciones de ambos. Entre los firmantes aparece un tal Lope Blascoz, señor de Baracaldo («señor Lope Blascoz Baracaldonensis»). Y esta es, de momento, la vez primera que aparece en la historia el conocido nombre y con una cierta relevancia por cuanto tiene un «señor» (llamado «tenente») que firma en un documento real.
En 1185 aparece una nueva referencia. En este año el Papa Lucio III manda al Obispo de Calahorra que comparezca ante los Obispos de Osma y Sigí¼enza para responder a la acusación que le hace el Obispo de Burgos de retener una serie de lugares que corresponden a su diócesis. Es en este texto en el que, junto a Labrillos y Miranda, se cita a Baracaldo. Con esta palabra se haría referencia a un amplio territorio mas que a un núcleo agrupado de población (alfoz o concejo).
Mitxel Olabuenaga
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