BARAKALDO EN EL SIGLO XX: SINOPSIS DE CIEN AÑOS DE HISTORIA Y PATRIMONIO (II)
En julio de 1937, el ejército del general Franco completaba la ocupación del País Vasco, la primera gran región industrial “liberada” en la Guerra Civil. Las instalaciones de AHV, que habían sido protegidas durante la contienda por un batallón de gudaris, fueron puestas a disposición del bando franquista, se militarizó a los trabajadores intensificando la producción hasta convertirse en pieza clave en la evolución de la guerra. Tras la Guerra Civil, llegó la escasez y el racionamiento, se redujeron los niveles de producción industrial y la expansión urbana se detuvo. En los años cuarenta lo primero en construirse fueron las iglesias de San José en el centro urbano, Sagrado Corazón de Retuerto y la del Buen Pastor de Lutxana. A principios de los cincuenta Barakaldo presentaba una imagen de ciudad industrial semiurbanizada, todavía existían unos 100 caseríos dispersos entre los núcleos urbanizados. Sin embargo, en los siguientes veinte años (1950-1970) el municipio va a sufrir un nuevo impulso industrializador, el “boom” de la inmigración y un desarrollo urbano sin control. Una transformación que explican mejor que ningún otro periodo la configuración y las características actuales del municipio.
Nubarrones sobre A.H.V. En 1950, el General Franco inauguraba la nueva fábrica de Sefanitro en Lutxana. Dedicada a la producción de fertilizantes, a partir del gas de las baterías de coque de AHV, la empresa fue declarada “de interés nacional” para dar respuesta a la necesidad del agro español en un país desabastecido y con una economía devastada por la guerra. Su instalación obligó a desalojar y a desplazar una parte del barrio de Lutxana que se decantaba definitivamente como lugar de asentamiento de la industria química, un sector productivo que se extenderá por otros barrios como Retuerto, con la instalación de las fábricas de Garay y Montero, y Beurko-Viejo con Dow-Unquinesa. Por otra parte, a principios de los cincuenta, el Ministerio de Industria decidía crear una moderna planta siderúrgica en Asturias (Ensidesa) que no dependiera como AHV del carbón extranjero. Por primera vez desde su fundación AHV iba a tener una fuerte competencia en el mercado español. El futuro de la empresa, cuyas instalaciones se encontraban obsoletas y anticuadas, estaba amenazado. Se optó entonces por la renovación. Se preparó un ambicioso plan de mejoras y ampliación de las instalaciones, que se va a llevar a cabo en el periodo 1957-1968 contando con la colaboración técnica y financiera de la United States Steel Corp., principal siderurgia privada del mundo. Se trasladará definitivamente la cabecera de la producción a la fábrica de Sestao con la construcción de hornos altos de mayor capacidad y una nueva acería. En Barakaldo, después de ochenta años de funcionamiento, se apagan los hornos Bessemer cuyo resplandor nocturno “alumbran todo Bilbao” como dice la canción. Además, se monta una nueva planta de laminación con un Tren de Bandas en Ansio que frenará la expansión urbana de dicha vega y separará a los barrios de Cruces y Retuerto del centro urbano. A principios de los sesenta la empresa llega a emplear directamente a más de 16.000 trabajadores. Para resolver las necesidades de alojamiento de sus trabajadores, desarrolla un programa de construcción de 2.300 viviendas. En materia de educación, los cuatro centros creados por la empresa impartían enseñanza a más de 5.000 alumnos de primaria y bachillerato, mientras otros 500 aprendían oficios en la escuela de aprendices. En esta época la empresa inaugura además la Ciudad Deportiva de San Vicente y un nuevo edificio de oficinas. De nuevo, el papel de AHV volvía a ser trascendental en la configuración del municipio. También desde mediados de los años cincuenta, muchas pequeñas industrias de transformados metálicos van a empezar a proliferar por los extrarradios del municipio, en los suelos aún no ocupados, hasta completar la “muralla” industrial que encierre el casco urbano. Algunas de estas empresas de nueva creación se van a dedicar a la fabricación de bienes de consumo, un sector atípico en la industrialización de Barakaldo
Dos de estas iniciativas van a ser especialmente singulares y detrás de las cuales se encuentran dos nombres propios: Luis Bejarano, que construirá en Lutxana la primera fábrica de motos de España (LUBE); y Daniel Extramiana, uno de los pioneros en la construcción de proyectores de cine a nivel nacional y con reconocido prestigio internacional. La industria atrajo de nuevo a una gran masa de trabajadores. Como había sucedido cincuenta años antes, entre 1950 y 1970 fueron llegando a Barakaldo gentes procedentes del Norte de Castilla y Galicia a los que en esta oleada se sumaron extremeños y andaluces. Los poco más de 40.000 habitantes de 1950 se convertirán en 115.000 con un crecimiento relativo del 176%. Para dar alojamiento a toda esta masa de inmigrantes, el Ayuntamiento y el Ministerio de la Vivienda van a llevar a cabo la construcción de barrios completos durante los años cincuenta: primero en Bagaza (400 viviendas), luego en Larrea (150), Zuazo (320), San Vicente (320), Beurko (900). Sin embargo, las necesidades de viviendas eran tan cuantiosas y las posibilidades de adquisición de los recién llegados tan limitadas, con los salarios obreros estancados, que a finales de la década era frecuente encontrarse casas de vecinos convertidas en improvisados hostales. Familias enteras compartiendo la misma vivienda. Para las familias propietarias se convirtió en el modo de conseguir ingresos suplementarios que les permitía hacer frente a la compra de la vivienda. Para los realquilados la manera de encontrar un techo barato esperando a que su situación mejorara. El número de realquilados creció de forma desorbitada, lo que provocó situaciones de hacinamiento. A finales de los cincuenta no era difícil encontrar viviendas de poco más de 50 m2 compartidas por dos o tres familias con 15 o más personas entre adultos y niños. Durante los sesenta la situación fue mejorando; las grandes empresas y otros organismos como los
centros regionales se ocuparon del problema. Además de las viviendas construidas por AHV, se sumaron las de empresas como Euskalduna, Sefanitro, Unquinesa, Orconera, Iberduero, Círculo Burgalés, Centro Gallego… Y también las construcciones de iniciativa particular. Se da luz verde al negocio inmobiliario y a la especulación que no van a poder evitar los planes de ordenación urbana de 1956 y 1968. El área urbanizada adquiere una extensión considerable. El casco se extiende por la colina de San Vicente y escala las laderas del monte Rontegi. Al mismo tiempo se consolidan núcleos diferenciados y separados del casco urbano: Llano, Cruces, Arteagabeitia y Retuerto. En esta época, Barakaldo se constituye en la segunda población del Gran Bilbao, pasando a ocupar un puesto entre la treintena de ciudades que superan los 100.000 habitantes en todo el territorio español. Y con el boom edificatorio, llegan también las infraestructuras, aunque insuficientes para responder a la demanda de una población que se triplica. En 1955 se inaugura el Hospital de Cruces cuyas 650 camas se iban a destinar a cubrir las necesidades sanitarias del Gran Bilbao. Los centros escolares existentes amplían sus instalaciones, se edifican otros colegios de nueva planta y se crea el primer instituto de enseñanza pública de Barakaldo. En el centro urbano se remodela la Plaza de los Fueros (Herriko Plaza) y se construye un nuevo edificio consistorial proyectado por el arquitecto municipal Cesar Sans Gironella. Y también más iglesias como la de Santa Teresa en el barrio de Bagaza. La crisis económica de los años setenta y el final de la dictadura franquista constituyen el comienzo de un cambio de tendencia en el proceso industrializador, demográfico y urbano del Barakaldo contemporáneo. Paradójicamente, la inserción del aparato productivo español en el internacional a partir de la modernización de la economía española en los años sesenta, iba a significar el comienzo de un proceso de recesión y crisis en la siderurgia vizcaína que se fue
acentuando hasta que a comienzos de los noventa se proyecte el cierre definitivo de A.H.V. Desde mediados de los setenta, AHV va a reducir progresivamente el número de empleados, dejando en manos públicas o vendiendo a particulares muchos de las realizaciones sociales y asistenciales que hasta entonces regentaba: hospital, colegios, economatos, viviendas, cines, centros deportivos… Comienza a romperse la relación empresa-municipio que venía produciéndose desde hacía cien años. Al mismo tiempo otras muchas empresas quiebran mientras el sector industrial va perdiendo peso ocupacional entre la población trabajadora del municipio. Las nuevas generaciones nacidas en los años sesenta van a empezar a engrosar las listas de desempleados, de emigrantes o en el mejor de los casos dedicándose al sector servicios. El crecimiento urbano se estanca al igual que el demográfico. Los perjuicios ocasionados por la industrialización sin control, el desastroso urbanismo de los años anteriores y las nuevas sensibilidades medioambientales y de calidad de vida, va a provocar movilizaciones populares por parte de los vecinos contra la instalación de nuevas plantas químicas, como las de Sefanitro y Rontealde, o contra los vertidos de lindane esparcidos por todo el municipio por la empresa Bilbao Chemical. Desde mediados de los años ochenta comienzan las operaciones de cirugía urbana (Grupo LurkizagaPERI de San Luis) que intentan solucionar alguna de las aberraciones urbanísticas llevadas a cabo anteriormente. Se construyen nuevas vías de comunicación (A-8) y línea 2 del Metro. Al mismo tiempo empiezan a establecerse en el término municipal servicios de carácter supramunicipal: grandes superficies comerciales (Max Center) y la sede del partido judicial de Barakaldo (Palacio de Justicia) que ya insinúan el futuro destino que parece aguardar a nuestro pueblo. Durante la última década, las Directrices de Ordenación del Territorio del País Vasco reconocen a Barakaldo una valor de centralidad en la comarca del Gran Bilbao, la rótula donde los valles de Txori-Herri y de Trapagaran se entregan a la ría del Nervión, el centro de gravedad de una metrópoli de un millón de habitantes. A partir de esta nueva apreciación del municipio, se empieza a proyectar un nuevo destino para los tres millones de m2 en suelos que la crisis industrial ha dejado vacantes o sometido a proceso de reconversión: las riberas de la Ría (Desierto-Galindo, Lutxana-Burtzeña) y suelos llanos perfectamente comunicados (Ansio…), suelos que se encuentran en una magnífica posición estratégica y que se convierten en la esperanza para el futuro desarrollo urbano de Barakaldo. Además en las ruinas del pasado industrial se encuentra la posibilidad de crear nuevas áreas de oportunidad y de solucionar carencias endémicas del municipio, reutilizando algunas de las valiosas arquitecturas industriales existentes o dotando de nuevos usos a los suelos liberados por la desaparición de las grandes plantas industriales. Suelos que permiten llevar a cabo políticas de esponjorización del casco urbano, creando y ensanchando espacios verdes y espacios de trabajo, con empresas de servicios e industrias no contaminantes que no hipotequen la ciudad como había ocurrido cien años antes. Una ciudad en la merezca la pena vivir. José Eugenio Villar (Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública.
Tomado de: https://ezagutubarakaldo.barakaldo.eus/wp-content/uploads/2021/02/VILLAR-Eugenio-Barakaldo-en-el-siglo-XX.pdf
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