El trabajo en las minas (Textos)
1) lgnacio Villota: «Vizcaya en la política minera española» p. 25
«Como es fácil suponer, los mejores minerales se fueron agotando rápidamente, de tal manera, que cuando en 1886 se inician las actividades del Circula Minera, ya no había para nada de la vena. El campanil será siempre el mineral de mayor cotización, y cada día más extraño. De ahí que, en la década de los ochenta, en diciembre de 1881 concretamente, se comienzan a realizar las primeras calcinaciones del carbonato que, hasta entonces no se había comenzado a explotar. La mayoría de los carbonatos de hierro son minerales relativamente bajos inicialmente oscilando entre el 34 y el 40 par 100, siendo sus impurezas principales materias orgánicas, arcillas, sílice y calcita. Se pensaba que estos carbonatos, en Vizcaya, eran inaprovechables porque su ley metálica era baja y su proporción de azufre elevada y se presumía que las calcinaciones darían un mineral pulverulento de muy difícil empleo en el alto horno. Esta sociedad embarcó ese año 251 toneladas de calcinado, 641 en 1882 y 1.147 en 1887. Ahora bien, la que inició en gran escala la producción de calcinado fue la «Luchaba Minning Company» ; hacia 1889 construyó un horno revestido exteriormente con una chapa de hierro, …, con una producción de 180 toneladas por día».
2) lgnacio Villota: «Vizcaya en la política minera española» p. 26
«En unos primeras momentos no se explotaron en gran escala los depósitos de menudos (chirta). Pero el aumento de la demanda y el agotamiento de muchas de las mejores minas hicieron que las mineras volvieran sus ojos a las enormes montañas de mineral que, en forma de escombreras, se habían ido amontonando al lado de las explotaciones mineras. [ ] El objeto del lavado fueron dos tipos de depósitos: las escombreras, propiamente dichas, realizadas por las mineras y los depósitos de mineral de tipo natural.
Los primeras lavados se hicieron en 1891 en la mina «Marta»; el sistema consistía en hacer pasar el mineral a lo largo de un cilindro formado por tela metálica, sumergido horizontalmente en un depósito de agua y que girando alrededor de su eje batía el mineral, separando la arcilla que, filtrándose por la tela metálica, se depositaba en el fonda del agua. En 1899, estaban instalados en las minas de Vizcaya lavaderos mecánicos, perfeccionados en relación a la primera, con la instalación de un sistema
De tromeles, terminados por un cono en los que el mineral y el agua caminan en direcciones contrarias; ésta, movida por su propio peso y aquel, arrastrado por paletas colocadas en el interior del tromel y como en sentido helizoidal. El mineral envuelto en arcilla, que entra por un extremo del tromel, sale limpio por el cono, para caer a una mesa, donde se hace a mano la separación de la parte estéril. La producción de minerales lavados, en 1899, fue de 318.000 toneladas».
3) Ignacio Villota; «Vizcaya en la política minera española» pg. 32
Durante muchos años los embarques del mineral se hacían por medio de cestos, que podían contener entre cuarenta y cincuenta kilos de mineral, que se traía por medio de gabarras desde los distintos puntos de la ría. Los cestos eran levantados a pulso por uno o dos obreros muchas veces por mujeres, eran depositados en planchas de madera suspendidas al costado del buque, desde donde se elevaban, o a otra plancha o al mismo buque, según las dimensiones. Esta operación venia a costar una peseta por tonelada. Posteriormente se comenzaron a utilizar grúas de vapor que funcionan por un costado del buque elevando el mineral de las gabarras en tangues de una tonelada, a paso que, por el lado de la ribera, se cargan de los depósitos el mineral en cestos que los jornaleros llevan al hombro y las mujeres sobre la cabeza hasta depositarlos en el buque, valiéndose para el peso de grandes planchadas. Con este sistema mixto se ha conseguido cargar en doce horas hasta mil toneladas, disminuyendo a la vez notablemente los gastos de embarque.
Cuando se inició el proceso minero no se pudo ni pensar en cargaderos semejantes a los que ya por aquellos arios usaban en los grandes puertos de Europa y de América, para vapores de dios a cinco mil toneladas que podían recibir su carga completa en uno o dos días. Fue iniciativa de la Diputación y las empresas extranjeras la de proveerse de unos medios de embarque que les permitieran dar a los buques mil a dos toneladas por cada vertedera y día laborable.
Existían en la ría ocho cargaderos de mineral, que enumerados desde el bajo Nervión hacia Bilbao, son: Galdames, Triano, Franco-Belga, Orconera, Cadagua, Primitiva, Gandarias y Olaveaga».
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